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BALAK 5784

La prohibición de la realización de actos de brujería

Según la gran mayoría de los sabios de Israel los actos de brujería tienen la capacidad de cambiar cosas y conocer lo oculto, pero su poder no es permanente. @ Con frecuencia, erran y resultan fallidos. @ Dado que se trata de fuerzas espirituales, en este rubro abundan los embusteros. @ Hay personas poseedoras de fuerzas espirituales especiales que les permiten ver y sentir más allá de lo común. @ La brujería puede también surtir efecto en personas buenas y justas. @ En la medida que el individuo se eleve por los grados de la virtud (tzadikut), disminuirá la posibilidad de que sea afectado negativamente por las fuerzas de la brujería.

Si bien las fuerzas malignas tienen la capacidad de afectar negativamente a personas justas, HaShem le ordenó al pueblo de Israel que no practique la brujería, que únicamente se apegue a HaShem y se conduzca por Su senda, y de esa manera, se mantendrán a salvo de los embrujos, y estos no podrán dañarlo. Tal como aprendimos en la parashá anterior cuando las serpientes atacaron al pueblo de Israel, al elevar sus ojos al cielo, se salvaron.

En la porción de lectura de esta semana, parashat Balak, leemos sobre un gran brujo llamado Bil’ám, por lo que resulta oportuno ocuparnos del tema de la prohibición de la realización de actos de brujería y su significado.

HaShem le ordenó al pueblo de Israel que no realizara actos de brujería de ningún tipo, tal como fue dicho: “Pues tú vas a venir a la tierra que HaShem tu D’s te concede a ti; no aprendas a hacer abominaciones como las de aquellas gentes. No habrá de hallarse en ti el que hace pasar a su hijo o a su hija en el fuego; ni el que practica la adivinación, ni el agorero, ni el mago, ni el hechicero. Ni el demonólatra, ni el que consulta a nigromante o sortílego, ni el que inquiere a los muertos. Ya que abominación ante HaShem es, todo el que practica estos; y por causa de estas abominaciones, HaShem tu D’s los expulsa a ellos de ante ti. Integro habrás de ser, con HaShem tu D’s” (Devarim-Deuteronomio 18:9-15). Cabe destacar que según la opinión de los sabios, la prohibición de la brujería no recae sobre los hijos de Noaj (gentiles monoteístas).

La brujería persigue dos objetivos principales: 1) Cambiar cosas en la naturaleza, por ejemplo, maldecir a una persona para que muera o se vuelva indigente. 2) Conocer lo oculto y los eventos futuros.

Quienes entienden que la brujería es un embuste

Hay quienes consideran que todas las acciones de los brujos son embustes, tal como lo expresara el Rambám (Hiljot Avodá Zará 11:16): “Todas estas cuestiones son embustes y falsedades, y son aquellas por medio de las cuales los antiguos idólatras incitaron  a las naciones a ir en pos de ellos, y no es digno que los hijos de Israel, que son sabios y entendedores, se vean arrastrados tras estas vanidades ni lleguen a pensar que estas generan beneficio alguno… todo aquel que cree en estas cosas y similares, pensando para sus adentros que son verdaderas y sabias pero que la Torá las prohíbe, no es sino un necio e ignorante… pero las personas sabias y completas en su conocer supieron siempre, por medio de pruebas y demostraciones claras, que todas estas cuestiones prohibidas por la Torá no tienen nada de sabio sino que se trata de cosas vacuas y vanidades en pos de las cuales fueron los ignorantes, abandonando por su causa el camino verdadero…”. O sea, según el Rambám, las brujerías por causa de cuya realización un israelita es pasible de pena de muerte por apedreamiento, son aquellas en las que muchas personas creen que por su intermedio, el brujo, logró efectivamente llevar a cabo cambios reales en el mundo.

Esta también es la opinión de Rabí Ishmael ben Jofní Gaón. Por su parte, Rabí Saadiá Gaón y Rav Hai Gaón tendieron a adoptar esta postura en su comentario al relato del episodio de la pitonisa y el rey Saúl (ver Rabí David Kimji a I Samuel 28:24). Asimismo, esta es la opinión de Sefer Hajinuj (249) y de Tiferet Israel (Kidushín 4, Boaz 1). Esta también es la opinión del Ibn Ezra (en su comentario a Vaikrá-Levítico 19:31), y allí comentó que por medio de la astrología Bil’ám sabía cuándo les ocurrirían desastres a las personas y a las naciones, y entonces las maldecía, logrando así que la gente creyese que todo ocurría por su maldición (citado en el comentario de Rabenu Bejaié a Bemidbar-Números 22:6).

De las palabras de los sabios se deduce que las brujerías tienen poder

De las palabras de los sabios en diferentes sitios parece resultar que se referían a la brujería como algo real, pero según Rambám, sus palabras fueron expresadas en un lenguaje metafórico y oculto, por lo que no deben ser comprendidas literalmente. Hay quienes explican que también el Rambám y su grupo coinciden en que estas fuerzas efectivamente existen (Radbaz V I:1695, Responsa Maharshal 3, Bait Jadash, Ma’asé Rokeaj y otros). Empero, dado que a menudo los brujos mienten, y también cuando tienen éxito, al final de cuentas sus acciones conducen al fracaso, se consideraba a sus prácticas como falsas y vanas.

Cabe decir que, así como el Rambám explicó las palabras de los sabios en un sentido metafórico y no literal, de igual manera numerosos comentaristas interpretaron sus opiniones de un modo no literal.

Según la opinión mayoritaria, la brujería tiene poder

Si bien según la opinión mayoritaria de los sabios de Israel los actos de brujería son capaces de cambiar cosas y revelar lo oculto, su poder no es permanente, por lo que a menudo no surten efecto y fracasan. Tal como escribiera el Rambán (comentario a Devarim-Deuteronomio 18:9): “Muchos son los que en su gran piedad religiosa no creen en los adivinos ya que ¿quién le puede decir a la cigüeña y al cuervo qué habrá de ocurrir?” Cabe prestar atención al hecho de que el Rambán sostiene que la postura del Rambám es la de alguien poseedor de una gran piedad religiosa (jasid), y por efecto de esta su gran piedad niega el poder de los embrujos. Sin embargo, el Rambán continúa: “Pero nosotros no podemos negar cosas que se han hecho públicas, y nuestros rabinos también las aceptan…”. Y sigue explicando que, a diferencia de los brujos, que a menudo erran e inducen a los demás al error, HaShem nos concedió profetas verdaderos. Tal como dijeron nuestros sabios (Sifrei ad loc.): “No sea que digas que ellos tienen a quién consultar al tiempo que tú no. Por eso está escrito: “Empero tú, no así te ha permitido HaShem tu D’s” (Devarim-Deuteronomio 18:14), sino que te dio profetas que continúan con la labor de guía de la Torá.

Otro tanto opinaban el Recanati, Rabenu Bejaié, el Abrabanel en su comentario a Devarim-Deuteronomio 18, Sefer Haikarim 3:8, Rabenu Nisim en sus disertaciones 4 y 12, Ribash 92, Radbaz 3:405, Gaón de Vilna a Yoré Deá 179:13 y muchos otros.

Hay consenso en cuanto a que en reiteradas ocasiones los brujos mienten

Dado que esta cuestión trata de fuerzas espirituales que resultan difíciles de medir, en este rubro abundan los embusteros. Algunos se mienten a sí mismos al pensar que poseen fuerzas espirituales, algunos saben que no las poseen pero engañan a las personas haciéndoles creer que sí, hay otros que en el pasado tuvieron fuerzas especiales pero que con el tiempo las perdieron, pero siguen engañándose a sí mismos y a los demás sosteniendo que aun las atesoran. De todas maneras, no cabe negar que hay determinadas personas que detentan capacidades espirituales especiales que pueden ver y percibir más allá de lo común, y cuando por medio de actos de brujería se conectan con las fuerzas de la impureza, son capaces de obrar sobre la realidad y conocer el futuro.

El poder del habla para bien y para mal

El instrumento más poderoso con el que cuenta el ser humano para cambiar la realidad tanto para mejor como para peor es el uso del habla, dado que HaShem creó el mundo y lo mantiene funcionando por medio de las letras y la palabra. HaShem creó al ser humano a Su imagen y Su semejanza, esto es, de modo tal que también él pueda actuar sobre el mundo y cambiarlo. Por ello fue dotado de la capacidad de hablar, aprender y enseñar y cooperar con sus compañeros para incrementar el bien y la bendición en el mundo. O, por el contrario, incitarlos a obrar mal.

Más aun, HaShem le otorgó al hombre la habilidad para conectarse a los niveles superiores que se encuentran por encima de este plano físico, para que de esa manera las personas justas puedan elevar al mundo y hacerlo avanzar tanto desde el punto de vista espiritual como material. Asimismo, los justos que conocen los secretos de los Nombres Sagrados y de las letras del Sefer Haietzirá, son capaces de crear cosas en el mundo por medio de intenciones meditativas, el recitado de Nombres Sagrados y la permutación de las letras (pero no es recomendable hacerlo). Por su parte, por medio de intenciones meditativas, del pronunciamiento de nombres vinculados a la impureza y diferentes conjuros, los brujos son capaces de alterar aquellas letras y palabras por cuyo intermedio fluye la bendición divina al mundo, para de esa manera causar daño a quienes desean maldecir. Para reforzar sus actos de brujería, realizan diferentes acciones como la quema de inciensos y similares.

El desarrollo de los actos de brujería por medio del reforzamiento del mal

Así como los justos que están apegados a HaShem y a las cualidades virtuosas pueden por medio de ello comprender la profundidad interior de la Torá, alcanzar el grado de espíritu de santidad (ruaj hakodesh, nivel inferior de la profecía) y actuar en aras de la reparación y el progreso del mundo, de igual manera los malvados que se apegan a los vicios y a las conductas defectuosas pueden comprender las raíces del mal y su modo de actuar. Así, personas poseedoras de habilidades espirituales, por medio de su conexión a las fuerzas de la impureza, pueden inspirarse creando así conjuros y embrujos capaces de obrar sobre la realidad, ya que “D’s creó esto y aquello” (Kohelet-Eclesiastés 7:14), y así como creó el orden benigno del mundo, que es el fundamento de las cualidades virtuosas tales como la bondad, la verdad, la justicia,  la rectitud y la generalidad de las diez sefirot, de igual manera, como contraparte, creó también las fuerzas de la destrucción que son el fundamento de los vicios del carácter como el deseo exacerbado, la envidia, el orgullo, que forman parte de las diez sefirot de la impureza. Así como en el ámbito de la santidad es posible traer al mundo bendición por medio de la plegaria y la realización de buenas acciones, de igual manera en el ámbito de la impureza es posible bloquear el flujo de la abundancia de la vida por medio del uso de conjuros y de actos de brujería. Asimismo, nuestros sabios explicaron (Mishná Avot 5:19) que las cualidades virtuosas son el fundamento de todo. Por ello, los discípulos del malvado Bil’ám, el gran brujo, detentaban tres características: ‘mal ojo’ -envidiaban al prójimo, ‘espíritu altanero’ -eran orgullosos, e ‘impulso instintivo amplio’ -estaban entregados a las pasiones físicas. Finalmente, este tipo de personas “heredan el Guehinom y descienden al pozo de la perdición”, y tal como dijeron nuestros sabios (ídem 4:21): “La envidia, el deseo y el orgullo sacan a la persona de este mundo”.

El poder de los brujos frente a los hombres justos

La brujería puede afectar también negativamente a las personas justas, pues dado que HaShem creó en el hombre la capacidad de influir en lo que acontece en los mundos espirituales, y así como si un malvado le asesta a un justo un golpe mortal este habrá de morir, de igual manera si el brujo logra alterar los conductos por los cuales fluye la bendición al justo, este se verá dañado y podrá fenecer. Sin embargo, en la medida que el individuo asciende en la escala de la virtud, la capacidad de las brujerías de afectarlo negativamente desciende, porque existen grados en la santidad que se corresponden con los grados de la impureza, y solamente si el brujo logra conectarse con un nivel alto de impureza, paralelo al grado de santidad del justo, podrá perjudicarlo.

Los grandes brujos buscaron el punto de debilidad moral en aquel a quien deseaban maldecir, y de esa manera lograban despertar a un ángel acusador en su contra, tal que cuando se despertaba una ira celestial contra el individuo en cuestión, era maldecido, y la maldición surtía efecto. Otro tanto dijeron nuestros sabios (Tratado de Berajot 7(A)) sobre el malvado Bil’ám, quien procuró acusar a Israel, y en el momento que se despertó contra ellos el enojo en los ámbitos superiores por causa de su conducta indigna, los maldijo con el exterminio. Sin embargo, para salvar al pueblo de Israel, durante todos aquellos días HaShem no se enfureció contra el pueblo de Israel por lo que Bil’ám no puedo maldecirlos, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 23:8): “Cómo he de maldecir a quien D’s no maldijo, y cómo he de enfurecerme si D’s no lo ha hecho”.    

Cómo enfrentar a los brujos por medio de la fe en HaShem

Si bien las fuerzas malignas tienen la capacidad de afectar negativamente a las personas justas, HaShem le ordenó al pueblo de Israel que no practique la brujería y que únicamente se apegue a Él y se conduzca por Su senda, y de esa manera, se mantendrán a salvo de los embrujos y estos no podrán dañarlo. Tal como aprendimos en la parashá anterior, cuando las serpientes atacaron al pueblo de Israel, al elevar sus ojos al cielo, se salvaron (Mishná Rosh HaShaná 3:8).

Asimismo, se cuenta (Tratado de Sanedrín 67(B)) sobre Rabí Janina que una bruja intentó arrojarle polvo debajo de sus pies para que por efecto de ello pudiera echar sobre él una brujería potente. Rabí Janina le dijo: No temo a esto, “pues nadie hay salvo HaShem, el D’s”. Ello no implica que Rabí Janina confiase en que HaShem le haría un milagro gracias a sus méritos acumulados, ya que no corresponde que el ser humano confíe en que HaShem habrá de obrar maravillas en su favor por consideración del hecho de que es un justo y que por ende D’s está en el deber de ayudarle. Lo que ocurrió fue que Rabí Janina sabía que era íntegro e inocente en su fe de que HaShem dirige todo, y en ese estado de cosas, no había espacio para que un embrujo ingresara y se interpusiera entre él y la Divina Providencia, por lo que no tenía motivo para temer de la brujería en cuestión. Y aunque esta pudiera dañarlo, se trataría de una acción de la Providencia Divina individual, que finalmente redundaría en su propio beneficio.      

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