Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

KORAJ 2024

La manutención de los rabinos por medio de las ofrendas y los diezmos (trumot uma’asrot)

Los preceptos de las ofrendas y los diezmos provenientes de los cultivos del campo están destinados a mantener a la dimensión espiritual en el pueblo de Israel, personificada por los cohanim y los leviím, cuya función es dedicarse a la Torá y a la educación. @ Del derecho que detenta todo israelita de decidir a qué cohen y a qué leví entregarle sus obsequios, se debe aprender que es el público aquel que debe escoger a sus rabinos. @ La propuesta de incrementar la influencia del Ministerio de Asuntos Religiosos a la hora de elegir a los rabinos de las diferentes ciudades, es perniciosa. @ Corresponde que quienes dictan las clases en las diferentes sinagogas y los maestros de los diferentes colegios, enseñen cómo separar ofrendas y diezmos por medio de la demostración práctica frente a sus alumnos.

La situación política es sumamente complicada, y no solo en esta área. A los efectos de comenzar con la reparación en este ámbito, cada comunidad debe escoger un rabino y consolidar su estatus con independencia del Ministerio de Asuntos Religiosos. En la medida que más y más comunidades procedan así, el estatus de la institución rabínica se realzará en virtud del buen ejemplo dado por los rabinos que estudian y enseñan la Torá verdadera, ensalzando así el prestigio de la Torá.

En la parashá de la semana aprenderemos sobre los preceptos de la separación de las ofrendas y los diezmos de los cultivos del campo, los cuales están destinados a mantener a la dimensión espiritual en el pueblo de Israel, personificada por los cohanim y los leviím cuya función es dedicarse a la Torá y a la educación, tal como fue dicho: “Habrán de enseñar Tus leyes a Ya’akov y Tu Torá a Israel” (Devarim-Deuteronomio 33:10). De esta manera, la nación israelita se construye de un modo correcto, como un pueblo cuyas piernas se encuentran plantadas en el suelo y su cabeza se encuentra en las alturas del cielo. Así, las personas de acción y las de inclinación más espiritual se vuelven socias en la promoción de una vida plena de contenido.

Los israelitas eligen a quién otorgarle sus obsequios

Esta asociación se pone también de manifiesto en el hecho de que el dueño de las frutas tiene el derecho a escoger a qué cohen o a qué leví habrá de entregar sus presentes, tal como fue dicho: “Empero, cada hombre, lo que consagrare, de él será: cuando el hombre se lo diere al cohen, para él será” (Bemidbar-Números 5:10) (Pninei Halajá Kashrut 7:4). Este derecho genera un vínculo personal entre los israelitas, los cohanim y los leviím, y motiva a los dos últimos a esforzarse y abnegarse más en la labor sagrada en el seno de los miembros de su comunidad, para que, a su vez, los primeros quieran entregarle sus obsequios. Quien se esforzó en enseñarle Torá a grandes y pequeños, y estos disfrutaron de su consejo y su ingenio, logra que lo prefieran a la hora de la entrega de los obsequios. Por el contrario, quien hizo caso omiso de los miembros de su comunidad, no aceptó participar de la guerra en defensa de la nación y su territorio, o no se esmeró en enseñar Torá, será objeto de una actitud semejante por parte de su comunidad a la hora del reparto de los presentes.

La influencia del público en la elección de los rabinos

Del derecho que detenta todo israelita de decidir a qué cohen y a qué leví entregarle sus obsequios se debe aprender que es el público aquel que debe escoger a sus rabinos, y en efecto, así fue como se procedió en todas las comunidades judías desde tiempos inmemoriales.

Por ello, la propuesta que se trata de impulsar actualmente de incrementar el poder de influencia del Ministerio de Asuntos Religiosos a la hora de elegir a los rabinos de las diferentes ciudades es perniciosa. Ya hoy este ministerio goza de un poder excesivo a la hora de elegir rabinos, y en vez de reparar la situación existente y pasar la potestad de la elección a los representantes del público en las ciudades, barrios y sinagogas, se marcha en la dirección opuesta y se continúa deteriorando el estatus del rabinato. Si bien son rabinos los que ordenan o forman a otros rabinos, el público tiene el derecho y la potestad de establecer qué rabino ordenado habrá de ser electo para su comunidad.

El ejemplo de las elecciones para nombrar a los Grandes Rabinos de Israel

Un ejemplo de influencia perniciosa a la hora de escoger rabinos lo tuvimos recientemente con el episodio de la postergación por más de un año de las elecciones para el nombramiento de los Grandes Rabinos de Israel. Diferentes personas de mi confianza están seguras de que el motivo real de la postergación obedece a que las personalidades de los diferentes partidos políticos que deciden los nombramientos no lograron todavía llegar a un acuerdo respecto de qué candidatura apoyar, o no lograron obtener aun una mayoría en el cuerpo elector. No hay certeza de que ese sea el motivo, pero el mero hecho de que personas confiables estén seguras de que ello es así, indica que criterios errados como los mencionados son totalmente factibles. Cabe remarcar, que esas personas que postergaron las elecciones son las mismas que impulsan la iniciativa de incrementar la influencia del Ministerio de Asuntos Religiosos en la elección de los rabinos de las ciudades a cuentas de los representantes de las comunidades.

La situación política es sumamente complicada, y no solo en esta área. A los efectos de comenzar con la reparación en este ámbito, cada comunidad debe escoger un rabino y consolidar su estatus, con independencia del Ministerio de Asuntos Religiosos. En la medida que más y más comunidades procedan así, el estatus del rabinato ascenderá en virtud del buen ejemplo dado por los rabinos que estudian y enseñan una Torá verdadera, ensalzando así el prestigio de nuestra Torá.

En lo que respecta a la elección de los Grandes Rabinos y demás figuras rabínicas, es preciso ampliar considerablemente el cuerpo elector y abrirlo a los representantes de todos los sectores del público, con la única condición de que la Torá y la tradición judía sean caras a sus ojos.

Frutas que crecen en el patio

Pregunta: ¿Es preciso separar de inmediato las ofrendas y los diezmos de toda fruta que cortemos de un árbol que crece en nuestro patio? ¿O acaso es preciso hacerlo solamente tras ingresar las frutas a la casa, y mientras me encuentre en el patio, podré comerlas sin separar ofrendas y diezmos?

Respuesta: Si solamente se corta una fruta pequeña que se puede engullir de una sola vez, será posible hacerlo sin separar de esta previamente ofrendas y diezmos. Pero si se cortan dos frutas pequeñas o una de mayor tamaño que no puede ser ingerida de un solo bocado, no se podrá comer de estas sin previamente haber separado ofrendas y diezmos.

Esto se debe a que se trata de un patio cuidado, esto es, un patio al cual un extraño no tiene permiso de entrar. Por lo tanto, se puede comer de las frutas que crecen en él de manera temporaria solamente antes de que lleguen a su culminación, esto es, antes de ser recolectadas. Por ejemplo, una uva o un higo, los cuales pueden ser ingeridos de un bocado. Pero en caso de cortarse dos uvas, o dos higos, o una fruta de mayores dimensiones que no puede ser ingerida de un solo bocado como en el caso de una manzana o de un higo grande, ya al ser “cortadas” son “recogidas” y culmina su proceso, y por lo tanto, pasa a recaer sobre ellas el deber de la separación de ofrendas y diezmos, pues así es su recolección en el patio. Dado que se encuentran dentro de un patio cuidado que fija para la cuestión de los diezmos, está prohibido comerlas incluso de manera pasajera de no mediar una previa separación de ofrendas y diezmos (Rambám Ma’aser 4:15, 17, Ridbaz allí 18, Pninei Halajá Kashrut 8:8).

Sin embargo, si el individuo se subió al árbol y cortó de allí numerosas frutas, de modo tal que culminó su labor con éstas, mientras se encuentre sobre el árbol y no haya descendido al suelo del patio cuidado, las frutas aun no estarán fijadas para los diezmos, y dado que su ingestión arriba del árbol resulta pasajera, podrá comer de estas frutas sin separar ofrendas ni diezmos (Rambám ídem).

¿Qué debe hacer quien no sabe separar ofrendas y diezmos?

Pregunta: ¿Qué se puede hacer cuando no estamos seguros si sabemos separar las ofrendas y los diezmos tal como lo indica la Halajá? Por este motivo, hasta la fecha nos hemos abstenido de comer de las frutas de nuestro patio.

Respuesta: El mejor consejo es aprender a separar ofrendas y diezmos. Para ello, he de escribir aquí el orden de la separación de las ofrendas y los diezmos con explicaciones entre paréntesis. Es razonable suponer que, si van a leer el texto detenida y atentamente, comprenderán el orden del cumplimiento del precepto y podrán tener el mérito de observarlo cada vez que deseen comer de las frutas.

Además de ello, resulta oportuno que quienes den clases en las sinagogas, así como los maestros en los colegios, enseñen a separar las ofrendas y los diezmos por medio de la demostración práctica frente a sus alumnos. Cuando parezca que los alumnos no han adquirido aun la confianza necesaria de que saben cómo cumplir con el precepto, será oportuno repetir la demostración una y otra vez, y quizás resulte efectivo para cada repetición nombrar a un alumno diferente para que efectúe el precepto por sí mismo, hasta que todos sepan cómo separar las ofrendas y los diezmos.

Otra solución: renunciar a la posesión de las frutas

Otra solución es renunciar a la propiedad de las frutas (lehafkir et haperot), y entonces, dado que las frutas que carecen de dueño estarán exentas de la separación de las ofrendas y los diezmos. La renuncia a la propiedad se lleva a cabo de la siguiente manera: es preciso declarar delante de tres personas “estas frutas no pertenecen a nadie”, y de ese modo, se habrá renunciado a su posesión, y toda persona podrá disfrutar de ellas. Es preciso que al menos dos de las personas que escuchan la declaración sean aptas para dar testimonio (ksherim leedut), de modo tal que, si el tercero va a tomar de las frutas, puedan testificar que lo hizo en conformidad con la ley (Shulján Aruj Joshen Mishpat 273:7). No obstante, es posible avisar que quien desee cortar de las frutas podrá hacerlo a determinada hora del día, ya que, si bien se renunció a la propiedad sobre estas, el patio sigue siendo privado, y mientras a determinada hora del día se le permita a quien así lo desee tomar de las frutas, la renuncia a la propiedad se mantendrá vigente.

La renuncia que sirve a los efectos de eximir a las frutas del deber de separar de estas ofrendas y diezmos debe tener lugar a partir del momento en que son comestibles en caso de gran necesidad o apremio y hasta que son cortadas, pero luego, si ya fueron cortadas, penderá sobre estas el deber de separar ofrendas y diezmos, y la renuncia ya no las eximirá (Pninei Halajá Kashrut 8:3).

Introducción al orden de la separación de las ofrendas y los diezmos

Es preciso separar y extraer las ofrendas de las frutas, pues están destinadas para los cohanim y poseen santidad, y dado que no resulta posible comerlas, se las envuelve y se la coloca envueltas en el bote de la basura. Por otra parte, los diezmos se separan destinando un sitio en alguno de los lados de las frutas, por ejemplo, el lado derecho o el lado norte, y de ese modo se separa a estas del resto de las frutas con la intención de otorgar el valor equivalente al ‘primer diezmo’ (ma’aser rishón) al leví y el valor equivalente al “diezmo del pobre” (ma’aser aní) a una persona necesitada, y a su vez, redimir el segundo diezmo (ma’aser shení) sobre una moneda (prutá). Luego, las propias frutas que fueron destinadas a ser diezmos podrán ser ingeridas junto con el resto.

Orden de la separación de las ofrendas y los diezmos (trumot uma’asrot)

Primeramente, se recita la siguiente bendición: “Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolam Asher Kidshanu Bemitzovtav Vetzivanu Lehafrish Trumot Uma’asrot” (Bendito eres Tú, HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha consagrado con Sus preceptos y nos ha ordenado separar ofrendas y diezmos) (en caso de duda respecto de si se separaron o no las ofrendas y los diezmos -no se bendice).

Se toma un poco más de un uno por ciento de las frutas y se lo separa del resto, y este estará destinado a la ‘gran ofrenda’ (trumá gdolá) y a la ‘ofrenda del diezmo’ (trumat ma’aser), y se dice: “La parte suplementaria a una parte de cien de lo que separé, que se encuentra en mi lado derecho, será ‘la gran ofrenda’ (trumá gdolá) (en lo inicialmente separado hay un uno por ciento y algo más, y nos referimos a que la parte suplementaria por sobre el uno por ciento sea la gran ofrenda, y su ubicación es del lado derecho de las frutas destinadas a las ofrendas). El uno en cien que queda aquí (de lo que fue separado inicialmente para las ofrendas) con otras nueve partes como esta que se encuentran del lado derecho de estas frutas serán el primer diezmo (ma’aser rishón) (de esa manera separamos el ‘primer diezmo’, las frutas o su valor equivalente será entregado posteriormente al leví). Ese uno por ciento al que volví ‘primer diezmo’ y está separado de las frutas, es el ‘diezmo de la ofrenda’ (trumat ma’aser) (y de esa manera separamos la ‘ofrenda del diezmo’. Se envuelven las ofrendas y se las coloca envueltas en el bote de basura).

Un diezmo del sobrante (diez por ciento de lo que quedó tras haber separado) que se encuentra del lado izquierdo de las frutas, será el ‘segundo diezmo’ o ma’aser shení (y de esa manera fijamos el sitio del segundo diezmo o ma’aser shení) y si se debe separar el ‘diezmo del pobre’ (ma’aser aní), entonces será el ‘diezmo del pobre’ (ya que en los años 1,2,4 y 5 del ciclo del año sabático se separa ‘segundo diezmo’ y en los años 3 y 6 se separa el ‘diezmo del pobre’) (cuando se separa el diezmo del pobre, se entregará posteriormente las frutas o su equivalente en dinero a una persona necesitada)”.

La redención del segundo diezmo (ma’aser shení)

Cuando se separa el segundo diezmo, en un año como el presente, el 5784, es preciso redimirlo para quitarle su carácter sagrado (lehotzió lejulín). Si la separación de as ofrendas y los diezmos se realiza con frutas que con certezas no están diezmadas, y resulta claro que pertenecen a un año en el cual se separa el segundo diezmo (ma’aser shení), primeramente, se debe recitar la siguiente bendición: “Baruj Atá HaShem Eloh-einu Melej Haolam Asher Kidshanu Bemitzvotav Vetzivanu Lifdot Ma’aser Shení” (Bendito eres Tú, HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha consagrado con Sus preceptos y nos ha ordenado redimir el segundo diezmo). En caso de haber duda al respecto, se redime sin recitar la bendición.

Y luego se dice: “Este segundo diezmo (o sea, lo que separamos del lado izquierdo), él y su suplemento de un quinto (es precepto de la Torá agregar un quinto a la hora de redimir el diezmo) perderá su carácter sagrado sobre una prutá de la moneda que destiné al segundo diezmo”. Quien no destinó para ello una moneda, podrá quitarle el carácter sagrado al diezmo en cuestión sobre una cuchara de azúcar, y acto seguido la enjuagará en la pileta o fregadero o la colocará de una manera honorable en el bote de la basura.

Bendiciones ante la autorización de los poblados

Felicitamos al ministro Betzalel Smotrich y a todos quienes junto a él participaron de la regularización legal de los cinco poblados sitos en Judea y Samaria, por la constante promoción del asentamiento de judíos en estos territorios, y por el alejamiento del peligro de apoderamiento por parte del enemigo de partes de la tierra de Israel.          

כתבות נוספות באתר:

VAETJANÁN 5784

VAETJANÁN 5784 No abandonen mi Torá   La destrucción de nuestro país no tuvo lugar solamente por no haber escuchado la voz

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *