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La actitud del Gran Rabinato de Israel y sus tribunales respecto de la conversión al judaísmo

  • Contrario de lo que se cree, también en la tierra de Israel nuestros rabinos más encumbrados y la mayoría de los jueces rabínicos solían adoptar una actitud flexible respecto de la conversión de personas tradicionalistas.
  • El Rav Ovadiá Yosef atestigua que raramente se abstuvo de convertir, y junto al Rav Goren lideró una política flexible en esta materia.
  • De las cartas de protesta y de las condenas enfáticas de los líderes del público jaredí se desprende que el enfoque flexible en lo referente a la conversión era la actitud más aceptada por los jueces rabínicos y por el Gran Rabinato de Israel.

De haberse mantenido la política de nuestros maestros y rabinos en la cuestión de la conversión al judaísmo, en la actualidad más de 200.000 familiares de judíos provenientes de la ex-Unión Soviética que se identifican con nuestro pueblo estarían ya convertidos. Dado que no se procedió de esta manera, se provocó la asimilación de más de 100.000 familias en nuestro país. En vez de promover un proceso de reforzamiento de la observancia de las tradiciones se transformó a las parejas y a los familiares de los judíos de nacimiento en personas más alejadas aún del legado judío.

En el pasado escribí que a los efectos de evitar la asimilación muchos rabinos de todo el mundo, y tal como parece la mayoría de estos, convirtieron al judaísmo a las parejas de judíos que expresaban su deseo de hacerlo, incluso cuando sabían que en la práctica, las probabilidades de que observasen los preceptos como personas religiosas fuesen bajas. Si bien pedían que el prosélito declarase que «aceptaba los preceptos», no eran exigentes en cuanto al significado de esta declaración, conformándose con una expresión general de deseo.

 

Se argumentó enfáticamente en mi contra que aquellos rabinos que aceptaban prosélitos a sabiendas de que muy probablemente no viviesen una vida observante eran una minoría pequeña y marginal, que no podía compararse a la mayoría tanto en número como en importancia de los que entendian que la aceptación de todos los preceptos es una condición sine qua non, y por lo tanto entendían que estaba  prohibido aceptar conversos que se entendiese que habrían de llevar un estilo de vida únicamente tradicionalista.

 

D’s mediante, en un futuro explicaré que la opinión flexible está muy bien fundamentada en la de los sabios medievales y la de los eruditos de las últimas generaciones. Sin embargo, de momento, continuaré rebatiendo el argumento de que solo una minoría pequeña y marginal de rabinos acostumbraba a adoptar una actitud flexible en cuanto a las conversiones.

 

En mi anterior artículo, demostré que numerosos rabinos comunitarios de la diáspora solían tener una actitud flexible. En la presente columna demostraré que también en Israel nuestros más importantes maestros, los Grandes Rabinos de Israel, los rabinos titulares de las ciudades y los poblados solían proceder así, basándome en los escritos reprobatorios de los rabinos jaredim.

 

El Jazón Ish

 

Se da testimonio de que el Jazón Ish (5639-5714, 1878-1953) le dijo a su sobrino el Rabino Shlomó Shimshón Karelitz, cuando fue nombrado miembro del tribunal rabínico lo siguiente: «No te ocupes de casos relativos a conversiones, el 90% de los prosélitos son completamente gentiles, y jamás aceptaron realmente sobre sí el yugo de la Torá y de los preceptos» (Amudei Shesh pág. 199, 200 y 242, Ma’asé Ish pág. 103). De esto resulta que los jueces rabínicos aceptaban este tipo de conversos.

 

El establecimiento de tribunales especiales de conversión

 

En efecto, hubo jueces rabínicos en los tribunales estatales que no deseaban convertir, por lo que los prosélitos eran derivados por los Grandes Rabinos de Israel a aquellos tribunales que estaban dispuestos a hacerlo. Durante los ejercicios de mi maestro y rabino el Rav Goren y el del Rav Ovadiá Yosef (5733-5743) la población creció y muchas personas solicitaron convertirse. Entonces, los Grandes Rabinos tomaron más y más conversiones bajo su responsabilidad. Paralelamente, el Rav Goren tuvo la iniciativa de establecer tribunales especiales de conversión, y para ellos escogió jueces rabínicos que detentaban actitudes flexibles. Estos tribunales se ocuparon también de convertir a voluntarios de los kibutzim que deseaban quedarse en el país y casarse con judíos. Hay quienes estiman que su número ascendió a unos mil.

 

En esta cuestión, la postura del Rav Ovadiá Yosef era flexible en no menor medida que la del Rav Goren, y tal como declarase oportunamente ante el comité de politica interior de la Kneset el 23 de Jeshván del 5737, «No recuerdo un solo caso que no lo haya resuelto, es probable que no lo haya logrado solamente en ocasiones esporádicas, cuando algún prosélito terco insistía en declarar abiertamente que no pensabe aceptar sobre sí el yugo de los preceptos, a una persona así evidentemente que no la podía convertir… pero inclusive en un caso así, yo intentaba convencer no

 

solamente al prosélito sino también a su pareja».

 

El Rav Yosef cuenta además que muchos de los problemas los resolvió (convirtió) en cuestión de una semana. Asimismo, dijo también en esa y en otras oportunidades que fue más permisivo que el Rav Goren, pero sin publicitarlo. Por su parte, el Rav Goren detentaba su actitud flexible públicamente porque estaba empeñado en demostrar que no hay contradicción esencial entre la Halajá, la vida y el Estado de Israel.

 

Las protestas contra nuestros rabinos

 

Diferentes rabinos jaredim pronunciaron duras críticas públicas a la política halájica de nuestros rabinos y maestros del Gran Rabinato de Israel y de los tribunales especiales de conversión, y la prensa jaredí se sumó a ellos a través de terribles expresiones denigrantes. La crítica fue subiendo paulatinamente de tono hasta alcanzar su pico en el 5744 cuando mis maestros y rabinos el Rav Abraham Shapira y el Rav Mordejai Eliahu asumieron la jefatura del Gran Rabinato (1983-1993).

 

La protesta de los rabinos de la corriente lituana

 

15 de Siván de 1984: “A los rabinos y jueces rabínicos de Israel, en virtud de que muy a nuestro pesar, últimamente se han multiplicado los casos de aceptación de prosélitos que en un altísimo porcentaje no tenían intención alguna de observar la Torá y los preceptos en el momento de su conversión, advertimos que aceptar a candidatos de los que no se tiene la plena convicción que habrán de llevar una vida de observancia es una grave transgresión. Resulta simple y vidente que sin la aceptación del cumplimiento de los preceptos la conversión no es válida ni siquiera a posteriori.

Advertimos también a todas aquellas personas que inscriben parejas para casarse, que según la Halajá deben revisar en toda aquella persona que exhiba un certificado de conversión, provenga de Israel como de la diáspora, que esta haya sido realizada de acuerdo con la Halajá. Solamente después de haber efectuado esta revisación podrán inscribirlos para que contraigan matrimonio”. Firman: Rabino Menajem Eliezer Shaj, Rabino Shalom Yosef Eliashiv, Rabino Shlomo Zalman Auerbach, Rabino Ya’akov Israel Kaniewsky.

 

Asimismo, también el Tribunal Mayor de la congregación jaredí, la Edá Hajaredit, emitió días después un comunicado de igual tenor.

 

Los rabinos de Bnei Brak

 

El 9 de Jeshván del 5745 se sumaron los rabinos de la ciudad de Bnei Brak: “En vistas de que llegó a nuestros oídos el clamor de las conversiones que no se han realizado de acuerdo con la Halajá… por la presente comunicamos… que está prohibido hacer ingresar a alguien a la generalidad del pueblo de Israel a menos que se haya comprobado fehacientemente y tras extensas investigaciones que el prosélito aceptó íntegra y plenamente cuidar todos los preceptos de la Torá, y D´s nos libre de afirmar que en estos nuestros días, por circunstancias coyunturales esta exigencia ha cambiado, y toda aquella persona que no acepte cumplir todos los preceptos con plena convicción su conversión es absolutamente inválida y su estatus es de gentil…”. Firman: Rabino Shmuel Halevi Wozner, Rabino Nisim Karelitz, Rabino Shlomo Zilberstein, Rabino Natán Gestetner.

 

La denigración de nuestros maestros y de su postura

 

Estos comunicados y los duros ataques sufridos por parte de la prensa jaredí, acongojaron de sobremanera a los Grandes Rabinos de Israel y atentaron duramente tanto contra su honor como contra el de los jueces rabínicos de los tribunales de conversión y demás rabinos del movimiento sionista religioso. Una semana después de la publicación del comunicado de los rabinos lituanos, el día 22 de Siván, el Consejo Superior del Gran Rabinato de Israel emitió un comunicado a la prensa que expresaba: “Las calumnias publicadas recientemente respecto de la conversión en Israel son acusaciones maliciosas contra rabinos y jueces rabínicos en el país y un atentado al honor de la Torá y sus estudiosos, y entran en la categoría de libelo de sangre. La aceptación de prosélitos en Israel se lleva a cabo únicamente a través de jueces rabínicos y rabinos comunitarios autorizados, reconocidos estudiosos de la Torá y temerosos del Cielo, y a condición de que los candidatos residan en el país al menos un año para estudiar judaísmo, y no se aceptan prosélitos que no aceptan sobre sí cumplir los preceptos”.

 

Comité Rabínico Mundial para temas de Conversión

 

Dado que los Grandes Rabinos de Israel continuaron aceptando las conversiones, incluidos aquellas de prosélitos provenientes de kibutzim seculares, distintos actores del mundo jaredí continuaron atacando duramente a los Grandes Rabinos de Israel y a los jueces rabínicos que aceptaban prosélitos. La lucha fue liderada por el “Comité Rabínico Mundial para temas de Conversión” bajo la presidencia del Rabino Jaim Kraizwirt de Bélgica y la dirección del Rabino Najum Eisenstein. Junto a ellos, actuó diligentemente el Rabino Akselrod.

Este comité publicó en el 5749 (1989) un libro titulado: “El escándalo de las falsas conversiones”, en el cual las principales figuras atacadas son mis maestros y rabinos el Rav Shlomo Goren, el Rav Abraham Shapira y el Rav Mordejai Eliahu y junto a estos las escuelas de conversión de los kibutzim religiosos y otros rabinos justos y estudiosos que se dedicaban a la conversión.

 

La protesta del Rav Wolbe

 

En uno de los apéndices del libro, figura un artículo del Rav Shlomo Wolbe, que es una representación clara de los ataques de la prensa jaredí hacia nuestros maestros. He de mencionar algunas frases de su contenido: “Los rabinos están apostados como guardianes en los portones de ingreso al Sancto Sanctorum que es el pueblo de Israel… y sobre quienes montan esta guardia recae una responsabilidad terrible… ellos deben servir de muro fortificado sin apartarse ni un paso de las leyes de conversión… el corazón se niega a aceptar la veracidad de los incesantes rumores según los cuales hay rabinos que detentan una actitud flexible y se conforman con aceptar un asentimiento formal a cumplir los preceptos por parte de los prosélitos a sabiendas de que esta no es verdadera…¿acaso un rabino así adopta una actitud flexible a causa de su irresponsabilidad? ¿Acaso simplemente no puede resistir la presión de los sectores seculares? ¡Pero para eso fue nombrado rabino! ¡Que se plante cual bastión inamovible con entrega y sacrificio! En caso de no ser capaz de hacerlo que renuncie a su carácter de rabino… Rabinos así no son tales, y sus conversos tampoco lo son, y aunque estos rabinos dejen crecer su barba y sus caireles, se pongan a diario tefilín de Rabenu Tam y sean sumamente estrictos en leyes de kashrut, ¡no son rabinos!”

 

Diálogo entre sordos

 

En retrospectiva, este intercambio de conceptos tuvo lugar en dos planos diferentes resultando así un diálogo entre sordos. Los rabinos jaredim argumentaban en contra de las conversiones de personas que no cumplían los preceptos como judíos observantes, que por más que declarasen una y mil veces ante el tribunal que tenían la intención de cumplir los preceptos ello carecía de todo significado ya que en la práctica llevaban un estilo de vida no observante. Por su parte, nuestros rabinos sostenían que los prosélitos aceptaban los preceptos y en respuesta a las falsas acusaciones sobre jueces rabínicos que recibían sobornos respondían que se trataba de libelos de sangre.

 

Los rabinos jaredim pedían que se llevase a cabo un estudio general sobre la situación de observancia de los prosélitos con posterioridad a la conversión. Nuestros rabinos formaron una comisión que verifique el correcto cumplimiento de los procedimientos, pero un estudio de importancia nunca fue llevado a cabo.

 

En conclusión

 

Hasta el final de la cadencia de los Rabinos Shapira y Eliahu, casi todo aquel que deseó incorporarse al pueblo judío y convertirse según la Halajá pudo hacerlo. Fiel testimonio de ello son los conversos de los kibutzim seculares y la mayoría de los prosélitos de los centros urbanos. Nuestros rabinos lo llamaban “aceptación de los preceptos” (Kabalat Mitzvot), sin especificar a qué se referían. Sin embargo, en la práctica su postura era muy clara: ellos autorizaron conversiones de prosélitos que en su mayoría no habrían de llevar un estilo de vida observante.

 

Aún después de la protesta pública de los rabinos jaredim, los Grandes Rabinos de Israel continuaron autorizando las conversiones de los tribunales especiales para este propósito e intensificaron aun más su labor para atender las necesidades surgidas por la masiva inmigración de judíos provenientes de la ex Unión Soviética y las solicitudes de conversión de los olim. Tal como les narré hace dos semanas, participé un par de veces de uno de estos tribunales.

 

Sn embargo, tal como parece, en un proceso gradual la influencia de la postura jaredí se fue intensificando. En la práctica, tomándose en consideración a ambas opiniones, por una parte se sigue convirtiendo a prosélitos que en su mayoría no llevan un estilo de vida observante contrariando así la opinión de los rabinos jaredim, pero en paralelo se les presenta a los candidatos diferentes exigencias y obstáculos de manera tal que muchos de ellos optan por abstenerse de la conversión, contrariando así la postura tradicional de nuestros rabinos.

 

Cabe suponer que, de haberse mantenido la política de nuestros maestros y rabinos en la cuestión de la conversión al judaísmo, en la actualidad más de 200.000 familiares de judíos provenientes de la ex-Unión Soviética que se identifican con nuestro pueblo estarían ya convertidos. Dado que no se procedió de esta manera, se provocó la asimilación de más de 100.000 familias en nuestro país. En vez de promover un proceso de reforzamiento de la observancia de las tradiciones se transformó a las parejas y a los familiares de los judíos de nacimiento en personas más alejadas aun del legado judío.

 

Si la Halajá exigiese proceder conforme la actitud de los rabinos jaredim, aceptaríamos con pesar que nuestros rabinos se equivocaron y convirtieron de un modo errado y ajeno a las normas. Sin embargo, de acuerdo con la Halajá, nuestros maestros actuaron correctamente y sería oportuno que se continuase avanzando por este camino.

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