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El islam e Israel

TOLDOT 5784

El islam e Israel

Desde el punto de vista de la idolatría el cristianismo es peor que el islam.

Está prohibido enseñar Torá y preceptos a musulmanes ya que no creen en la veracidad de nuestras fuentes.

Bajo el islam los judíos sufrieron numerosas atrocidades, humillaciones y represión.

Según la opinión de numerosos sabios musulmanes es deber de todo mahometano luchar por la destrucción del Estado de Israel.

 

 

El establecimiento del Estado de Israel y el ascenso en el estatus de los judíos fueron eventos que conmocionaron y aterraron a numerosos musulmanes, ya que según su percepción la demostración de la veracidad del islam depende en gran medida de la humillación y el sometimiento de los judíos, y cuando estos últimos vuelven a gobernar la tierra de Israel que en el pasado fuera conquistada por los mahometanos, a ojos suyos se trata de una acto de apostasía.

La actitud del islam hacia los judíos

En estos días corresponde analizar detenidamente las raíces de la actitud de los musulmanes hacia los judíos. Inspirado en el Tanaj, Mahoma, el profeta del islam, descubrió la enorme fuerza que posee la fe monoteísta que creen en un solo Dios que carece de toda presencia material salvo su palabra creadora y su mandamiento. Aceptando de un modo simple los fundamentos de la fe, así como también la doctrina de la recompensa y el castigo de la Biblia, Mahoma se lanzó a criticar duramente a los judíos y sostuvo que son malagradecidos, pues tras haber sido escogidos por Dios entre todas las naciones, haber sido liberados de Egipto por medio de señales y portentos, luego de que el Eterno les abriera el Mar de los Juncos, entregara la Torá y les diera en heredad la tierra buena – pecaron y se rebelaron contra Él. Por ello, según Mahoma, correspondía que fueran amonestados con todos los castigos previstos en la Torá.

Mahoma tenía la esperanza de que los judíos aceptaran su prédica y coronaran así al islam como la religión continuadora de la Torá, tal que de ese modo expiaran por sus pecados y asumieran un rol prominente en la nueva religión. Sin embargo, al negarse a hacerlo, los acusó de que seguían pecando contra HaShem y sostuvo que Alá deseaba que fueran duramente castigados y humillados por haberse rebelado. Acto seguido acusó a los judíos que se veían arrastrados por sus pasiones y que para hacerse la vida más fácil falsificaron partes de la Torá, al tiempo que el islam debía reparar esa situación por medio de la aceptación absoluta del mandato divino en su máxima expresión.

Las diferencias entre musulmanes y cristianos en su actitud hacia el Tanaj

Desde el punto de vista de la idolatría el cristianismo es peor que el islam pues cree que Jesús es D’s y ello implica una creencia idólatra de tipo combinado, shituf, lo cual significa que creen en D’s y en algo más, pero en lo que respecta al resto del Tanaj llevan ventaja ya que los musulmanes acusan a los judíos que entre sus varios pecados falsificaron la Biblia y la adaptaron a sus necesidades, y por su parte los cristianos creen en la santidad de nuestras Escrituras, y por ello reciben de estas una mayor inspiración.

Es por esto por lo que el Rambám dictaminó en su Responsa (149) que está permitido enseñar Torá y preceptos a un cristiano, por cuanto que los cristianos creen en la santidad de la Torá que nos fue entregada del Cielo. Y si bien ellos interpretan la Torá de un modo inadecuado, dado que creen en su carácter sagrado, cabe la posibilidad de que por medio del estudio vayan haciendo progresos y avancen hacia la fe pura, hacia las buenas acciones y el amor al el pueblo de Israel, y de todas maneras, el estudio per se no les causará inconvenientes. Sin embargo, está prohibido enseñar Torá y preceptos a fieles musulmanes por cuanto que no creen en las verdades de la Torá y cabe temer que utilicen lo aprendido para mal y en contra del pueblo judío, tal como hicieran uso de los versículos de las advertencias de la Torá para incrementar el odio hacia Israel. Y respecto de ellos y similares, rige la prohibición de enseñar Torá a un gentil (Tratado de Jaguigá 11(A), Sanedrín 59(A)).

La actitud negativa del islam hacia los judíos

En términos generales, la ley religiosa musulmana divide a los seres humanos en idólatras, los cuales en caso de no adoptar el islam es preciso matar, y judíos y cristianos, que son denominados “pueblos del libro» -ya que detentan escritos sagrados que les fueran otorgados por Alá- que en caso de que no abracen la fe mahometana – no es necesario eliminar. Sin embargo, dado que no aceptaron el credo islámico, de todas maneras es preciso castigarlos y humillarlos, y en el marco de estas sanciones deben pagar un oneroso impuesto per cápita cada año. Esto y más, el aporte debe ser llevado a cabo de un modo denigrante, por ejemplo, haciendo que a la hora de desembolsar el judío esté de rodillas y se incline mientras el cobrador musulmán lo toma por la nuca, sacude su cabeza y le dice: “¡paga la ghizia!”[1], y en el momento del pago lo golpea en la cerviz. Asimismo, según esta normativa, a los judíos les está vedado montar a caballo, blandir una espada o construir viviendas más altas que las de los musulmanes, así como también se les prohíbe exteriorizar su fe y su religión.

Si bien en principio los cristianos y los judíos comparten un mismo estatus, la actitud hacia los segundos es más dura por cuanto que según el islam los judíos fueron elegidos inicialmente para ser el pueblo de D’s, y tras rebelarse contra Él reiteradas veces, es Su voluntad que sean castigados.

Pogromos bajo dominio islámico

Hay quienes describen la vida de los judíos bajo el dominio islámico como buena y apacible, pero en la práctica, los judíos sufrieron humillaciones y opresión. En numerosas oportunidades fueron víctimas de disturbios y objeto de persecuciones que incluían el asesinato y el pillaje, tal como veremos más adelante. Aparentemente la cualidad del “buen ojo” o mirada condescendiente que el pueblo de Israel heredó de Abraham Avinu es la que nos lleva a recordar solamente lo bueno al tiempo que olvidamos lo malo, pero la verdad es que bajo el islam sufrimos mucho, y cuando pasamos por alto la verdad, incurrimos en errores que conducen a desastres. Por ello, es nuestro deber evaluar adecuadamente la historia de los judíos bajo el gobierno musulmán.

De acuerdo con la ley musulmana mientras los judíos paguen sus impuestos y acepten su estatus social inferior no hay que matarlos ni saquear sus pertenencias, pero en la práctica, de tanto en tanto, a raíz de explosiones de celo religioso, en toda la extensión del mundo islámico tuvieron lugar reiterados casos de duras persecuciones en contra de los judíos, incluidas conversiones forzosas, el secuestro de niños y el pillaje de sus pertenencias.

Pogromos en el islam

Recordemos algunas de las persecuciones que tuvieron lugar bajo el dominio islámico: Ya en los días de Mahoma, a raíz de la negativa de los judíos en abrazar el islam, los musulmanes saquearon y asesinaron a muchísimos judíos.

En el año 4793 (1033) en Fez, Marruecos, fueron asesinados más de 6.000 judíos.

El 9 de Tevet del 4827 (1066) fueron asesinados más de 4.000 judíos de la comunidad de Granada junto con su líder, Rabí Yehosef HaNaguid, consejero del rey.

Desde el año 4892 (1132) el movimiento almohade comenzó a conquistar África del Norte y España -que ya estaban en manos musulmanas- y gobernó esas tierras durante unos cien años. Los almohades dieron a elegir a los judíos entre muerte, la conversión al islam y la expulsión. A raíz de sus decretos, las comunidades judías que se encontraban bajo su dominio fueron destruidas y entre estas, hubo congregaciones de gran tamaño e importancia. En el marco de esta política, muchos judíos fueron asesinados y no pocos fueron forzados a convertirse al islam.

En el año 5225 (1465) miles de judíos fueron asesinados en Fez y solo once lograron sobrevivir.

En el año 5336 (1576) muchos de los judíos de Marrakesh fueron asesinados, sus propiedades fueron saqueadas y al final todos fueron expulsados. Contra las comunidades de Marruecos hubo cuantiosos disturbios y numerosas expulsiones.

En épocas posteriores era sabido que cuando los gobernantes de Marruecos o los comandantes del ejército precisaban dinero para pagarle a sus soldados organizaban pogromos contra los judíos y con el producto de lo saqueado le pagaban a la tropa. Este tipo de ataques continuaron hasta los tiempos modernos, el más famoso de estos tuvo lugar en Fez en el año 1912. Luego, los franceses comenzaron a gobernar Marruecos y los disturbios antijudíos sangrientos se redujeron y fueron reprimidos por el poder colonial.

También en el Yemen tuvieron lugar cuantiosas y duras persecuciones. La más grave de estas tuvo lugar en el año 5440 (1680) durante ‘la expulsión de Mawza’. En aquel entonces, se puso ante los judíos yemenitas la opción de abrazar el islam o ser expulsados, y cuando la mayoría de los hijos de Israel rechazó la conversión, fueron echados de sus sitios de residencias y conducidos a una zona desértica. Según la tradición, en esta expulsión perecieron unos dos tercios de los judíos del Yemen.

En tiempos modernos, hubo dos épocas en las cuales en el Yemen se promulgó una ley mediante la cual todos los niños pequeños que quedaran huérfanos pasarían a poder del gobierno y serían convertidos al islam por la fuerza. Muchos niños fueron secuestrados de esa manera. A veces se lograban salvar a los huérfanos de este decreto casándolos cuando eran aun niños pequeños.

En Persia, por medio de persecuciones y asesinatos, los judíos de Isfahan fueron forzados a convertirse al islam, debiendo vivir como criptojudíos entre el 5382 y el 5389 (1622-1629). A los efectos de influir sobre los judíos para que abrazaran el islam, se acusó a los rabinos de las comunidades de hacer uso del mal de ojo y otras acciones criminales por lo que fueron condenados a morir despedazados por perros salvajes si no se convertían. Tres o cuatro rabinos fueron conducidos a la explanada ante los perros salvajes. Rabí Aba no estuvo dispuesto a convertirse y fue despedazados por los canes. A raíz de ello los otros dos rabinos junto a otros 75 judíos sí se convirtieron. Luego, lo hizo el resto de los miembros de la comunidad judía y todos sus libros sagrados fueron arrojados al rio. Tras siete años, el decreto fue anulado y pudieron retornar a la práctica del judaísmo. En general, todos los pogromos fueron acompañados por eventos crueles y espantosos de este tipo.

Nuevamente en el año 5415 (1655), los judíos de Isfahan y posteriormente los de Kashán y Hamadán fueron forzados a convertirse al islam y sus sinagogas fueron destruidas. En ese mismo tiempo, los judíos de Shiraz fueron expulsados de su ciudad y enviados al desierto. Los disturbios fueron acompañados de asesinatos y torturas, y en estos episodios abundaron los relatos de judíos que murieron santificando el Nombre Divino.

En el año 5599 (1839), en el marco de disturbios y asesinatos, los judíos de Mashad fueron forzados a abrazar el islam, algunos se dieron a la fuga y la mayoría vivieron como criptojudíos durante varias generaciones.

En términos generales, hace unos quinientos años los persas se volvieron chíes (shiítas) y desde entonces los judíos de Persia sufrieron persecuciones y humillaciones. En paralelo, bajo el dominio del imperio otomano las leyes fueron aplicadas vigorosamente a lo largo y ancho del Medio Oriente, motivo por el cual los pogromos se redujeron en gran manera.

Suele decirse que la diferencia entre las vidas de quienes vivían bajo el dominio cristiano y quienes lo hicieron bajo el yugo del islam radica en que los últimos tuvieron un pasar menos malo que los primeros. En efecto, a pesar de las persecuciones y los asesinatos que tuvieron lugar en el mundo islámico, en términos relativos, los estallidos de violencia antijudía que tuvieron lugar en los países musulmanes fueron menos que los que sufrieron nuestros hermanos en los países cristianos. Tal como parece, ello obedece al estatus de la ley en la sociedad. En el islam la ley gozaba de una posición de preeminencia, y por ello, si bien por una parte los mahometanos pusieron más énfasis en humillar y reprimir al judío, por la otra hubo menos casos de eclosiones de violencia antijudía. Por su parte, si bien en la sociedad cristiana la norma establecía que no se debía matar a los judíos ni obligarlos a convertirse al cristianismo, dado que en general la ley gozaba de un sitial menos importante, si bien  hubo más casos de duros estallidos de violencia, asesinato y saqueo, hubo muchos tiempos en los cuales a los judíos se les permitió afianzarse económicamente y realizar un aporte decisivo la desarrollo del continente, y así, los judíos europeos lograron multiplicar su número y enriquecerse más que aquellos que residían bajo el régimen de represión y humillación que imperaba en los países musulmanes.

Resumen parcial

En resumidas cuentas, durante generaciones los judíos sufrieron de represión y ultraje en los países musulmanes, y a menudo también de disturbios y asesinatos. Por lo general, la represión y la degradación eran permanentes y estables, y mientras los judíos aceptaran su estatus social inferior, podían sentir cierta seguridad al amparo de su condición denigrada. Sin embargo, el establecimiento del Estado de Israel y el ascenso en el estatus de los judíos fueron eventos que conmocionaron y aterraron numerosos musulmanes ya que según su percepción la demostración de la veracidad del islam depende en gran medida de la humillación de los judíos, y cuando estos últimos vuelven a gobernar la tierra de Israel que en el pasado fuera conquistada por los mahometanos, a ojos suyos se trata de un acto de apostasía. Por ello, según la opinión de numerosos sabios islámicos, es deber de todo musulmán luchar por la destrucción del Estado de Israel tanto sea de una vez por medio de una guerra abierta o en etapas.

Sin embargo, es dable encontrar un destello de esperanza. En el Corán existen expresiones de respeto hacia los hijos de Israel, de quienes dice que habrán de regresar a la tierra prometida, y hay comentaristas musulmanes que entienden que así será cuando los judíos vuelvan a honrar a D’s, que es quien les legó la tierra de Israel y les entregó la Torá.

En la medida que seamos fuertes en nuestro aferramiento a la tierra de Israel y en nuestra guerra contra nuestros enemigos musulmanes, por una parte podremos reducir su deseo de luchar contra nosotros, y por la otra, tendremos la oportunidad de reforzar a las fuerzas positivas que existen en el seno del islam, para que por medio de su fe en HaShem puedan respetar al pueblo de Israel e incrementar la bendición en sus naciones y en el mundo entero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Nombre del impuesto per cápita mencionado (N. de T.).

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