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2 tipos diferentes de Mikve – Parashat Tazria-Metzora

En la porción de lectura de esta semana (Tazria-Metzora) nos ocupamos también de las leyes de pureza y por ende corresponde que nos dediquemos a las leyes de la mikve. Tal como ya estudiamos, las fuentes naturales de agua son aptas para la mikve de purificación, siendo estas los manantiales, el agua de lluvia que se acumuló en pozos, los mares y los lagos. La idea es que la pureza está vinculada al retorno al origen de la vida y el agua natural es la fuente sobre la cual se base la vida en este mundo, tal como aprendimos en los tres primeros días de la Creación.

Con el desarrollo de la capacidad de bombeo y del suministro de agua potable surgió la necesidad de cambiar el agua en la cual se sumerge el público en la mikve.

Esto fue resuelto de dos maneras: depósito de contacto otzar hashaká y depósito de vertido otzar zeriá, pero cada una de estas adolece de una desventaja.

En nuestros días, con el mejoramiento de las capacidades técnicas, se tornó común equipar a la mikve con las dos capacidades, un depósito de contacto (otzar hashaká) y un depósito de vertido (otzar zeriá).

La mikve construida según la tradición de Jabad o de Satmer implica una práctica halájicamente estricta que resulta innecesaria, y por lo tanto, no debe aplicarse salvo para quienes esta sea la costumbre de los rabinos de su comunidad.

Así como una mikve apta para su uso purifica a quienes en esta se sumergen, de igual manera purifica y torna apta para la inmersión a agua que fue extraída de la cañería o de un pozo (maim sheuvím) y fue vertida en su interior, de modo tal que, aunque se vierta al interior de una mikve apta una cantidad mil veces mayor de agua extraída de la cañería o de un pozo, toda esa agua vertida se tornará en apta para la inmersión ritual.

En el pasado, muchas personas acostumbraban a sumergirse en manantiales, mares y ríos, pues cuando no existía el sistema de suministro de agua por tubería, los seres humanos debían vivir cerca de fuentes de agua y por ende las usaban para la inmersión. En sitios que no eran contiguos a fuentes disponibles de agua, se acostumbraba a cavar pozos en los patios para acumular en éstos agua de lluvia, y los judíos cavaban un pozo suplementario para que funja como mikve de purificación.

En virtud del invento de soluciones de transporte de agua se construyeron populosas ciudades y poblados y surgió la necesidad de construir mikves para uso masivo, pero en caso de que todos se sumerjan en la misma su agua esta se vería contaminada por lo que surgió la necesidad de dividir entre el depósito de agua de lluvia pura apta para la inmersión (otzar) y el agua de la piscina donde las personas se sumergen, la cual era kasherizada por medio de uno de los dos métodos siguientes, o vertido (zeriá) o contacto (hashaká). De esta manera podían cambiar el agua de la piscina de inmersión con una alta frecuencia.

El método del depósito de vertido (otzar zeriá)

Así como una mikve apta para su uso purifica a quienes en esta se sumergen, de igual manera purifica y torna apta para la inmersión agua que fue extraída de la cañería o de un pozo (maim sheuvím) y fue vertida en esta o fluyó hacia su interior. Y aunque se vierta al interior de una mikve apta una cantidad mil veces mayor de agua extraída de la cañería o de un pozo, toda esa agua vertida se tornará en apta para la inmersión. Y si se vierte o hace fluir al interior de la mikve abundante agua que provoque el desborde y el posterior llenado de otras piscinas, todas estas resultarán aptas para la inmersión ya que su agua fue kasherizada por medio del vertido o el fluido al interior de un mikve kasher.

Resulta entonces que cada vez que se desea cambiar el agua de la piscina de inmersión de la mikve se le agrega agua de la canilla o llave al depósito de vertido (otzar zeriá) y cuando este se llena, el agua que desborda pasa por un conducto e ingresa a la piscina de inmersión, y dado que el agua fue vertida o fluyó hacia el interior del agua apta para la inmersión, ella misma se tornó apta.

El método del depósito de contacto (otzar hashaká)

Si el agua de la canilla o llave (sheuvím) que no es apta para la inmersión ritual tuvo contacto con el agua de la mikve, ella misma se torna apta. O sea, si hay una mikve apta para la inmersión ritual y a su lado una piscina con agua de la canilla o llave (sheuvím), si se une a ambas aguas por medio de un orificio de 5 cm. de diámetro (kishfoferet hanod, medida talmúdica del tubo que era dable hallar en todos los odres destinados al almacenamiento de líquidos) y en el momento en que el agua de la piscina tomaba contacto con la de la mikve se tornaba apta y la piscina toda se transformaba en apta para la inmersión ritual y en mikve kasher. Y si luego se tapaba el orificio entre la mikve y la piscina, el agua de esta última ya se había transformado en un mikve kasher.

Las desventajas de cada uno de estos métodos

La desventaja del método de depósito de vertido (otzar zeriá) es que según la opinión del Raavad, que disiente con todos los demás sabios medievales, se puede verter agua de la canilla o llave (sheuvím) dentro del depósito de agua de lluvia a condición de que en este quede una mayoría de agua de lluvia, o sea, más de veinte seá. En caso de no quedar en el depósito veinte seá de agua de lluvia la mikve queda rabínicamente no apta para la inmersión ritual. Resulta entonces, que tras varias veces que se echó agua de la canilla o llave (sheuvím) al depósito, es de suponer que ya no quedan en este más de veinte seá de agua de lluvia original, y según la opinión del Raavad la mikve resulta rabínicamente no apta para la inmersión ritual.

La desventaja del método del depósito de contacto (otzar hashaká) es que según la opinión de Rabenu Yerujam, si se vuelve a tapar el conducto que une la piscina de inmersión con el depósito de contacto, el agua de la piscina se torna no apta para la inmersión ritual. Dado que estamos interesados en que el agua de la piscina de inmersión no se mezcle con la del depósito de contacto (otzar hashaká) para que no la ensucie, tras la apertura del orificio y el contacto entre las aguas, este se suele volver a cerrar, por lo que según su opinión el agua de la piscina de inmersión ya no resulta apta para ese fin. Este problema puede solucionarse si se tiene el cuidado de abrir siempre el orificio previo a la inmersión, y, aun así, hay quienes temen que la gente pueda olvidar abrirlo.

El uso de dos depósitos es una excelencia (hidur) en el cumplimiento del precepto

En las últimas generaciones, con el ascenso en el nivel de vida, muchos comenzaron a cumplir con excelencia kasherizando el agua de la piscina de inmersión por los dos métodos, vertido (zeriá) y contacto (hashaká). Esto es, se kasheriza el agua de la piscina de inmersión por medio de dos depósitos, cada uno de los cuales contiene cuarenta seá de agua de lluvia. 1) Un depósito de vertido (otzar zeriá) – al interior del cual se echa agua de la canilla o llave y del cual esta desborda y fluye (hamshajá) hacia al interior de la piscina de inmersión. 2) Un depósito de contacto (otzar hashaká) – con el cual tiene contacto el agua de la piscina de inmersión por medio de un orificio de al menos 5 cm. de diámetro.

Durante la inmersión se abre el orificio, y cuando no hay inmersiones, se cierra para que de ese modo el agua del depósito de contacto no se ensucie por causa de la de la piscina de inmersión. Sin embargo, si durante la inmersión el orificio permaneció cerrado, la piscina igualmente resulta apta o kasher ya que la apertura del orificio es una excelencia en el cumplimiento o hidur (ver Igrot Moshé Ioré Deá 1:112).

El problema que persiste

Aunque se haga una mikve por los dos métodos, queda aun un problema sin resolver, ya que si cuando la gente se sumerge se tiene el cuidado de abrir el orificio entre el depósito de contacto y la piscina de inmersión para así atender al requerimiento de Rabenu Yerujam, se debe temer que en un proceso paulatino, el agua del depósito de contacto se cambie con la de la piscina de inmersión hasta que ya no queden en el primero más de veinte seá de agua de lluvia, y entonces, según la opinión del Raavad el agua del depósito pierde su aptitud.

Si se efectiviza el contacto con el depósito durante el llenado de la piscina de inmersión, y luego durante las inmersiones el orificio permanece tapado, según la opinión de Rabenu Yerujam la inmersión no será apta.

La mikve de Jabad

Debido a estos temores, en la jasidut de Jabad, en las últimas generaciones acostumbraron a construir el depósito de contacto debajo de la mikve, y como en estos tiempos modernos se suele calentar el agua de la piscina de inmersión, el agua fría del depósito de contacto suele permanecer abajo, y por ende, no se mezcla con el agua caliente de la piscina de inmersión. De ese modo, a pesar de que el orificio que une el depósito de contacto con la piscina de inmersión permanezca siempre abierto, siempre quedarán en el depósito más de veinte seá de agua de lluvia. También la jasidut de Satmer sigue un método similar, y sus miembros construyen un depósito de contacto debajo del depósito de contacto, y tienen el cuidado de que siempre estén abiertos los dos orificios, el que conecta los dos depósitos de contacto entre sí y el que conecta el depósito de contacto superior con la piscina de inmersión.

¿Resulta pertinente tener estos cuidados?

En diferentes lugares surgieron discusiones cuando algunos de los habitantes exigieron que se construyesen mikves según el método de Jabad o el de Satmer. Estas personas reforzaron su argumentación sosteniendo que, en aras de la santidad del pueblo de Israel, dado que la mikve sirve a un público numeroso, y dado que la costumbre judía es que allí donde resulta posible a priori cumplir los preceptos con excelencia corresponde adoptar una actitud estricta, se debe construir una mikve que resulte apta también para quienes detentan opiniones minoritarias que no fueron sentenciadas como halajá general (Tashbetz 1:17). Cabe preguntarse, si es correcto tomar en cuenta esta perspectiva.

Según la halajá no es necesario tomar en cuenta este proceder

El fundamento de la adopción de una actitud estricta es la opinión del Raavad, que entiende que, si no quedaron más de veinte seá de agua de lluvia original, los depósitos de contacto o vertido no pueden kasherizar a la piscina de inmersión. Sin embargo, en la práctica, la halajá final no es según su opinión ya que todos los demás sabios medievales, entre los que podemos mencionar a Rashí, Rabenu Tam, Rashbá, Rosh y otros, la mikve puede kasherizarse mediante el vertido infinito de agua sin que resulte necesario que quede agua de lluvia original, pues toda el agua que se vierte se transformó en apta, como si se tratase de agua de lluvia – y esa es la halajá (Shulján Aruj Ioré Deá 201:15 y 24).

Además, la construcción de dos depósitos simultáneos, uno de contacto amén del de vertido tiene por finalidad que la mikve sea apta también según la opinión de Raavad, y los sabios de las últimas generaciones entienden que la observación del Raavad se refiere a cuando el descenso en el nivel del agua de lluvia es notable, y tal como dijeron nuestros sabios en la Mishná «Si agregó una seá y luego retiró una seá…» (Mikvaot 7:2). Pero cuando el descenso del nivel del agua de lluvias tiene lugar de manera gradual e imperceptible, la mikve no pierde su aptitud.

Además de ello, incluso el Raavad, que adopta en esta cuestión una opinión estricta, concuerda con que para la Torá la mikve resulta apta y este agregado estricto es de origen rabínico, y en discusiones sobre normas rabínicas se adopta la opinión más flexible, aunque ambas opiniones equivalgan en peso, y mucho más aun en este caso en el que todos los demás sabios medievales adoptan una actitud más flexible.

Asimismo, se acostumbra a hacer fluir el agua que ingresa a la piscina de inmersión proveniente del depósito de vertido por una canaleta de cemento blando a lo largo de tres palmos, de un modo que es llamado hamshajá. Así, por medio de la hamshajá, según la opinión de algunos de los sabios medievales o rishonim (Rif y los sabios de occidente) el agua de la canilla o llave (sheuvím) se transforma en apta para la inmersión ritual, y para los demás sabios medievales el agua sigue siendo no apta únicamente por norma rabínica.

Resulta entonces que se trata de un cuidado para no contradecir una opinión individual en un caso de doble duda en una norma de origen rabínico según una interpretación estricta que no resulta aceptada por la gran mayoría de las autoridades halájicas, y según todas las reglas de dictado de halajá – no corresponde tener en cuenta el temor a contradecir una duda de una opinión individual en un caso como este.

La problemática de la propuesta

Además de ello, según la apreciación de los científicos, en una mikve construida según los métodos de Jabad o Satmer, aunque el proceso de mezcla de las aguas resulte más lento, en la práctica, pasadas unas semanas, en el depósito de contacto inferior no quedarán más de veinte seá de agua de lluvia original, por lo que su método no resuelve el problema, y así lo escribió el Rav Fainstein (Igrot Moshé Ioré Deá 3:65).

Fuera de ello, hay quienes arguyeron que una mikve según ese método no es apto para la inmersión ritual ya que el depósito que se encuentra debajo de la mikve no se considera contacto sino una conexión en declive (ktafres) y no a una misma altura (según Divrei Jaím 2:88). Por lo tanto, las piscinas de inmersión hechas por los métodos de Jabad y de Satmer no resultan aptas como mikve.

Si bien el argumento para descalificar las mikves de Jabad y Satmer resulta un tanto lejano (ver Taharat HaBait Mikvaot 2), no lo es más que el de quienes quieren adoptar una actitud estricta y no se confían en la opinión mayoritaria de las autoridades halájicas en una norma de origen rabínico.

No es correcto ser estricto en esta cuestión

En la práctica, no es correcto atender estos requerimientos estrictos que se contradicen con las reglas generales de la halajá, en cuanto que atienden o se cuidan de una opinión individual en un caso de doble duda en una norma de origen rabínico. Los grandes sabios de Israel se basaron en la opinión mayoritaria de los juristas, y sus mujeres se sumergieron en una mikve que funcionaba o mediante un depósito de vertido (otzar zeriá) o mediante un depósito de contacto (otzar hashaká). Y si bien acostumbraban a cumplir con excelencia (hidur) todo lo relativo a las normas de la mikve, haciendo dos depósitos tal como hacemos hoy, se trata de los depósitos que se usan desde hace muchas generaciones y la excelencia en el cumplimiento del precepto pasa por emplear los dos métodos, depósito de vertido y depósito de contacto. Sin embargo, no se debe inventar una nueva práctica estricta y construir un nuevo tipo de mikve contrario a las reglas del dictamen de halajá. Además, quienes sostienen que así debe procederse, es como si faltasen el respeto a las generaciones pasadas, insinuando que sus inmersiones no eran ritualmente correctas. No obstante, en el caso de una comunidad cuyos rabinos proceden según la usanza de Jabad o de Satmer, y reconocen que los otros tipos de mikve son a priori aptos para la inmersión ritual – obran con excelencia en su proceder.

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