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La pureza de la mikve – Parashat sheminí

La pureza de la mikve

La mikve debe estar conectada a la tierra y no a un recipiente, y quien desee hacer una mikve a partir de un recipiente debe primero anularlo por medio de un orificio y conectarlo al suelo.

El mar tiene el mismo estatus que un manantial, por ello, aunque sus aguas fluyan y se muevan resulta apto para la inmersión ritual.

En una mikve que se nutre de lluvia, el agua debe estar inmóvil y no puede fluir. Sin embargo, un flujo que no es perceptible no afecta la aptitud de la mikve.

Los sabios de las últimas generaciones sentenciaron que una mikve en la que no se encuentra una rajadura, aunque el nivel del agua descienda de tanto en tanto, no pierde su aptitud.

El procedimiento de purificación es acorde a la gravedad de la impureza. Quien se impurifica de un muerto debe esperar siete días, durante el tercero y el séptimo se le debe asperjar agua con ceniza de vaca roja, en el séptimo día debe realizar una inmersión ritual y concluyendo la jornada estará puro. Un hombre o una mujer que padecen de secreciones uretrales (zav y zavá) deben esperar siete días limpios y realizar la inmersión ritual sin que resulte necesario asperjarles agua con cenizas de la vaca roja. Un hombre o una mujer que se impurifican por esperma, así como también quienes tocan el cadáver de un animal o un reptil quedan impuros hasta el final del día y se purifican por medio de una inmersión ritual.

La porción de lectura de esta semana es Parashat Sheminí, en la cual aprendemos el fundamento de la pureza de las aguas de la mikve, que se acumulan en el suelo de modo natural, tal como fue dicho: «Solamente un manantial o una cisterna de reunión de aguas será puro» (Vaikrá-Levítico 11:36). Entonces, esta parashá resulta una buena oportunidad para explicar el precepto de la inmersión ritual en la mikve.

Mikve – agua en el suelo

Una mikve es agua que se junta en el suelo, esto es, aguas subterráneas que surgen en un manantial o aguas de lluvia que se reúnen o acumulan en la tierra. Mientras el agua permanezca sobre la tierra en estado natural resulta pura y no puede adquirir impureza, tal como fue dicho: «Solamente un manantial o una cisterna de reunión de aguas será puro» (Vaikrá-Levítico 11:36), pero agua que se separó del suelo por la acción humana o por medio de un recipiente puede impurificarse, y por lo tanto, cuando la persona impura tome contacto con ella la habrá de impurificar y ya no podrá ser purificada (Jatam Sofer Ioré Deá 213).

Piscina, barco y recipiente

Todo sitio en la tierra en el cual el agua pueda reunirse o acumularse es apto para fungir como mikve, incluido el manantial, el mar y un pozo que se excava en la tierra.

Una piscina construida con ladrillos y cemento en el interior de un edificio o en su techo, aunque esto sea en el piso número cien, puede también ser apta para mikve, ya que el edificio está conectado a la tierra, y por ende también la piscina lo está.

Sin embargo, agua que se acumuló en un recipiente -aunque este sea de enormes dimensiones- como en el caso de una piscina de plástico o una embarcación, es pasible de adquirir impureza ya que no está reunida o acumulada en un sitio conectado a la tierra y por ende no resulta apta para la inmersión ritual.

Quien desee construir una mikve a partir de un gran recipiente tal como un tanque de plástico o de metal, debe primeramente anular su carácter de recipiente practicándole un orificio de un diámetro de ocho centímetros en su fondo. Además, deberá conectar el tanque perforado a la tierra por medio de cemento y similares o introducirlo en una profunda excavación. Tras la conexión del recipiente perforado con la tierra, el orificio se tapa y se lo puede impermeabilizar con cualquier material (Rambám, Shulján Aruj 201:7).

La pureza y la impureza

A los efectos de explicar por qué el agua en la tierra tiene efecto purificador debemos primeramente aclarar la cuestión de la pureza y la impureza.

Es precepto de la Torá que todas las cuestiones relativas a la labor sacra del Templo como el contacto con la carne de las ofrendas, con la ofrenda de la jalá, la de las frutas y la ingestión del segundo diezmo sea llevado a cabo por personas puras. En términos generales la impureza está vinculada a la muerte, por ello la impureza más grave es la de un muerto y es llamada «el padre de todas las impurezas». La impureza menos grave es la causada por secreciones que pudieron haber traído vida al mundo y se perdieron tal como la impureza menstrual y el esperma, o las secreciones que reflejan una afección del aparato reproductor como en el caso de las uretrales (zav y zavá).

El procedimiento de purificación es proporcional a la gravedad de la impureza. Quien se impurifica de un muerto debe esperar siete días, durante el tercero y el séptimo se le debe asperjar agua con ceniza de vaca roja, en el séptimo día debe realizar una inmersión ritual y concluyendo la jornada estará puro. Un hombre o una mujer que padecen de secreciones uretrales (zav y zavá) deben esperar siete días limpios y realizar la inmersión ritual sin que resulte necesario asperjarles agua con cenizas de la vaca roja. Un hombre o una mujer que se impurifican por esperma, así como también quienes tocan el cadáver de un animal o un reptil – quedan impuros hasta el final del día y se purifican por medio de una inmersión ritual. Las reglas de la purificación son muchísimas y uno de los seis órdenes en los que se divide la Mishná está dedicado a ellas, sin embargo, hay una regla recae sobre todos los impuros y es que no alcanzan su completa purificación a menos que hayan realizado una inmersión ritual.

El agua es el fundamento de la vida

A la hora de explicar por qué la purificación se realiza por medio de agua podemos decir que esta es anterior a la aparición de la vida, tal como fue dicho: «En el comienzo creó D’s los cielos y la tierra. Empero, la tierra estaba informe y desordenada, y había tinieblas sobre la faz del abismo y el viento de D’s soplaba por sobre las aguas» (Bereshit-Génesis 1:1-2). D’s creó en el primer día la luz para por su intermedio conferir sentido al mundo, y este aún estaba rodeado de agua. En el segundo día: «Dijo D’s: Haya firmamento en medio de las aguas para que separe entre aguas y aguas. Hizo D’s el firmamento y separó entre las aguas que había debajo del firmamento y las que había por encima del firmamento. Y fue así» (ídem 6-7), y aún estaba la tierra cubierta de agua. En el tercer día: Dijo D’s: «Que se reúnan las aguas que están debajo de los cielos en un solo lugar y que aparezca la tierra seca. Y fue así. Llamó D’s a la tierra seca: Tierra y a la reunión de las aguas llamó: Mares. Y vio D’s que era bueno» (ídem 9-10). Resulta entonces que el agua es el fundamento a partir del cual surgió la vida en el mundo, y el impuro que se alejó de la raíz de esta vuelve a sumergirse completamente en agua y así retorna al origen de su vitalidad y es como si hubiera sido creado nuevamente, y se purifica.

Tras la destrucción del Templo y el exilio del pueblo de Israel, la pureza quedó sin efecto en nuestra nación, pero aun conservamos una muy importante y es la purificación de la impureza menstrual (nidá) pues esta no está vinculada únicamente al ingreso al Templo o a la ingestión de ofrendas sino también a la cercanía en la pareja. En efecto, en la relación sagrada entre el hombre y su mujer queda en Israel un remanente de pureza y de santidad.

El manantial y la mikve

Existen dos tipos de acumulación de agua en la tierra: 1) El manantial originado en agua subterránea que fluye al exterior de la tierra. 2) Un pozo excavado en el cual se acumula agua de lluvia y recibe el nombre de mikve.

El agua de manantial es apta para la inmersión, aunque fluya, pero el agua de la mikve es apta únicamente si está quieta, ya que el agua tiene aptitud ritual solamente en su forma natural. El agua de lluvia desciende del cielo, y mientras fluye su estatus es temporal y no fijo, y solamente una vez que se acumula o reúne en un sitio puede ser usada para inmersión. Por el contrario, el manantial fluye permanentemente, y por lo tanto, ese es su estado natural y su modo de uso por lo que aun fluyendo es apto para la inmersión ritual (Mishná Mikvaot 1:7-8, Shulján Aruj 201:2).

Un rio que fluye

Un rio originado en un manantial que fluye, entra en la categoría de manantial y es apto para la inmersión ritual, aunque su agua esté en movimiento. Por otra parte, un rio que no tiene agua durante todo el año y fluye únicamente a causa de las lluvias para luego volver a secarse entra en la categoría de mikve y es apto para la inmersión ritual solamente cuando sus aguas están quietas.

En el caso del rio que surge de un manantial, pero en los días de lluvia o cuando se derrite la nieve su caudal aumenta considerablemente, su estatus se define según el volumen mayoritario. Si el caudal proveniente del manantial es mayor que el originado en las lluvias es apto para la inmersión, aunque su agua fluya, y si la mayor parte de sus aguas se originan en la lluvia o la nieve derretida – entra en la categoría de mikve y mientras sus aguas fluyan no será apto para la inmersión.

Sin embargo, un rio así puede ser apto -aunque su agua fluya- si se rodea el sitio a ser empleado para la inmersión con una esterilla de modo tal que al interior del área cercada no se note el fluir del agua, por lo que allí la inmersión ritual estará permitida (Shulján Aruj 201:2).

La virtud de la pureza del manantial

Al agua del manantial se la denomina ‘agua de vida’ (maim jaím) y su virtud es grande ya que todas las impurezas de la Torá pueden purificarse por medio de la inmersión en una mikve o un manantial, salvo el caso de quien padece secreciones uretrales y puede purificarse únicamente en un manantial, tal como fue dicho: «Y cuando el que tiene flujo fuere purificado, a los siete días de ser declarado puro lavará sus ropas y lavará su carne en agua que corre (‘de vida’) y quedará puro» (Vaikrá-Levítico 15:13, Mishná Mikvaot 1:8).

Además, la mikve es apta solamente si contiene un volumen de agua de cuarenta seá mientras que un manantial es apto para la inmersión de utensilios, aunque su volumen no alcance dicha cantidad. Hay quienes entienden que un manantial, aunque carezca de cuarenta seá de agua es también apto para la inmersión de una persona (Rambám, Raavad). Otros entienden que también un manantial requiere de cuarenta seá de agua para ser apto para la inmersión de una persona (Tosafot, Rabenu Tam, Rabí Shimshón).

Además, el agua del manantial purifica, aunque fluya, mientras que el agua de lluvia solamente purifica si está quieta.

El mar es apto como mikve

Todos los mares, grandes como pequeños son aptos para la inmersión ritual de personas o utensilios. Si bien el agua de mar se mueve por el viento que genera olas o fluye por efecto de los ríos que en este desembocan, esto no le hace perder aptitud ya que al igual que en el caso del manantial, el flujo es su estado natural (Rashí, Tosafot a Shabat 109A).

El flujo del agua anula la aptitud de la mikve

Tal como aprendimos, una mikve cuya agua fluye no es apta para la inmersión ritual. Por lo tanto, se debe tener cuidado de que no haya pérdidas de agua en la mikve, ya que, de haberlas, a pesar de que haya un volumen de agua de cuarenta seá, dado que en algún momento el volumen decrecerá de esta cantidad, la mikve deja de estar apta desde ahora.

Los sabios medievales escribieron que solamente un flujo de agua perceptible torna la mikve en no apta, pero no así si el flujo es imperceptible, ya que entonces ninguna mikve sería nunca apta porque siempre existe algo de agua que es absorbida lentamente por la tierra (Eshkol, Rabenu Ierujam, Meiri y Tashbetz).

¿Qué es un flujo de agua perceptible?

Cabe preguntarse, ¿qué es un flujo de agua perceptible? Según la opinión mayoritaria de las autoridades halájicas solamente un flujo que genera movimiento en el agua anula la aptitud de la mikve para la inmersión ritual (Shoel Umeshiv Tanina IV 108, Maharsham 3:367, Divrei Malquiel 3:64, Merajeshet I 39:1, Jazón Ish). De esta opinión se desprende que mientras que el flujo no genere movimiento en el agua, aunque desde el exterior se pueda percibir la fuga o la gotera, la mikve no pierde su aptitud. Así escribieron el Maharsham 3:367 y Ein Ytzjak 22. Sin embargo, nuestro maestro el Rav Kuk entiende que cuando una gotera es perceptible en las paredes exteriores de la mikve queda sin efecto la aptitud ritual (Da’at Cohen 103).

Hay también autoridades halájicas que adoptan una actitud más estricta negando la aptitud de una mikve incluso en el caso de una pérdida que se absorbe en la tierra y no es perceptible desde afuera. A su entender, la perceptibilidad está en el hecho de que se ve descender permanentemente el nivel del agua por efecto de una pérdida constante, pero una simple fuga no anula la aptitud de la mikve (Responsa Beit Shelomó 2:82, Imrei Iosher 1:127).

¿En qué circunstancia el descenso en el nivel del agua de la mikve no le hace perder su aptitud ritual?

Según todas las opiniones, si se revisó la mikve y no se le encontró fisura alguna no se debe temer por un leve descenso en el nivel del agua que se percibe pasadas varias horas (Shiurei Berajá 201:4, Darkei Teshuvá 282, Divrei Malquiel 3:64). Tal como se escribió en el libro «Baei Jaiei» inciso 178: «Si se revisó bien la mikve y no se le encontró fisura alguna ni grande ni chica, el agua está calma y no registra movimiento alguno pero el nivel del agua desciende por sí mismo, tanto sea porque es absorbida por la tierra o por la temperatura que genera una lenta evaporación, y no se percibe que el agua fluya… la mikve es apta a priori para la inmersión ritual según todas las opiniones aunque el nivel descienda diariamente en dos o tres dedos «.

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