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BALAK- Los actos de generosidad y la revelación de la Divina Presencia

BALAK 

Los actos de generosidad y la revelación de la Divina Presencia

 

La realización de actos benevolentes para con el prójimo implican un aspecto de la revelación de la Divina Presencia que a veces resulta superior a cualquiera de los logros espirituales que las personas anhelan alcanzar.

El gran cariño que le profesaba el Rebe de Lubavitch al Rav Arie Levín y los relatos sobre sus acciones generosas.

Quienes viajan prolongadamente por las carreteras de nuestro país deben también abstenerse de recitar la plegaria de HaGomel.

De los testimonios recibidos surge que el Rabino Noibirt se vio forzado a cambiar sus sentencias halájicas en su libro Shemirat Shabat Kehiljatá en virtud de las polémicas desatadas, pero en principio, nunca se retractó de sus dictámenes.

Si bien en la actualidad hay también personas que mueren en accidentes de tránsito, en comparación al tiempo que las personas pasan viajando se trata de un riesgo sumamente bajo, no mayor que el de bajar las escaleras o entrar a la tina de baño. Por ello, con toda la prudencia que requiere la conducción de un automóvil, no debe recitarse la bendición de HaGomel tras haber viajado por las rutas de nuestro país.

 

Se cuenta que un jasid hizo fortuna, acuñó un buen nombre y casó a todos sus hijos, solo una cosa le faltaba: anhelaba alcanzar la revelación del profeta Eliahu (guilui Eliahu). Fue donde su Rebe para solicitarle ayuda, y le dijo que para lograr su anhelo estaba dispuesto a donar una gran suma de dinero. El Rebe le contestó: “No hay problema, al final del barrio de los pobres vive una mujer viuda con cuatro huérfanos a su cargo, no tienen dinero para comprar todo lo necesario para celebrar Pesaj. Cómprales todas las provisiones para la festividad, pasa con ellos la noche del Seder y lograrás alcanzar la revelación de Eliahu”.

El adinerado jasid compró todas las provisiones para los siete días festivos y unas horas antes de la noche del Seder golpeó a la puerta de la casa de la viuda y pidió sumarse a ella y a los huérfanos para la noche festiva. La viuda le respondió: “Mi casa está vacía, no tenemos qué comer, ¿con qué habría de recibirte?” El hombre rico le respondió: “Traje conmigo todas las provisiones”, y acto seguido comenzó a bajar alimentos de su carruaje, incluidos utensilios y enseres bonitos, y así celebró con ellos la noche del Seder. La viuda y los cuatro niños se alegraron enormemente, e incluso les sobraron alimentos para después de Pesaj.

Hubo un solo inconveniente, el rico jasid no logró alcanzar la revelación de Eliahu. Volvió donde su Rebe y se quejó por ello. El Rebe le respondió: “Vuelve a hacerlo el año que entra y con la ayuda de D’s alcanzarás la revelación de Eliahu”.

Al año siguiente, el jasid volvió a ir a la casa de la viuda unas dos horas antes de la noche del Seder, y he aquí que escuchó desde el interior del hogar a los niños llorando por su miseria, por carecer de provisiones para la festividad, ya que ni siquiera vino o matzot tenían. Su madre los consolaba y les decía: “Reforcémonos en nuestra fe, quizás al igual que en el año pasado en que HaShem nos enviara al profeta Eliahu con los alimentos para Pesaj, este año también nos lo mande”.

El rico jasid golpeó la puerta cargando con todas las provisiones para la festividad, tanto la viuda como los niños se alegraron y el jasid se alegró aún más, pues entendió que por su intermedio se había revelado el profeta Eliahu.

Aquí termina el relato, por lo que parece, una vez que el rico logró alcanzar la revelación del profeta Eliahu, comprendió lo que necesitaba entender, y continuó ayudando a la viuda a educar y casar a sus hijos, hasta que estos pudieron valerse por sí mismos.

Es más elevado recibir a los huéspedes que a la Divina Presencia

Dijeron nuestros sabios: “Es más elevado recibir a los huéspedes que a la Divina Presencia” (Tratado de Shabat 127(B)), ya que HaShem se le reveló a Abraham en Alonei Mamré (el encinar de Mamré) y al ver a tres hombres acercarse bajo el abrasador calor del día pidió a D’s que le esperara hasta que pudiera recibirlos y que luego continuase revelándose ante él. Esto se debe a que la revelación de la Divina Presencia (la Shejiná) se encuentra arriba y el hombre abajo, por lo que la persona misma logra captar solo algo de la Divinidad. Sin embargo, cuando un indioviduo recibe huéspedes, él mismo revela la Palabra de HaShem en el mundo y la Divina Presencia se manifiesta a través suyo (ver Maharal, Netiv Gmilut Jasadim 4).

Rabí Arié Levín y la revelación de Eliahu

Cuenta Rabí Simja Raz: “Una vez Shay (Shmuel Yosef) Agnón caminaba por las calles de Jerusalém y se encontró con el escritor y lingüista Ya’akov David Abramski (hijo del Gaón HaRav Yejezkel Abramski). Le dijo Agnón: Estoy viniendo de la casa del Rabino Abraham Ytzjak HaCohen Kuk y me dijo que con certeza el Rabino Arie Levín ha logrado alcanzar la revelación del profeta Eliahu. Le pregunté: ¿Qué necesidad tiene el profeta Eliahu de revelarse ante el Rabino Levín? El Rav Kuk me respondió: El profeta Eliahu precisa del Rabino Arie…a veces desde el Cielo piden ayudar a una persona que se encuentra en dificultades, y su salvación llega por intermedio del profeta Eliahu, recordado para bien. Sin embargo, para que la salvación parezca natural y no milagrosa, esta le es entregada a la persona a través del Rabino Arie” (Tzadik Yesod Olám pág. 323).

El Rebe de Lubavitch y el Rav Arie Levín

Simja Raz contó: “A finales del 5730 (1970) tenía que visitar la ciudad de Nueva York. Escribí a la secretaría del Admor Rabí Menajem Mendel Schneerson de Lubavitch que me encontraría en Nueva York durante unos días y valoraría de sobremanera si se me concediese una reunión personal con el Rebe. Recibí una respuesta afirmativa, y me dijeron que me fueron adjudicados diez minutos con el Rebe en una reunión nocturna programada para las tres de la mañana…

Entré a su despacho y el Rebe me estaba esperando en la puerta. Al presentarme me dijo: “Hace unos minutos leí en el semanario “Panim el Panim” un artículo sobre el tzadik jerosolimitano Reb Arie Levín, de bendita memoria (que había fallecido un año antes), ¿acaso eres tú el autor de la nota?

Al responder afirmativamente, me preguntó: “¿Acaso dejó Reb Arie escritos y palabras de Torá? Le respondí: “Es probable, pero no tengo conocimiento de ello, sin embargo, nuestros sabios, de bendita memoria, dijeron que “no se despida una persona de su compañero sino con palabras de Halajá, ya que de esa manera las recordará (Tratado de Berajot 31(A)), y en efecto, desde que Reb Arie falleció, recordamos sus buenas acciones y estas son para nosotros como palabras vivas de Halajá…”

Me preguntó el Rebe: “¿Tienes más anécdotas sobre Reb Arie?”

Comencé a narrarle historias relativas a actos de generosidad y ayuda al prójimo que había realizado Reb Arie, y durante toda una hora el Rebe de Lubavitch se mantuvo de pie en medio de su habitación y escuchaba. Le conté también palabras de Torá que recordaba haber escuchado de su boca, y el Admor se impresionó, tomó mi mano y me dijo: “Esta es la primera vez que escucho esta explicación a este pasaje de la Torá y créeme que dio con la verdad esencial de la Torá (amitutá shel Torá) …”

A lo que la entrevista se prolongó, el Rebe me pidió que me sentase junto a su mesa, de modo tal que él estaba de un lado del escritorio y yo del otro. Entonces volvió a decirme: “Cuéntame otro relato”, … durante toda esa hora los ojos del Rebe resplandecían, brillaban…

Nuestra conversación se prolongó más allá de una hora hasta tarde en la madrugada. Entonces, se abrió la puerta, su secretario se acercó a mi, me insinuó que había muchas personas esperando y que me pedía que terminara la entrevista… me disculpé ante el Rebe y solicité retirarme. En ese momento el Rebe le dijo a su secretario: “Déjalo, yo le pedí que se quedara, pues deseo hablar con él”.

Al salir el secretario, el Rebe me dijo: “¿Nu?, ¿quizás tengas otro relato para contarme? Y así, durante otra hora le conté historia tras historia hasta que despuntó el alba… al finalizar esta entrevista personal que duró más de dos horas, al incorporarme para despedirme del Rebe, este me dijo: “Los relatos de los justos deben ser escritos para el beneficio del público en general, ¡hazlo!” (Tzadik Yesod Olam pág. 279).

HaGomel

Pregunta: ¿Es cierto que según la usanza sefaradí es preciso recitar la bendición de “HaGomel” tras un viaje interurbano que haya durado al menos 72 minutos, de modo tal que quien viaja de Modiín a Jerusalém de ida y de vuelta debe bendecirla?

Respuesta: No se debe recitar HaGomel por un viaje rutinario, ya que esta bendición fue redactada para eventos extraordinarios que implican un peligro. Esto y más, hay quienes opinan que en los tiempos del Templo de Jerusalém, todo aquel que debía recitar HaGomel debía hacerlo trayendo consigo una ofrenda de agradecimiento, un ‘korbán todá’ (Rosh, Or Zarúa y Sefer Mitzvot Gadol). Y escribió el Jaiei Adam (Ajar Klal 69) que es correcto que quien recita HaGomel done a los estudiosos de la Torá el equivalente en dinero de un sacrificio. En nuestros días, el precio de una ofrenda, incluidas las jalot o panes que la acompañan es cuanto menos de unos mil quinientos shekalim. ¡¿Cabe suponer que una persona que viaja a diario a su trabajo e invierte en ellos setenta y dos minutos o más entre ida y vuelta deba traer cada día una ofrenda?!

Esta bendición fue instituida para situaciones muy especiales que encierran peligro, y las usanzas sefaradíes y ashkenazíes debatieron respecto de los caminos del pasado que eran cien veces más peligrosos que los de nuestros días, por lo que la pregunta entonces era si recitar la bendición únicamente al viajar por los caminos más peligrosos. Si bien en la actualidad hay también personas que mueren en accidentes de tránsito, en comparación al tiempo que las personas pasan viajando se trata de un riesgo sumamente bajo, no mayor que el de bajar las escaleras o entrar a la tina de baño. Por ello, con toda la prudencia que requiere la conducción de un automóvil, un individuo no debe recitar la bendición de HaGomel por haber realizado un viaje por las rutas de nuestro país (ver en Pninei Halajá Berajot 14:6 las diferentes opiniones del pasado y la respuesta a estas).

Sobre preguntas respecto del Rabino Noibirt

En nuestro artículo anterior, que versaba sobre el Rabino Noibirt, mencioné a quienes habían desatado la polémica en torno a su libro “Shmirat Shabat Kehiljatá”. Respecto de ellos me quedaron dos preguntas pendientes.

En primer lugar, si el Rabino Noibirt había decidido cambiar el texto de su segunda edición optando por una actitud más estricta a) por convencimiento personal a raíz de los argumentos esgrimidos por sus detractores, b) si simplemente había procurado amainar la polémica que se había desatado alrededor suyo, o, c) si acaso fue su maestro el Rabino Shlomo Zalman Auerbach quien lo había convencido de efectuar esos cambios, y por qué. La segunda pregunta era si alguna de las personas que polemizaron contra él se había disculpado.

Sobre la segunda pregunta, carezco de respuesta, sin embargo, sobre la primera, recibí varios testimonios y respuestas. De la generalidad de los testimonios surge que el Rabino Noibirt nunca se retractó de sus dictámenes. Este es el testimonio del Rabino Ariel Maiek de lo que le dijera el Rabino Noibirt: “Todo lo que autorizó en la primera edición y modificó en las más nuevas no fue porque se retractara sino porque personas no virtuosas lo presionaron y le insistieron”. Además, dijo “que todo lo que escribió en la primera edición es confiable a priori en todas las cuestiones, y nunca se retractó de ningún dictamen” (Sefer Binián Ariel 5773 sobre Hiljot Shabat, página 302). De igual manera, Nojem Blas, trajo una carta escrita por el Rabino Noibirt al Rabino Asher Wasertail el primero de Yiar del 5725 (1965) y dice lo siguiente: “Debo comunicarte que estaba preparado para todas las protestas que surgieron en Bnei Brak, por eso sus actitudes “en aras de alcanzar la verdad” (leshem Shamaim) no me afectaron, incluso cuando escribieron sobre ello en el periódico HaModía y difundieron su “preocupación en aras de alcanzar la verdad” por los Estados Unidos”.

El Rabino Yehoshúa Van Dyke escribió en un estilo diferente. Él sostiene que el Rabino Auerbach le aconsejó al Rabino Noibirt “que a los efectos de que el libro sea aceptado por la generalidad del pueblo de Israel, en algunas leyes, era importante tomar en cuenta la opinión de otras eminencias y modificar el dictamen o su estilo…” De todas maneras, hubo personas imprudentes que sostuvieron que el Rabino Noibirt “claudicó ante las opiniones más estrictas en virtud de las presiones de las que fuera objeto”. Sin embargo, de acuerdo con testimonios brindados por conocidos suyos, él era “una persona verdadera que se conducía sin miedo ni temor”. No obstante, en virtud de nuestros pecados, “dejó sin efecto su opinión ante la de las otras eminencias” (MiBashán Ashiv I pág. 617).

En última instancia, a raíz de la actitud del Rabino Auerbach que era quien guiaba al Rabino Noibirt y le aconsejara evitar las polémicas, desconocemos cuál era su postura halájica en otros grandes e importantes temas.

 

 

 

 

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