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BEMIDBAR 5784

La actitud de los sabios de Israel hacia la astrología

A diferencia de los idólatras que creían que las estrellas son aquellas que influyen sobre lo que ocurre en el mundo, nuestros sabios explicaron que los cuerpos celestes y las constelaciones son seres o elementos creados, y toda su influencia tiene lugar de acuerdo con la voluntad de HaShem@ Según la opinión de la mayoría de los sabios, “el pueblo de Israel no está sujeto a la influencia del zodíaco”, esto es, que los miembros del pueblo judío tienen la posibilidad de modificar su destino por medio de sus acciones y sus méritos@ De acuerdo con la naturaleza común Abraham y Sara no tenían que haber dado a luz a nuestro patriarca Ytzjak, pero HaShem modificó las leyes naturales para que pudieran hacerlo@ Es preciso analizar siempre a la naturaleza por medio de los mejores instrumentos objetivos, y aun así, plantear una visión basada en la fe.

Según análisis objetivos, los estudiosos de las ciencias sociales sostienen con razón que una persona que nació en un barrio marginal o en el seno de una nación que sufre penurias casi que no tiene posibilidades de progresar, y por ello, es preciso tener para con esta una actitud condescendiente. Por su parte, según la creencia israelita, si bien es cierto que sus condiciones de vida son más duras, aun así, este individuo es poseedor de libre albedrío para poder cambiar su situación, ya sea para mejorarla como para empeorarla.

Pregunta: La semana pasada en la columna sobre la astrología estaba escrito que cuando había consenso entre los sabios de las naciones en cuanto a que la astrología era una ciencia verdadera, los maestros de Israel no lo objetaron. Y en los días de los sabios medievales (rishonim), cuando los sabios de las naciones debatieron entre sí respecto de la validez de la práctica astrológica, los maestros de Israel también lo hicieron. ¿Acaso los sabios de Israel que representan a la Torá no tienen nada para agregar a la opinión de los eruditos gentiles?

Respuesta: Ya en aquel artículo escribí que “no hay que sorprenderse ante el hecho de que los sabios de Israel hayan tomado en cuenta la opinión de sus pares entre las naciones, ya que los maestros de la Torá no pretenden definir en cuestiones científicas según lo que dice en las Escrituras, pues el objetivo de la Torá es enseñarnos las cosas más importantes: qué está bien y qué está mal o qué está permitido y qué está prohibido, y no definir debates sobre interrogantes de carácter científico”. En efecto, una observación detenida de la actitud de los sabios judíos hacia la astrología es un caso emblemático de esta tendencia, tal como lo explicaremos aquí.

Los énfasis de los sabios de Israel

Tal como ya hemos dicho, cuando los sabios de las naciones coincidían en que la astrología era una ciencia verdadera los sabios judíos no lo objetaron, pero en concomitancia con la creencia israelita, hicieron hincapié en algunas cuestiones que modificaron su paradigma de raíz, y de esa manera eliminaron el temor de que esta pudiera influir para mal sobre nuestra nación. En primer lugar, a diferencia de los idólatras que creían que las estrellas son aquellas que influyen sobre lo que ocurre en el mundo, nuestros sabios explicaron que los cuerpos celestes y las diferentes constelaciones son seres o elementos creados, y toda su influencia tiene lugar de acuerdo con la voluntad de HaShem, y por ende, por la voluntad de D’s podía modificarse el curso de los acontecimientos.

Dijeron también que incluso los astrólogos más capacitados no eran capaces de prever el futuro de manera exacta ya que HaShem le otorgó al hombre libre albedrío, y este puede modificar su destino por medio de sus acciones virtuosas o malvadas. Esto fue dicho particularmente en referencia al pueblo de Israel que recibió la Torá y los preceptos, y por medio de ellos, si actúan virtuosamente, los judíos pueden elevarse por sobre las estrellas y el zodíaco y repararse a sí mismos y al mundo entero, y por el contrario, de escoger el mal, son castigados en mayor medida que las demás naciones. Por eso, según la opinión de la mayoría de los sabios “el pueblo de Israel no está sujeto a la influencia del zodíaco” (Tratado de Shabat 156(A)y(B)), o sea, los hijos de Israel pueden modificar su destino por medio de sus acciones y sus méritos.

Así, acción tras acción, nuestros sabios le enseñaron al pueblo de Israel a creer en HaShem y a esforzarse por corregir su carácter y sus actos y a no fiarse de ningún pronóstico astrológico.

Nuestro patriarca Abraham

El amoraíta Rav (Tratado de Shabat 156(A)) dijo que luego de que HaShem escogiera a nuestro patriarca Abraham para erigir a partir suyo al pueblo de Israel, Abraham se dirigió a D’s y le dijo: “Soberano del universo, miré mi carta astrológica ¡y vi que no soy digno de darte un hijo! HaShem le respondió: Sal de tu carta astrológica, el pueblo de Israel no está sujeto a la influencia del zodíaco”. Pues, ¿qué es lo que has visto? Que júpiter se encuentra en el oeste y ¿acaso por ello no puedes tener un hijo? He aquí que yo muevo ese planeta hacia el este y podrás tener descendencia. En ese sentido, nuestros sabios dijeron (Bereshit Rabá 44:10) que Abraham declaró ante HaShem: “Soberano del universo, el zodíaco me aflige y me impide tener hijos. El Santo Bendito Él le dijo: En efecto, Abram y Sarai no pueden tener hijos, pero dado que Yo modifiqué sus nombres a Abraham y Sara -sí pueden tenerlos.

O sea, de acuerdo con la naturaleza común Abraham y Sara no tenían que haber dado a luz a nuestro patriarca Ytzjak, pero dado que HaShem los escogió y ellos fueron por Su senda, Él, que controla todo el universo y sus leyes, modificó la naturaleza para que pudieran hacerlo.

Nuestro maestro Moshé

Otro tanto dijeron nuestros sabios (Tratado de Sotá 12(B)) al referirse a quienes observan los astros describiéndolos como personas que “observan, pero no saben qué es lo que ven, que oyen, pero no saben qué es lo que escuchan”. Los astrólogos de Faraón vieron que el salvador de Israel estaba por nacer y que en el futuro sería castigado por agua, y por eso decretaron que “todo hijo que nazca sea arrojado al rio” (Éxodo-Shemot 1:22). Dado que Moshé fue dejado en una canasta en el rio, desapareció la señal y pensaron que ya fue castigado y murió, y por ello dejaron el decreto sin efecto. Pero no entendieron que lo que habían visto era que en el futuro Moshé sería castigado por el agua que debía salir de una piedra por medio de la palabra y no de un golpe, mei meribá, y que por causa de ello no ingresaría a la tierra de Israel.

He aquí que nuevamente, nuestros sabios, de bendita memoria, nos enseñaron que si bien es posible prever el futuro los pronósticos no son exactos y por ello es preciso optar por hacer la acción correcta ante los ojos de D’s y de los hombres, y de ese modo se obtiene la bendición en este mundo y en el Venidero.

La serpiente que fue partida en vez de morder

Asimismo, nuestros sabios narraron (Tratado de Shabat 156(B)) sobre el amoraíta Shmuel que estaba sentado junto a Ablet, un gran sabio de las naciones que además era astrólogo, y delante de ellos pasaron unas personas que iban a cortar cañas junto al lago. Ablet señaló a una de ellas y dijo: “Este individuo irá, pero no regresará, una serpiente lo morderá y morirá”. Shmuel le dijo: “Si es israelita, irá y volverá”. Estando aun sentados el individuo en cuestión regresó del lago. Ablet se incorporó para revisar lo que cargaba consigo y encontró una serpiente que había sido partida en dos partes y había muerto, por lo que resultó que en efecto había predicho correctamente que una serpiente lo atacaría, pero se equivocó al vaticinar que moriría. Shmuel le preguntó al leñador en cuestión que había hecho durante el día y este le contó que había realizado un acto caritativo (tzedaká) con un compañero que no tenía qué comer, dándole de su porción de modo tal que no se avergonzara. Resulta que por el mérito del precepto observado cambió su destino de muerte a vida.

He aquí que nuevamente nuestros sabios nos enseñaron que, si bien a veces los sabios de las naciones poseen una capacidad portentosa para prever el futuro, la tzedaká que la persona da en aras del cielo (con la única intención de cumplir con su deber) puede salvarlo de la muerte.

La hija de Rabí Akiva

Contaron también (Tratado de Shabat 156(B)) sobre Rabí Akiva que tenía una hija, de la cual los astrólogos dijeron que sería mordida por una serpiente en el día de su casamiento y moriría. Rabí Akiva se preocupó mucho por ello, pero no se abstuvo de casarla. Cuando la novia se fue a su casa en la noche de su boda, se quitó de su cabello una alhaja que posee un extremo punzante a la cual introdujo en un orificio que había en la pared. A la mañana siguiente tomó su alhaja del muro y junto con esta salió una serpiente muerta, de lo cual se entiende que al introducirla en la pared por la noche la perforó con su alhaja y la mató. Rabí Akiva le preguntó a su hija: ¿Qué buena acción realizaste en el día de tu casamiento por cuyo mérito te salvaste? Ella le contó que al anochecer un mendigo llamó junto a la puerta de la casa y todos estaban ocupados preparando el banquete nupcial y no lo oyeron, pero ella sí lo hizo, tomó su propia porción y se la entregó. Dijo Rabí Akiva: ‘Observaste un precepto y éste te salvó de la muerte’.

El aprendizaje importante de esta historia es que si bien Rabí Akiva sabía que el poder de las predicciones astrológicas era importante y a pesar de que estaba muy preocupado de que su hija muriera en el día de sus esponsales, no se abstuvo de cumplir el mandamiento de casarla. Esto obedeció tanto a que en ciertas ocasiones los predictores sencillamente se equivocan como a que en otras oportunidades, el destino cambia por el mérito de un gran acto de bien, tal como ocurriera con su hija, que se salvó de la muerte gracias al gran acto caritativo que realizara en la noche de su casamiento.

Yosef, ‘el hombre que valora al Shabat’

En ese mismo sentido de cosas, nuestros sabios contaron (Tratado de Shabat 119(A)) sobre un gentil poseedor de muchas riquezas que deseaba mejorar sus negocios y preservarlos, fue a asesorarse con los caldeos (astrólogos) y estos le dijeron que según lo que veían todos sus bienes terminarían en manos de Yosef, ‘el hombre que valora el Shabat’. El gentil en cuestión quiso evitar que ello ocurriera por lo que vendió todas sus propiedades y con el dinero obtenido adquirió una joya carísima y la ocultó en su sombrero. Una vez, caminando junto al rio, el viento sopló, su sombrero se cayó al agua y un pez enorme se tragó la piedra preciosa. Días después, ese mismo pez fue pescado y traído al mercado poco antes del inicio del Shabat. Dado que todos habían comprado ya sus despensas sabáticas, no hallaron quién lo comprase. Dijeron los pescadores: «Seguramente Yosef, ‘el hombre que valora el Shabat’ que acostumbra a cumplir las comidas sabáticas con excelencia deseará comprarlo». Le trajeron el pescado a Yosef y él lo compró. Al abrirlo encontró la joya. La vendió por una suma enorme y se volvió rico.

Resulta entonces que los sabios trajeron relatos en los cuales los astrólogos hicieron pronósticos acertados, pero que en la práctica no resultaron certeros porque los hijos de Israel están por encima de la influencia del zodíaco, y por medio de la Torá y de los preceptos logran cambiar su suerte.

Vimos pues cómo por una parte los sabios de Israel respetan a los sabios de las naciones y utilizan su sapiencia, y por la otra, actuando según los fundamentos de la fe que les fueran revelados por medio de la profecía, dejan sin efecto los daños morales que podrían ocurrirles.

Lecciones para nuestros días

En cada generación los maestros de Israel tuvieron respeto por aquella sabiduría que analiza la realidad con los mejores instrumentos de los que se dispone, pero no aceptaron todas sus conclusiones. Esto obedece a que la sabiduría se refiere a la realidad como una situación fija que no es posible alterar, pero al postular una visión que expresa la semejanza divina que anida en nuestro interior, resulta factible modificarla.

Por ejemplo, los análisis objetivos de los estudiosos de las ciencias sociales sostienen con razón que una persona que nació en un barrio marginal o en el seno de una nación que sufre penurias casi que no tiene posibilidades de progresar, y por ello, es preciso tener para con esta una actitud condescendiente. Por su parte, según la creencia israelita, si bien es cierto que sus condiciones de vida son más duras, aun así, este individuo es poseedor de libre albedrío para poder cambiar su situación, ya sea para mejorarla como para empeorarla.

Por ello, es siempre preciso analizar la realidad con los mejores instrumentos objetivos disponibles, y aun así postular la visión de la fe, según la cual, a pesar de todas las dificultades que se presentan es posible modificar la realidad para bien. De todas maneras, siempre habrán de darse inconvenientes, la pregunta es si estos van a ser dolores de agonía o contracciones de parto.

La Guerra de los Seis Días

Antes de la Guerra de los Seis Días muchos se sentían desahuciados. Egipto, Jordania y Siria, todas poseedoras de fuertes ejércitos, amenazaban con destruir al Estado de Israel. Francia, que hasta ese entonces le suministraba armamento a Israel – declaró un embargo. El ministro de asuntos exteriores Aba Eban dijo en esos días que los límites de Israel eran los de Auschwitz. Si el gobierno de Israel hubiese aceptado la situación tal como se presentaba, nuestra situación habría sido calamitosa. Pero la dirigencia israelí y los comandantes del ejército se armaron de valor, y confiando en la Fortaleza de Israel atacamos primeros y desbaratamos la posibilidad de que el enemigo se adelantara a hacerlo. La realidad se dio vuelta, y de una desgracia surgió una salvación.

Dado que no continuamos poblando cada una de las regiones de nuestra tierra con igual valentía, nuestra posición se vio menoscabada y las naciones del mundo comenzaron a presionarnos para que nos retiráramos. Así es como llegamos al proceso de Oslo, a la retirada de Gush Katif y del Sur del Líbano y al desastre al que hoy nos estamos enfrentando, al tiempo que nuestra fracasada alta comandancia militar continúa intentando apaciguar al enemigo, en vez de combatir contra éste de manera continua hasta derrotarlo. No es tarde aun, todavía se puede entrar en razón, decidir que nos disponemos a derrotar a nuestros enemigos, controlar la Franja de Gaza y planificar a largo plazo cómo hemos de continuar con el avance de nuestro proyecto sionista que incluye la aliá, el asentamiento en todo el territorio de nuestro país y la seguridad para sus habitantes.      

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