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Sobre brujerías, magia e idolatría

  • En la antigüedad casi todos los seres humanos adoraban ídolos y creían que estos eran capaces de mantenerlos a salvo de diferentes desgracias y bendecirlos con riquezas y salud, y también los judíos incurrieron en este pecado.
  • Muchos creen que hay personas capaces de influir de manera mágica sobre los objetos o las personas.
  • La opinión mayoritaria de nuestros sabios medievales (Rishonim) y de los de las últimas generaciones (Ajaronim) coincide en que estas fuerzas espirituales existen, pero la Torá prohibió recurrir a ellas.
  • El sello de HaShem es ‘Emet’ (verdad), y los siervos de D’s deben abstenerse del uso de cualquier tipo de mentira en aras de reforzar la fe.

A veces, personas jóvenes, inocentes y humildes alcanzaron experiencias místicas y de un modo mágico lograron realizar actos especiales. Sin embargo, una vez que se hicieron conocidas, se les dificultó enormemente recrear las vivencias experimentadas y las capacidades mágicas. Dado que desean intensamente revivir estas instancias, aunque no estén seguros de si tuvieron o no éxito, tienden a auto sugestionarse creyendo haber pasado por una experiencia mística determinada por efecto de la cual logran influenciar en la realidad o predecir eventos futuros.

Una pregunta sumamente profunda que atañe a muchos es si las hechicerías son algo verdadero. ¿Acaso existen fuerzas mágicas que personas poseedoras de poderes especiales son capaces de activar en su beneficio? ¿O se trata de un engaño o de una ilusión óptica? Esta pregunta obviamente involucra a las creencias idólatras, ¿acaso existen fuerzas impuras reales que los adoradores de ídolos lograron utilizar por medio de diferentes rituales?

En la antigüedad se creía que los ídolos poseían fuerzas

En la antigüedad, antes de que la influencia del pueblo de Israel se expandiese por el mundo, casi todos los seres humanos adoraban ídolos y creían que estos eran capaces de salvarlos de diferentes desgracias y bendecirlos con riquezas y salud. También los judíos incurrieron en ese pecado, y eso lo vemos por ejemplo cuando el profeta Yrmiahu (Jeremías 34:1-14) amonestó a quienes emigraron a Egipto tras la destrucción del Templo de Jerusalém y les advirtió que si habrían de continuar adorando a orillas del Nilo a «Mlejet HaShamaim» (lit. ‘reino del cielo’) tras haber adorado ídolos en Jerusalém y haber sido castigados con la destrucción del Santuario, con muerte, hambre y exilio no quedaría de ellos remanente alguno que pudiera retornar algún día a la tierra de Yehudá. Ellos respondieron insolentemente que justamente en los tiempos en que adoraban ídolos en Jerusalém gozaban de bendición: «nos saciábamos de pan, vivíamos bien y no conocimos desgracia alguna. Y desde que dejamos de elevar ofrendas de incienso y efectuar libaciones a Mlejet HaShamaim fuimos despojados de todo y aniquilados por la espada y el hambre» (ídem 44:17-18).

Refuerzo psicológico

Hay quienes explican que el éxito descrito por los idólatras provenía del refuerzo psicológico que les brindaba su fe, la cual les confería confianza en que aquello que deseasen es en efecto lo bueno y lo justo, ya que no actuaban en su propio nombre únicamente sino en el de las deidades, las cuales justificaban sus aspiraciones y su conducta. Desde su punto de vista, no se trataba de una creencia inventada ya que la fe está arraigada en el ser humano y lo impulsa a explicar la realidad y a darle un significado. Dado que su creencia idólatra surgió de potentes y profundas experiencias vividas y a partir de la contemplación de las grandes fuerzas que anidan en la naturaleza humana, la explicación pagana a lo que ocurría en el mundo, desde su óptica, resultaba necesaria y les proporcionaba energías anímicas.

Fuerzas espirituales que se transforman en impuras

Más allá de todo ello, muchos explican que así como existen en el mundo fuerzas naturales que el ser humano puede maniobrar en su beneficio, por encima de estas existen fuerzas espirituales, llamadas ángeles y duendes que las activan, y personas espirituales y profundas son capaces de captar el modo de emplear a estos seres en su favor y por medio de rituales idolátricos logran conectarse con ellos y obtener de estos potencias que les incrementen su patrimonio y su estatus así como también inclinarlos en contra de sus enemigos.

Es así como existen testimonios de personas capaces de saber cosas ocultas o futuras y no existe un modo racional de explicarlo sin presuponer que poseen algún tipo de fuerza mística. Más aun, muchos están convencidos de que existen personas capaces de influir de manera mágica sobre los objetos o los seres humanos. Y así como todo individuo puede empujar físicamente objetos, de igual manera hay quienes por medio de técnicas mágicas son capaces de modificar cosas en el ámbito espiritual que es aquel que influye sobre el físico.

En efecto, la Torá nos relata sobre Balak rey de Moab quien se dirigiera al malvado Bil’am, profeta de deidades paganas, para pedirle que maldijera a Israel «porque supe que aquello que bendigas será bendito y aquello que maldigas resultará maldito» (Bamidbar-Números 22:6). Dijeron nuestros sabios (Tratado de Sanhedrín 105(B)) que Bil’am sabía calcular el momento en el cual había enojo en el mundo y por medio de una maldición lograba desviarlo sobre quien él desease. Sin embargo, al final de cuentas su maldición se tornó en bendición para el pueblo de Israel y él mismo perdió su vida tanto en este mundo como en el Venidero. Esto es lo que ocurre con los que practican la idolatría: incluso cuando logran activar fuerzas naturales bajo la forma de potencias impuras desconectadas de su raíz, al final estas vuelven a conectarse a su fuente original lo cual a la postre los lleva a la perdición.

La discusión en torno a las fuerzas impuras

Los sabios de Israel debatieron respecto de las explicaciones arriba mencionadas. Según el Rambám, los ídolos no influenciaron jamás en nada y todo era parte de la imaginación de las personas, sobre la base de las creencias y los embustes que difundían los sacerdotes de las diferentes religiones paganas. Asimismo, en su opinión, ningún ser humano es capaz de influir en la realidad por medio de fuerzas mágicas. Por otra parte, muchos sostienen que los rituales paganos influían en lo que acontecía en el mundo, y que en efecto, existen personas capaces de actuar de un modo mágico sobre los eventos, empero ello se realiza a través de fuerzas impuras y por ello esto está prohibido por la Torá, amén de que resulta pernicioso. Esta era la opinión del Rambán y la de muchos otros. Estas dos posturas se sustentan tanto en fuentes bíblicas como en talmúdicas.

Quienes sostienen que los ídolos y los actos de hechicería no influyen

Cuando los profetas de Israel amonestaron al pueblo instándolo a no ir en pos de los ídolos, establecieron claramente que las deidades paganas son un embuste y carecen de utilidad alguna: «Pues ni sirven ni tampoco os salvarán por ser vanas» (Samuel I 12:21), «Y fueron tras quienes no pueden beneficiarlos» (Yrmiahu-Jeremías 2:5), «Qué utilidad reportan las imágenes esculpidas cuando las hizo el escultor … por qué el hacedor confía en las estatuas mudas que hace…están recubiertas de oro y de plata pero en su interior no hay espíritu» (Jabacuc-Habacuc 2:18-19). Asimismo, también el profeta Yshaiahu (44:6-20) se burló de los idólatras que tomaban un árbol, con una mitad asaban carne y con la otra esculpían una imagen, ante la cual se prosternaban y oraban como si pudiese reportarles algún beneficio. Otro tanto vemos en los Salmos (115:4-7): «Sus estatuas son de plata y de oro».

En efecto, el Rambám explica que todos los rituales paganos y todos los actos de brujería y adivinación son vanos y que la Torá los prohibió para alejar al pueblo de Israel de esta praxis falsa, tras la cual se ven atraídas las personas ignorantes y necias, empero las personas sabias saben con claridad que se trata de falsedades (Hiljot Avodá Zará 11:16, Moré Nevujim 3:37) y esta es también la opinión de HaMeiri (comentario a Avodá Zará 54(B)).

Quienes sostienen que existen las fuerzas impuras

Por su parte, vimos en la Torá que Bil’am poseía el poder de maldecir y bendecir, pero HaShem transformó su maldición para el pueblo de Israel en bendición (Bamidbar-Números 22:6, Devarim-Deuteronomio 23:6). Asimismo, estudiamos que el Faraón tenía magos que por medio de encantos podían arrojar sus bastones y transformarlos en serpientes. De todas maneras, el bastón de Aharón se tragó a los suyos, pues HaShem gobierna sobre todo lo creado (Shemot-Éxodo 7:11-12). Vimos también en las palabras de nuestros sabios que los brujos poseían fuerzas que les permitían influir en lo que ocurría en el mundo (Tratado de Sanhedrín 67(B) y más). Asimismo, vemos que nuestros sabios se referían a los duendes como a algo que existe en la realidad (Tratado de Berajot 6(A), Tratado de Yevamot 122(A), y más).

En efecto, la opinión mayoritaria de nuestros sabios medievales (Rishonim) y de los de las últimas generaciones (Ajaronim) coincide en que estas fuerzas espirituales existen, pero la Torá prohibió recurrir a ellas (Rambán a Devarim-Deuteronomio 18:9, Rabenu Bejaie, Sefer Haikarim, Ran, Ribash, Abarbanel, Ridbaz, Gaón de Vilna, Ramajal y muchos otros).

Es posible compatibilizar sus opiniones

Creo que es posible explicar que en efecto, existen fuerzas místicas por medio de las cuales los idólatras y los brujos a veces logran pronosticar eventos futuros e influir sobre la naturaleza. Pero en términos generales estas personas no salen gananciosas, sino que por el contrario se ven perjudicadas. Esto así ya que los pronósticos que proporcionan no son exactos y por ende quien se apoye en ellos en cierta medida renuncia al esfuerzo intelectual de planificar concienzudamente sus pasos a seguir, y por ello, en la práctica erra más a menudo. Así resulta que siempre «la bendición» mágica que llega por su intermedio es menor que la que proviene de la laboriosidad que se apoya en un pensamiento claro y una planificación adecuada.

Por lo tanto, si bien por una parte hubo personas que a través de rituales paganos lograron predecir eventos futuros y modificar cosas en el mundo, si lo miramos desde una perspectiva estadística, quienes fueron en pos de los brujos y los idólatras no obtuvieron ventaja alguna, sino que ocurrió todo lo contrario. Por ello, por una parte, es posible aceptar el enfoque que sostiene que las fuerzas espirituales impuras de los rituales paganos influyen en la realidad, pero por la otra se puede decir que todo ello es una mentira, por lo que, en la práctica, en la cuenta general, de estas acciones mágicas no surge ninguna bendición.

Cual drogas

Es probable que se pueda aplicar a esta cuestión un ejemplo del mundo de las drogas más potentes y peligrosas. Hay quienes dirán: En efecto, las drogas proporcionan a quien las consume felicidad temporaria, pero esta es perniciosa y nociva, y a ellas se aplica lo que escribieron muchos de nuestros sabios tanto medievales como de las últimas generaciones respecto de que las fuerzas de la impureza en cuanto a que estas tienen poder para influir a corto plazo, pero al final de cuentas, quien recurre a ellas sale perdiendo. Por otra parte, hay quienes dirán que las drogas no proporcionan felicidad alguna porque a final de cuentas diluyen las fuerzas psíquicas y físicas y causan sufrimientos y muerte. Así, es posible decir que las fuerzas de la impureza son una mentira, porque en definitiva no se obtiene de ellas ningún beneficio.

La combinación de fuerzas reales y de embuste

Si bien hay muchas personas que concuerdan en cuanto a que a veces existen idólatras o brujos que logran influir de un modo mágico sobre la realidad o predecir eventos futuros, en la práctica, tampoco esas personas especiales no logran recrear sus poderes de modo permanente o fijo poque a diferencia de las fuerzas naturales conocidas que actúan de modo sistemático, las mágicas son escurridizas para el ser humano por loque no son capaces de activarlas de una manera constante.

A veces, personas jóvenes, inocentes y humildes alcanzaron algunas experiencias místicas y de manera mágica lograron efectuar acciones especiales. Sin embargo, una vez que se hicieron conocidas, se les dificultó enormemente el recrear estas vivencias y estas capacidades especiales. Dado que desean intensamente lograrlo, aunque no estén seguros de si tuvieron o no éxito, tienden a auto sugestionarse creyendo haber pasado por una experiencia mística determinada por efecto de la cual lograron influenciar en la realidad o percibir eventos futuros. Y en caso de haberlo hecho por medio de ceremonias impactantes acompañadas de la ingesta de alcohol o drogas, lograron convencerse a sí mismos con mayor facilidad.

Y hay también personas que saben que no poseen fuerzas mágicas, pero a los efectos de obtener el dinero y el prestigio que dispensan los creyentes a los sacerdotes paganos y a los brujos, aprendieron a dirigir ceremonias de manera tal que pudieran generar la impresión o la sensación de que podían influir en la realidad, profetizando con palabras poco claras y polisémicas, de manera que siempre pudiesen argüir que lograron predecir el futuro.

La cualidad de la verdad

El sello de HaShem es ‘Emet’ (verdad), y los siervos de D’s deben abstenerse del uso de cualquier tipo de mentira en aras de reforzar la fe. Pues quien miente causa que la Divina Presencia se aparte de él y no lo ilumine (Tratado de Sotá 42(A)), tal como fue dicho: «El que declara falsedades no permanecerá ante Mis ojos» (Tehilim-Salmos 101:7). Por ende, si una persona se refuerza en su fe por medio del uso de mentiras, esta resultará ser idolatría.

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