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El nervio ciático como vínculo entre el espíritu y la acción

El combate entre Ya’akov y el ángel regente de Esav fue una lucha entre un mundo de estrechos intereses y otro en el cual los móviles de la acción son la fe y la reparación.

La herida en el muslo que une entre las partes superior e inferior del ser humano fue un intento de desconectar entre los ideales y la acción.

A pesar de la herida sufrida, Ya’akov logró por medio de su apego superar la desconexión y regresar con integridad moral a sus pequeños recipientes. También hoy corresponde que los estudiosos de la Torá y las personas de acción se respeten unos a otros y actúen conjuntamente.

Las personas de acción sustentan a las espirituales desde todo punto de vista, tanto sea porque los mantienen por medio de la separación de las ofrendas, los diezmos de la cosecha y los diezmos de las ganancias como por el hecho de que se entregan a la concreción de las ideas espirituales en el mundo físico, y solamente así los justos y las justas, los profetas y las profetisas, pueden concentrarse en sus asuntos y depurarlos.

En la porción de lectura de esta semana aprendemos el precepto de no ingerir el nervio ciático que se encuentra en el muslo de los animales domésticos y los salvajes (Bereshit-Génesis 32:33). Nos referimos a un nervio que se encuentra tanto en el muslo derecho como en el izquierdo. Se trata de un tendón grande a través del cual pasan la mayor parte de los nervios hacia las patas, comienza en la espina dorsal y culmina en el final de la extremidad inferior. La Torá prohibió comer la parte del nervio que se encuentra sobre el muslo, esto es, la carne que rodea o envuelve el hueso del muslo y cuya forma es la de una cuchara de olla, esto es, una forma curva que se va elevando hacia su centro. Nuestros sabios extendieron la prohibición de este nervio fijándola desde la espina dorsal y hasta el final del muslo, así como también prohibiendo sus derivaciones que se extienden al interior de la carne del muslo y el nervio exterior (Shulján Aruj Yoré De’á 65:8). Los sagrados hijos de Israel acostumbraron a prohibir también la grasa que envuelve al nervio y a sus derivaciones (Pninei Halajá Kashrut 21:4).

Los orígenes de la prohibición se remontan a la discusión entre Ya’akov y el ángel regente de Esav

Cuando nuestro patriarca Ya’akov regresó a la tierra de Israel e hizo cruzar el Jordán a su familia, en la noche volvió tras sus pasos para recoger sus últimos enseres, y allí, un hombre luchó con él. Cuando este contendiente vio que no podía derrotar a Ya’akov, lo hirió en su muslo y desde entonces su pierna se esguinzó, por lo que lo transformó en una persona renga. Sin embargo, nuestro patriarca Ya’akov no se rindió, sino que se sobrepuso a su atacante y lo retuvo hasta que despuntó el alba. Entonces, resultó que el hombre en cuestión era un ángel, y Ya’akov aceptó que se retirara solamente tras haber recibido su bendición (Bereshit-Génesis 32). Dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 91(A), Bereshit Rabá 77:3) que ese era el ángel regente de Esav y su contienda ascendió hasta el Trono Celestial, ya que está vinculada a los fundamentos de la fe. El ángel rector de Esav pide que el mundo se conduzca a su manera, esto es, de acuerdo con los intereses materiales, mientras que Ya’akov desea repararlo por medio de la fe, los valores y la Torá. Cuando el ángel de Esav vio que no conseguía superar a nuestro patriarca en virtud de la tenacidad de su fe, lo hirió en su sitio más sensible – el nervio ciático.

El nervio ciático conecta la parte superior del cuerpo a las piernas

A través del nervio ciático el sistema neurológico se transmite desde la espina dorsal hasta las piernas. Desde el punto de vista espiritual expresa la conexión entre las partes superiores del cuerpo humano, la cabeza y el corazón que son asiento de los pensamientos y los sentimientos, y las piernas, que expresan las acciones. La herida del nervio ciático expresó el argumento de Esav, en cuanto a que, si bien vuestras palabras sobre fe son elevadas y bellas y los valores resultan idílicos, el lugar del Cielo no es aquí en este mundo, pues en este último priman los móviles del deseo, el dinero y el honor. Incluso los justos, cuando descienden a este mundo incurren en pecados, ya que el nervio ciático pasa junto al pubis, y así en el pasaje de la cabeza a las piernas, las ideas se debilitan. El vocablo hebreo nashé (ciático) alude a debilidad (julshá), y en efecto, el deseo debilita e impurifica los pensamientos. Y quien procure sostener que es una persona justa, terminará aprovechando a otros seres humanos y justificará sus transgresiones y sus pasiones so pretexto que las realiza en aras del Cielo, y que su carrera tras el dinero y el prestigio personal es por el bien de la religión.

La peligrosa desconexión entre las personas de acción y las espirituales

Respecto de esto, nuestros sabios dijeron en el libro del Zohar (I 171a) que por medio del golpe asestado, el ángel regente de Esav dañó el vínculo entre las personas espirituales y las de acción, de modo tal que las primeras no valoran a las segundas en su labor de desarrollo y poblamiento del mundo, y por su parte, las segundas, se debilitan y olvidan su misión de apoyar a la Torá y no ayudan a mantener a quienes la estudian. Por ello, las personas espirituales carecen de piernas sobre las cuales sostenerse y se caen, y la Divina Presencia se retira del mundo, el Templo de Jerusalém continúa destruido, los judíos siguen exiliados de su terruño y los malvados sojuzgan tanto a las personas de acción como a las espirituales y saquean el producto de su esfuerzo.

Este es el significado de lo que dijeran nuestros sabios en el capítulo dedicado al nervio ciático (Tratado de Julín 92(A)) en cuanto a que los estudiosos de la Torá deben orar por el bien de las personas legas en asuntos religiosos, porque de no mediar el vínculo con estos, no podrían sostenerse, y así, ninguno de los dos tipos de judíos puede por separado pueden enfrentar a nuestros enemigos. Este es el fundamento del precepto de las ofrendas y los diezmos (terumot umas’asrot) por medio del cual los hijos de Israel estrechan el contacto con los cohanim y los leviím que son los guardianes de las cuestiones sagradas y enseñan la Torá a la generalidad de la nación. Como continuación de ello, nuestros sabios establecieron que se separen diezmos de las demás fuentes de ingreso para ayudar a mantener a los estudiosos de la Torá y a quienes la enseñan. Así, las personas de acción estarán unidas a los valores sagrados y las dedicadas a la Torá la enseñarán al pueblo de Israel.

El daño causado a los justos y a los profetas

Además, nuestros sabios dijeron también (Bereshit Rabá 77:3) que la herida en el nervio ciático afectó negativamente «a los justos y a las justas, a los profetas y a las profetisas que de saldrán de él (Ya’akov) en el futuro». En el Zohar (I 171a) se explica que el ángel regente de Esav afectó a todos los profetas salvó a Moshé Rabenu, en el sentido de que los primeros no pueden recibir su profecía de pie sino acostados. Esto es así ya que si los hombres de acción no están conectados a los justos y a los profetas, las personas espirituales no pueden concretizar sus aspiraciones en la realidad y los profetas no pueden expresar de un modo estable y exacto el contenido de la visión recibida. O sea, las personas de acción mantienen a las espirituales desde todo punto de vista, tanto por el hecho de que les dan sus sustento por medio de las ofrendas, los diezmos de la cosecha y el diezmo de los demás ingresos cómo porque se dedican a plasmar las ideas espirituales en el mundo material y solamente así los justos y las justas, los profetas y las profetisas pueden concentrarse en sus asuntos y depurarlos.

El único profeta que no se vio afectado por esta herida fue Moshé Rabenu pues no lastimó al nervio ciático, respetó absolutamente a las personas de acción y supo en qué medida les resulta difícil llevar las palabras de HaShem a sus vidas materiales, pero que aun así el objetivo final es que la fe se revele a través de ellas. Por eso, entregó su vida por ellas cuando pecaron, e incluso acercó a la multitud de mezclas de pueblos que salieron junto a los hijos de Israel (erev rav) y los convirtió al judaísmo, pues supo percibir el enorme potencial que estaba contenido en ellos.

La destrucción del Templo y la fe

A raíz de la herida en el nervio ciático que expresa el distanciamiento entre las personas espirituales y las de acción, los malvados derrotaron y mataron a los justos y al resto de los hijos de Israel durante los días de la conversiones forzosas y el terror, cuando la oscuridad se cernió sobre la tierra. Y a pesar de ello, así como nuestro patriarca Ya’akov resistió valerosamente contra el ángel rector de Esav hasta el despunte del alba y cuando la luz comenzó a diseminarse el ángel se dio cuenta que Ya’akov es capaz de superar los obstáculos y cruzar el Rio Yaboc, construir la Casa de Israel en su tierra y revelar la Divina Presencia en el mundo por lo que no le quedó opción sino reconocerlo y bendecirlo – de igual manera los judíos resisten heroicamente frente a todos aquellos que se alzan en su contra para destruirlos, hasta que brille la luz de su redención y todos sus denostadores se vean forzados a bendecirlos (Sefer Hajinuj 3). Entonces, el nervio que se movió de su sitio (nashá) regresará a su lugar y se completará el vínculo entre las personas que detentan buenos pensamientos en el cerebro y nobles aspiraciones en el corazón con las de acción que concretan todos los sublimes ideales en la tierra.

El mérito de nuestro patriarca Ya’akov

Incluso estando herido en su muslo, nuestro patriarca Ya’akov logró superar al ángel rector de Esav, porque a pesar de todas las dificultades y complicaciones que presenta el mundo práctico, se mantuvo unido con todo su ser a las personas de acción, e incluso retrocedió sobre sus pasos y volvió a cruzar el Jordán para rescatar unos pequeños utensilios, los cuales aluden a los pecadores del pueblo de Israel, ya que también ellos son importantes.

Ya’akov tuvo el mérito de poder resistir porque además de ser una persona espiritual amaba el trabajo y cumplía sus deberes laborales fidedignamente.

Durante veinte años, en las heladas noches del invierno y en los ardientes días del verano cuidó el rebaño y le procuró pasturas y agua, siempre preocupándose de que ninguna oveja pequeña se perdiera, y si ello ocurría, compensaba a su patrón de su salario (Bereshit-Génesis 31:38-40). Dijeron nuestros sabios (Bereshit Rabá 74:12) que «el trabajo es más agradable a ojos de D’s que el mérito de los ancestros, ya que este último sirvió para salvar bienes materiales mientras que el primero salvó vidas. El mérito de los ancestros salvó bienes materiales tal como fue dicho «De no ser por el D’s de mi padre — el D’s de Abraham y el Temor de Ytzjak, que ha estado conmigo; ahora me habrías despedido vacío « (Bereshit-Génesis 31:42), al tiempo que el trabajo salvó vidas ya que fue dicho: «Mi aflicción y la labor de mis manos ha visto D’s y lo dilucidó anoche» (ídem).

Por ello, el ángel rector de Esav no pudo superar a nuestro patriarca Ya’akov, ya que en su vida demostró el vínculo entre la Torá y la acción. Sin embargo, dado que el mundo aún no ha sido completamente reparado, el ángel logró herirlo en el nervio ciático.

El nexo pernicioso entre las personas espirituales y las de acción

El precepto que prohíbe ingerir el nervio ciático alude a que este debe destinarse al cuidado del vínculo entre el mundo espiritual y el de la acción, y todo aquel que coma de él es como si hiciese las paces con la carencia generada cuando este se movió de lugar y provocó una cierta desconexión entre el ámbito espiritual y el práctico.

Más aun, el vínculo entre las personas espirituales y las de acción debe ser puro, sin que medien prebendas. Así como el sabor del nervio ciático es muy escaso ya que su finalidad es la de conectar al espíritu y al corazón con el mundo material y cuando el vínculo entre las personas espirituales y las de acción no es limpio se incrementa la impureza en ambas ya que los estudiosos adulan a las personas de acción para recibir donativos y estas últimas, si bien padecen de degradación y corrupción mantienen a los que estudian Torá para limpiar sus consciencias y poder continuar robando y explotando al prójimo, de modo tal que ambos grupos justifican su conducta arguyendo que no hay alternativa y que quien desee triunfar económicamente en el mundo debe ser corrupto haciendo suya la actitud de Esav – de igual manera la luz de la Torá se apaga. Estos conceptos podemos encontrarlos en el Rambám (Hiljot Talmud Torá 3:10) al referirse a los estudiosos de la Torá que hacen de su ocupación un instrumento para ganar dinero.

La reparación

La reparación pasa porque el vínculo entre las personas espirituales y las de acción sea limpio, pleno de respeto y amor verdadero, de modo tal que los estudiosos de la Torá empapen de enseñanzas e inspiración a las personas dedicadas a las labores prácticas, para poder ser partícipes de su bendita labor mundanal dedicada al desarrollo del mundo y no para recibir de ellos donativos, honores, o para sumar miembros a sus comunidades. Entonces, las personas de acción creerán que es posible ser una persona justa en la tierra, y que resulta conveniente comerciar honestamente, que corresponde trabajar con fe y fidelidad en aras del esplendor de la Torá, la nación y su tierra. Así, los malvados no podrán apoderarse del fruto de su labor, y las personas espirituales junto a las de acción podrán incrementar conjuntamente el bien y la bendición al mundo, y todos los hijos de Israel y habitantes del mundo se regocijarán de todo lo bueno que D’s prodigó a la generalidad de los seres vivos.

No resulta sencillo, pero los sagrados hijos de Israel creen que ello es posible.

 

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