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El precepto de servir en el ejército frente al del estudio de la Torá

EMOR 2023

El precepto de servir en el ejército frente al del estudio de la Torá

 

Al prestar el servicio militar se cumplen dos grandes preceptos cuya importancia equivale a la Torá toda: salvar al pueblo de Israel de manos de sus enemigos y poblar nuestro país.

El precepto del estudio de la Torá es esencial para la existencia de la nación, y es preciso otorgarle marcos fijos y serios a su observancia, pero no antecede al mandato de servir en el ejército.

De todas maneras, en una situación en la cual no hubiere necesidad de reclutar a todos los estudiantes de yeshivot, se debería permitir a un grupo selecto de alumnos eminentes que continúen con sus estudios para que pudieran formarse como rabinos y líderes públicos.

Aun si en la práctica, a raíz de la observancia de todos los preceptos, incluidos los de servir en el ejército y poblar nuestro país, la tasa de abandono de la religión fuese sensiblemente más alta (tal como ocurrió en la generación pasada), deberíamos igualmente cumplir todos los mandamientos y esforzarnos más en el área de la educación para apegarnos a la totalidad de la Torá sin dejar de lado precepto alguno. Cuánto más aun, cuando su observancia no solo que no es perjudicial, sino que resulta benéfica.

Pregunta: ¿La propuesta realizada esta semana en el gobierno de eximir de servicio militar a los jóvenes jaredim a partir de la edad de 21 años es correcta según la Halajá?

Respuesta: Corresponde en primer lugar aclarar que en la Torá se encuentran todas las respuestas a todas las interrogantes fundamentales, y si la analizamos en profundidad, veremos que todos nuestros problemas se originan en el hecho de que nos hemos desviado de su camino. Por ejemplo, en las últimas generaciones surgió la pregunta de si ascender o no a la tierra de Israel. Hubo quienes perdieron toda esperanza y decidieron asimilarse, y hubo quienes por diferentes motivos religiosos entendieron que de momento no había que emigrar a nuestro terruño. Si hubiésemos cumplido el gran precepto y hubiésemos inmigrado a la tierra de Israel, millones de judíos se habrían salvado del exterminio y de la asimilación. Otro tanto ocurre en la cuestión del servicio militar, tema que hace ya muchos años nos ocupa y genera reiteradas crisis políticas en nuestro seno. Este problema se origina en nuestra errada comprensión de la Torá. Sobre esto dijeron nuestros sabios: “Sed cuidadosos en el estudio, pues un error inadvertido equivale a una transgresión intencional” (Avot 4:13). 

Por medio del servicio militar se cumplen dos grandes preceptos cuya importancia equivale a la sumatoria de todos los preceptos de la Torá: salvar al pueblo de Israel de mano de sus enemigos y poblar nuestro país.

El precepto de servir en el ejército – salvar al pueblo de Israel

Respecto de la salvación de un judío individual se nos preceptuó: “No serás indiferente a la sangre de tu prójimo” (Vaikrá-Levítico 19:16), y para ello, de ser necesario, se profana el Shabat, ya que nuestros sabios dijeron en la Mishná que “todo aquel que salva una vida de Israel se considera que salva a la totalidad del mundo” (Tratado de Sanhedrín 4:5). ¡Cuánto mayor aun es la obligación cuando se trata de una comunidad judía entera! En ese caso no solamente se justifica la profanación del Shabat, sino que resulta preceptivo arriesgar vidas humanas, tal como aprendimos que para salvar la propiedad de un poblado judío fronterizo se debe quebrantar el Shabat y arriesgar la vida (Shulján Aruj Oraj Jaím 329:6). Entonces, cuánto más obligatorio resulta arriesgarse cuando se trata de salvar a la totalidad del pueblo de Israel. En nuestros días se trata de un caso clarísimo de guerra preceptiva, de “miljemet mitzvá”, y tal como escribiera el Rambám: “¿Cuál es la guerra preceptiva?… aquella destinada a salvar al pueblo de Israel de manos de un enemigo que se alza contra ellos” (Hiljot Melajim 5:1), y este precepto requiere entrega personal y antecede al deber de cada individuo de salvaguardar su propia vida (Rav Kuk, Mishpat Cohen 143, Responsa Tzitz Eliezer 13:100).

El precepto de habitar la tierra de Israel

El segundo precepto es el de habitar y poblar la tierra de Israel (yhuv haaretz), tal como fue dicho: “Y desterraréis a los habitantes de la tierra y os asentaréis en ella; ya que a vosotros os he dado la tierra, para poseerla. Y heredaréis el país…”. Dijeron nuestros sabios que este precepto equivale a la sumatoria de todos los mandatos de la Torá (Sifrei Ree 53). Este precepto, se antepone al deber de cada individuo de salvaguardar su propia vida, ya que se nos ordenó conquistar el país, y la Torá no tuvo la intención de que nos basemos en los milagros, y dado que en toda guerra hay caídos, resulta que el precepto de la conquista de la tierra de Israel nos obliga a poner en peligro la vida en aras de su cumplimiento (Minjat Jinuj 425 y 604, Mishpat Cohen pág. 327). Entonces, cuánto más aun debemos luchar para defender aquellos territorios que ya se encuentran en nuestra posesión, y cada soldado que sirve en el Ejército de Defensa de Israel es partícipe de la observancia de esta gran mitzvá

El precepto de habitar y poblar la tierra de Israel recae sobre todas las generaciones, y tal como lo escribieran tanto el Rambán como otras numerosas autoridades halájicas, durante los días del largo exilio no nos ocupamos de cumplir este precepto en virtud que nos veíamos imposibilitados de actuar tanto política como militarmente. Si bien hay quienes piensan que según el Rambám desde la destrucción del Segundo Templo el precepto de conquistar el país no está vigente, de todas maneras, todos coinciden en que según él es preceptivo residir en la tierra de Israel. Así, una vez que los judíos residen en la tierra de Israel, si llegan enemigos a conquistar los territorios que están en  nuestro poder, el precepto de habitar y poblar el país nos obliga a luchar para preservarlos, ya que está prohibido transferir parcelas de la tierra de Israel a gentiles (Dvar Yehoshúa II  Oraj Jaím 48, Melumadei Miljámá I, Pninei Halajá Ha’am Vehaaretz 4:2).

La colisión entre el estudio de la Torá y el servicio militar

Con toda la enorme importancia que posee el precepto del estudio de la Torá, este no antecede al de enrolarse en el ejército. Esto es así no solamente en virtud de la regla conocida de que un precepto que no puede ser cumplido por otros antecede al del estudio de la Torá (Tratado de Mo’ed Katán 9(A)), ya que este principio se aplica también sobre preceptos individuales, como el deber de rezar, construir una sucá, otorgar un préstamo y recibir a un huésped. El precepto de enrolarse al ejército es mucho más importante, ya que de él depende toda la existencia judía. 

Asimismo, vemos que los alumnos de Yehoshúa bin Nun y del rey David solían ir a la guerra y no temían interrumpir su estudio de la Torá. Más aun, el libro de Bamidbar, Números, es también denominado ‘el libro de los censos’, jumash hapekudím, ya que en este fueron contados dos veces los hombres en edad de servicio militar que se disponían a conquistar la tierra de Israel. 

Y además, lo que dijeron nuestros rabinos (Tratado de Baba Batra 8(A)) en cuanto a que los sabios no precisan montar guardia, se refiere a su exención de la realización de guardias destinadas a evitar robos. Pero cuando se trata de defender a Israel, es preceptivo hacerlo para poder salvarlo, tal como fue dicho: “No serás indiferente a la sangre de tu prójimo” (Vaikrá-Levítico 19:16), y en un caso que implica riesgo de vida, ‘pikuaj nefesh’, el precepto recae en primer lugar sobre las personalidades más prominentes de la comunidad (Mishná Berurá 328:34). 

La importancia del estudio de Torá de los alumnos de las yeshivot

A pesar de todo lo antedicho, el precepto de estudiar Torá equivale en importancia a la sumatoria de todos los preceptos, y no hay mandamiento que este a los efectos de preservar la existencia judía en el largo plazo. Por ello, juntamente con el precepto de servir en el ejército, es imperativo incorporar a la rutina de vida de cada judío un número de años en los cuales este pueda dedicarse por completo, en la medida de sus posibilidades y capacidades, al estudio de la Torá. Sobre esto dijeron nuestros sabios: “El estudio de la Torá es más grande que salvar vidas” (Tratado de Meguilá 16(B)), ya que la salvaguarda de la vida se refiere a algo actual vinculado al cuerpo físico, mientras que el estudio de la Torá vivifica el alma y el cuerpo de la nación judía en el largo plazo. Por ello, si bien en la práctica cada vez que resulta necesario salvar una vida la acción de salvataje antecede al estudio de la Torá, es necesario esmerarse por conferirle a este último precepto un tiempo de calidad.

El precepto de enrolarse al ejercito y el de formar estudiosos de la Torá

En la práctica, el precepto del enrolamiento recae sobre todo el pueblo judío, y ello incluye también a quien desea estudiar Torá en la yeshivá. Sin embargo, cuando no resulta imperativo enlistar a todos los muchachos sin excepción, tal como ocurriera durante la guerra de la independencia, es preceptivo posponer el enrolamiento de aquellos que están interesados y son aptos para ocupar posiciones rabínicas, a los efectos de que puedan dedicarse a estudiar Torá intensamente y de manera destacada, para que una vez que sean rabinos puedan contribuir con su Torá al fortalecimiento de la conciencia judía, a la seguridad de Israel y al poblamiento del país, tal como es común en el marco de la “reserva militar” (atudá tzvaít), programa en cuyo marco los soldados más aptos para ello, como parte de su servicio, estudian una carrera que luego resultará de provecho para el aparato militar.

Si bien hay grandes estudiosos de la Torá que han combinado el servicio militar con sus primeros años de estudio en la yeshivá, de todas maneras, muchos de los que son aptos para ocupar en un futuro posiciones rabínicas, podrán brindarle más al pueblo judío con sus conocimientos religiosos si posponen su enrolamiento mientras continúan desarrollando su estudio en la yeshivá. 

Con la condición de que valoren el precepto de servir en el ejército

Es importante destacar, que el aporte de los que estudian Torá puede ser efectivo en la medida en que profesen un gran respeto por el precepto que observan los soldados que están a la salvaguarda de nuestro pueblo y nuestra tierra, ya que solamente un estudio que se realiza desde esta actitud puede contribuir a la moral y a la fortaleza de la generalidad del pueblo de Israel. Por otra parte, un estudio de Torá que niega la santidad del precepto de enrolarse y la de los propios soldados es tan absurdo como el de quien no cree en la importancia del Shabat.

Acuerdo y crítica respecto de la postura jaredí

A la luz de lo antedicho, no tenemos una discusión de principios con el público jaredí respecto de la necesidad de posponer el reclutamiento de los estudiantes aplicados de las yeshivot que se perfilan para ser rabinos y educadores en un futuro. En el caso de los futuros maestros, la exención resultaría apropiada durante algunos años, mientras que en el de los futuros rabinos, corresponde que esta se prolongue por un lapso mayor.

Nuestra crítica hacia el público jaredí se centra en dos áreas: la primera, que los alumnos de las yeshivot deben estudiar Torá como es debido, lo cual incluye el deber de respetar el precepto de alistarse al ejército. La segunda, que es necesario que solamente un pequeño porcentaje del público posponga su servicio para crecer en sus estudios de Torá, a modo de “reserva”, al tiempo que el resto de los alumnos, aunque estudie aplicadamente, debe cumplir con el precepto de enrolarse en el ejército.

El temor y la solución

Si bien cabe comprender el temor de los jaredim en cuanto a que el servicio militar provoque en los reclutas un deterioro espiritual tal que los lleve a abandonar la práctica religiosa, sin embargo, la solución no puede ser dejar sin efecto la observancia del precepto sino esforzarse por elaborar un marco de enrolamiento y servicio que no ponga en riesgo el futuro espiritual de los uniformados. Así como no se le permite a un judío profanar el Shabat para llegar a la sinagoga, aunque se tema que de no acudir a ella podría llegar a abandonar la fe, de igual manera no se debe permitir desertar del precepto del servicio militar en virtud del mismo temor. Ya hoy los alumnos de las yeshivot hesder disfrutan de condiciones de servicio razonables adaptadas al estilo de vida del público observante. 

Suposición disparatada

El argumento de quienes se oponen al reclutamiento de los alumnos de las yeshivot se basa en la suposición errónea de que la mitad de los jóvenes sionistas religiosos abandona con el tiempo, la observancia al tiempo que en el seno del público jaredí casi que no hay deserción de las filas. Esta suposición carece de todo fundamento, al grado que resulta difícil creer que haya rabinos que la repitan una y otra vez.

El problema radica en que es realmente difícil poder manejar datos fidedignos, pues resulta difícil establecer quién era inicialmente religioso y quién efectivamente se tornó una persona secular, y además, tanto el público jaredí como el sionista religioso están compuestos de varios subgrupos. Después de todo, no hay gran diferencia en el porcentaje de deserción, y esto es así después de que el público jaredí aceptó renunciar al cumplimiento de un paquete entero de preceptos fundamentales a los efectos de mantener a sus hijos en el marco en el que se criaron. Por su parte, en el seno del público sionista religioso hay padres cuya identidad observante es sumamente débil. En virtud de ello, el éxito de la educación sionista religiosa es fenomenal. 

Respeto por los estudiosos de la Torá

En los días del conteo del Omer debemos reforzarnos en el respeto mutuo que nos prodigamos unos a otros, especialmente entre los estudiosos de la Torá. No obstante, ello no implica un llamado a pasar por alto palabras de la Torá o aceptar ideas erróneas, sino simplemente a respetar. Esto es, aunque pensemos que estudiosos de la Torá adolecen de grandes falencias en la comprensión de los fundamentos de su contenido, debemos continuar respetándolos por su entrega y abnegación al estudio, y por todas sus buenas cualidades, e intentar aprender de ellos en todo lo que se pueda.           

   

 

 

    

          

       

    

          

 

 

         

 

   

 

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