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El precepto en el cual está permitido poner a prueba a HaShem

REÉ 2022

El precepto en el cual está permitido poner a prueba a HaShem

Donar una décima parte de las ganancias es la clave para enriquecerse.

Quien separó la décima parte de sus ganancias y no logró enriquecerse con certeza que no lo hizo adecuadamente ni según la Halajá.

El dinero del diezmo debe ser destinado a instituciones o metas que sean un fiel reflejo de los valores del donante.

Separar el diezmo enseña a las personas a manejarse adecuadamente con su dinero y por ende ello redunda en que su actividad se vea bendecida.

Por medio de la separación del diezmo el individuo aprende que no es correcto derrochar todas sus ganancias en gastos corrientes o en productos suntuarios y que antes que nada debe donar una décima parte de ellas a una meta consagrada. Luego, habrá de aprender a administrar el noventa por ciento restantes de un modo más inteligente. Por ejemplo, una persona acostumbrada a separar una décima parte de sus ganancias desde joven no adquirirá un apartamento caro que hipoteque los mejores años de su vida para pagar préstamos abultados contraídos con ese propósito.

“Diezmar diezmarás”, o sea, diezmarás para que te enriquezcas

En la porción semanal de lectura, parashat Reé podemos aprender sobre el precepto de la separación de la décima parte de los ingresos percibidos, según el cual es nuestro deber apartar un diezmo de las ganancias en aras de mantener a los estudiosos de la Torá con el cometido de asegurarnos que surjan nuevos rabinos y educadores, así como también con la finalidad de generar fondos de caridad para apoyar a las personas necesitadas que no pueden mantenerse por sí solas o a través de sus familias, tal como fue dicho: “Diezmar diezmarás” (Devarim-Deuteronomio 14:22). La recompensa por el cumplimiento de este precepto es la riqueza, tal como lo aprendieron nuestros sabios: ‘“Diezmar diezmarás”, o sea, diezmarás para que te enriquezcas’ (Tratado de Ta’anit 9(A)). Este enriquecimiento es la continuación del precepto, ya que de cada ganancia extra que se obtenga, se dará también un diezmo. Además, esta práctica implica la santificación del Nombre Divino (Kidush HaShem) por cuanto que el judío, por medio de la observancia de la Torá, se vuelve una persona próspera y es bendecido pública y abiertamente.

Lamentablemente, hay estudiosos de la Torá que no entienden este principio fundamental y guían a sus discípulos en el desprecio por el trabajo y la obtención del sustento, y a consecuencia de ello encuentran todo tipo de recursos y excusas para eximirlos de la separación del diezmo, o, en su defecto, calcular todo tipo de gastos en la educación de los hijos como deducibles del diezmo a separar. Es así como en la práctica, nos encontramos con personas temerosas del Cielo que no tienen el mérito de separar el diezmo y viven sumamente ajustados en lo económico, todo lo cual implica una profanación del Nombre Divino, ya que en la Torá está escrito que quienes observen los preceptos serán bendecidos, y aparentemente su realidad estaría indicando lo contrario.

¿Por qué en este precepto está permitido poner a prueba a HaShem?

Dijeron nuestros sabios en el Tratado de Ta’anit (9(A)) que está permitido poner a prueba a D´s en esta cuestión, esto es, que una persona separe sistemáticamente una décima parte de todas sus ganancias y vea con sus propios ojos cómo se enriquece. Y si bien existe una prohibición de poner a D’s a prueba, tal como fue dicho: “No podréis a prueba a HaShem vuestro D’s” (Devarim – Deuteronomio 6:16), este es el único de los preceptos en el cual está permitido hacerlo, tal como fue dicho:

“Traed todos los diezmos que separéis al depósito para que haya alimento en Mi casa, y ponedme en esto a prueba, así ha dicho el Señor de las Huestes Celestiales, si no he de abrir los conductos del cielo para vosotros calmándoos de bendición hasta que digáis ¡basta!” (Malají – Malaquías 3:10, ver en Pninei Halajá Likutim II 6:8).

La pregunta que surge es: ¿por qué en esta área del quehacer está permitido poner a prueba a D’s? ¿Por qué ello no implica menoscabar la integridad de la fe?

Cosas en las que está prohibido poner a prueba a D’s

Respuesta: Esta prohibido poner a prueba a D’s en cuestiones que suceden de manera milagrosa, por ejemplo, cuando hay un enfermo grave en peligro de vida, está prohibido rezar y dar tzedaká para su cura y poner a D’s a prueba a ver si se mejora o no. En un caso así debemos asumir que no podemos comprender el abanico de consideraciones Divinas que participan de Su decisión final y debemos reforzarnos en nuestra fe y creer que todo Su accionar es en aras de un mundo mejor, con bien y bendición.

La regla fundamental que rige la administración Divina del mundo es que en aras del crecimiento humano es preciso que el hombre disponga de libre albedrío y por ende no resulta lógico que las personas justas disfruten de todo lo bueno y las malvadas sufran. Si todo aquel que profanase Shabat muriese de inmediato nadie osaría no observarlo. Si todo aquel que rezase su oración fuese respondida de inmediato no habría quien no lo hiciese.

A los efectos de que el ser humano desarrolle sus virtudes y escoja el bien, es preciso que posea la capacidad de escoger entre el bien y el mal, y para ello, es indispensable que el mundo se conduzca de acuerdo con las leyes naturales y no a través de milagros. Es así como encontramos personas justas que padecen de enfermedades y sufrimientos, al tiempo que hay malvados, que aparentemente disfrutan de todos los deleites que puede brindar este mundo.

La recompensa y el castigo en la Torá

Sin embargo, cuando la bendición Divina llega al mundo de acuerdo con las leyes naturales y la lógica, se puede poner a prueba a D’s.

En Su Torá, HaShem nos enseña que creó el mundo conforme a leyes y al imperio de la lógica, y que cuando el pueblo de Israel se conduce por el camino de la Torá y los preceptos, la bendición llegará a ellos de modo natural, por lo que se verán beneficiados en lo económico, superarán a sus enemigos y residirán tranquila y seguramente en su tierra. Y en caso de que no observasen la Torá ni cumpliesen sus preceptos recaerá sobre ellos la maldición, tal como se detalla en las porciones de lectura de Bejukotai (Vaikrá – Levítico 26) y Ki Tavó (Devarim – Deuteronomio 26), en la segunda porción del Shemá Israel (ídem 11) y en numerosos otros pasajes. Empero, esta promesa fue dada a la generalidad del pueblo de Israel, de modo tal que si colectivamente este habrá de optar por la senda del bien, la totalidad de la nación se hará meritoria de recibir la bendición y en caso de elegir ir por el mal camino, la generalidad de Israel se verá afectada.

Esta bendición se concatena y desciende al mundo a través de las leyes naturales y de la lógica. Por ejemplo, si el pueblo de Israel habrá de conducirse en concomitancia con las leyes de la Torá con honestidad y laboriosidad tanto en su labor profesional como en sus transacciones comerciales, naturalmente su situación económica mejorará. Y en caso de que los hijos de Israel procedan correctamente en las cuestiones relativas a las relaciones conyugales, al respeto a los padres y en la educación de los más pequeños, alcanzarán la alegría del hogar y su bendición y tendrán el privilegio de poder educar a los niños en los valores de la Torá y el trabajo. En caso de que estudien Torá y cuiden el Shabat, podrán profundizar en la comprensión de sus vidas, de su quehacer, de sus familias, del valor de las relaciones interpersonales, y de esa manera el bien común y general se incrementará (de todo esto hablo en mi libro ‘La Tradición Judía’ 19:17).

Sin embargo, tal como se dijo, el destino del individuo depende de su misión de vida, y mientras el mundo no haya alcanzado aun su completa reparación habrá personas justas que sufrirán y otras malvadas que disfrutarán de este mundo (ver Pninei Halajá Yamim Noraím 1:6-7).

La singularidad del diezmo de las ganancias

La particularidad del diezmo de las ganancias es que se trata de una situación en la cual la bendición también le sobreviene a la persona individual de modo natural y de acuerdo con las leyes de la lógica, y por ello en esta práctica es posible poner a prueba a D’s. O sea, en el caso de la separación del diezmo, la bendición le llega al individuo en virtud de que para su trabajo invierte la totalidad de sus esfuerzos y de sus talentos y HaShem envía bendición a la obra de sus manos, tal como fue dicho: “Para que HaShem tu D’s te bendiga en toda la obra que tus manos emprendan” (Devarim – Deuteronomio 14:29).

Sin embargo, en el caso de quien es negligente en su accionar, aunque separe un diezmo de sus ganancias no logrará enriquecerse. Y la bendición es proporcional al esfuerzo invertido en la labor: quien trabaje como todas las demás personas, sin holgazanería y sin diligencia particulares, recibirá una bendición media en virtud de un esfuerzo medio. No obstante, quien trabaje con especial esmero y dedique ingentes pensamientos en la mejora de su quehacer, por medio del diezmo de sus ganancias logrará una abundante bendición.

La lógica de la bendición proveniente de separar la décima parte de las ganancias

En general, la bendición por separar la décima parte de las ganancias llega por dos conductos. El primero, al aprender a estudiar y a practicar la austeridad, posponer la satisfacción de deseos y planificar a largo plazo. El segundo, al incrementar el esfuerzo y el significado de la labor. Paso a explicar:

Muchos creen que la riqueza del ser humano depende de la cantidad de dinero que gana, de modo tal que cuantos más ingresos posea más acaudalado será. Sin embargo, si bien los ingresos de la persona son un elemento importante para tener en cuenta, el bienestar está más vinculado con su capacidad de abstenerse, postergar satisfacciones, ahorrar e invertir a largo plazo. Por medio de la separación del diezmo el individuo aprende que no es correcto gastar todas sus ganancias en gastos corrientes o en productos suntuarios y que, antes que nada, debe donar una décima parte de ellas a una meta consagrada.

Luego, habrá de aprender a administrar el noventa por ciento restantes de un modo más inteligente. Por ejemplo, una persona acostumbrada a separar una décima parte de sus ingresos desde joven no adquirirá un apartamento caro que hipoteque los mejores de su vida para pagar préstamos abultados contraídos con ese propósito. Por medio de un proceso sutil y profundo se acostumbrará a posponer la satisfacción de deseos, a elegir opciones más inteligentes, y de esa manera logrará tomar decisiones más acertadas a la hora de adquirir un inmueble o un automóvil, y cada una de ellas tendrá una gran influencia en su bienestar económico.

El segundo conducto por el cual arriba la bendición es que una persona que separa el diezmo de sus ganancias aprende a valorar su trabajo, ya que este no solo tiene por objeto permitirle adquirir los enseres necesarios para su subsistencia y conseguir productos suntuarios u opcionales sino también le posibilita transformar al mundo en un lugar mejor. En virtud de ello, por medio de un proceso gradual, valorará más su trabajo y le profesará afecto, por lo que le resultará honorable servir a otras personas y beneficiarlas, verá en la puntualidad un deber sagrado, y tendrá el mérito de ver cómo incrementa el bien y la bendición en el mundo por medio de su quehacer diario. El factor central de su alegría y de su bendición lo constituirá su satisfacción profesional y no su capacidad de adquirir artículos de alta gama. En mérito a ello, el individuo en cuestión será exitoso en su ocupación, no despilfarrará su dinero en cuestiones superfluas y en un proceso lento y gradual alcanzará la riqueza y la felicidad.

Quienes separan parte de sus ganancias, pero no como lo indica la Halajá

Según lo que he observado hasta hoy, la enorme mayoría de quienes separan la décima parte de sus ganancias son bendecidos con riqueza. No obstante, hubo casos de personas que se dirigieron a mí y me dijeron que se esforzaban en separar el diezmo, eran cuidadosos y diligentes en su quehacer y aun así no veían bendición económica en su ocupación, que el yugo de la obtención del sustento les resultaba sumamente pesado y querían asesorarse conmigo respecto de cómo debían proceder.

En todos los casos en cuestión resultó que separaban el diezmo de manera  equivocada y no como lo establece la Halajá, aportaban el dinero a metas que no se consideran tzedaká, tales como transferir dinero a parientes a quienes no correspondía darles, al grado de que la ayuda resultaba más nociva que el problema inicial que la motivó, ya que su aprieto económico era producto de que vivían en un sitio más caro que el que debían haber elegido, no eran diligentes en su trabajo, y “gracias” a la ayuda recibida seguían absteniéndose de asumir la responsabilidad por la mejora de su situación, continuaban viviendo donde no les convenía, acumulando así abultadas deudas.

Si no hubiesen recibido “ayuda”, se habrían mudado a un sitio más barato, y gradualmente habrían aprendido a valerse por sí mismos.

Donativos a yeshivot inapropiadas

Entre quienes me consultaron, había también quienes donaban dinero a yeshivot que no eran acordes a su perspectiva de mundo. Por ejemplo, los contribuyentes tuvieron el mérito de aprender la importancia del valor sagrado de amar al pueblo de Israel y poblar el territorio patrio, pero aportaban fondos a yeshivot que hacían caso omiso de estos valores.

En otros casos, los contribuyentes tuvieron el mérito de comprender la importancia del estudio de las ciencias, aquellas que el Rambám denominó “los secretos de la obra de la Creación” (Ma’asé Bereshit) y el Gaón de Vilna dijo que por cada carencia que una persona tiene en los conocimientos científicos posee cien en el área del estudio de la Torá, pues la Torá y la sabiduría van de la mano, pero donaban dinero a yeshivot cuyos directores sostienen que está prohibido estudiar ciencias o idiomas.

¿Cómo entonces pueden pretender recibir bendición por donativos a yeshivot que no representan su camino en la vida?

Así como la Torá ordenó que cada judío entregue su diezmo y su ofrenda al cohen y al leví que lo guían en la vida y que son aquellos a quienes él sigue, de igual modo una persona debe donar dinero a yeshivot que eduquen en los valores en los que ella cree.

Dado que la bendición por la separación del diezmo sobreviene de modo natural y lógico, este debe ser donado a causas que incrementen la bendición en el mundo por medio de las leyes naturales y de la lógica. Si la persona dona dinero a yeshivot que promueven el estudio de la Torá y las ciencias, educan en la importancia de habitar la tierra de Israel y de servir en el ejército, el pueblo judío todo se verá bendecido y elevado. Y en virtud de ello, el donante orienta su corazón al cultivo de estos valores por lo que su vida se ve bendecida.

Asimismo, en caso de que un individuo done dinero para mantener a personas necesitadas por motivo de una discapacidad física o mental que les impide ganarse el sustento por sí mismas, orientará su corazón al cultivo de los valores del ahorro y la eficiencia.

Pero en caso de que done dinero a personas que estudian Torá y contrariamente a lo que esta enseña no estimulan la promoción de las ciencias ni del trabajo, no promueven los valores de poblar el país y servir en el ejército, resulta que tiene la intención de que la bendición llegue al pueblo de Israel de manera milagrosa y por ende esta no llegará. Y aunque argumente que según el Rambám cabe servir a D’s por medio del estudio de la Torá sin reconocer el valor de la ciencia, la laboriosidad, el poblamiento del país y el servicio militar, de todas maneras, la bendición del enriquecimiento no puede provenir de esta práctica.

Con la ayuda de D’s, procuraré explicar en futuros artículos por qué de todos los preceptos que traen al mundo bendición por medios naturales y lógicos, como por ejemplo la alegría del hogar y el cuidado del Shabat, cabe esperar una recompensa en este mundo, pero, por otra parte, poner a prueba a HaShem se permite únicamente en el de la separación del diezmo de las ganancias.

 

 

 

 

 

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