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Fracaso educativo a causa de la división existente entre judíos

SHOFTIM 2022

Fracaso educativo a causa de la división existente entre judíos

En su viaje por las nuevas colonias, el Rav Kuk y sus acompañantes percibieron el bajo nivel de la educación judía religiosa que se impartía en aquellas zonas.

El motivo: la terminante oposición de los fanáticos a la introducción del estudio de las ciencias al programa curricular, lo cual evitó que pudieran formarse maestros temerosos del Cielo y duchos en las demás áreas del conocimiento que fueran presupuestados por las instituciones del Barón Rothschild.

De igual manera, iniciativas de diversos benefactores destinadas a erigir colegios y hospitales en beneficio de la población judía indigente de Jerusalém, fueron desbaratadas por estos mismos fanáticos.

Incluso proyectos impulsados por rabinos importantes tales como el Rav Hildeseimer y el Rav Moholiver fueron rechazados por temor a que afectasen la “pureza” del público religioso.

Si los fanáticos hubiesen procedido correctamente, junto a los colegios bajo el formato de Talmud Torá que son los elegidos por ellos, hubiesen surgido también otras escuelas que incorporasen ciencias e idiomas en diferentes proporciones y de estas hubiesen surgido maestros capaces de atender las necesidades de la nueva comunidad judía que se estaba formando, y en la actualidad la totalidad del sistema educativo israelí se vería completamente distinto.

Al inicio del invierno del año 1913 varios rabinos emprendieron una visita a las colonias hebreas del Norte del país. Al frente de la delegación se encontraba el Rav Abraham Ytzjak HaCohen Kuk, de bendita memoria, por entonces de 49 años, Rabino de la comunidad judía de la ciudad de Yafo y de las colonias. Junto a él participaron importantes rabinos, con el Rav Zunenefeld del “Kolel de los Húngaros” de Jerusalém a la cabeza. En general, las colonias fueron establecidas por judíos de la primera aliá que eran practicantes, y cuando se llevó a cabo la visita en cuestión ya se habían establecido poblados y granjas por parte de los jóvenes pioneros que habían llegado durante la segunda aliá, y eran mayormente de tendencia socialista.

La visita tuvo por objetivo vigorizar la práctica religiosa en las colonias y por sobre todo reforzar la educación observante, de la cual depende el futuro de los asentamientos y de la totalidad de la generación siguiente en general. Esto era así ya que si bien quienes erigieron las colonias de la primera aliá eran originalmente religiosos, sus hijos ya se habían alejado del camino de la observancia.

Conclusiones de la visita: el problema radica en la educación

Nuestro maestro el Rav Kuk, en virtud de su personalidad carismática, logró encender los corazones de los judíos visitados, y gracias a ello se implementaron medidas que regularizaron el tema de la kashrut de los alimentos en las colonias. En Zijron Ya’akov insistieron en mover la tarima de la lectura de la Torá del frente de la sinagoga al medio de la misma, tal como se acostumbra en la generalidad de las casas de oración. En algunos lugares, lograron incluso reforzar la observancia pública del Shabat. Sin embargo, en el área más importante, en la de la educación, la delegación visitante fracasó. Numerosos habitantes de las colonias se quejaron de que la educación religiosa era deficiente, que los maestros no eran temerosos del Cielo, y que, si bien enseñaban Tanaj, alejaban a los niños del camino de la observancia de la Torá y el cumplimiento de los preceptos.

En un inicio, estos maestros habían sido contratados por los funcionarios que trabajaban para el Barón Rothschild, y luego, a través de la compañía IKA (Asociación de Colonización Judía). Muchos de ellos eran básicamente judíos nacionalistas y su identidad judía se encontraban en alguna parte del espectro que va de lo religioso a lo secular. Su objetivo era otorgarles a los niños conciencia nacional judía y una educación que les permita arreglárselas en este mundo. Las penurias económicas que atravesaban los agricultores judíos no les permitían contratar maestros que educasen a sus hijos en el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos en concordancia con su enfoque de vida. Nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, tuvo la esperanza de que con la ayuda del movimiento Agudat Israel que se había establecido poco antes, se pudiese conseguir el dinero necesario para mantener a docentes religiosos en las colonias agrícolas. Ese fue el motivo de su viaje al primer congreso de Agudat Israel que tuvo lugar en la ciudad de Frankfurt a fines del año 5674. Sin embargo, el estallido de la primera guerra mundial truncó todos los planes. Antes de ello, el Rav Horowitz, delegado por el comité de Amsterdam, había conseguido financiamiento temporario para contratar a seis maestros que se establecieron en seis colonias distintas. Sin embargo, poco después de ello el presupuesto se cortó, por lo que los maestros en cuestión regresaron a la ciudad de Jerusalém.

La pregunta que cabe formular es la siguiente: ¿Por qué no había maestros temerosos del Cielo en las colonias? Es sabido que el gran benefactor, el Barón de Rothschild, detentaba posturas observantes, por lo que no se comprende por qué los maestros contratados por él y por sus funcionarios no eran poseedores de una firme conciencia observante. Con seguridad que las quejas sobre los maestros habían llegado a sus oídos, ¿por qué no atendieron los reclamos y procuraron enviar a las colonias docentes temerosos del Cielo?

La respuesta es tan amarga como dolorosa. En nombre de la santidad y la piedad religiosa, los fanáticos de Jerusalém libraron a lo largo de setenta años una guerra sin cuartel contra cualquier iniciativa destinada a introducir en el currículo de estudios de las escuelas de las colonias cualquier vestigio de estudio de ciencias o idiomas, persiguiendo personalmente a todo rabino o activista comunitario que procurase hacerlo, al grado que al final de cuentas los proyectos de incorporar ciencias e idiomas en los programas educativos se materializaron tardía y débilmente. Así, de un total de unos 45.000 residentes judíos de la ciudad de Jerusalém, entre los cuales había unos diez mil egresados de yeshivot o kolelim, no se lograron encontrar diez que pudiesen competir en su nivel pedagógico y profesional con los docentes que llegaron de Francia y Alemania. Y en ese entonces, se precisaban en total solamente unos cincuenta maestros.

La postura consensuada tanto del Barón de Rothschild como de los demás benefactores de Europa Occidental, a modo de ejemplo, de los donantes de la judeo francesa «Asociación Alianza Israelita Universal» (en hebreo «Kol Israel Javerim»), era que la educación judía en las colonias debía ser tal que le permita a sus egresados ganarse un sustento decoroso, y salvarlos así de la pobreza extrema en la que estaban sumidos los judíos de Europa Oriental y de Jerusalém, miseria que ocasionaba profundas crisis en las diferentes comunidades, el abandono de la práctica religiosa y la masiva emigración hacia el continente americano. Ese era también el motivo por el cual la mayoría de los padres deseaban que sus hijos estudiasen ciencias e idiomas. En virtud de ello, los únicos que podían ejercer la docencia en las colonias eran los egresados de las universidades europeas, quienes por lo general no se destacaban por su gran apego a la religión judía.

La postura del Rav Kuk

El Rav Kuk también reconocía que esa era la situación, y ello se trasluce claramente en su misiva número 363, en la cual se refiere al problema de la educación en la ciudad de Yafo, y allí escribe que la única posibilidad existente de generar un sistema educativo judío que haga frente a la secularización es por medio del empleo de “docentes destacados provenientes de Alemania…quienes bajo la dirección de los eminentes rabinos Shimshon Rafael Hirsch y Azriel Hildeseimer lograron generar una síntesis apropiada de inserción en el mundo moderno, junto a un fuerte temor al Cielo, amor a la Torá y a los preceptos, con gran fe e integridad del corazón”. En este mismo espíritu y con similar enfoque escribió numerosas epístolas más.

Año 5602 (1842): suspensión del establecimiento de un hospital y un colegio

Ya en el año 1842, cuando vivían solamente 3.000 judíos en la ciudad de Jerusalém, el padre del reconocido benefactor Barón Benjamín de Rothschild, el Barón Ya’akov James Rothschild de Paris, accedió a donar la exorbitante suma de cien mil francos franceses destinados a la construcción de un hospital judío a condición de que junto a este se erigiese una escuela para jóvenes judíos, tanto muchachos como muchachas. Ello estaba destinado a mejorar la situación de los judíos en la ciudad de Jerusalém, quienes al enfermar debían acudir a instituciones médicas cristianas misioneras, y además, para brindarle a los muchachos judíos una oportunidad de educarse modernamente y ganarse la vida. Esta iniciativa fue furibundamente rechazada por los extremistas judíos de Jerusalém.

El responsable o encargado de la Asociación de empleados y administrativos judíos de la ciudad de Amsterdam, Rabí Tzví Hirsch Lehren, a través de quien pasaban los donativos destinados a mantener los kolelim en Jerusalém, escribió: “Mientras esté con vida no se asentará en Jerusalém médico alguno ni maestro alguno de idiomas”. Ello obedecía a dos motivos: en primer lugar, por temor a la influencia de los reformistas, ya que quien propuso erigir el primer hospital judío en Jerusalém era reformista. En segundo lugar, naturalmente un médico es una persona con instrucción académica, por lo que inevitablemente influirá negativamente en el escenario cultural comunitario.

Año 5609 (1849): Colegio Montefiori

En el año 1849 en Jerusalém ya residían unos 4.500 judíos, en su mayoría sefaradíes. Los directores de los kolelim sefaradíes, con el respaldo de las firmas de ochenta notables de la comunidad, se dirigieron a Sir Moisés Montefiori solicitándole el establecimiento de un colegio judío religioso que también enseñase idiomas, para atender a la población de niños que no lograba integrarse a los marcos educativos tradicionales del Talmud Torá y terminaban estudiando en colegios de misioneros cristianos.

Rabinos extremistas originarios de Polonia protestaron vehementemente contra esta iniciativa, pues “¿cómo es posible que jóvenes judíos aprendan las lenguas de las naciones…?”, y si bien son conscientes de que las intenciones de Montefiori son buenas, este proyecto es “un obstáculo peligroso para la Casa de Israel” y causará la cristianización y el abandono de la religión tal como ya ocurrió en Rusia. En su opinión, los rabinos sefaradíes no comprendían el enorme daño que habría de generarse a raíz de esta iniciativa, el cual “es mortal para nuestros hijos”. En la práctica, dado que los demás rabinos mantuvieron el silencio, se generó la impresión de que la de los extremistas era la postura generalizada entre los ashkenazíes, por lo que Montefiori dio un paso atrás con el proyecto y el colegio no se estableció.

Año 5616 (1856): Colegio Lemel

En el año 1856 la filántropa judía Elsa Hertz Lemel impulsó el establecimiento de un colegio para niños pobres y huérfanos de Jerusalém, en el cual además de estudios religiosos se aprendiesen idiomas y matemáticas, para que por medio de estas herramientas puedieran posteriormente ganarse la vida. El Dr. Frenkel, quien fuera nombrado para dirigir el proyecto llegó a Jerusalém con ideas acordes a las del movimiento iluminista, y si bien declaró que no era su intención afectar negativamente el nivel de observancia de los educandos y aceptó incorporar rabinos en la confección del programa de los estudios a impartirse, los extremistas de Jerusalém lo proscribieron tanto a él como al Colegio Lemel. Los sefaradíes hicieron caso omiso del boicot. A modo de represalia, los extremistas enviaron cartas acusatorias a los encargados de la recolección de los donativos para los kolelim sefaradíes en Europa. A raíz de ello, el programa fue modificado pasando a ser básicamente el de un Talmud Torá con un tenue agregado de estudios seculares, semejante a los de los demás colegios religiosos tradicionales sefaradíes. Solamente treinta años después llegaron de Alemania maestros religiosos que elevaron el nivel académico del colegio. A raíz de ello, el número de alumnos inscritos, tanto ashkenazíes como sefaradíes creció enormemente. Sin embargo, se trataba únicamente de una escuela primaria y no se podía pretender que formase maestros. En resumen, demasiado poco y demasiado tarde.

Año 5632 (1872): el Rav Hildeseimer

En el año 1872, cuando en Jerusalém ya vivían 9.000 judíos el Rabino Azriel Hildeseimer, que era una personalidad rabínica reconocida por su rectitud y las virtudes de su conducta, promovió el establecimiento de un colegio para niños huérfanos en el cual se enseñasen ciencias e idiomas. En respuesta a ello, los extremistas húngaros declararon la guerra en su contra, escribieron que el suyo era “el camino de la impureza” y que todo aquel que enviase a su hijo a ese colegio “es como si lo llevase donde un sacerdote cristiano”, ya que “el malvado Hildeseimer es el caballo y el jinete de la inclinación al mal. Todos los transgresores que se alzaron para destruir la religión judía en los últimos cien años no impulsaron un daño semejante al suyo”. Nuevamente, la mayoría de los rabinos mantuvo el silencio y el colegio no se abrió.

Años 5640-5642 (1880-1882): Rabí Yejiel Mijel Pines

En el año 1880, cuando en Jerusalém vivían ya 15.000 judíos, Rabí Yejiel Mijel Pines expresó su apoyo al orfanato que estableciera el Dr. Wilhelm Hertzberg, en el cual se impartía la enseñanza de idiomas. En respuesta a ello, varios de los allegados al círculo del Maharil Diskin lo proscribieron insultándole con su conocido repertorio de improperios. Un año y medio después, en 1882, fue proscrito nuevamente, esta vez con el expreso apoyo del mismísimo Maharil Diskin. Esto ocurrió a causa de que Rabí Yejiel Mijel Pines estableciera una Casa de Estudios para jóvenes, en la cual en la primera mitad del día se aprendía un oficio u artesanía y en la segunda se estudiaba Torá. En opinión de los detractores, ese sitio se habría de transformar en un centro de difusión de ideas iluministas y de herejía. Sin embargo, si bien la mayoría de los rabinos de Jerusalém no aceptó el boicot, tampoco se expresaron firmemente en su contra como correspondía y finalmente el proyecto educativo quedó sin efecto.

Palabras del Rav Shmuel Moholiver

En el año 5650 (1890), visitó la tierra de Israel una delegación de Jovevei Tzión, la organización de los “Amantes de Sion” encabezada por el Rabino Shmuel Moholiver que era una de las eminencias de la Torá de su época. Al concluir su visita escribió conclusiones prácticas, y una de estas era: “Existe una gran carencia en Jerusalém, y es la creencia de que está terminantemente prohibido enseñar francés o árabe a los jóvenes judíos, siendo que en nuestros días hablar la lengua del país es una necesidad acuciante… y ello provoca que no se desarrolle el comercio y fuerza a que se dependa del magro pan proveniente del reparto de los donativos, por ello, es deber de las eminencias de la Torá de Jerusalém procurar eliminar esta creencia…”.

La senda de la disputa

Si bien resulta claro que los rabinos extremistas se equivocaron, cabe entender el temor que los llevó a proceder tal como lo hicieron. Empero lo que se les puede increpar duramente es que transgredieron todas las prohibiciones de generar divisionismos y odio gratuito, persiguiendo e insultando a eminencias de la Torá y a personas justas. Si los fanáticos hubiesen procedido correctamente, junto a los colegios bajo el formato de Talmud Torá que son los elegidos por ellos, hubiesen surgido también otras escuelas que incorporasen ciencias e idiomas en diferentes proporciones y de estos hubiesen surgido maestros capaces de atender las necesidades de la nueva comunidad judía que se estaba formando, y en la actualidad la totalidad del sistema educativo israelí se vería completamente distinto.

Los judíos de Jerusalém, los miembros de la antigua comunidad podrían haber dirigido la batuta de la dirigencia judía del país y conducir al establecimiento del Estado de Israel. Sus padres, los discípulos del Gaón de Vilna, fueron los primeros en poblar el país por medio de una abnegada entrega sin igual, pero en virtud de los pecados de los fanáticos y el silencio de los demás rabinos que no alzaron su voz contra ellos, perdieron la preeminencia, pasando esta a los pioneros seculares que son quienes imprimieron el carácter y el espíritu de la comunidad judía en la tierra de Israel y posteriormente en el estado que se estableció.

Este artículo contó con la colaboración del Rabino Dr. Boaz Huterer Shlita.

 

 

 

 

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