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Shevet Leví: servidores públicos

Shevet Leví: servidores públicos

 

En oposición al argumento según el cual los miembros de la tribu de Leví estudiaban Torá y no participaban de las guerras de Israel, tanto la Torá como nuestros sabios, de bendita memoria, listan una serie de labores públicas que recaían tanto sobre los leviím como sobre los cohanim.

Los leviím ejercían funciones de vigilancia y protección ante la acción de malhechores, así como también de captura de soldados que desertaban; y en casos de necesidad, se enrolaban en las unidades combatientes más selectas y participaban de las guerras.

Su estudio de la Torá consistía mayoritariamente del ejercicio de la docencia pública para la generalidad del pueblo de Israel y no de un estudio individual.

Nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, explicó que los leviím estaban dispersos por todo el país y por ello no combatían en aras de la conquista de su territorio tribal, sino que participaban de las guerras de la generalidad del pueblo de Israel. El Rambám agregó que todo aquel que deseare conducirse como un miembro de la tribu de Leví podrá consagrarse a ello, pero esto no implicará que quede exento de su servicio militar sino todo lo contrario, se volverá una persona más dedicada al servicio de la nación y al ejército.

La función de la tribu de Leví

Pregunta: Hay quienes sostienen que los estudiantes de las yeshivot que no se enrolan al ejército se asemejan a los miembros de la tribu de Leví que solían consagrarse al estudio en sus yeshivot y kolelim y no participaban de las guerras de Israel. Según dicen ellos, así también lo escribió el Rambám. ¿Acaso lo que dicen es correcto según la Torá?

Respuesta: Lo que dicen no tiene fundamento. Por el contrario, los miembros de la tribu de Leví fueron consagrados para las labores públicas y por ello se dedicaban con abnegación. En tiempos de rutina, su función era salir al pueblo y enseñarle Torá, dictar halajá y servir como gendarmes para toda cuestión vinculada a temas legales, al orden público y a las relaciones del hombre con su prójimo y con su Creador.

En tiempos de guerra su labor era reforzar el espíritu de los combatientes, algo similar a lo que hacen en la actualidad el Rabinato del Ejército (harabanut hatzvaít) y el Batallón Educativo (jeil hajinuj), fungiendo como policía militar que enforzaba las leyes de reclutamiento a la generalidad de la población y castigaba duramente a los desertores y a quienes huían del campo de batalla.

Asimismo, protegían el Arca Sagrada que salía a la batalla junto a los combatientes, así como al comando superior que se encontraba junto a esta, como una suerte de “guardia real” (comando de elite, lo que en Israel podría compararse a Saieret Matkal). Quien se quedaba sin un puesto para ocupar, era de los primeros en salir a combatir junto al resto de los soldados, tal como corresponde que procedan servidores públicos de alto nivel.

Tras haber descrito todas sus funciones, expliquémoslas de manera más detallada.

El rol de la tribu de Leví era instruir al pueblo de Israel en los caminos de HaShem

HaShem consagró a la tribu de Leví, con los cohanim a la cabeza, para llevar a cabo la labor del Santuario y enseñar la Torá a la generalidad del pueblo de Israel. En la práctica, la labor en el Templo insumía solamente dos semanas cada año, de acuerdo con la división de las guardias (miluím) de los cohanim y los leviím, y el resto del año enseñaban Torá al pueblo de Israel. Tal como fue dicho: “Habrán de enseñar Tus leyes a Ya’akov, y Tu Torá a Israel” (Devarim-Deuteronomio 33:10). Asimismo, ejercían funciones rabínicas y judiciales, tal como fue dicho: “Cuando te resultare oculto un caso para juicio entre sangre y sangre, entre pleito y pleito, o entre herida y herida, casos de controversias en tus ciudades… te levantarás y ascenderás al lugar que habrá elegido HaShem tu D’s y te allegarás a los cohaním de la tribu de Leví o al juez que hubiere en aquellos días… inquirirás y te aclararán el veredicto del juicio” (ídem 17:8-9). Otro tanto dijo el profeta Malají sobre los miembros de la tribu de Leví: “Mi pacto había sido con él, la vida y la paz, Yo se las he otorgado, con temor me veneró y ante Mi Nombre se ha conmovido. Una Torá de la verdad estaba en su boca, e iniquidad no se hallaba en sus labios, con paz y con rectitud caminó junto a Mí, e hizo retornar a muchos de la iniquidad. Pues los labios del sacerdote custodian el conocimiento, y Torá habrán de buscar de su boca, pues es un enviado de HaShem Tzevakot” (Malají-Malaquías 2:5-7).

A los efectos de que los cohanim y los leviím pudieran cumplir con su función, la Torá estableció que no se les destine una parte del país sino que estén desplegados a lo largo y ancho del territorio y que cada tribu les adjudique ciudades en su heredad donde puedan habitar (Bemidbar-Números 35:1-8). Y así lo hicieron los hijos de Israel (Yehoshúa-Josué 21:3).

Las ofrendas (terumot) y los diezmos (ma’aserot) estaban destinados a que haya personas que enseñen Torá

La Torá ordenó a los hijos de Israel que mantuviesen a los leviím y a los cohanim con las ofrendas y los diezmos para que estos no precisasen trabajar y pudiesen dedicarse a enseñar Torá y dictar halajá. La intención no es que estudien en los salones de una yeshivá durante largos años, sino que lo hagan con la finalidad de enseñar al público. La generalidad del precepto de Talmud Torá, estudiar y enseñar la Torá, se menciona en ella como el deber de instruir a los alumnos y a los hijos (Devarim-Deuteronomio 6:7 y 11:19, Sifrei ídem, Tratado de Kidushín 31(A)).

A los leviím y a los cohanim se les llamaba “los que sostienen la Torá” (Majzikei HaTorá). Tal como ordenara el rey Jizkiahu: “Y le dijo al pueblo, a los residentes de Jerusalém, que dieran la porción a los cohanim y a los leviím para que se refuercen en la Torá de HaShem” (II Divrei Haiamim – II Crónicas 31:4). Dijeron nuestros sabios: “Todo aquel que sostiene la Torá de HaShem tiene porción, y quien no la sostiene carece de porción” (Tratado de Julín 130(B)). Según la opinión de Rabí Shim’ón y del Rosh está prohibido otorgar obsequios a los legos en cuestiones religiosas (am haaretz). Por su parte, según el Rambám está permitido hacerlo, pero a priori es preceptivo dárselos a los cohanim y a los leviím que enseñan Torá. La halajá final es conforme la opinión de la mayoría de los sabios medievales (rishonim) quienes entienden que es preceptivo entregar los obsequios destinados a los cohanim justamente a aquellos que enseñan Torá. Y solamente en caso de que no hubiere en el lugar un estudioso de la Torá se entregarán a un lego (Tosafot, Rambán, Rashbá, Rabenu Nisim, Ritbá y Meiri a Julín 130(B), Shulján Aruj Yoré Deá 61:7. Ver Pninei Halajá Kashrut 7:3:1).

Gendarmes

Los miembros de la tribu de Leví eran también los gendarmes que fiscalizaban la ejecución de la ley y mantenían el orden público en el pueblo de Israel (I Divrei Haiamim – I Crónicas 23:1-4, ídem 26:29). Otro tanto ocurría en los días del rey Yehoshafat: “Y los gendarmes leviím están ante ustedes, esfuércense en su labor y que HaShem esté con el bien” (II ídem 19:11). Lo mismo pasaba en los días del rey Yoshiahu: “Y entre los leviím hay escribas, gendarmes y guardianes que cuidan los portones” (ídem 34:13). Y en ese mismo sentido, nuestros sabios dijeron (Sifrei Devarim 15) que los leviím eran guardias que acompañaban a los jueces a la hora de castigar a los pecadores.

Dijeron también nuestros sabios: “En un principio (en los días del Primer Templo) no se escogían gendarmes salvo entre los leviím, tal como fue dicho: ‘…y los gendarmes levíím están ante ustedes’” (Tratado de Yevamot 86(B)). En tiempos del Segundo Templo, como los leviím que habían ascendido a la tierra de Israel provenientes de Babilonia eran escasos, se comenzó a reclutar gendarmes de entre todas las tribus.

Infundir ánimo al ejército y a sus combatientes

La tribu de Leví detentaba también otro rol honorable, el de infundir ánimo a los soldados de Israel. Para ello, además del sumo sacerdote que era responsable por la labor del Templo, se ungía a otro cohen con aceite y se lo denominaba “cohen ungido para la guerra”. Su función era salir junto a los combatientes e infundirles ánimo para que lucharan con bravura (Devarim-Deuteronomio 20:2-4).

Los cohanim estaban preceptuados de salir a la guerra junto a los soldados y tocar las trompetas como forma de manifestar la santidad de su misión, tal como fue dicho: “Y los hijos de Aharón, los sacerdotes, tocarán las trompetas… Y cuando os allegareis a la guerra en vuestra tierra, contra el enemigo que os hostiliza a vosotros, tocaréis las trompetas, seréis recordados ante HaShem vuestro D’s y seréis salvados de vuestros enemigos” (Bemidbar-Números 10:8-9).

Los gendarmes en la guerra

Junto al cohen ungido para la guerra que pronunciaba palabra s de aliento a las tropas que estaban por salir a combatir se encontraban también los gendarmes que definían quién iría a la guerra y quién no. En caso de tratarse de una guerra de tipo opcional eximían del enrolamiento a quienes habían plantado un viñedo, construido una casa y a los novios en su primer año de casados, así como también a quienes temían combatir. En caso de tratarse de una guerra preceptiva, esto es, si se trataba de una confrontación necesaria para salvar a la nación de las garras del enemigo, no eximían a ningún combatiente, salvo a quienes en la práctica no eran capaces de luchar. Sobre esto, dijeron nuestros sabios en la Mishná: “En caso de guerra preceptiva todos van al frente, e incluso se saca a un novio de su habitación y a una novia de su palio nupcial” (Tratado de Sotá 8:7).

Luego de iniciada la guerra, los gendarmes estaban parados valientemente en el campo de batalla para levantar a quienes caían en combate y castigar duramente a quienes escapaban. Tal como dice la Mishná: “Sostenían picos de hierro en sus manos, y todo aquel que quería escapar, el gendarme estaba en su derecho de cortarle los muslos, ya que cuando los soldados comienzan a huir, sobreviene la debacle” (ídem 8:6). O sea, si se va a permitir huir a los soldados que temen, al final todo el pueblo de Israel terminará cayendo en manos del enemigo.

Rashi escribió: Encontré en la Guemará Jerosolimitana (también citado en otros midrashim) que cuando Aharón falleció se retiraron las nubes de la gloria celestial, y vinieron los canaanitas a luchar contra Israel. Estos a su vez pensaron en regresar a Egipto y retrocedieron ocho estaciones, desde Hor Hahar hasta Moserá… y los miembros de la tribu de Leví los persiguieron para devolverlos, y mataron a siete de estas familias, y de los leviím murieron cuatro familias” (Rashi a Bemidbar 26:13).

Los que cargaban el Arca y elevaban plegarias

Los cohanim también cargaban el Arca Sagrada que salía a la guerra junto a los combatientes, para cumplir con lo que fue dicho: “Pues HaShem vuestro Dios va con ustedes a luchar” (Tratado de Sotá 42(B), Sefer Yereím 432, y otros).

Mientras los combatientes iban a la batalla, los leviím se mantenían de pie entonando cánticos y elevando plegarias en favor de los soldados de la vanguardia, tal como se dijo en los días del rey Yehoshafat: “Y los leviím descendientes de Kehat y descendientes de Koraj se pusieron de pie para alabar a HaShem el Dios de Israel con fuerte voz… y cuando comenzaron a entonar los cánticos de alabanza, HaShem entregó en emboscada a los hijos de Amón, Moab y el Monte de Seir que habían venido a luchar contra Yehudá pero fueron abatidos” (II Divrei Haiamim-II Crónicas 20:19-22). Por su parte, hay quienes dicen que el salmo que reza “HaShem te responderá en el día de tu desgracia” (Salmos 20) fue escrito para los leviím que rezaban por el éxito de los soldados durante el combate (Meiri a -Sotá 42(B)).

Los miembros de la tribu de Leví combatían en nombre de la generalidad del pueblo de Israel

Luego de que los cohanim y los leviím ocuparan sus posiciones especiales asignadas, tales como alentar a los combatientes, fungir como policía militar, entonar cánticos y rezar, muchos otros fueron además valerosos soldados. Cuando se coronó al rey David, vemos que el número de soldados de la tribu de Leví que estaba en la vanguardia “ascendía a los cuatro mil seiscientos”, y entre los cohanim a “tres mil setecientos”. De la tribu de Yehudá llegaron 6.800, de la de Shim’ón 7.100 y de la de Efraim 20.800 (I Diverei Haiamim – I Crónicas 12:25-28).

Según todo esto cabe entender las palabras del Rambám: “¿Y por qué la tribu de Leví no recibió una porción de la tierra de Israel ni compartió el botín junto a sus hermanos? Porque fue diferenciada para servir a HaShem, enseñando Sus caminos rectos y Sus sentencias justas a las multitudes… por lo tanto, fueron separados de las prácticas mundanas (no se dedican a trabajar para mantenerse sino para servir al público), no salen a la guerra al igual que el resto del pueblo de Israel, no heredan porción del país ni reciben para sí nada por medio de su fuerza corporal, conformando así el batallón de HaShem, tal como fue dicho: ‘HaShem bendiga a Su fuerza’ (Devarim-Deuteronomio 33:11), y Él, bendito sea, los retribuye, tal como fue dicho: ‘Yo soy tu porción y tu heredad’ (Bemidbar-Números 18:20)” (Hiljot Shemitá Veyovel 13:12-13).

Nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, explicó que los leviím estaban dispersos por todo el país y por ello no combatían en aras de la conquista de su propio territorio tribal, sino que participaban de las guerras de la generalidad del pueblo de Israel. “Cuando todo el pueblo de Israel va a la guerra, ellos también deben hacerlo, y la guerra de la generalidad del pueblo de Israel es también un servicio a D’s, ya que cuanto más consagrada está una persona al servicio divino, pertenece a Él más que el resto de la nación”. El Rambám agregó, que todo aquel que deseare conducirse como un miembro de la tribu de Leví podrá consagrarse a ello, pero esto no implica que quede exento de su servicio militar sino todo lo contrario, se volverá una persona más dedicada aun al servicio de la nación y al ejército.

Esto es así ya que los soldados que combaten en el ejército de Israel lo hacen por la dignidad celestial y el honor de Israel, tal como escribiera el Rambám al referirse a que la generalidad de los combatientes precisa armarse de valor: “En tiempos de desgracia, que se apoye en la Esperanza y el Redentor de Israel y sepa que va a la guerra en aras de la unicidad de HaShem, que enfrente el peligro, no tema y no se asuste” (Hiljot Melajim 7:15). Esto es, debían proceder al igual que los leviím, que no luchaban por su propia porción tribal sino por la dignidad celestial y por Su pueblo.

Resumen

La función de los leviím y los cohanim era la de servir al público, ser maestros de la Torá, jueces y gendarmes en aras de todo el pueblo de Israel. En el marco de sus funciones debían combatir valientemente contra criminales violentos, así como también perseguir a soldados desertores. Para ello, muchos de ellos precisaban estar entrenados para luchar, y por ese motivo en tiempos de guerra se enrolaban como soldados de las más selectas unidades de elite. Tal como ocurrió en los días de los jashmonaím, cuando los griegos intentaron hacer abjurar a los judíos de su fe, los cohanim y los leviím fueron llamados a combatir valientemente en defensa de la nación y el país. Fue un tribunal de los jashmonaím el que dictó que era preceptivo combatir en Shabat, devolviendo al reino de Israel a su sitial por más de doscientos años, y por ello, hasta el día de hoy celebramos la fiesta de Janucá (ver Rambán a Bemidbar-Números 8:2).

 

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