Suscríbete y recibe nuestro Newsletter

No te lo pierdas, artículo Halájico del Rab Eliezer Melamed viendo la actualidad en ojos de la Tora.

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Últimos artículos

Suscríbete y recibe nuestro Newsletter

No te lo pierdas, artículo Halájico del Rab Eliezer Melamed viendo la actualidad en ojos de la Tora.

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

METZORÁ 2024

Cuatro copas de alegría y redención

Los sabios instituyeron que se beban cuatro copas a lo largo del orden de la Hagadá para que la alegría y el regocijo festivo nos acompañen en todas las etapas de la noche del Seder.

También en días en los que el pueblo de Israel se encontraba inmerso en el exilio los judíos siguieron bebiendo cuatro copas para de esa manera expresar su fe en la redención.

La cantidad mínima de vino a ingerir en cada una de las cuatro copas es de un cuarto (reviít) de “log”.

En el caso de aquella persona a la cual incluso un poco de vino le resulte difícil tolerar podrá a priori cumplir el precepto con jugo de uva.

Al decretar que se beban cuatro copas de vino, los sabios nos enseñaron que la santidad se expande y se revela por medio del alimento material y no solamente a través de los comestibles básicos que son esenciales para la supervivencia humana. Esta expansión y esta revelación tienen lugar incluso por medio del vino que está destinado a alegrar.  

Nuestros sabios establecieron que se beban cuatro copas de vino en la noche del Seder para incrementar la alegría de la redención y como forma de expresión de la libertad. Si bien en cada día festivo es preceptivo alegrarse por medio de la ingesta de vino, nuestros sabios instituyeron que en Pesaj se beban cuatro copas de vino a lo largo del orden de la Hagadá para que la alegría y el regocijo festivo nos acompañen en todas las etapas de la noche del Seder.

También en días en los que el pueblo de Israel se encontraba inmerso en el exilio, los judíos siguieron bebiendo cuatro copas para de esa manera expresar su fe en la redención. Esto es así ya que  nuestros sabios dijeron (Talmud Jerosolimitano Pesajim 10:1) que las cuatro copas se corresponden con cuatro expresiones de redención, y también con las cuatro copas de la desgracia que el Santo Bendito Él hará beber en el futuro a los malvados de las naciones del mundo, y con los cuatro reinos que sojuzgaron a Israel y que por mérito de la fe HaShem nos salvó de ellos, y con las cuatro copas de la consolación que en un futuro el Santo Bendito Él dará de beber a Israel.

La fe, que es expresada a través de las cuatro copas de vino es aquella “que protegió a nuestros antepasados y a nosotros” para atravesar las crisis, las desgracias y las pruebas, seguir preservando la vitalidad nacional hasta que en las últimas generaciones tuvimos el mérito de que todas las palabras de la Tora y de los demás profetas sobre la reunión de los exiliados y el poblamiento de la tierra de Israel comenzaron a cumplirse por nuestro intermedio. Por lo tanto, en estos días en los cuales se presentan ante nosotros grandes desafíos debemos reforzarnos en la fe en la misión especial que le encomendó HaShem al pueblo de Israel. Sea Su voluntad que en virtud del reforzamiento de nuestra fe logremos enfrentar los desafíos y doblegar a nuestros enemigos, eliminemos la amenaza que se cierne sobre nuestro país, liberemos a nuestros secuestrados, y en virtud de ello continuemos construyendo a nuestro pueblo y a nuestro país, sigamos avanzando por el camino que conduce a la reparación del mundo y a su redención con la construcción del Sagrado Templo pronto en nuestros días.

La cantidad de vino a beber

En este contexto, nos ocuparemos de las leyes de la ingesta de las cuatro copas de vino: la cantidad a beber en cada una de estas es idéntica a la de todas las demás copas de vino preceptivas, y es cuanto menos la cuarta parte de un “log” (reviít halog) que es el volumen de un huevo y medio (Tratado de Pesajim 108(B)), o sea, unos 75 mililitros (Pninei Halajá Berajot 10 nota al pie de página 11). A priori, es preciso beber la totalidad de la copa, y quien así lo desee, podrá cumplir bebiendo la mayor parte del vino que se encuentra en esta, a condición de que el vino ingerido ascienda al volumen de “meló logmav” (una cantidad que colme la cavidad bucal y una de las mejillas), cada individuo de acuerdo con el tamaño de su boca.

En efecto, esta es la cantidad consensuada de acuerdo con el Rambám y otras autoridades halájicas. De diferentes investigaciones surge que esta cantidad resulta generosa respecto del tamaño promedio de los huevos que existían en los días de nuestros sabios, de bendita memoria. Sin embargo, algunas autoridades halájicas ashkenazíes de las últimas generaciones (Nodá Biehudá, Jazón Ish), en virtud de las dificultades de la transmisión de las tradiciones durante el exilio y las persecuciones, decidieron adoptar una actitud estricta y entendieron que el tamaño de los huevos en el tiempo de los sabios ajaronim (los últimos quinientos años) es la mitad que la que tenían en los días de los sabios del Talmud. Por lo tanto, en su opinión es preciso servir una copa de cuanto menos 150 mililitros y beber al menos la mayor parte de esta.

En la práctica, la opinión central en la Halajá es la flexible (ver Mishná Berurá 271:68, 486:1). No obstante, dado que de todas maneras resulta apropiado no conformarse con la cantidad mínima con la cual es posible cumplir con el deber, quienes cumplen con excelencia en el seno de todas las congregaciones se sirven vino de calidad en una copa bonita poseedora de unos 150 mililitros de capacidad.

¿Es preciso que el vino contenga alcohol?

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Pesajim 108(B)) que para cumplir el precepto como corresponde es preciso diluir el vino de las cuatro copas con agua, pues de no hacerse así este resultará pesado y causará embriaguez, y el precepto es beber como hombres libres, de modo tal que el vino alegre pero no embriague. Asimismo, dado que en el pasado el vino era de elaboración doméstica, era difícil de beber, y por medio de su dilución en agua resultaba más fácil de ingerir y su sabor era más agradable. Dicho esto, a posteriori, aunque no se hubiere diluido el vino con agua, se habrá cumplido igualmente con el deber.

Es importante saber que cuando nuestros sabios establecieron la ingestión de cuatro copas no se les ocurrió que las personas bebieran jugo de uva, pues en sus días no existía la posibilidad de preservarlo desde la vendimia en el otoño hasta la festividad de Pesaj en la primavera sin que fermente. La pasteurización por medio de la cual el zumo de uva no fermenta y no se transforma en vino fue inventada hace tan solo unos ciento cincuenta años. De no mediar este proceso el jugo de uva comienza a fermentar pasados los tres días de su elaboración, y transcurridos cuarenta ya se convierte en vino con alcohol. Dado que la vendimia es en el otoño, históricamente no había jugo de uva en Pesaj. Por lo tanto, el decreto instituido por nuestros sabios indicaba que todos los hijos de Israel, hombres y mujeres bebieran cuatro copas de vino verdadero.

Por ello, aquella persona a la cual el vino le causaba dolor de cabeza no tenía la opción de beber jugo de uva. Se cuenta sobre Rabí Yehudá bar Ylai que el vino le causaba tal dolor de cabeza que debía envolverla con un paño desde Pesaj hasta Shavu’ot, pero como no se enfermaba del todo, estaba obligado a cumplir con el precepto (Tratado de Nedarim 49(B), Shulján Aruj 4722:10, Mishná Berurá 35). En la actualidad que poseemos jugo de uva, personas a las cuales el vino les provoque dolor de cabeza podrán consumir el zumo sin alcohol, pero en el caso de aquellas a las que el vino no les provoque malestar, deberán ingerir cuatro copas de vino con alcohol tal como lo instituyeron nuestros sabios.

La cantidad de alcohol que bebieron

Sin embargo, tal como lo mencionamos, para cumplir el precepto con excelencia es preciso servir el vino de modo tal que sea bebido según la usanza de los hombres libres (derej jerut). Estos acostumbraban a mezclar la bebida de modo tal que tres cuartas partes de lo ingerido era agua y una cuarta parte vino. Dado que resulta que ellos no utilizaban copas diminutas de un volumen de “reviít” sino otras mayores cuya capacidad oscilaba entre los 100 y los 160 mililitros, en cada copa ingerían unos 30 hasta 40 mililitros de vino, y en las cuatro totalizaban una ingesta de entre 120 y 160 mililitros. Quienes disfrutaban más del vino, bebían de copas más grandes y por ende ingerían una cantidad mayor.

Sin embargo, algunos de los sabios medievales (rishonim) ashkenazíes (Rashbám y Tosafot) escribieron que sus vinos eran menos intensos y que su sabor resultaba agradable sin diluirlo con agua, y que por lo tanto, no era preciso hacerlo. Según esto, algunos de los sabios de la última generación escribieron que quien deseare diluir el vino con agua que tenga el recaudo de que el primero sea la parte mayoritaria en la mezcla, y de no ser así, la bebida no se podrá considerar “vino”. Según la investigación del profesor Zohar Amar efectivamente tanto en Francia como en los demás países del norte la cantidad de alcohol producida al hacer vino es la mitad que en la tierra de Israel. Esto obedece a que en nuestro país, en virtud de la intensidad de la radiación solar, las uvas contienen mucha más azúcar, la cual en el proceso de la fermentación se transforma en alcohol. Entonces, el vino natural de la tierra de Israel contiene aproximadamente un quince por ciento de alcohol al tiempo que en el norte de Francia este porcentaje es más o menos la mitad. Vemos en la actualidad que el vino contiene por lo general un trece por ciento de alcohol, y si se tiene el recaudo de que sea la parte mayoritaria del contenido de la copa, se bebe más alcohol (sin embargo, en la actualidad las personas son más altas y pesadas que en el pasado y por ende para ser influidas por la cantidad ínfima de vino que representa el reviít, precisan ingerir más alcohol).

La halajá en la práctica

Es preciso beber cuatro copas de vino de modo tal que este despierte un sentimiento de alegría, relajamiento y libertad sin por ello cansar ni embriagar. Esta norma aplica a todos los preceptos de la noche del Seder tanto para hombres como para mujeres (Shulján Aruj 472:14).

Para ello, es preciso que la persona diluya el vino con agua o con jugo de uva en una proporción que le resulte acorde. Aquella persona a la que el vino le resulte un poco difícil de tolerar, que ponga en cada una de las copas 20 mililitros de vino verdadero y complete el resto con jugo de uva y agua, de modo tal que cumpla el precepto de un modo adecuado y tal como lo instituyeron nuestros sabios. En el caso de una persona a la que le agrade más el vino, que vierta en su copa más de este, lo que le resulte apropiado para despertar en su interior una sensación de alegría, relajamiento y libertad, pero sin que le provoque cansancio o embriaguez. En el caso de aquellas personas a las que le resulta difícil consumir aunque tan solo sea un poco de vino, pueden cumplir el precepto a posteriori con jugo de uva.

El significado del recitado del kidush sobre una copa de vino

El decreto instituido por nuestros sabios de recitar el kidush sobre una copa de vino encierra un fundamento importante. Las personas tienden a pensar que la santidad se manifiesta únicamente en el mundo espiritual, en el rezo y el estudio de la Torá y en la medida que un individuo mortifique más a su cuerpo logrará un nivel superior de santidad. Mas nuestros sabios, al decretar que se bebieran cuatro copas de vino, nos enseñaron que la santidad se expande y se revela por medio del alimento material y no solamente a través de los comestibles básicos que son esenciales para la supervivencia humana. Esta expansión y esta revelación tiene lugar incluso por medio del vino, el cual está destinado a alegrar. 

¿Por qué se prohibió la ingesta de vino a los sacerdotes en el ejercicio de sus funciones en el Templo y a los rabinos a la hora de dictar halajá?

Aparentemente, tras haber aprendido sobre el valor de la alegría por medio de la ingesta de vino en el kidush y a lo largo de la noche del Seder, cabe preguntarse: ¿por qué se prohibió a los sacerdotes ejercer sus funciones en el Templo de Jerusalém y a los rabinos dictar halajá tras ha ver bebido un reviít de vino? Esto y más, los sabios dijeron incluso que Nadav y Avihú, los hijos de Aharón, fueron castigados por haber ingresado al Tabernáculo embriagados, de lo cual se desprende que se trató de un pecado grave. Por lo tanto, si bien eran hombres justos y procedían de un linaje honorable, dado que pecaron con vino -fueron castigados.

El vino debe sumarse a una vida buena y alegre, pero está prohibido que esta esté basada en su consumo, ya que, si para alegrarse en el servicio sagrado se precisa de vino, resulta que el apego a D’s no es verdadero y no tiene lugar por medio de la entrega abnegada, y por lo tanto, no habrá de perdurar en el tiempo. En semejante estado de cosas, siempre será necesario agregar más y más vino para mantener la alegría hasta que al final se termine cayendo en el alcoholismo. Sin embargo, cuando la alegría existencial se basa en la verdad y el bien contenidos en la vida, resultará posible expresarla en todos los niveles y todos los ámbitos de la vida, incluso durante las comidas preceptivas y la ingesta de vino ordenada por nuestros sabios.

El estudio de Torá con ´pureza de intención (“lishmá”)

De igual manera, el estudio de la Torá precisa estar basado en la verdad divina que contiene, y por ello, debe llevarse a cabo con temor reverencial y con temblor, y sobre la base de esta actitud, resultará posible valorar la intensidad de su vitalidad y alegrarse. Solamente después, cuando la Torá ya influye en la vida y le agrega guía y bendición, cabe sumar al vino y similares a esta alegría.

Dijeron nuestros sabios que ese fue el pecado de Nadav y Avihú (Vaikrá Rabá 20:9), que además de ingresar al servicio sagrado embriagados, durante la revelación de la Divina Presencia en la entrega de la Torá en Sinai también habían comido y bebido, pero entonces HaShem no había querido castigarlos para no estropearle al pueblo de Israel la alegría por la Torá, tal como fue dicho: “Y sobre los nobles del pueblo de Israel no alzó Su mano, entonces contemplaron a D’s, comieron y bebieron” (Shemot-Éxodo 24:11).

Cabe suponer que Nadav y Avihú en cuyo interior anidaban aspiraciones elevadas y buenas, entendieron que esta era su propia innovación en el servicio a D’s, que resultaba necesario servir a HaShem con alegría, y que para ello era necesario incluir en el servicio la ingesta de vino, a diferencia de Moshé y Aharón quienes procedían siempre con una enorme y severa seriedad (ver Vaikrá Rabá ídem). Pero tanto el apego a la Torá como al Templo debe llevarse a cabo mediante una fidelidad absoluta a lo sacro, sin que medie un instrumento exterior como la ingesta de vino. Solamente así la alegría y la bendición podrán expandirse a todos los ámbitos de la vida.             

כתבות נוספות באתר:

TAZRÍA 2024

LEYES REFERENTES A LA «MATZÁ ENRIQUECIDA» (MATZÁ ASHIRÁ) Y LOS MEDICAMENTOS PARA PESAJ El consumo de «matzá enriquecida», esto es, si se

Shevet Leví: servidores públicos

Shevet Leví: servidores públicos   En oposición al argumento según el cual los miembros de la tribu de Leví estudiaban Torá y

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *