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El valor de la unidad

ITRÓ 2784

El valor de la unidad

 

Por el mérito de haber estado unidos los hijos e Israel pudieron recibir la Torá

Está permitido realizar esculpir estatuas de animales tales como un león, un elefante o un antílope.

En Ashkenaz se acostumbraba a hacer formas de leones como forma de manifestar la soberanía de Ds.

A raíz de la sanción halájica que dictaran los grandes rabinos sefaradíes, quedó sin efecto la costumbre de colocar estatus de leones en las sinagogas de los descendientes de esa congregación.

A la hora de escoger una sinagoga es preciso tomar en cuenta numerosos parámetros. La virtud que conlleva el criterio de que muchas personas puedan asistir (lo cual implica una mayor glorificación del Nombre Divino) es solo uno de ellos.

Dado que no está prohibido esculpir estatuas de animales, en Ashkenaz, incluso hace más de novecientos años, se acostumbraba a ornamentar las sinagogas con estatuas o el bordado de animales, aves y serpientes, para expresar el cántico de los animales y las aves a HaShem, así como también para embellecerlas y magnificarlas.

En un versículo que precede a la entrega de la Torá en el Monte Sinai y expresa la preparación previa al gran evento, fue dicho: “Se habían trasladado desde Refidim, vinieron al desierto de Sinai y acamparon en el desierto. Acampó allí Israel, frente a la montaña” (Shemot-Éxodo 19:2). Dijeron nuestros sabios (Mejilta DeRashbi ídem) que en Refidim habían pecado y entablado pleitos, pero al llegar al Monte Sinai retornaron en arrepentimiento. De esto aprendemos cuán grande es el poder del retorno (teshuvá) que en el breve lapso que le llevó al pueblo de Israel efectuarlo – de inmediato este fue aceptado”. El elemento principal de su retorno en arrepentimiento consiste en que todas las veces que acamparon y todas las veces que emprendieron la marcha había entre ellos disputas, al tiempo que en el versículo mencionado leemos “acampó”, en singular, “como una sola persona con un solo corazón”, “para que se amen unos a otros y reciban así la Torá”, tal como fue dicho: “Respondieron todo el pueblo al unísono, y dijeron: Todo lo que ha hablado HaShem haremos” (ídem 19:8).

Sin embargo, el consenso en cuanto a la recepción de la Torá no era absoluto, y tal como dijeron nuestros sabios: “Con su boca dijeron ‘primero haremos y luego entenderemos’ pero su corazón estaba orientado a la adoración de astros” (Shemot Rabá 42:8). Además, dijeron: “Cuando los hijos de Israel se encontraban de pie ante el Monte Sinai quisieron engañar a D’s… tal como fue dicho (Tehilim-Salmos 78:36-38): “Pero le adulaban con sus bocas y con su lengua le mentían, pues su corazón no estaba dispuesto con Él ni se mantuvieron fieles a su pacto. Pero Él, compasivo, expiará la iniquidad” (Tosefta Baba Kama 7:3).

Entonces, ¿por el mérito de cuál virtud fue entregada la Torá, e incluso después de que pecaron con el becerro de oro su mala acción fue expiada? Gracias a que recibieron a Torá en completa unidad, y lo que a unos le faltaba otros lo completaban, los valores que estaban ausentes en la derecha los completaba la izquierda, y los valores de los que carecía la izquierda los compensaba la derecha. Dado que juntos estaban completos, pudieron recibir la Torá y comenzar el gran viaje de traer la Palabra de HaShem y Su bendición al mundo.

¿Se puede esculpir estatuas de leones?

Pregunta: ¿Se puede esculpir estatuas de leones para decorar con estas el jardín, o, tal como hiciera la municipalidad de Jerusalém que pusiera estatuas de leones en toda la ciudad?

Asimismo, ¿se puede grabar o bordar imágenes de leones en el Arca Sagrada (Aron Hakodesh) o en la cortina que la recubre (parojet)? ¿Se permite dibujar estas figuras, tal como lo están en la portada de los libros de la colección “Pninei Halajá”?

Respuesta: Si bien hay quienes dicen que está prohibido hacer estatuas de cualquier tipo de animal o ave y solo está permitido dibujarlos (Tosafot al Tratado de Yomá 54(A) y (B) en el pasaje que comienza con la palabra ‘כרובים’, Maharam de Rotenburg) basándose en el versículo que reza “No sea que dañéis y os hagáis escultura, imagen de cualquier forma… figura de cualquier animal… figura de cualquier ave alada… figura de todo lo que repta en la tierra” (Devarim-Deuteronomio 4:16-18), según la opinión de la mayoría de los sabios medievales (rishonim) ello no está prohibido. Esto obedece a que lo que la Torá prohibió es elaborar este tipo de figuras para rendirles culto idólatra. Así, a los efectos prácticos se dictaminó que se pueden esculpir estatuas de animales tales como el león, el elefante o el antílope, y bestias domésticas tales como el toro, aves tales como la paloma y el águila, así como también peces, árboles, plantas y todo cuanto hay en la naturaleza. Solamente cuando hay personas que adoran este tipo de figuras estará prohibido elaborarlas para ellas (Shulján Aruj Yoré Deá 141:6). Por lo tanto, no hay problema alguno con las estatuas de leones que la municipalidad de Jerusalém coloca a lo largo y ancho de la ciudad. No obstante, la Torá prohibió esculpir estatuas de seres humanos enteros, con todos sus órganos, así como también astros, aunque estén únicamente destinados a fines ornamentales (Shulján Aruj Yoré Deá 141:4).

En Ashkenaz, era costumbre antigua el colocar estatuas de leones y otros animales en la sinagoga

Dado que no está prohibido esculpir o elaborar estatuas de animales, en Ashkenaz se acostumbraba, incluso hace más de novecientos años, a decorar las sinagogas con estatuas o bordados de animales, aves y serpientes para representar el cántico de los animales y las aves a HaShem, así como para embellecerlas y magnificarlas. En particular, solían hacer figuras de leones para manifestar con ellas la soberanía de D’s, por cuanto que incluso el león, el rey de las bestias, rinde honor a su Creador, el Rey de los reyes, el Santo Bendito Él. Esto se asemeja a los querubines que se bordaban sobre las paredes del Tabernáculo, que por una parte tenían rostro de león (Shemot-Éxodo 26:1 y Rashi; Majané Jaím Yoré Deá 2:29). Ello encierra una alusión a las palabras de la Mishná que dicen “Sé… fuerte como el león para hacer la voluntad de tu Padre que está en el Cielo (Avot 5:20, Heijal Ytzjak Oraj Jaím 11).

Había también quienes acostumbraban a colocar estatuas de leones a ambos lados del Arca Sagrada o sobre ésta, y entre ambos la figura de las Tablas de la Ley en honor a la Torá.

Quienes argumentan en contra de esta costumbre

Por otra parte, muchos criticaron esta usanza y si bien según la mayoría de los juristas no está prohibido hacer estatuas de animales o aves, en su opinión, en lo que respecta a la sinagoga, cabe adoptar una actitud estricta en concordancia con la minoría de autoridades halájicas que lo prohíben, especialmente en lo que respecta a la figura del león que es el símbolo del signo del mes de Av (leo) y es la figura de uno de los animales que aparecen en la visión de la carroza celestial de Ezequiel, y hay una prohibición específica de hacer figuras de ángeles y entes que sirven en los cielos (ver Shulján Aruj Yoré Deá 141:4). Además, si las estatuas y los dibujos de los leones están colocados de frente a los feligreses, resulta que parece que los últimos se inclinan ante figuras. Igualmente, las estatuas y los dibujos pueden distraer a quienes rezan, haciendo que miren las figuras en vez de concentrarse en sus plegarias.

En los países musulmanes se presentaba un problema suplementario, ya que inspirados en el judaísmo, los islámicos lucharon contra la idolatría y toda forma de estatuas, y se temía que, si los judíos colocaren en sus sinagogas estatuas de animales, los musulmanes se burlarían de los judíos arguyendo que no se cuidan de no incurrir en idolatría, e incluso pudieran venir a destruir las estatuas y dañar las sinagogas so pretexto de que venían a erradicar el paganismo.

La costumbre en nuestros días

En la práctica, a raíz de los dictámenes halájicos de los grandes rabinos sefaradíes, hace ya más de cuatrocientos años que quedó sin efecto la costumbre de colocar estatuas de leones en las sinagogas de esa congregación, e incluso se abstienen de relieves y bordados con forma de león sobre la cortina que recubre al Arca Sagrada.

También en Ashkenaz se ha visto muy disminuida la costumbre de colocar estatuas de leones, no obstante, bajo las directivas de los grandes rabinos, se acostumbró a decorar el Arca Sagrada con relieves con forma de león que solo uno de sus lados es visible (perfil) y en muchas ocasiones se colocó entre los dos relieves la figura de los Diez Mandamientos. Asimismo, se acostumbró a decorar la cortina que recubre el Arca Sagrada con un bordado con forma de leones, y explicaron que cuando la figura del león es de perfil, entonces también los pocos sabios medievales que eran estrictos con las estatuas están de acuerdo que ello no está prohibido. Asimismo, no hay temor alguno de que quienes los contemplen piensen que el público adora las figuras en cuestión pues no hay nadie que suele prosternarse ante representaciones de leones. Tampoco se teme que estas figuras distraigan a quienes rezan por cuanto que fueron colocados para el honor del Cielo y el público está acostumbrado a verlas.

¿Son preferibles los minianim multitudinarios?

Pregunta: Estimado rabino, valoramos mucho la gran difusión de la Torá que lleva adelante y nos entusiasmamos de esta y de las innovaciones refrescantes que semana a semana nos esperan en la columna de “Revivim”. Aun así, nos entristeció leer en el semanario Besheva de la semana de la parashá de Bo sobre su recomendación de preferir sinagogas con muchos asistentes -porque “la presencia multitudinaria del pueblo honra al rey” (berov am hadrat melej)- por sobre aquellas que cuentan con pocos feligreses.

Ante esto, cabe argumentar varias cuestiones: 1) Hay muchos judíos en nuestro país que avanzan hacia edades avanzadas, a D’s gracias, a quienes les resulta difícil esforzar sus piernas para asistir a una sinagoga que le resulte distante. Y puede ser que el precepto de “honrar el semblante del anciano” (vehadarta pnei zakén) no sea menos importante que el de que “la presencia multitudinaria del pueblo honra al rey”. 2) Puede ser incluso de que la profusión de sinagogas reporte en un incremento de la honra para el Rey y les permite a más personas participar del rezo. 3) Si bien en las grandes sinagogas existe la dimensión de “presencia multitudinaria” especialmente cuando la congregación canta… pero lo principal del rezo es el presentarse personalmente ante HaShem, y justamente cuando el publico es numeroso se produce barullo por conversaciones y juegos infantiles. En esto, la sinagoga pequeña aventaja a la grande, ya que permite rezar en silencio y con máxima concentración.

Nosotros, y muchos otros en nuestra situación, realizamos ingentes esfuerzos para que se nos sumen grupos de personas jóvenes que quieran venir a rezar para que podamos continuar orando en nuestro “pequeño Santuario” y tememos que la halajá que otorga preferencia a las sinagogas multitudinarias afecte negativamente a nuestros esfuerzos en pos de mantener minián en la sinagoga.

Nos dará mucho gusto si el rabino pudiera numerar también las ventajas que encierra la plegaria en las sinagogas antiguas, honrando a sus feligreses y continuando con su tradición en lo que a rezo respecta.

Es preciso sopesar todas las virtudes conjuntamente

Respuesta: A la hora de escoger una sinagoga es preciso tomar en consideración una generalidad de parámetros, y la ventaja de la “presencia multitudinaria” es solo uno de ellos. He de resumir brevemente los criterios centrales para tener en cuenta a la hora de escoger una sinagoga (ver Pninei Halajá Tefilá 3:4):

1) Aquella sinagoga en la cual la persona pueda concentrarse mejor en su rezo – es preferible.  2) Un sitio en el cual se estudie Torá es preferible a uno en el cual solamente se reza. 3) Lo más importante en este aspecto, es que se lleven a cabo clases de Torá que son acordes al feligrés. 4) Un sitio en el cual se reza según la tradición de los padres – es preferible. 5) Un sitio en el cual se honra más el rezo manteniendo el silencio y evitando las charlas – es preferible. 6) Un lugar al cual asisten más personas a rezar – es preferible.

Todo ello aplica cuando es posible escoger, pero si hay en el lugar solo una sinagoga, o una persona mayor a la cual le cuesta caminar hasta un templo distante, que vaya a donde puede, ya que lo más importante es rezar con minián.

Agregar clases de Torá junto a los rezos

En lo que respecta a la pregunta de cómo mantener abierta una sinagoga cuyo número de asistentes mengua, cabe quizás proponer que se fijen allí clases antes y después del rezo. Y es bueno que el estudio sea pegado al rezo y también acorde tanto en contenidos como en estilo para las personas jóvenes y a las mujeres que se sientan en la sección contigua. En virtud de ello, más personas asistirán a la sinagoga y el minián se verá reforzado tanto en el número como en la calidad de los asistentes. Resulta conveniente también llevar a cabo un Kidush posterior al rezo de Musaf y servir a los asistentes y a quienes estudian un refrigerio, así como también una Se’udá Shelishit liviana, y de esa manera, combinar el estudio con el deleite sabático por medio de la ingesta de bocadillos sabrosos.

De todas maneras, por medio del agregado de clases de Torá podrán agregar el precepto del estudio de la Torá que equivale en importancia a la sumatoria de todos los mandamientos, pues para el público general que suele trabajar largas jornadas durante la semana, puede efectivizarse y observarse principalmente en Shabat. Y tal como dijeran nuestros sabios: “No fueron dados los shabatot ni las festividades sino para que en ellos nos dediquemos a estudiar la Torá” (Talmud Jerosolimitano Tratado de Shabat 15:3). Dijeron además nuestros sabios (Taná Debei Eliahu Rabá1): “Así les dijo el Santo Bendito Él: Hijos míos, ¿acaso no es así como escribí en Mi Torá, “No se apartará de tu boca este libro de la Torá y lo estudiarás día y noche”? (Yehoshúa-Josué 1:8), a pesar de que ustedes realizan labores durante los seis días, el Shabat se hará todo Torá”.

A los efectos de que el estudia sea adecuado y útil para el público en general, corresponde que sea contiguo a los rezos y verse fundamentalmente en cuestiones de Halajá, fe y ética. Más allá de ello, es posible agregar alguna clase de análisis talmúdico o de estudio de otro tipo de libro.

 

 

 

 

 

 

 

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