Volver a nuestras raíces, y desde estas crecer

MISHPATIM 5784

Volver a nuestras raíces, y desde estas crecer

 

Tras el duro ataque de Hamás contra Israel en Simjat Torá (7/10/23), quedó en mayor evidencia el gran daño que nuestro sistema judicial, que hace caso omiso de los desafíos singulares que enfrenta el Estado judío, le provocó al país.

El sistema judicial estableció reglas limitantes para el tratamiento de los terroristas que “se manifestaban” junto al cerco divisorio entre Israel y la Franja de Gaza, además de generarle obstáculos al aparato de seguridad al prohibir tanto el apremio físico moderado en “investigaciones indispensables” como el “procedimiento del vecino”[1] en las operaciones de detención.

El perjuicio al carácter judío del Estado de Israel y el menoscabo del valor del asentamiento judío en el país tienen también su parte de responsabilidad en la terrible crisis en la que hoy nos encontramos.

Solamente un retorno a nuestro valores judíos y nacionales podrá devolvernos a la senda del crecimiento.

En la práctica, el sistema judicial a duras penas respaldó las anémicas instrucciones de apertura de fuego del ejército, y en virtud de ello nuestro aparato militar se auto impuso mayores limitaciones, todo lo cual derivó en un deterioro suplementario en nuestra capacidad de disuasión y de defensa. Así, llegamos a una situación en la cual nuestros soldados dudaban si abrir o no fuego, e incluso se abstenían de hacerlo contra los terroristas y sus colaboradores que invadieron Israel, porque pensaban que las instrucciones de apertura de fuego se los impedían.

 

En la porción de lectura de esta semana la Torá nos ordena instaurar un sistema judicial israelita, tal como fue dicho: “Estas son las leyes que pondrás ante ellos” (Shemot-Éxodo 21:1), de lo cual nuestros sabios aprendieron: “Que pondrás ante ellos y no ante gentiles” (Tratado de Guitín 88(B)). Por supuesto que los representantes nacionales pueden legislar leyes y establecer reglamentos, con la condición de que estos se comprometan a mantener en pie los principios de la Torá, pero cuando el sistema judicial israelí se nutre de enfoques y de valores extraños, los tribunales entran en la categoría de “instancias judiciales gentiles”.

Aunque los juristas sostengan que en la actualidad el sistema judicial de la Torá carece de respuestas y de herramientas adecuadas para lidiar con los temas económicos contemporáneos y las complejidades propias de una sociedad moderna, cuanto menos, resulta necesario que el aparato de justicia del Estado actúe inspirado en los valores judíos, según un principio en ese sentido expresado en la Declaratoria de Independencia y que recibiera validez legal en la Ley de los Fundamentos del Derecho de 1980. Sin embargo, en la práctica, el sistema judicial dio las espaldas a la tradición judía y en su lugar adoptó valores de culturas foráneas, que, con todas sus virtudes, no ofrecen respuestas a las necesidades de nuestra visión y misión nacional. Tras el duro ataque perpetrado por el grupo terrorista Hamás contra Israel en Simjat Torá (7/10/23) quedó en evidencia la envergadura del daño que infligió el sistema judicial israelí, que se guía por principios jurídicos ajenos y hace caso omiso del especial desafío que enfrenta el Estado de Israel en su lucha de defensa contra sus enemigos. Hagamos un nuevo y breve repaso de los daños que el sistema judicial israelí le ha infligido a nuestra seguridad nacional a lo largo de los años.

Socavamiento de la seguridad nacional

Cuando las organizaciones de izquierda apelaron a la corte en contra de las instrucciones de apertura de fuego contra los “manifestantes” gazatíes que se acercaban a la cerca divisoria, el sistema judicial respaldó al aparato de seguridad, pero agregó observaciones de tal magnitud que en la práctica esposaron las manos de los soldados israelíes y le permitieron a los “manifestantes” llevar a cabo todos los preparativos necesarios para el ataque. Sin embargo, el principal peso de la responsabilidad por lo ocurrido recae sobre el aparato de seguridad. Si tan solo entendieran al enemigo y al entorno en general habrían comprendido que resulta indispensable proveer a los soldados de órdenes de apertura de fuego que les permitan detener a todo sospechoso que se acerque a la cerca. En la práctica, el sistema judicial a duras penas respaldó a las anémicas instrucciones de apertura de fuego, y en virtud de ello, el Ejército de Defensa de Israel se autolimitó más y más causando un deterioro suplementario y significativo en su capacidad de disuasión y de provisión de defensa efectiva. Así es como llegamos a una situación en la cual los soldados dudaron, y hasta se abstuvieron de disparar contra los terroristas y sus colaboradores que invadieron Israel porque pensaban que las instrucciones de apertura de fuego se los impedía.

Recordemos otros ejemplos de los obstáculos que le puso el sistema judicial al aparato de seguridad: 1) La Suprema Corte prohibió “sacudir” a los investigados por el servicio de seguridad interna (Shabak, por sus siglas en hebreo) incluso en los casos en los que se investigaba a una persona que detentaba información sobre atentados que estaban ya en curso y a punto de ocurrir. 2) Dejó sin efecto el “procedimiento del vecino” (abajo explicado), metodología que llevó a salvar la vida de muchos de nuestros combatientes. 3) Estableció limitaciones graves a la posibilidad de disparar a terroristas que se encuentran en un entorno civil a punto de perpetrar un atentado. 4) Derogó la ley promulgada por el parlamento que autorizaba a detener “terroristas especialmente peligrosos” durante dos semanas sin que tengan la posibilidad de ver a un juez, a pesar de la imperiosa necesidad de extraer de éstos información. 5) Contrariando la postura del ejército, en numerosos sitios ordenó demoler el muro de separación, o mover cercas de asentamientos judíos, así como también abrir el tránsito en carreteras y retirar retenes militares, a sabiendas de que ello podía atentar contra la seguridad de la población israelí.

A veces, el mero hecho de que la Suprema Corte comienza a sesionar sobre determinadas apelaciones hace que el aparato gubernamental deje sin efecto sus planes operativos. Por ejemplo: la Suprema Corte sesionó respecto de una apelación presentada por la izquierda en contra de la reducción en el suministro de combustible, electricidad y enseres diversos a la Franja de Gaza. El juez Mazuz ordenó al gobierno anular sus planes, y así, perdimos uno de los instrumentos más efectivos en nuestra lucha contra el enemigo gazatí.

Justamente cuando era necesario que asumieran su rol de defensores de la ley y del derecho y se opusieran a la liberación de más de mil terroristas a cambio del rescate de Guilad Shalit, se abstuvieron de actuar y aceptaron renunciar a más de mil sentencias judiciales que habían condenado a estos criminales a distintos períodos de prisión a raíz de asesinatos y actos de sabotaje contra el Estado de Israel.

Basta con este breve repaso para entender el rol fundamental que ocupó el sistema judicial israelí en el fiasco de seguridad que se produjo el reciente 7 de octubre. Muy a nuestro pesar, no oímos a ningún juez manifestar algún tipo de reflexión o predisposición a rever sus actitudes ni a asumir su parte de responsabilidad en los hechos.

El socavamiento del carácter judío del Estado de Israel

El socavamiento del carácter judío del Estado de Israel tuvo también una parte fundamental en la crisis terrible en la que hoy nos encontramos, ya que las decisiones judiciales que pasaron por alto la identidad judía del país atentaron contra su capacidad de reclutar a la totalidad de sus fuerzas para la lucha en contra de nuestros enemigos exteriores e interiores.

Recordemos aquí algunas decisiones del sistema judicial en estas cuestiones: 1) El socavamiento del estatus de la lengua hebrea como idioma oficial del país mediante el otorgamiento de un estatus equivalente a la lengua árabe. 2) La abstención de proscribir a partidos y a candidatos al parlamento que no aceptaran el carácter judío del país, contrariando así la postura del Comité Nacional Electoral. 3) El asesor letrado del gobierno impidió que Estado se negase a la reunificación de familias árabes bajo el pretexto de preservar la mayoría judía en el país, y solo lo autorizó en caso de que ello implicara un claro peligro a la seguridad pública, e incluso entonces, la Suprema Corte lo aprobó por una ínfima mayoría y solo como recurso temporario. 4) Cuando los parlamentarios se dieron cuenta de la situación judicial problemática en la que se encontraba el país y promulgaron la “Ley de la Nación” (jok haleom), los tribunales la vaciaron de contenido y así hicieron su ingreso en la arena política, provocando una durísima disputa en lo referente al intento de reforma judicial que tuviera lugar durante el pasado año.

Atentado al valor del asentamiento de judíos en la tierra de Israel

Hace ya ciento cincuenta años que se libra una lucha nacional entre judíos y árabes por la tierra de Israel. A los efectos de redimirla y poblarla, en un inicio se estableció el Fondo Nacional Judío (Keren Kayemet LeIsrael), y luego, tuvimos el mérito de poder fundar un estado nacional para poder alcanzar ese objetivo. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia, de modo gradual, afectó negativamente la capacidad del Estado de Israel de efectivizar sus objetivos: 1) Prohibió al gobierno otorgar tierras fiscales destinadas al establecimiento de poblados exclusivamente judíos. 2) Prohibió otorgar incentivos a aquellos poblados que están destinados a reforzar la presencia judía en la Galilea y en el Néguev. 3) Incluso en lo referente a las tierras del Fondo Nacional Judío, que fueran adquiridas únicamente con el dinero de particulares judíos, a raíz de las sentencias de la Suprema Corte de Justicia el asesor letrado del gobierno ordenó que no se diera preferencia al asentamiento de judíos en estas. 4) A raíz de las apelaciones de organizaciones de izquierda, la Suprema Corte se apresuró a intervenir y exigir el desplazamiento de barrios y enclaves judíos en Judea y Samaria, quebrando así las reglas formales de sesión que requieren los procedimientos legales destinados a esclarecer la propiedad de los terrenos en disputa y que sí se aplican en los tribunales de paz y jurisdiccionales. 5) La Suprema Corte prohibió al Estado fumigar desde el aire parcelas que beduinos cultivaron ilegalmente en el desierto del Néguev a pesar de que se demostrara que se trataba de un método efectivo para evitar la apropiación ilegal de tierras fiscales. 6) La Suprema Corte de Justicia prohibió al primer ministro Netanyahu, al final de su primer mandato, clausurar el “Orient House” (oficina representativa de la OLP que funcionaba en Jerusalém a modo de enclave estatal autónomo palestino a pesar de que la ley vigente lo prohibía) so pretexto de que el suyo era un gobierno de transición, y por su parte, rechazó una apelación similar en contra de las conversaciones que tenían lugar en la localidad de Taba (península del Sinaí) al final del mandato del primer ministro Ehud Barak. Recientemente, la misma Suprema Corte le permitió a Yair Lapid, primer ministro de un gobierno de transición, firmar un acuerdo irrevocable de cesión de espacio marítimo soberano israelí al Líbano, cinco días antes de que se celebraran las elecciones.

“Poco a poco los expulsaré de delante de ti”

Suele pensarse que nuestro principal problema con nuestros enemigos es que no los hemos combatido como corresponde, sin embargo, de nuestra porción semanal de lectura (Mishpatim) aprendemos que el problema básico es que no había suficientes judíos para poblar el país, tal como fue dicho: “No lo expulsaré de ante ti en un solo año, no sea que la tierra quede desolada Y te excedan a ti las fieras del campo. Poco a poco los expulsaré de ante ti hasta que fructifiques y poseas la tierra. Y estableceré tu frontera: desde el Mar de los Juncos hasta el Mar de los Pelíshtim y desde el desierto hasta el Río.  Ya que daré en vuestra mano a los habitantes de la tierra y los expulsarás de ante ti” (Shemot-Éxodo 23:29-31).

El doble pecado de los espías

Resulta que, en el aspecto más profundo del pecado de los espías, en el cual los hijos de Israel temieron conquistar el país, anida un pecado más y es el de la negligencia en el precepto de procrear. Durante los doscientos diez años que los hijos de Israel residieron en Egipto pasaron de ser setenta almas a ser seiscientos mil varones en edad de servir en el ejército, al tiempo que durante los cuarenta siguientes que pasaron en el desierto, de haber continuado procreando a igual ritmo, deberíamos haber alcanzado un número dos o tres veces mayor. Sin embargo, durante la travesía por el desierto, no se dio crecimiento demográfico alguno.

Estos dos preceptos, el de habitar la tierra de Israel y el de procrear, se encuentran en una relación de interdependencia. La bendición de la tierra de Israel y la de la formación de la familia son una misma, tal como fue dicho: “La tierra sobre la que tú estás acostado, a ti te la habré de dar y a tu descendencia. Y será tu descendencia cual polvo de la tierra e irrumpirás hacia el occidente y el oriente y hacia el norte y el sur. Y serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra y por la de tu descendencia” (Bereshit-Génesis 28:13-14).

El pecado de los espías en nuestra generación

Hace unos ciento veinticinco años, cuando se estableciera el Movimiento Sionista, el pueblo judío sumaba once millones de almas. Los árabes que habitaban los límites bíblicos de la tierra de Israel, incluidos Líbano Irak y Siria sumaban poco más de cinco millones de personas. A ambas márgenes del Jordán vivían poco más de medio millón de árabes. Esa era la oportunidad del pueblo judío de regresar a su terruño y poblarlo en toda su extensión, y con los beneficios de la revolución industrial, el crecimiento en la producción de alimentos y las mejoras en la medicina de esos días, crecer y multiplicarnos numéricamente en la tierra de Israel. Sin embargo, la enorme mayoría de los miembros de nuestro pueblo se quedó en el exilio y padeció sufrimientos espantosos, y paralelamente, la asimilación se intensificó. Así, en la actualidad, en todo el mundo hay unos quince millones de judíos que se declaran como tales, y en la tierra de Israel unos siete millones. Por su parte, los árabes alrededor de la tierra de Israel suman hoy unos ochenta millones.

Felices aquellos judíos que escogieron ascender la tierra de Israel y poblarla, pues en ella la vitalidad judía perdura, y estos logran heredar el país y multiplicarse en él y constituyen una buena nueva promisoria para el futuro de la nación en su conjunto.

La tierra de Israel comenzó a dar sus frutos y no todos llegaron

Cuando se acabó la etapa del exilio, para la cual se había decretado celestialmente que la tierra de Israel habría de permanecer desierta, esta se preparó para recibir a sus hijos que de inmediato llegarían, pero si los judíos no habrían de inmigrar, ella le daría su fruto a otra nación. Y si bien a raíz de ello se desatarían guerras, una situación en la cual la tierra de Israel permaneciese desierta sería más grave aún, y por ello, de mientras, residirían en esta los miembros de otra nación. En el interín, se le abrió al pueblo de Israel la posibilidad de retornar en arrepentimiento, crecer y multiplicarse, promover la aliá, absorber a los inmigrantes como corresponde y luchar por el país. También para los árabes se abrió una ventana de posibilidad para sumarse al pueblo de Israel y ayudarle o transformarse en su enemigo, luchar contra él y ser derrotados.

Volver a nuestras raíces y crecer

La ausencia de valores judíos en el sistema judicial israelí es grosera y extrema. Sin embargo, esta carencia se presenta en todos los ámbitos del quehacer nacional, tanto el público como el privado, y se percibe en el aparato de seguridad, en el educativo, en la economía, en la aliá y en el asentamiento. En la medida en que profundicemos y estudiemos más detenidamente nuestro legado espiritual, reforzaremos nuestra identidad nacional y social, y creceremos esplendorosamente.

 

 

 

 

 

 

[1] Se trata de un procedimiento que fuera utilizado por el ejército israelí en el combate antiterrorista urbano durante la segunda intifada (2000-2004), en el marco del cual nuestros enviaban a vecinos de los terroristas buscados o se acompañaban de estos a la hora de moverse de casa en casa o de un callejón a otro. Cabe destacar que este procedimiento salvó la vida de numerosos soldados israelíes al reducir la exposición de estos al fuego enemigo (N. de T.).

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