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JUDEA Y SAMARIA: ¿Construir nuevos enclaves en el terreno o dirigir los esfuerzos a la planificación de poblados y ciudades?

JUDEA Y SAMARIA: ¿Construir nuevos enclaves en el terreno o dirigir los esfuerzos a la planificación de poblados y ciudades?

Si bien cada judío que habita en Israel es partícipe del precepto de poblar la tierra prometida, el aspecto principal del mandato es que todo el país esté en nuestras manos y ello se cumple principalmente por medio del Ejército de Defensa de Israel y del Estado.

Ahora, que tuvimos el privilegio de que se constituyera un gobierno cuyos integrantes declaran apoyar la continuidad del asentamiento de judíos en Judea y Samaria, todas las actividades de poblamiento deben ser llevadas a cabo únicamente en el marco de organismos oficiales.

Esperemos que un futuro no tengamos que lamentar el habernos ocupado de apagar incendios o erigir nuevos enclaves en vez de ampliar significativamente la población judía en Judea y Samaria.

En el marco de la discusión pública, se erigieron asentamientos en diferentes sitios a los efectos de instar tanto a la opinión pública como al gobierno a poblar Judea y Samaria. Los activistas sabían que mientras el gobierno no reconociera a los nuevos poblados se trataba principalmente de actos de protesta simbólicos dirigidos a señalar el camino correcto a transitar.

Pregunta: ¿Cómo es preciso organizarse para continuar poblando Judea y Samaria? ¿Es conveniente promover numerosos enclaves del estilo «torre y empalizada»[1] o resulta preferible poner el énfasis en la planificación y la construcción de poblados?

El precepto de poblar la tierra de Israel y su estatus

Respuesta: Es preciso comenzar por los fundamentos. Nuestro objetivo es concretar el gran sueño del pueblo judío – heredar su tierra y construir en ella una gran nación que marche por la senda de D’s, para que en virtud de ello tengamos el mérito de traer la bendición a todas las familias de la tierra. Tal como le fuera dicho a nuestros patriarcas Abraham (Bereshit-Génesis 12:1-3), Ytzjak (ídem 26:4), y Ya’akov (ídem 28:14). El precepto de poblar la tierra de Israel es uno de los más importantes a los efectos de hacer realidad esta gran visión, y por ello nuestros sabios dijeron: «Residir en la tierra de Israel equivale en importancia a la sumatoria de todos los preceptos de la Torá» (Tosefta Avodá Zará 4:3, Sifrei Reé 53). También desde un punto de vista halájico este precepto goza de un estatus singular, ya que es el único en aras de cuyo cumplimiento se nos ordenó estar dispuestos a arriesgar nuestras vidas en el servicio militar (Minjat Jinuj 425 y 604, Mishpat Cohen 144). La trascendencia de esta mitzvá es tal, que cuando en una pareja uno de los cónyuges desea irse a vivir a la tierra de Israel el otro debe acceder a hacerlo, y en caso de que no lo haga, ello cuenta como causal de divorcio y aquel que se negó a ir a Israel deberá cubrir los costos de la separación (Shulján Aruj Even Haezer 75:4). Además de ello, a los efectos de comprar, aunque tan solo sea una pequeña habitación en la tierra de Israel, los sabios autorizaron transgredir prohibiciones rabínicas de Shabat, algo que no permitieron hacer en ningún otro precepto (Shulján Aruj Oraj Jaím 306:11).

Definición del precepto de poblar la tierra de Israel

El precepto de poblar la tierra de Israel recae sobre la generalidad del pueblo judío e implica conquistar el país y habitarlo. Tal como escribiera el Rambán (Hashmatot Lesefer Hamitzvot Mitzvá 4): «Se nos ordenó heredar la tierra que HaShem, bendito sea, entregó a nuestros patriarcas, Abraham, Ytzjak y Ya’akov, que no la abandonemos en manos de otra nación ni la dejemos desierta».

Esto es, el precepto posee dos aspectos: 1) Que la tierra de Israel esté bajo dominio judío y no de un gobierno extranjero. 2) Poblar efectivamente todo el país, de modo tal que no quede desierta y brinde sus productos del modo más excelso a través del asentamiento urbano y rural.

La participación de individuo en el precepto

Del precepto general se deriva el mandato a cada uno de los judíos de participar, en la medida de sus posibilidades, del poblamiento del país, tal como dijeron nuestros sabios (Tratado de Ketuvot 110(B)): «Una persona debe vivir siempre en la tierra de Israel aunque lo haga en una ciudad cuya población es mayoritariamente idólatra y no en el extranjero aunque resida en una ciudad cuya población es mayoritariamente judía, ya que todo aquel que vive en la tierra de Israel es como si creyera en D’s y todo aquel que habita en el extranjero es como si no creyera en Él» y es comparable «a quien adora ídolos».

Todo judío que vive en la tierra de Israel es partícipe de este precepto, pues al residir en ella el dominio del pueblo de Israel sobre su tierra se ve reforzado. Quien reside en sitios relativamente apartados o deshabitados como el Golán y la Aravá tiene unas participación mayor en el precepto de poblar el país, pues gracias a su presencia este se ve poblado y no queda desierto. Asimismo, quien se asienta en zonas en las que habitan personas que desafían la soberanía israelí como en el Neguev y en la Galilea tiene una participación aun mayor en el precepto. Quien se asienta en Jerusalém Oriental, Judea o Samaria cumple un precepto aun mayor ya que en esas áreas la soberanía judía necesita ser reforzada, y residir en estas refuerza la seguridad de Israel, y además, se trata de los sitios más sagrados. Existe otra escala alternativa para valorar el cumplimiento del precepto: en la medida que un judío contribuya más al desarrollo del Estado de Israel cumplirá en mayor medida con el precepto de poblar el país.

El Estado de Israel

El Rambán remarcó que el precepto de poblar la tierra de Israel rige en todas las generaciones, pues en toda época el pueblo de Israel tiene el deber de tomar posesión de su suelo patrio y habitarlo (Hashmatot Lesefer Hamitzvot Mitzvá 4). En las últimas generaciones, HaShem comenzó a hacer florecer nuestra redención, y el día 5 de Yiar del 5708 (14.5.48) al declararse el establecimiento del Estado de Israel, el pueblo de Israel tuvo el privilegio de volver a cumplir el precepto de manera efectiva tras dos mil años de exilio, ya que al declararse la independencia se instituyó la soberanía israelí sobre algunas partes de la tierra prometida, y entonces, volvimos a observar el mandato de la Torá como nación. Si bien previo al establecimiento del Estado de Israel todo judío que vivía en el país cumplía el precepto individual de habitar la tierra prometida y por medio de su acción aceleraba su fundación, de todas maneras, el principal aspecto del precepto, aquel que implica que el país esté en manos israelitas y no de otro poder extranjero, aun no lo cumplíamos.

El Ejército de Defensa de Israel

El motivo por el cual no pudimos cumplir el precepto de poblar la tierra de Israel obedece a que previamente nos encontrábamos en una situación de exilio, tanto físico como sicológico, y carecíamos del ejército, así como del armamento necesarios para poder conquistar nuestro país y establecer en él un gobierno. Por ello, la organización de una fuerza armada judía previo al establecimiento del Estado de Israel, así como su fortalecimiento y afianzamiento al formarse el Ejército de Defensa de Israel, nos permiten observar el precepto. De esto se desprende que el Ejército de Defensa de Israel tiene una parte decisiva en el cumplimiento del deber de poblar el país, amén del de salvar al pueblo judío de los ataques de sus enemigos.

Del pasado al presente

Cuando la tierra de Israel estaba dominada por un poder extranjero, tanto turco como británico, a los efectos de poblarla estábamos sujetos a enormes limitaciones. Debíamos aprovechar toda laguna legal posible y toda vista gorda posible de parte de las autoridades para comprar cada casa y poder habitar en algunas zonas del país. A veces, nos asentábamos por medio de adquisiciones realizadas por judíos que eran ciudadanos de potencias extranjeras, lo cual les permitía comprar terrenos en la tierra de Israel, y otras veces, lo hacíamos al amparo de la oscuridad de la noche bajo la modalidad de «torre y empalizada». El mérito de los pioneros que entregaron su vida abnegadamente en aras de esta labor es enorme, gracias a ellos se pudieron sentar las bases para el poblamiento del país en nuestros días.

Después del establecimiento del Estado de Israel, obviamente, se declaró una política de asentamiento intensivo, absorción de la inmigración masiva y la judaización tanto del Neguev como de la Galilea a través del esparcimiento de la población judía.

A raíz de la guerra de los seis días y en virtud de la liberación de la ciudad vieja de Jerusalém, así como de las áreas de Judea y Samaria, comenzó a desatarse una fuerte discusión respecto del futuro de estos territorios sagrados que se encuentran en el corazón de nuestra tierra. En el marco de la discusión pública, se erigieron asentamientos en diferentes sitios a los efectos de instar tanto a la opinión pública como al gobierno a poblar Judea y Samaria. Los activistas sabían que mientras que el gobierno no reconociera a los nuevos poblados, sus iniciativas eran principalmente de actos de protesta simbólicos dirigidos a señalar el camino correcto a transitar.

A D’s gracias, el esfuerzo fue coronado con el éxito y un público cada vez más numerosos apoyó el establecimiento de poblados judíos en Judea y Samaria, y fueron electos gobiernos que tenían al asentamiento en estos sitios entre sus principales objetivos nacionales. Así, el gobierno planificó y erigió poblados judíos en estas áreas, por medio de la cooperación de todas las dependencias estatales implicadas en la construcción de los asentamientos, la construcción de sistemas de abastecimiento de agua y electricidad, de centros educativos, de caminería y transporte público. Y si ya nos referimos a la acción estatal, de más está decir que las fuerzas de seguridad actúan día y noche en aras de brindar protección a los colonos, que son la primera línea de defensa del Estado de Israel.

Lamentablemente, hubo también gobiernos que procuraron retirarse del terreno y desalojar los asentamientos. En el marco de esos intentos fueron destruidos los poblados de Gush Katif y del norte de la Samaria, al tiempo que se congeló la construcción y el desarrollo en las demás localidades. Entonces, nuevamente nos vimos forzados a emprender campañas de protesta que incluyeron a veces el establecimiento de enclaves (maajazim) para tomar el terreno, a los efectos de generar consciencia pública de la situación y presionar al gobierno a que continue promoviendo el poblamiento judío de Judea y Samaria.

El actual gobierno y el asentamiento promovido por el estado

Ahora, que tuvimos el privilegio de que se constituyera un gobierno cuyos integrantes declaran apoyar la continuidad del asentamiento de judíos en Judea y Samaria, todas las actividades de poblamiento deben ser llevadas a cabo únicamente en marcos oficiales, con el objeto de sumar a estas regiones al boom de desarrollo que atraviesa la generalidad el país. Así, podremos ayudar a solucionar el problema de la falta de techo y la aglomeración de la población ya que Judea y Samaria son las áreas más cercanas a los centros de actividad económica de la zona costera. Si en el correr de los próximos años logramos impulsar la construcción de cientos de miles de viviendas en Judea y Samaria, podremos poblar el país, liberaremos la presión de demanda sobre las grandes urbes de la zona central de Israel y aliviaremos el yugo económico que agobia a cientos de miles de familias.

Por ello, es preciso asignar todos los recursos posibles a la planificación estatal de un poblamiento en gran escala de estas regiones que incluya todas las infraestructuras modernas necesarias. Para ello, toda la actividad pionera debe canalizarse a través de las oficinas gubernamentales a los efectos de impulsar el asentamiento en Judea y Samaria.

El futuro de Judea y Samaria no se ha definido aun

Muy a nuestro pesar, el futuro de Judea y Samaria no se ha definido todavía de un modo satisfactorio. Grandes porciones de terreno están controladas en la actualidad por la Autoridad Palestina, las áreas que están en nuestro poder no han sido aun pobladas como corresponde, y penden sobre estas fuertes reclamos y protestas tanto por parte de actores nacionales como internacionales.

Esperemos que en un futuro no tengamos que lamentarnos por habernos dedicado a apagar incendios o erigir enclaves en vez de agrandar de un modo significativo los asentamientos de Judea y Samaria. Debemos aprender del pasado. Si los enormes recursos que se invirtieron en frenar la retirada de Gush Katif, que incluyeron decenas de miles de días de voluntariado y más de cien millones de shekalim en esclarecimiento se hubiesen invertido en los años anteriores en la absorción de treinta mil nuevos pobladores para Gush Katif, es de suponer que la expulsión de esa zona no habría tenido lugar. Por eso, no debemos perder tiempo ni dinero, debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en incrementar el número de pobladores judíos en Judea y Samaria.

A veces, a los gobiernos les resulta más cómodo apagar incendios

Es preciso recordar que a raíz de la presión internacional y de los partidos de izquierda, a veces, a los gobiernos les resulta más sencillo dedicar largas deliberaciones a los enclaves no reglamentados en vez de ocuparse de la construcción masiva de ciudades y poblados y de incorporar decenas de miles de nuevas familias a Judea y Samaria. Para mantenerse en esta área de confort el gobierno precisa que la agenda pública se ocupe de los enclaves, de su legalidad y de su desalojo, para que luego los ministros puedan argüir que en vez de dedicar tiempo al desarrollo de toda la región debieron abocarse a hallar una solución para las duras dificultades que enfrentaba tal o cual enclave no regularizado que estaba por ser desalojado y en el que vivían cinco familias de pioneros.

Así ocurrió en el pasado con los gobiernos de derecha. En numerosas ocasiones ministros y diputados debieron dedicar sus mejores horas para apagar incendios y posponer la demolición de enclaves no regularizados, en vez de actuar en aras de la construcción de miles de viviendas nuevas.

El precepto de poblar la tierra de Israel como política oficial

En la medida que el asentamiento en Judea y Samaria se lleve a cabo de un modo más oficial, el precepto de poblar la tierra de Israel se cumplirá en mayor medida. Así pensaba el Rabino Jaim Drukman, de bendita memoria, que veía en la acción estatal judía el fundamento de la redención. Esperemos que, D´s mediante, en el marco de la planificación territorial nacional se erija un poblado que lleve su nombre.

[1] Torre y empalizada (Jomá Umigdal) – Nombre otorgado a varios operativos de asentamiento que tuvieron lugar principalmente entre los años 1936 y 1939 y consistían en una torre rodeada por una empalizada que eran erigidos rápidamente en la noche, de modo tal que por la mañana el poblado ya estaba fundado y adquiría validez legal (N. de T.).

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