LA SANTIDAD DE LA GUERRA Y LA SANTIDAD DE LAS VÍCTIMAS ASESINADAS
La actual guerra, a diferencia de lo que ocurría en el exilio, debe ser similar a las que libraba el rey David, con una gran humildad ante Dios acompañada de un gran ímpetu por alcanzar una completa victoria.
¿Qué cabe aprender del momento específico en el cual ocurrió el desastre, un Shabat que a la vez fue la celebración de Simjat Torá?
Incluso en días como estos, los medios de comunicación se conducen con una total irresponsabilidad.
La santidad de los caídos y el consuelo que tendrán en el futuro por venir.
Numerosos periodistas y panelistas en los medios de comunicación continúan atentando contra la unidad del pueblo y su confianza, haciendo uso y abuso del terrible dolor de las familias de los caídos, los asesinados y los secuestrados promoviendo así la desmoralización. En lugar de maravillarse ante las muestras del intenso espíritu de voluntariado y el heroísmo de la población y en vez de reforzar su voluntad de victoria y su deseo de cobrar una venganza que es por demás moral y justificada, no hacen sino encontrar defectos. Mientras los soldados de infantería arriesgan sus vidas, todos los demás tienen derecho a expresarse sobre un solo tema: ¡derrotar al enemigo y salvar al país!
El gran desafío
Un gran desafío se presenta ante nosotros en estos días, reforzar nuestra valentía y nuestro temple para librar una guerra de defensa y conquista en pos de nuestro pueblo y de nuestra tierra. En días de guerra preceptiva (miljemet mitzvá) todo el pueblo debe ser partícipe de la lucha. Los soldados deben marchar valientemente hacia el frente para abatir completamente al enemigo. Quienes se quedan en sus casas deben también armarse de valor pues los soldados en el frente se respaldan en el heroísmo calmo y silencioso de la retaguardia, y sobre la valentía de ambos se apoya el liderazgo político y militar de la nación.
La diferencia en el estilo de las plegarias que solíamos pronunciar durante los días del exilio y las de la actualidad
En los largos y duros días del exilio el heroísmo que se requería por parte nuestra era el de sobrevivir a pesar de todas las contrariedades, y el estilo de las plegarias expresaba súplicas menesterosas de que el remanente de Israel no desapareciera. Sin embargo, en la actualidad, a Dios gracias, tuvimos el mérito de poder regresar a nuestra tierra y nuestros rezos deben asemejarse a los del rey David cuando se disponía a salir a la guerra, y oraba largamente pidiendo humildemente a HaShem que le ayude a él y a sus soldados para ser valientes, diestros y certeros en el arte de la guerra y poder así perseguir a sus enemigos y no regresar hasta haberlos acabado.
Las plegarias de David
Un ejemplo de sus rezos previos a la guerra lo encontramos en el salmo 144: “Para David. Bendito sea HaShem, mi Fortaleza, que adiestra mis manos para el combate y mis dedos para la guerra. Mi benevolencia y mi castillo, mi Fortaleza y mi libertador, Escudo mío en el cual he confiado, que sujeta a mi pueblo debajo de mí”. Sin embargo, no son estas expresiones de arrogancia de un héroe soberbio sino de un valeroso guerrero que sabe que es un ser humano que finalmente habrá de fallecer. “HaShem, ¿qué es el hombre para que pienses en él? ¿Qué es el ser humano para que lo tomes en cuenta? El hombre se asemeja al hálito y es pasajero cual sombra”.
O tal como se expresa en su plegaria en el salmo 18. Primeramente, David se dirige humildemente hacia HaShem, de Quien todo proviene, y le agradece que por Su intermedio él y sus soldados han derrotado a las huestes enemigas. “Contigo desbaraté ejércitos y con mi D’s asalté muros, pasé por sobre murallas para doblegar a mi enemigo. Quien adiestra mis manos para la batalla, para tensar con mis brazos el arco de bronce. Me has concedido el escudo de Tu salvación, Tu diestra me ha sustentado, Tu benevolencia me ha asistido y Tu humildad me ha engrandecido. Ensanchaste mis pasos debajo de mí y mis pies no han resbalado. Perseguí a mis enemigos hasta alcanzarlos y no regresé hasta acabarlos. Los aplasté de tal manera que no pudieron levantarse, cayeron bajos mis pies. Me ceñiste de fuerza para la batalla y sometí a quienes contra mi se levantaron. Hiciste que mis enemigos me dieran la espalda y yo cercené a quienes me odiaban. Clamaban a D’s pero no les respondió, no había Quien los salvara (ya que eran malvados que se alzaron contra Israel). Los molí cual polvo fino y los arrojé al viento cual arcilla de las calles”. La victoria se tornó grande y conocida por todo el mundo hasta que por su mérito “me pusiste a la cabeza de las naciones, pueblos que no conocían me rindieron pleitesía y accedieron a mis exigencias, extranjeros me adularon, los enemigos se desvanecieron de temor y salieron de sus escondites”, se escaparon de los sitios en los cuales pensaron refugiarse del ejército de Israel, y por el mérito de ello le agradeceremos a D’s: “Viva HaShem, bendita sea mi Roca, sea ensalzado el D’s de mi salvación. El D’s que se venga por mí y somete naciones debajo de mí. Me libras de mis enemigos y me eleva por sobre quienes se alzan contra mí, me salva del hombre despiadado. Por ello, oh HaShem, te he de agradecer y entonar para Ti cánticos de alabanza”. Por mérito de ello el reino de Israel se engrandecerá: “Engrandece la salvación de Su rey y obra con benevolencia con Su ungido, con David y su simiente por siempre”.
Victoria absoluta
Durante generaciones los filisteos eran el duro y difícil enemigo del pueblo de Israel. Sin embargo, luego de que el rey David luchara contra ellos, no se oyó más de su existencia. El rey David, que vive y perdura en nosotros, los derrotó por completo y tras ello el país se calmó de su presencia por unos cuatrocientos años. Quiera D’s que tengamos el mérito de que nuestros soldados combatan valerosamente, con inventiva y profesionalidad, y con la ayuda de HaShem, los valientes soldados judíos asesten al enemigo un golpe fatal que se escuche en todo el mundo. Y entonces, sabrán todos los habitantes de la tierra que las palabras de HaShem registradas en el Tanaj se están cumpliendo, que el pueblo de Israel regresa a su tierra y todos aquellos que lo apoyen se verán bendecidos, y los que se alcen en su contra – serán malditos.
El despertar del retorno en arrepentimiento (teshuvá) a raíz de la guerra
Esta guerra comenzó en Shabat que era también Simjat Torá y en virtud de ello, resulta oportuno que le prestemos atención a dos cuestiones fundamentales que están mutuamente entrelazadas: 1) Reforzar nuestra constancia en el estudio de la Torá. 2) Comprender la bendición implícita en su estudio y alegrarnos con ella.
Paso a detallar. Dijeron nuestros sabios: “No fueron dados los Shabatot y los días festivos sino para que en ellos nos dediquemos al estudio de la Torá” (Talmud Jerosolimitano Shabat 15:3). La intención del texto es enseñar que en Shabat y en los días festivos es preciso dividir el tiempo en dos partes, una mitad dedicarla al estudio y la otra a las comidas especiales y a la familia (Tratado de Pesajim 68(B)). Resulta imposible de describir la importancia que tiene el estudio de la Torá en Shabatot y festividades, por cuyo intermedio se atraen luz, guía y bendición a todas a las acciones que los hijos de Israel llevan a cabo en los días hábiles de la semana. Cuando se entiende esto, nos alegramos enormemente por el estudio.
Tal como dijeran nuestros sabios: “Así le dijo el Santo Bendito Él a los hijos de Israel: ‘Hijos míos, ¿acaso no fue así como escribí en Mi Torá?: “No se apartará este libro de la Torá de tu boca y lo estudiarás día y noche (Yehoshúa-Josué 1:8). Esto es, a pesar de que ustedes realizan labores los seis días de la semana el Shabat se volverá por completo Torá’. De aquí dijeron que en Shabat una persona debe levantarse temprano para ir a la casa de estudio y a la sinagoga, allí habrá de estudiar la Torá, los profetas, luego habrá de ir a su casa para comer y beber y cumplir lo que fuera dicho (Kohelet-Eclesiastés 9:7): “Ve y come tu pan con alegría y bebe tu vino con bien” (Taná Debei Eliahu Rabá 1).
Al no haber estudio de Torá, surge una gran acusación ante la Corte Celestial en contra del poblamiento de la tierra de Israel
Dijeron nuestros sabios: “Dijo la Torá ante el Santo Bendito Él: ‘Soberano del universo, cuando los hijos de Israel ingresen a la tierra prometida uno correrá hacia su viña y el otro hacia su campo, y entonces, ¿qué será de mí?’ Le respondió: ‘Tengo una pareja para ti y se llama Shabat, en ese día ellos cesarán de sus labores y podrán dedicarse a estudiarte’» (Tur Oraj Jaím 290).
La acusación ante la Corte Celestial contra el asentamiento en la tierra de Israel es terrible, y aparentemente se trata de una continuación del pecado de los espías. Pero, por otra parte, si -D’s no lo permita- los hijos de Israel abandonasen la Torá su aferramiento a su tierra se vería debilitado y podrían -D’s no lo permita- ser exiliados de esta, tal como fue dicho: “¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿Y quién es aquel a quien el Eterno le ha hablado para que pueda decirlo? ¿Por qué se ha perdido la tierra (de Israel) quedando como un páramo por el cual nadie pasa? Dijo HaShem: ‘Por haber abandonado Mi Torá, aquella que entregué ante ellos, y por no haber escuchado Mi voz ni haberla obedecido’” (Yrmiahu-Jeremías 9:11-12).
También hoy se esgrime este argumento, ustedes se dedican a poblar el país, se enrolan al ejército, estudian ciencias, salen a trabajar, y entonces ¿qué será de la Torá? La única respuesta a esa gran pregunta es: ¡El Shabat y las festividades! En esos días estudiamos la Torá de la tierra de Israel. Y así como del Shabat proviene una luz que alumbra a los seis días de la labor, de igual manera el estudio de la Torá del Shabat ilumina a todo nuestro trabajo que consiste en poblar el país, servir en el ejército, estudiar ciencias y actuar en todos los ámbitos del quehacer. De esta manera, tanto el trabajo como la ciencia, el servicio militar y la vida social y familiar se ven elevados al nivel de la santidad de la Torá por cuanto que se llevan a cabo bajo su guía.
Los medios de comunicación son irresponsables
Muy lamentablemente, también en este duro momento debemos decir la verdad, aunque esta resulte dolorosa: poseemos medios de comunicación irresponsables. Numerosos periodistas y panelistas en los medios de comunicación continúan atentando contra la unidad del pueblo y su confianza haciendo uso y abuso del terrible dolor de las familias de los caídos, los asesinados y los secuestrados promoviendo así la desmoralización. En lugar de maravillarse ante el espíritu de voluntariado y heroísmo que exhibe la sociedad en general y en vez de reforzar la voluntad de victoria y el deseo de cobrar una venganza que es por demás moralmente justificada, no hacen sino encontrar defectos. Mientras los soldados de infantería arriesgan sus vidas, todos los demás tenemos derecho a expresarnos solamente sobre un tema: ¡derrotar al enemigo y salvar al país!
Los caídos son sagrados
Aquellas personas que entregan abnegadamente sus vidas para santificar el Nombre Divino alcanzan un nivel superior que resulta insuperable. Al morir santificando el Nombre Divino, estos mártires se elevan por sobre la dimensión personal o individual en la que se encuentra todo ser humano para elevarse al nivel general de la santidad de Israel, se conectan con HaShem y se ven santificados por Su santidad. Por ello, si bien fallecen a una joven edad en este mundo, están muy vivos en ese mundo que es todo amplitud, el Mundo Venidero, al grado que no hay creatura que pueda resistir su sagrada presencia al encontrarse en sus cercanías” (Tratado de Baba Batra 10(B)). Su mérito en este mundo perdura y se intensifica, ya que al vivir en él pudieron consagrarse en la santidad superior y revelar su núcleo supremo en este plano de la realidad.
Este es también el caso de aquellos judíos que no tuvieron la intención de entregar abnegadamente sus vidas, pero igualmente murieron por ser judíos, como las víctimas del Holocausto o de las acciones terroristas. Ellos son considerados sagrados, ya que a lo largo de la larga historia a todos les resultó claro que los hijos de Israel expresan la fe en la Unicidad de HaShem, y por el mero hecho de identificarse como judíos llevan sobre sí el Nombre de HaShem y a raíz de ello los malvados del mundo desean asesinarlos. Por ello, en el mero acto de identificarse como tal, el judío lleva a cabo una acción de entrega abnegada, y todo aquel que es asesinado por serlo es considerado como un soldado que cae santificando el Nombre Divino en la heroica guerra por la existencia del pueblo de Israel. Cuánto más aún que esto es cierto en el caso de los judíos que se asentaron con abnegada entrega en los kibutzim y en los poblados contiguos a la frontera. Lo mismo cabe decir de las familias que perdieron a sus seres queridos en las guerras, en cuyo seno estos judíos santos crecieron y se educaron – se ven santificadas junto a ellos.
La venganza por la sangre derramada
Dijeron nuestros sabios: “Si ustedes santifican Mi Nombre – Yo también lo santificaré por vuestro intermedio…” (Sifra Ajarei Mot 8:13). Es tan grande la santificación del Nombre Divino que tiene lugar por el mérito del asesinado que es como si en ese mero instante de la muerte se decretase la venganza que en un futuro HaShem habrá de efectivizar sobre los malvados que lo mataron. Dado que HaShem contempla el pasado, el presente y el futuro en una sola unidad, en el mero momento en que son asesinados surge en los mundos superiores una iluminación proveniente de su consagración y en ese preciso instante es como si estuviesen listos ya para levantarse en la resurrección de los muertos. Por eso, al momento de morir es como si HaShem dijera: “Hoy me elevo por su intermedio ante los ojos de las naciones que niegan la Torá, hoy me vengo de todos aquellos que los odian, hoy revivo por su intermedio a los muertos, Yo soy HaShem, el Juez que se desquitará y retribuirá fidedignamente la recompensa”.
En la redención de Israel hallarán su consuelo
Dijeron nuestros sabios que el Santo Bendito Él es el responsable de vengar la sangre de los mátires, tal como fue dicho: “Él ejecutará el juicio sobre las naciones con muchos cadáveres, destruyendo gobernantes sobre la ancha tierra” (Tehilim-Salmos 110:6). Cuando el pueblo de Israel tiene el mérito y el privilegio, con la ayuda de D’s la venganza llega a través de los soldados de Israel. Cuando no se tiene el mérito ni el privilegio, la venganza se demora y llega al mundo por tortuosos y sinuosos caminos, pero al final llega, y es dura.
Dijeron también nuestros sabios que en los mundos superiores hay un ángel encargado de todos los judíos que fueron asesinados por gentiles, y este inscribe sus nombres sobre la vestidura del Santo Bendito Él, y allí quedan inscritos hasta que HaShem vengue su sangre. Y los mártires no aceptan ser consolados hasta que el propio Mashíaj se revele y venga a confortarlos, y junto a él descenderán al mundo sutiles luces que les habrán de alegrar, y los ángeles vestirán atuendos de gloria (según el Zohar I 39(A), 41(A)).