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Un elogio a la entrega abnegada

NOAJ 5784

Un elogio a la entrega abnegada

 

El deterioro generalizado que generara la humanidad en su momento y fuera borrado por el diluvio se asemeja al perpetrado por el Hamas en la franja de Gaza.

El aroma de la ofrenda de Noaj evocó a quienes entregan sus vidas desinteresadamente en todas las generaciones y sostienen así al mundo.

El heroísmo manifestado por Abraham Avinu, Jananiá, Mishael y Azariá en su enfrentamiento ante el mundo pagano.

Los actuales combatientes del Ejército de Defensa de Israel continúan la cadena del heroísmo y la entrega desinteresada de todas las generaciones que es aquella que habrá de traer la redención.

Los débiles y los desvalidos que no asesinaron ni robaron murieron igualmente en el diluvio porque compartían la misma visión de mundo malvada y corrupta de sus líderes. Esto es así ya que, si tan solo pudieran, habrían actuado como sus conductores, aquellos que colmaron la tierra de maldad y de robo generalizado. En nuestros días, la población civil que no participa activamente de los combates contra Israel está padeciendo un sufrimiento horroroso, pero deben reclamar únicamente a sí mismos, ya que la amplia mayoría de estos votó por el Hamas y apoyó a este movimiento en sus posturas.

El diluvio sobrevino a raíz del robo generalizado

En las porciones de lectura semanal de Bereshit y Noaj encontramos alusiones a los grandes desafíos que se nos presentan en la actualidad.

Tras la expulsión del primer Adam del jardín del Edén comenzó el enfrentamiento entre la creencia verdadera según la cual lo principal es apegarse a las virtudes de HaShem e incrementar el bien y la bendición en el mundo, y la idolatría, cuyo objetivo principal es colmar el deseo de sus adoradores en pos de la obtención de riquezas, honor y la satisfacción de sus más bajas pasiones. En la práctica, los malvados prevalecieron, y en vez de dedicarse a poblar, desarrollar y reparar el mundo optaron por abocarse a robar y asesinar a cuantos pudieran. Así como en los relatos mitológicos paganos los poderosos dioses empleaban sus fuerzas ilimitadamente en aras de satisfacer sus deseos, de igual forma los líderes de esas culturas, quienes detentaban el poder y lo ejercían sobre sus semejantes, se consideraban a sí mismos dioses y abusaban de los más débiles a voluntad. Fue así como la humanidad se fue deteriorando. “Se pervirtió la tierra ante D’s y se colmó de violencia y robo… Dijo D’s a Noaj: ‘El fin de toda creatura ha llegado ante Mí, pues se ha colmado la tierra de violencia y robo, por causa de ellos, por eso los voy a destruir con la tierra’” (Bereshit-Génesis 6:11-13).

Tal como en aquel entonces, de igual manera en nuestros días, los miembros del Hamas aprovecharon su gobierno para robar y asesinar. Se presentaron ante el mundo como desvalidos necesitados de donativos, y con las enormes sumas de dinero recibidas de diferentes países e “instituciones dedicadas a la caridad” produjeron armamento y excavaron túneles para uso militar. En vez de traer la bendición a la población que gobernaban, educaron a los habitantes de la franja de Gaza a odiar y asesinar, y a los más miserables de entre ellos los usaron y usan a modo de escudo humano que proteja a su proyecto asesino. Este es un ejemplo clarísimo de idolatría en nuestros días, utilizar la fe en D’s para criar a generaciones enteras en el odio y el deseo de asesinar. Tomaron el vocablo “santidad” -que está dirigido a incrementar la vida- y lo emplearon para sembrar la muerte.

Volvamos al diluvio. Los débiles y los desvalidos que no asesinaron ni robaron murieron igualmente en el diluvio porque compartían la misma visión de mundo malvada y corrupta de sus líderes. Esto es así ya que si tan solo pudieran, habrían actuado como sus conductores, aquellos que colmaron la tierra de maldad y robo generalizado.

En nuestros días, la población civil que no participa activamente de los combates contra Israel está padeciendo un sufrimiento horroroso, pero deben dirigir sus reclamos únicamente hacia sí mismos, ya que la amplia mayoría de estos votó por el Hamas y lo apoyó en sus posturas.

Noaj y su carácter de hombre justo

Noaj era un hombre justo e íntegro en su generación. Se ganaba la vida con su esforzado trabajo y se dedicaba a poblar y desarrollar el mundo. Nuestros sabios nos enseñaron que él fue quien inventó el arado para que en vez de que las personas saquearan y robaran a sus semejantes y a la naturaleza, aprendiera a hacer que la tierra produjera alimentos en abundancia. Por ello halló gracia a los ojos de HaShem y en virtud de ello Él le ordenó que construyera el arca para evitar que la totalidad del mundo pereciera en el diluvio.

Lo mismo ocurre hoy en día. En el Estado de Israel los judíos se dedican a incrementar la vida y la bendición en beneficio del mundo entero. Aquí, los judíos desarrollan agricultura y sistemas de purificación de agua que salvan a millones de individuos en el mundo entero del hambre y la sed, aquí se desarrollan medicamentos que traen alivio a personas enfermas y se innovan desarrollos tecnológicos que traen bendición al mundo entero. Por su parte, nuestros enemigos se especializan en asesinar, saquear y violar. Con la ayuda de HaShem y por el mérito de seguir Su camino -incrementando el bien y la bendición en el mundo- triunfaremos sobre nuestros enemigos y una vez culminada esta guerra, emergeremos del combate más fuertes y mejores personas.

El mundo se salvó por el mérito de los mártires

Tras el diluvio, cuando Noaj salió del arca, construyó un altar y ofrendó sobre éste sacrificios: “E inhaló HaShem el grato aroma. HaShem se dijo: No habré de maldecir más a la tierra por causa del hombre” (Bereshit-Génesis 8:21). “Dijo D’s a Noaj y a sus hijos junto a él: ‘En cuanto a Mí, heme aquí que voy a establecer Mi Pacto con vosotros y con vuestra descendencia, que os sucederá…y no habrá más diluvio para asolar la tierra” (ídem 9:8-11).

¿Cuál fue el aroma agradable que ascendió de la ofrenda de Noaj por mérito del cual HaShem estableció un pacto con el mundo y anunció que no volvería a sucederse un diluvio que lo destruyese? Si Noaj se salvó en virtud de que era un hombre justo que no robó ni asesinó, sino que se dedicó a poblar y desarrollar el mundo, en caso de que vuelvan a abundar los ladrones y los saqueadores, aparentemente sería justo que vuelva a sobrevenir un diluvio sobre el planeta.

A esto, nuestros sabios respondieron (Bereshit Rabá 34:9) que junto al aroma agradable del sacrificio de Noaj ascendió también al Cielo el perfume de quienes entregaron su vida santificando el Nombre Divino (mekadshei HaShem), de aquellos que entregarían su vida a causa de su fe en un solo D’s, origen de la verdad y el bien. Dado que en el mundo hay personas dispuestas a sacrificarse por estos ideales, se nos asegura que éste continuará existiendo. “E inhaló HaShem el grato aroma” – se trata del aroma de Abraham Avinu ascendiendo del horno ardiente… el aroma de Jananiá, Mishael y Azariá ascendiendo del horno ardiente… el aroma de la generación de las conversiones forzosas”.

O sea, el sacrificio que ofrendara Noaj traía inserta la disposición a entregar la vida en aras de la creencia en la unicidad de D’s, actitud que se revelaría en los días críticos que debieron vivir sus descendientes, aquellos que continuaron su senda e hicieron frente a la maldad y por medio de cuya entrega abnegada salvaron al mundo.

La entrega abnegada de Abraham Avinu y de Harán

El primero de los que demostraron entrega incondicional fue Abraham Avinu, quien estuvo dispuesto a entrar a un horno ardiente y no rendirse a la mentira y a la maldad de la idolatría y tuvo así el mérito de ser el primer patriarca del pueblo de Israel.

Nuestros sabios dijeron (Bereshit Rabá 38:13) que a raíz de la rebelión de Abraham Avinu contra la idolatría su padre lo entregó al rey Nimrod quien le exigió que se retractara y regresara al culto pagano. Cuando Abraham se obstinó y discutió con él sobre la fe en HaShem, Nimrod le dijo: “Yo no me prosterno sino ante el Ur (fuego), y por eso te arrojo a él, y que venga el D’s ante le cual tú te inclinas y te salve”.

Sin embargo, Abraham Avinu no se retractó y prefirió ser quemado en el horno ardiente y no renunciar a su fe. Mientras preparaban el horno para su encendido, los representantes del gobierno le preguntaron a Harán, el hermano de Abraham: “¿Quién eres tú?” Les respondió: “Estoy con Abraham”. Lo tomaron y lo arrojaron al horno ardiente donde murió incinerado, en presencia de su padre Teraj.

De esto aprendimos que quien cree en HaShem debe hacerlo con todo su corazón y estar dispuesto a entregar su vida por ello, y solamente entonces, quizás HaShem obre algún milagro en su beneficio. Empero quien entrega su vida con la idea o la intención de ser destinatario de un milagro – no tendrá suceso.

De todas maneras, Harán tuvo el privilegio de que su legado fuera continuado, su hija Iská es nuestra matriarca Sará, su hija Milká fue la abuela de nuestra matriarca Rivká, y de su hijo Lot, quien marchara largamente junto a Abraham, salieron Rut la moabita que es la madre de la dinastía de David y Na’amá la amonita que fuera esposa del rey Shelomó.

Jananiá, Mishael y Azariá

Abraham Avinu se salvó, su descendencia descendió al exilio egipcio y salió de él como nación, recibió la Torá en el Monte Sinai, ingresó a la tierra prometida y erigió allí el Templo de Jerusalém. Sin embargo, los pecados aumentaron, el Templo fue destruido y el pueblo de Israel salió al exilio, por lo que parecía que ya no había esperanza alguna para nuestra fe y ya no había chance ninguna de que los exiliados retornasen algún día, pues muchos de ellos habían abandonado ya la Torá y los preceptos.

He aquí que el rey Nabucodonosor decidió erigir una gran estatua de oro para ser adorada y manifieste el poderío de su reino y de su gobierno. Fijó entonces una fecha para la realización de una gran ceremonia en la cual todos sus súbditos deberían prosternarse ante esta estatua. Jananiá, Mishael y Azariá eran altos dignatarios del gobierno babilonio y podían haber salido de ese lugar y de esa manera eximirse del deber de inclinarse ante el ídolo, mas decidieron quedarse, entregar sus vidas y martirizarse. Sabían que la prosternación de los judíos ante el ícono en cuestión simbolizaría su pérdida final de toda fe en HaShem y en la redención de Israel y por ello decidieron ser un ejemplo vivo de abnegación, para reforzar así a los judíos de su generación e impulsarlos a apegarse a HaShem.

La generación de los que dieron su vida resistiendo las conversiones forzosas

Tras la destrucción del Segundo Templo, cuando los romanos desearon desconectar a los judíos de sus creencias y asimilarlos entre las naciones, nos salvamos por el mérito de quienes sacrificaron sus vidas en la generación de las conversiones forzosas. “Sobre ellos se dice: ‘Obro benevolentemente por mil generaciones con quienes Me aman y observan Mis preceptos’ (Shemot-Éxodo 20:6) – Se refiere a los hijos de Israel que residen en la tierra de Israel y entregan sus vidas en aras del cumplimiento de los preceptos. ¿Por qué eres asesinado? Por haber circuncidado a mi hijo. ¿Por qué eres incinerado? Por haber leído la Torá. ¿Por qué eres crucificado? Por haber ingerido matzá.  ¿Por qué eres incinerado? Por haber observado el Shabat. ¿Por qué eres asesinado? Por haber comido matzá. ¿Por qué eres azotado? Por haber hecho una sucá, por haber tomado un lulav, por haberme puesto tefilín, por haber usado tzitzit de color celeste, por haber cumplido con la voluntad de mi Padre Celestial” (Mejilta Itró, Vaikrá Rabá 32:1).

En el sacrificio que Noaj ofrendó ascendió el aroma agradable de los mártires que entregaron su vida en aras de observar la Torá y sus preceptos, y por su mérito el mundo existe, y por su mérito el pueblo de Israel continúa andando por su difícil camino, detentó la fe de sus padres y se apegó a su Torá y logró sobrevivir durante el largo período del exilio.

Los héroes de nuestros días son los soldados

Resulta imposible de describir el gran mérito de los héroes de nuestros días, los soldados que arriesgan sus vidas en pos de la redención del pueblo de Israel y su tierra. A lo largo de numerosas generaciones, nuestros sagrados antepasados fueron torturados y murieron asesinados en aras de la supervivencia de la nación. ¿Qué no hubiesen dado ellos por poder tener el mérito de combatir -e incluso morir- en aras del resurgimiento del pueblo de Israel en su tierra? Ahora, nuestros soldados tienen el privilegio y el mérito de poder defender a nuestro pueblo y a nuestro país. Quiera D’s que obtengamos una gran victoria que eleve el prestigio de Israel y disuada a nuestros enemigos.

El mundo existe por el mérito de los que se entregaron abnegadamente. Nuestros sabios estudiaron (Tratado de Sanhedrín 110(B)) un versículo y lo aplicaron a los mártires: “Reunid a Mis piadosos, a quienes sostienen Mi pacto y M ofrendan sacrificios” (Salmos 50:5). “Reunid a Mis piadosos” – estos son los justos de cada generación, “quienes sostienen Mi pacto” – se trata de Jananiá, Mishael y Azariá que entregaron su vida saltando al horno ardiente, “Me ofrendan sacrificios” – ellos son Rabí Akiva y sus compañeros que fueron asesinados por causa del estudio de la Torá”.

Creo que, en nuestros días, a raíz del heroísmo manifestado por nuestros combatientes, corresponde interpretar la continuación del versículo en cuestión de la siguiente manera: “Y dirán: ‘el Cielo obró con justicia’” – estos son los que dieron su vida por la defensa del pueblo de Israel y su tierra, y gracias a ellos seremos meritorios de recibir la redención, tal como fue dicho: “pues D’s es el Juez. Así Sea”.

 

 

 

 

 

 

 

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