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LEJ LEJÁ 2022

La misión del Estado de Israel

La misión que le encomendó el Santo Bendito Él al pueblo de Israel que reside en su tierra es traer la bendición a todas las naciones, mas no a través de milagros sino por medio del establecimiento de instituciones dignas y del mejoramiento de nuestra conducta.

El camino hacia la materialización de esta visión pasa por el reforzamiento de los valores del trabajo, el derecho, la ciencia y la familia con el estudio de la Torá como aquel que emana su bien sobre la realidad en general.

El destaque del Estado de Israel en todos estos parámetros hará que se le sume el resto de los judíos que aun residen en el exilio.

En la medida que el sistema judicial sea fuerte y confiable será posible evitar pleitos de antemano ya que los poderosos sabrán que en caso de que intenten engañar, el aparato jurídico se los impedirá hacerlo. Y, además, cuando surjan conflictos, tal como es normal en la sociedad humana, el procedimiento judicial será justo y dejará satisfechos a los diferentes actores sociales.

El documento de identidad del pueblo de Israel es su misión de erigir en la tierra prometida una nación numerosa y bendita apegada a los valores de la fe, la justicia y el derecho que trae bendición a todas las familias de la tierra. Tal como le dijera D’s a nuestro patriarca Abraham al adjudicarle este gran rol: «Y le dijo D’s a Abram: Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que he de mostrarte. Y haré de ti una gran nación, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás (fuente de) bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y a quienes te maldigan habré de maldecir, y en ti serán bendecidas todas las familias de la tierra» (Bereshit-Génesis 12:1-3). Esta promesa tuvo lugar en virtud de que HaShem conocía el profundo compromiso de nuestro patriarca Abraham para con la fe en D’s, que incluye la identificación con los ideales divinos y un deseo infinito por prodigar el bien, traer bendición y progreso a todos los pueblos de la tierra y a todos los seres humanos, tal como fue dicho: «Y Abraham se volverá una nación grande y numerosa y en ella serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Pues le hice conocerme para que ordenara a sus hijos y a su casa tras él que cuiden el camino de HaShem haciendo el bien y la justicia para que D’s haga venir sobre Abraham lo que había hablado con respecto a él» (ídem 18:18-9).

A los efectos de pudiéramos cumplir nuestra misión, HaShem nos entregó la Torá para que a la luz de su guía y de sus preceptos nos dediquemos a poblar y desarrollar el mundo y erijamos instituciones gubernamentales comprometidas con la difusión de los valores de la verdad y del bien.

Esta visión es aquella que iluminó nuestros largos días del exilio y nos dio la fuerza necesaria para resistir las penurias, fortaleciendo en nuestro interior la fe de que llegará un día en el cual volveremos a nuestra amada tierra, la tendremos por heredad, haremos reverdecer sus páramos, volverá a dar su buen fruto y entonces tendremos el mérito de concretizar la misión del pueblo de Israel de todas sus generaciones, por lo que se extenderá la bendición a todas las familias de la tierra.

Bendición por medios naturales y racionales

Es sumamente importante destacar que la intención de lo antedicho no es que la obediencia al mandato divino sea aquella que traiga la bendición de manera milagrosa. El enfoque erróneo que lleva al ser humano a confiarse en el milagro fue el causante del pecado de los espías y del hecho de que la generación que salió de Egipto haya perecido en el desierto. Solamente sus hijos, que estaban dispuestos a luchar junto a Yehoshúa en la conquista del país y su poblamiento, sin confiarse en la mediación de milagros, tuvieron el privilegio de ingresar a la tierra prometida y heredarla. De igual manera, en nuestros días, la idea de que si cumplimos los preceptos HaShem nos reunirá en nuestra tierra de un modo milagroso llevó nuevamente a una suerte de ‘pecado de los espías moderno’, a raíz del cual muchos fueron los que no prestaron atención al llamado sionista a inmigrar a la tierra de Israel, quedándose así en el exilio, lo cual llevó a que fueran oprimidos por el régimen comunista y asesinados por el nazi y sus colaboradores, al tiempo que muchos otros perdieron toda esperanza de que ocurriera un milagro, lo cual los llevó a asimilarse entre los gentiles.

Por ello, es nuestro deber recordar una y otra vez que, de acuerdo con la guía de la Torá, por medio del cumplimiento de los preceptos podremos mejorarnos, cada persona con sus instintos, inclinaciones y habilidades propias podrá escoger el bien, y el pueblo judío y todos sus miembros podrá erigir instituciones públicas que expresen los valores de la verdad y el bien. Así, por medios naturales y racionales, el pueblo de Israel será meritorio de la bendición en toda las áreas de la vida, de modo tal que todos entiendan que, en efecto, cuando nos apegamos a la fe y escogemos el bien, el beneficio general se incrementa y la vida se torna más significativa y plena de bendición.

Llegó el momento

A D’s gracias, por medio de la entrega y el arrojo de los pioneros y los combatientes tuvimos el privilegio de que se establezca el Estado de Israel, el cual florece inspirado por la fe y por la Torá, por lo que disponemos de una maravillosa oportunidad de ser parte en la continuación de su desarrollo. Intentaremos esbozar el camino a transitar para concretar nuestra misión de acuerdo con las directivas de la Torá.

Trabajo: En la Torá aprendemos el enorme valor que tiene el trabajo. Nuestros patriarcas eran personas sumamente laboriosas y fueron bendecidos. Aun cuando nuestro patriarca Ya’akov tenía todos los motivos para ser negligente en su labor, trabajó ardua y fielmente y tuvo el mérito de tener satisfacción de su esfuerzo. En la medida que podamos educar más y más en el valor del trabajo lograremos ser trabajadores más diligentes y fieles, lo cual redundará en un incremento de la bendición.

Verdad y justicia: Numerosos preceptos nos educan a ser y a honrar nuestros compromisos. Por ejemplo, aquel que ordena al empleador a pagar la totalidad de los adeudos salariales a sus empleados sin diferir la paga ni en un solo día. Asimismo, el empleado debe trabajar fidedignamente y cumplir con sus deberes asumidos. De igual manera, los hombres de negocios y los comerciantes deben proceder honestamente sin mentir ni engañar debiendo honrar tanto su asentimiento como su negativa expresados durante la negociación.

Sin embargo, no alcanza con la educación individual en los valores de la verdad, ya que a veces el instinto de la persona es muy fuerte y la lleva a mentir, robar, a no ser aplicada en su trabajo y a no cumplir con los compromisos asumidos. Por ello la Torá nos ordenó establecer un sistema judicial que cuente con policías que hagan cumplir la ley, con jueces rectos y honestos que no otorguen preferencias a los ricos y a los poderosos. En la medida que el sistema judicial sea fuerte y confiable será posible evitar los pleitos de antemano ya que los poderosos sabrán que en caso de que intenten engañar, el aparato jurídico se los impedirá hacerlo. Y también en caso de que surjan conflictos, tal como es normal en la sociedad humana, el procedimiento judicial será justo dejando satisfechos a los diferentes actores sociales.

Cabe suponer que naturalmente, a raíz de la educación en el valor del trabajo, la verdad y la justicia, la generalidad de la economía habrá de prosperar ya que resultará más conveniente promover iniciativas, invertir, formar sociedades y producir. Así, se incrementará el número de personas que trabajan, disminuirá el número de desocupados y ello redundará tanto en abundancia como en bendición para los individuos y para la sociedad en su conjunto, lo cual será motivo de orgullo para la nación y el país.

Ciencia: La Torá se refiere a la ciencia con gran respeto, al grado de que se llegó a decir que todo aquel que carece de conocimientos científicos, a causa de ello posee carencias diez veces mayores en el área de la Torá (Rav Kuk citando al Gaón de Vilna). Las ciencias revelan la sabiduría divina contenida en la Creación. Además, la ciencia resulta ser sumamente útil para el ser humano, permitiéndole vivir confortable y saludablemente, y su desarrollo está incluido en el valor del trabajo y el poblamiento de la tierra de Israel. Por lo tanto, es correcto incentivar en gran manera el estudio de ciencias en el marco de la educación judía, cada alumno según su capacidad, así como incentivar a los más capaces a dedicarse a la investigación y al desarrollo de conocimiento que produzca una mejora en la calidad de vida de las personas y de la sociedad en general. Gracias a una educación de este tipo será dable esperar que surjan más científicos que aporten más descubrimientos a la humanidad, que los distintos trabajadores mejoren la comprensión de su área de ocupación e incluso incursionen en otras, y de esa manera su quehacer se verá enriquecido por ideas diferentes y novedosas y así los destacados de entre estos podrán también hacer aportes significativos a la sociedad.

Los valores familiares

Diferentes preceptos de la Torá están destinados a potenciar la fidelidad y el amor en la pareja, al grado que nuestros sabios dijeron que un hombre y una mujer que tienen el privilegio de vivir amorosa y fidedignamente, la Divina Presencia reside entre ellos, ya que la Unicidad Divina se manifiesta de un modo parcial en la unidad conyugal. El precepto consiste en que el hombre se ocupe del bienestar y la alegría de su pareja no menos que lo que se preocupa de sí mismo, y que, a su vez, ella se ocupe del bienestar y la alegría de su compañero no menos que lo que se preocupa de sí misma. Además, la Torá preceptuó «creced y multiplicaos». El deber de procrear según la Torá es tener un hijo y una hija, y según la prescripción rabínica debe tenerse cuatro, y cuanto más se tengan, se considera que se cumple el precepto con mayor excelencia. Paralelamente, diversos preceptos se ocupan de la educación de los niños, y, por otra parte, estos deben respetar a sus padres. Los shabatot y las festividades, días en los cuales la familia se reúne con deleite y alegría, otorgan a los niños tiempo de calidad educativa.

Gracias a todo este sistema de preceptos y valores, cabe suponer que a pesar de las difíciles tentaciones a las que los humanos adultos se ven expuestos, más y más personas accederán a una vida de pareja fiel, alegre y empoderadora que les permitirá inculcar en sus hijos el continuar por ese camino. Más allá del beneficio personal que reporta una buena vida familiar, ello implica también un aporte a la sociedad ya que personas que poseen una vida familiar estable suelen rendir mejor en sus trabajos y suelen ser capaces de contribuir más y mejor en cuestiones colectivas, logran educar mejor a sus hijos, perseveran en sus estudios, adquieren educación superior y se hacen de una profesión que les permita ser de provecho para la sociedad y para la nación.

Además, en la medida que logremos educar más y mejor en los valores de la familia gozaremos de crecimiento demográfico, el cual, al estar acompañado de una buena educación orientada a la Torá, la ciencia y el trabajo contribuye a la sociedad y a la economía en todos sus aspectos.

En la actualidad el mundo se divide entre las sociedades científica y económicamente desarrolladas en las cuales la institución familiar se derrumba, la población envejece lo cual conlleva a que la economía se resienta y aquellas que son atrasadas científica y económicamente y crecen demográficamente, pero en ausencia de crecimiento económico y científico la pobreza en estas sociedades indefectiblemente se incrementa. En el Estado de Israel logramos gozar de una sociedad con crecimiento tanto demográfico como económico y científico. Lamentablemente, el éxito en las diferentes áreas no aplica siempre a las mismas personas, pero en la medida que logremos apegarnos a los valores de la Torá tendremos el mérito que más y más individuos logren ser exitosos en ambas cuestiones de modo tal que el desarrollo tanto económico como científico potencie a la familia, y ésta a su vez potencie el crecimiento.

El estudio de la Torá

A los efectos de hacer perdurar estos valores, existe el precepto de fijar tiempos para el estudio de la Torá, ya que es entonces que repasamos y aprendemos todos los mandamientos que se ocupan de la honestidad y de la verdad, de los valores del trabajo y la creación. Del estudio de la Torá podremos obtener inspiración para desarrollar nuevas ideas y encontrar soluciones a problemas complejos. Para ello, es preciso poner cuidado en que el estudio sea realmente nuestro Santo Sanctórum, esto es, que por una parte detente un estatus de suma importancia y a su vez que sea la fuente de la que todo surja, sin afectar el sitial que deben ocupar las ciencias y el trabajo sino potenciándolos. Asimismo, es preciso tener cuidado de que el conservadurismo religioso no afecte negativamente la libertad creativa y el sentido de responsabilidad por reparar y cambiar el mundo, y, por otra parte, que los principios de la libertad no impidan el apego a los valores de la moral y la familia.

La bendición

De esto se desprende que ir por la senda de la Torá y los preceptos debe incrementar la bendición y la alegría en el seno de las diferentes familias, la inspiración y la nobleza de pensamiento al sistema educativo, la justicia y la generosidad en la sociedad, el significado y el valor en las vidas de los individuos, debe aportar innovación a la ciencia, laboriosidad y creatividad al trabajo, musa a las artes, impulso a la economía y honestidad en los negocios. Si por el mérito de todo este bien el PBI anual del Estado de Israel ha de crecer un dos por ciento extra más que el del resto de las naciones desarrolladas y el bendito crecimiento demográfico continuará dándose tal como lo hace en la sociedad religiosa, en pocas generaciones el pueblo de Israel asentado en su patria contará con decenas de millones de miembros y liderará al mundo en el área de los valores, la ciencia y la economía.

Entonces, los judíos de la diáspora desearán inmigrar y sumarse al éxito, e incluso los descendientes de aquellos hijos de Israel que se habían perdido para nuestro pueblo por causa de las persecuciones del exilio, procurarán investigar sus raíces y retornar a su nación y a su terruño. Entonces, una nación grande y numerosa anunciará al mundo la fe y la justicia, abrirá caminos para la educación moral y el desarrollo intelectual en pos de la humanidad, innovará métodos y tecnologías para prolongar la vida y mejorar su calidad, y tendremos el privilegio de presenciar la materialización de la visión de los profetas: «Y será en el final de los días que la montaña de la Casa de D’s será como la cima de las montañas y exaltada por sobre las colinas, y acudirán hacia ella en gran número todas las naciones. Y muchos pueblos dirán: ‘Vayamos y ascendamos a la montaña de D´s, a la Casa del D’s de Ya’akov, y nos enseñará Sus caminos y andaremos por Sus sendas’. Porque de Sion saldrá la Torá y la palabra de HaShem de Jerusalém» (Ishaiahu-Isaías 2:2-3).

 

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