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Unión plena rumbo a la victoria

BO 2024

Unión plena rumbo a la victoria

Cuando el pueblo de Israel está unido, aunque su situación espiritual sea difícil, el Santo Bendito Él le ayuda a derrotar a sus enemigos.

En la medida en que prevalezca una unidad completa, basada en los valores mancomunados de lo religioso y lo nacional – habremos de obtener una victoria aún mayor.

Es una gran virtud el llegar temprano a la sinagoga y ser uno de los diez primeros, y es también virtuoso rezar en una sinagoga muy concurrida.

 

En el pasado, cuando no había relojes, resultaba difícil reunir un minián, y por ello, quienes se apresuraban en llegar a la sinagoga no sabían cuánto tiempo tendrían que esperar hasta que el quorum se conforme, y por ende, eran muy recompensados. Sin embargo, en la actualidad, todos saben qué hora es, y por lo tanto, la virtud de quienes llegan antes de tiempo equivale a la de los primeros diez en arribar a la sinagoga.

 

Este Shabat leeremos en la porción de lectura de Bo sobre la festividad de Pesaj y el sacrificio pascual (Korbán Pesaj), los cuales expresan conjuntamente la fe en HaShem y la singularidad del pueblo de Israel. Los nombres de la festividad lo manifiestan: ‘Fiesta de las Matzot’ es una expresión de la fe de que antes que la masa de nuestros antepasados alcanzara a leudar se reveló ante ellos el Rey de los reyes, y ‘Pesaj’ alude a la singularidad del pueblo de Israel por el hecho de que HaShem salteó las casas de los israelitas y así los salvó. En nuestros días, la identidad nacional es aquella que expresa la singularidad del pueblo de Israel.

Por su parte, el sacrificio pascual expresa también la singularidad del pueblo de Israel y su fe en HaShem. La singularidad del pueblo de Israel se pone relieve en el hecho de que el objetivo último de la salida de Egipto era que el pueblo de Israel ingresara a la tierra prometida, la conquistara y la poblara, tal como se menciona en numerosas ocasiones en nuestra porción de lectura semanal. Por ello, un varón que no había sido aun circuncidado no podía comer del sacrificio pascual (Shemot-Éxodo 12:48). La fe, se pone de manifiesto en el hecho de que el pueblo de Israel arriesgó su vida a la hora de ofrendar el sacrificio pascual a HaShem, ya que el cordero era uno de los principales dioses egipcios (Amón Ra, N. de T.).

De igual manera, el justo rey Yoshiahu (Josías) les dijo a los levitas: “Servid a HaShem vuestro D’s y a Su pueblo Israel” (Divrei Haiamim II- II Crónicas 35:3).

Unidad en torno a la fe completa

Cuando el pueblo de Israel está unido, aunque su situación espiritual sea difícil HaShem le ayuda a vencer a sus enemigos. La unidad del pueblo de Israel puede también sostenerse en torno a los valores nacionales. En efecto, vemos que por el mérito de la paz que entablaron Ajav rey de Israel y Yehoshafat rey de Yehudá, a pesar de que el primero pecó adorando ídolos más que cualquier otro monarca que le antecediera, cuando salían juntos a la batalla se alzaban victoriosos. Tal como dijeran nuestros sabios (Sifrei Bemidbar 42): “Grande es la paz que incluso cuando los israelitas adoran deidades paganas, si hay concordia entre ellos, es como si D’s dijera: ‘Satán no habrá de tocarlos’, tal como fue dicho (Hoshea-Oseas 4:17): “Efraim es dado a los ídolos, déjalo”. Asimismo, dijeron que en los días de Ajav los hijos de Israel no incurrían en maledicencias (lashón hará) y en virtud de ello lograban vencer en las guerras (Talmud Jerosolimitano Tratado de Peá 1:1).

No obstante, una unidad que no incluya también la fe en HaShem no puede sostenerse en el largo plazo, y por ello, al final, Yehudá e Israel se separaron y sucumbieron ante sus enemigos.

La unidad en nuestros días

Otro tanto ocurre en nuestros días, en la medida en que nos mantenemos unidos logramos vencer a nuestros enemigos, y las falencias o carencias en nuestra unidad son aquellas que demoran la obtención de la victoria. O sea, temporariamente, una unidad parcial en torno a valores nacionales o religiosos resulta efectiva.  Pero dado que se trata de una unidad inacabada que aglutina a las personas solamente alrededor de la fe vinculada a los preceptos entre el hombre y su Creador o únicamente en torno a la fe en la vocación del pueblo de Israel de poblar la tierra prometida – también el éxito resulta incompleto.

Asimismo, vemos que el rey Ajav era sumamente nacionalista, y tal como parece, quiso reforzar a Israel por medio del establecimiento de alianzas con los pueblos de la región, para lo cual trabó con estos vínculos matrimoniales y sirvió a sus dioses, por lo que su éxito resultó incompleto. Otro tanto ocurrió en el caso de reyes tales como Jizkiahu (Ezequías) que se apegaron más a los preceptos religiosos y menos a los elementos nacionales, y también estos obtuvieron únicamente un éxito deficiente.

En la medida que entendamos que el valor religioso y el valor nacional son uno mismo, nos podremos unir más estrechamente y obtener así victorias más contundentes.

La percepción del enemigo como dependiente de quién encabeza su jerarquía organizacional

Una de las manifestaciones de la concepción errónea de percepción de la realidad que aún no fue cambiada como corresponde, es la postura de los diferentes comentaristas que ven al enemigo como equivalente al cabecilla de su organización armada, tanto se trate del Hamás como del Hezbolá. De todos los analistas escucharán que la pregunta clave es qué habrán de decidir Nasrala en el Hezbolá o Sinwar en el Hamás. Otro tanto ocurría en el pasado respecto de la OLP, como si todo dependiera de la voluntad de su líder y fundador Yaser Arafat.

Este tipo de análisis pone de manifiesto una falta de comprensión básica de los analistas que no entienden el sistema de creencias básicas y los móviles del enemigo. Desde un punto de vista estratégico casi que no influye quién es el líder, lo que determina el curso de la acción es el odio visceral que nuestros vecinos profesan a los judíos y al Estado de Israel. Mientras que los analistas -bajo la influencia de la postura de los cuerpos de seguridad e inteligencia del Estado- continúen otorgando un peso decisivo al pensamiento y a los cálculos del líder de la organización armada restando importancia al tramado ideológico que impulsa a sus seguidores, tanto en el caso del Hamás como del Hezbolá, ello será señal de que no entienden al enemigo y la amenaza que representa, y por ende, los resultados serán desastrosos.

No es mi intención afirmar que si se entiende al enemigo, la probabilidad de que Hezbolá ataque en el corto plazo se incremente o disminuya, sino la de sostener que los criterios del enemigo a la hora de tomar decisiones son más amplios y profundos, y especialmente, están orientados al largo plazo. Lamentablemente, no escuché a ningún analista militar o político que no erre en esta cuestión.

El significado del habla y del lenguaje

Aparentemente, hay un elemento del relato de la Torá que resulta difícil de comprender, pues el plan divino era sacar a los judíos de Egipto y llevarlos a la tierra de Israel, tal como fue dicho: “Recordar he recordado a vosotros y a lo hecho a vosotros en Egipto. Empero dije: Os haré ascender a vosotros desde la aflicción de Egipto hacia la tierra del Cna’aní, del Jití, del Emorí, del Perizí, del Jiví y del Yevusí hacia una tierra que mana leche y miel” (Shemot-Éxodo 3:17-18). Entonces, ¿por qué cada vez que Moshé se dirigía a Faraón le exigía únicamente que otorgara un permiso al pueblo de Israel para que este fuera al desierto a una distancia de tres días y sirviera allí a HaShem? (ídem 3:18, 5:1-3, 6:6-8, 6:11, 7:2-5, 7:26, 7:16, 7:23, 9:1, 10:3, 10:9-11, 10:24, 10:25-26).

E incluso al final, tras la muerte de los primogénitos, no se hablaba de salir en libertad, sino que “Se levantó Par’ó de noche, él, todos sus servidores y todo Egipto, y hubo un clamor grande en Egipto pues no había casa donde no había allí un muerto. Convocó a Moshé y a Aharón por la noche y dijo: ‘Levantaos, salid de en medio de mi pueblo, también vosotros, también los hijos de Israel; y partid, servid a HaShem como habéis hablado’” (ídem 12:30-31) y nada se dijo respecto de que el pueblo de Israel saliera en libertad y fuera a la tierra prometida.

Una posible respuesta a esta interrogante

Quizás pueda decirse que Par’ó sabía muy bien cuál era la verdadera intención de Moshé Rabenu, sacar al pueblo de Israel de Egipto y liberarlo, pero en un lenguaje diplomático no resultaba educado ofrecerle a un rey tan poderoso que se rindiera y cediera ante seiscientos mil esclavos. Más aun, si esa fuera la exigencia presentada ante el monarca, de hecho, resulta que se le estaba solicitando que cediera su trono, pues tras una rendición tan humillante como esa todo Egipto se rebelaría contra él. Por ello, el éxodo es presentado como una salida al desierto a servir a HaShem, un deber religioso que en nada atentaría contra el reinado de Par’ó. De ese modo, el monarca podía acceder a la petición de liberar a los hijos de Israel sin ser humillado, ya que siempre podría argüir que su intención era honrar a HaShem y liberar a los israelitas, solamente por unos días, tras haber acordado que posteriormente habrían de regresar a sus labores en Egipto.

Según esto, cuando Par’ó accedió a permitir la salida de los israelitas para servir a su D’s en el desierto sin las mujeres ni los niños, de hecho, en un lenguaje diplomático respondió que a pesar de todas las plagas sufridas, no estaba dispuesto a atender el pedido de los israelitas pero que sí estaba abierto a flexibilizar las condiciones de su servidumbre, de modo tal que de tanto en tanto los judíos pudieran salir al desierto a adorar a su D’s, pero que en términos generales habrían de permanecer subyugados a Egipto.

También cuando claudicara, tras la plaga de la muerte de los primogénitos, Par’ó dijo: “Vayan a adorar a HaShem”, y si bien todos comprendieron que había accedido a liberarlos, el sofisticado lenguaje de la diplomacia dejó aun en sus manos la posibilidad de retractarse de lo decidido. En efecto, una vez que HaShem endureciera su corazón, logró reunir a sus soldados para perseguir a los libertos hasta el Mar Rojo so pretexto de devolverlos a su condición de esclavos.

La representación gráfica de las Tablas de la Ley con su parte superior curva

Pregunta: En la portada de los libros de la colección Pninei Halajá están ilustradas las Tablas de la Ley con su lado superior curvo, pero he oído que no deben ser así representadas pues estas eran cuadradas, y el dibujo curvo fue adoptado a instancias de la influencia ejercida por el arte plástico gentil.

Respuesta: Durante muchas generaciones la costumbre extendida en numerosas sinagogas en todo el mundo era decorar el Arca Sagrada o su cortina (parojet) con un dibujo de las Tablas de la Ley cuyo lado superior es curvo.

Es cierto que en la última generación hubo dos rabinos que se opusieron a este formato de ilustración. El primero, en el año 5623 (1963), fue el Rabino Eliahu Katz (Dibrot Eliahu Oraj Jaím 1:96) y tras él, lo hizo también el Rebe de Lubavitch (en una disertación en 5741 – 1981). En su opinión, la práctica de representar las Tablas de la Ley con su lado superior curvo fue adoptada influenciados por los gentiles, al tiempo que las tablas que se encontraban depositadas en el Arca del Pacto en el Templo de Jerusalém eran rectangulares.

Sin embargo, en la práctica, no corresponde desmerecer a quienes acostumbraron a representar las tablas con su lado superior curvo a lo largo de las generaciones porque no hay necesidad alguna de representarlas tal como eran las que estaban en el Templo, ni en su forma ni en su tamaño. Más aun, vimos que quienes fabrican utensilios similares a los que se encontraban en el Tabernáculo debían hacerlos de tamaños diferentes a los del Templo, pues fuera del Santuario está prohibido fabricar instrumentos idénticos a los que allí se encontraban (ver Tratado de Avodá Zará 43:2, Shulján Aruj Yoré Deá 141:8).

En efecto, después de haber escuchado los argumentos de los rabinos arriba mencionados, en decenas de miles de sinagogas de Israel y el mundo entero no se modificó la costumbre predominante y se continuó dibujando la parte superior de las Tablas de la Ley curva. Así lo indicó a los efectos prácticos el Rishón LeTzión (rabino jefe sefaradí) Rabino Mordejai Eliahu (Responsa HaRav HaRashí 5748-5749 inciso 198), y así se dice en nombre del Rav Eliashiv (Ysá Yosef Oraj Jaím 3:36). Otro tanto fue escrito en el libro de responsa Mishné Halajot (16:169) y en Even Israel (8:57). Además, estos autores sostuvieron que cabe dudar si en el Templo de Jerusalém las tablas eran cuadradas, ya que puede estudiarse en el libro del Zohar (II 84:2) que el lado superior de estas era curvo pues fueron hechas a partir de dos gotas de rocío, y tal como escribiera el Rabino Abraham Azulay -autor del libro “Jesed LeAbraham”- en su comentario al libro del Zohar titulado “Or Hajamá”, las Tablas de la Ley eran parcialmente curvas y parcialmente cuadradas.

La virtud de los primeros diez que llegan al rezo

Es un gran mérito llegar temprano a la sinagoga para el rezo. “Dijo Rabí Yehoshúa ben Leví: ‘Que la persona siempre se levante temprano para llegar a la sinagoga para ser uno de los diez primeros, pues, aunque luego lleguen cien más, recibirá la recompensa correspondiente a todos” (Tratado de Berajot 47(B)). Esto obedece a que formó parte de la constitución del minián, y todos los que llegan después, se suman al quorum que formaron los diez primeros.

Pregunta: ¿Acaso para poder ser uno de los diez primeros en llegar no sería preferible rezar en sinagogas pequeñas en las que la probabilidad de ser uno de los que forma el minián inicial es más alta?

Respuesta: Es más meritorio rezar en una sinagoga a la que concurren numerosos fieles, pues “la presencia multitudinaria del pueblo honra al rey” (Mishná Berurá 90:28). Esto es, la dignidad celestial se acrecienta cuando el público es numeroso.

La virtud de aquellos que llegan a la sinagoga antes de la hora fijada

Cabe agregar una idea novedosa (jidush), y es que en la actualidad que todas las personas poseen relojes y el horario del rezo es fijo, todo aquel que llega a la sinagoga antes del horario de inicio del servicio se acerca a la virtud de los diez primeros en llegar. En el pasado, cunado no había relojes, resultaba difícil reunir un minián, y por ello, quienes se apuraban en llegar y no sabían cuánto tiempo precisarían esperar hasta que se reuniera el quorum eran dignos de una gran recompensa. Pero en la actualidad, que todos saben qué hora es, la virtud de la diligencia en asistir antes de tiempo se acerca a la de llegar entre los diez primeros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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