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El afianzamiento de los fundamentos de la fe

  • El afianzamiento de los fundamentos de la fe se basa en tres pilares:
    1. La revelación Divina a través del pueblo de Israel.
    2. La contemplación de la Creación.
    3. La efectivización de las capacidades y las virtudes.
  • El estudio de la historia del pueblo de Israel nos enseña sobre la relación entre el Creador y las creaturas y revela la Providencia sobre los seres humanos.
  • La contemplación de la Creación es el medio disponible al alcance del ser humano para poder captar algo de la grandeza de D’s.
  • El conducirse por la senda de HaShem es el medio para revelar la Presencia Divina al interior de cada persona individual.

Cada ser humano debe procurar que su quehacer esté orientado al incremento del bien y de la bendición en el mundo. Por lo tanto, si es albañil, debe esmerarse en construir casas buenas y fuertes, si es agricultor, debe procurar cultivar frutas sanas y sabrosas, si es fabricante de muebles, debe esforzarse por producir mobiliario de calidad y confortable. Los comerciantes deben orientar su esfuerzo hacia el incremento del bien y la abundancia generales, ser cuidadosos de negociar honestamente, y de ese modo se apegarán a HaShem, cuyo sello distintivo es la verdad (EMET).

Previo a los Días Solemnes, hemos de repasar los fundamentos de la fe y los medios para afianzarla, motivo por el cual hallé oportuno compartir con los lectores algunos pasajes del libro que estoy escribiendo sobre estos temas y sobre los caminos adecuados para enfrentar la idolatría.

Es preceptivo reforzar la fe tanto en el ámbito de la consciencia, como en el del sentimiento y en el de la generalidad de la vida. En el plano de la consciencia por medio del estudio de la fe y su significado, tal como fuera dicho: «Y sabrás hoy y retornarás a HaShem con tu corazón pues entenderás que el Eterno es el único D’s en las alturas del cielo y abajo en la tierra, no hay otro» (Devarim-Deueteronomio 4:39). Y fue dicho: «Yo soy HaShem tu D’s» (Shemot-Exodo 20:2), y fue dicho: «Escucha Israel, HaShem es nuestro D’s, HaShem es Uno» (Devarim-Deuteronomio 6:4). Y fue dicho: «Conoce al D’s de tu padre y sírvelo con corazón íntegro y alma deseosa, pues el Eterno busca los corazones y entiende todos los pensamientos e inclinaciones» (Divrei Haiamim-Crónicas 28:9). En el plano de los sentimientos, por medio del precepto de amar a HaShem, tal como fue dicho: «Y amarás a HaShem tu D’s» (Devarim-Deuteronomio 6:5), y por medio del precepto del temor hacia el D’s grande y reverente, tal como fue dicho: «A HaShem tu D’s temerás» (ídem 10:20). En la generalidad de la vida, por medio del estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos, tal como fue dicho: «En todos tus caminos, conócelo» (Mishlei-Proverbios 3:6).

La fe se afianza en la consciencia, el sentimiento y la generalidad de la vida por medio de tres fundamentos centrales:

1) La revelación de HaShem por medio del pueblo de Israel.

2) La contemplación de la Creación, sus múltiples maravillas y el ser humano que fue creado a imagen de D’s.

3) La manifestación de las capacidades y las virtudes de cada ser humano y su efectivización a la luz de las instrucciones de la Torá.

 

EL PRIMER FUNDAMENTO: LA REVELACIÓN DIVINA A TRAVÉS DEL PUEBLO DE ISRAEL

El primer fundamento para afianzar la fe en la revelación Divina a través del pueblo de Israel comienza con la manifestación de HaShem a Abraham, cuando le ordenara ascender a la tierra de Israel para establecer allí una nación grande y bendita que difunda Su palabra por el mundo y traiga la bendición a todas las naciones. Tal como le dijera HaShem a Abraham: «Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te habré de mostrar. Y haré de ti una gran nación, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a quienes te bendigan, y quienes te maldijeren serán malditos, y en ti serán bendecidas todas las naciones de la tierra» (Bereshit-Génesis 12:1-3). La revelación continuó con nuestros patriarcas Ytzjak y Ya’akov, la esclavitud en Egipto, el Éxodo, hasta su punto máximo durante la entrega de la Torá en el Monte Sinai y en virtud de ella el ingreso a la tierra de Israel, el asentamiento en ella, la construcción del Templo de Jerusalén y las revelaciones proféticas que tenían lugar en su interior. Toda la historia judía, con sus etapas de exilio y redención es un testimonio de cómo HaShem conduce Su mundo, tal como fue dicho: «Vosotros sois mis testigos, dijo HaShem» (Ishaiahu-Isaías 43:10). A los efectos de que podamos comprender este fundamento amplia y profundamente, se nos ordenó estudiar Torá, prestando atención a las manifestaciones de Divinidad que posee esta así como la totalidad en la historia judía, comenzando por lo que nos explica el Tanaj y siguiendo por las palabras de nuestros sabios hasta nuestros días. Para ello, se nos ordenó también relatar detalladamente la salida de Egipto en la noche del Seder, recordar la salida de Egipto cada Shabat, cada festividad, al igual que diariamente en el marco del rezo. Además, se nos ordenó recordar la entrega de la Torá en el Monte Sinai en la festividad de Shavu’ot,  Su Providencia para con nosotros en la de Sucot y Su protección bajo los reinos persa y griego en las celebraciones de Purim y Janucá. Por medio de la comprensión cabal de este fundamento que se ocupa de la relación entre HaShem y Su pueblo de Israel es posible aprender y afianzar el vínculo Divino con el resto de la Creación.

 

EL SEGUNDO FUNDAMENTO: LA CONTEMPLACIÓN DE LA CREACIÓN

Contemplar la sabiduría Divina manifestada en las maravillas de la Creación, desde las estrellas y las galaxias en las inmensidades del espacio, hasta la pequeñez de la célula o de las partículas subatómicas, en los océanos y en los continentes, en los reinos vegetal y animal, lleva a la persona a colmarse de fe y agradecimiento para con HaShem. «Que mi alma bendiga a HaShem, D’s, mi Señor, te has engrandecido de sobremanera, cuán grandes son Tus obras HaShem, todas las realizaste con sabiduría, la tierra está plena de Tus pertenencias. Este es el grande y ancho mar, allí habitan un sinnúmero de seres tanto inmensos como diminutos» (Tehilim-Salmos 104:1, 24-25). Percibir la obra de HaShem a través de la contemplación de lo maravilloso, lo sublime, lo bello y lo portentoso de la Creación. «El cielo declara la gloria de HaShem y el firmamento la obra de Su mano» (ídem 19:2).

Esta contemplación aumenta el amor a D’s y el temor reverencial hacia Él, tal como escribiera el Rambám: ‘¿Cuál es la senda para poder llegar a amar y temer a HaShem? Cuando la persona contemple Su grande y maravillosa obra, así como Sus creaturas y perciba Su inconmensurable e infinita sabiduría, inmediatamente sentirá amor, deseo de alabar, de magnificar y deseará intensamente conocer Su gran Nombre, tal como dijera el rey David: ‘Mi alma está sedienta de D’s, del D’s vivo’ (Tehilim-Salmos 42:3). Al pensar en todo esto, inmediatamente dará un paso hacia atrás presa del temor, al entender que es solamente una creatura ínfima, baja y sombría, y que se presenta con una consciencia parcial y un escaso entendimiento ante quien detenta la perfección del conocimiento. Tal como dijera el rey David: «Al contemplar Tu firmamento, obra de Tus dedos… ¿qué es el ser humano para que lo recuerdes?»‘ (Tehilim-Salmos 8:4-5) (Hiljot Yesodei HaTorá 2:2). Para ello es preciso estudiar ciencias naturales y exactas.

Es también necesario contemplar a la diadema de la Creación, al ser humano que fue creado a imagen de D’s, y por cuyo intermedio se manifiesta la voluntad Divina. Resulta indispensable observar detenidamente al Hombre con la generalidad de sus virtudes, capacidades e increíbles logros a lo largo de la historia, los cuales incluyen la ciencia, la investigación, la literatura, el arte y por sobre todas las cosas, la moral y las aspiraciones idealistas. Por medio de la obra humana se revela la voluntad de D’s.

 

LOS REZOS Y LAS BENDICIONES QUE DAN EXPRESIÓN A ESTE FUNDAMENTO

A los efectos de afianzar este principio en nuestras vidas, nuestros sabios establecieron que en el marco del rezo recitemos salmos de agradecimiento y alabanza a HaShem por las maravillas de la Creación y por todo lo bueno que tenemos en la vida. Por ejemplo, durante los cánticos de alabanza o en la primera de las bendiciones de la recitación del Shemá agradecemos a D’s por las luminarias del día y de la noche. Asimismo, nuestros sabios indicaron que bendigamos a HaShem por todas las cosas buenas de las que disfrutamos, desde los alimentos que ingerimos hasta los aromas fragantes que aspiramos.  Asimismo, debemos recitar bendiciones de alabanza a HaShem al percibir las maravillas de la Creación, tales como mares, ríos y paisajes singulares. El precepto del Shabat también arraiga este fundamento en nuestra vida, ya que en ‘el recordamos a HaShem que creó el mundo en seis días y al Shabat el séptimo, y en virtud del deleite y el descanso estudiamos Torá.

 

EL TERCER FUNDAMENTO: ANDAR POR LAS SENDAS DE HASHEM

El tercer fundamento se extiende a todos los ámbitos de la vida, e implica que la persona se conduzca en todas sus acciones por la senda de HaShem, y de ese modo afiance su fe en todos Sus caminos, y revele la imagen de D’s que anida en su interior, incremente el bien y la bendición en el mundo transformándose en socio del Creador en el poblamiento y el desarrollo del mundo. Tal como fue dicho: ‘»Id tras HaShem vuestro D’s, y apegaos a Él» (Devarim-Deuteronomio 13:5). Preguntaron nuestros sabios: ‘¿Acaso puede el ser humano ir tras la Divina Presencia? ¿Acaso no fue dicho que «HaShem nuestro D’s es un fuego que todo lo consume»? (ídem 4:24). Lo que le resulta posible es seguir las virtudes de D’s en todas sus acciones’ (Tratado de Sotá 14(A)). Así como Él viste a los desnudos, tú también vístelas, así como Él visita a personas enfermas, tú también visítalas, así como Él consuela a los dolientes, tú también consuélalos, etc.

Dijeron también nuestros sabios (Vaikrá Rabá 25:3) que la mejor manera de apegarse a D’s es por medio de la participación en el poblamiento del mundo. Así como Él, en el inicio de Su Creación se ocupó primeramente de plantar, de igual manera, cuando ingreséis a la tierra de Israel, en primer lugar, dedicaos a plantar, tal como fuera dicho: «Cuando llegareis a la tierra de Israel plantad todo tipo de árboles frutales» (Vaikrá-Levítico 19:23).

Asimismo, todo ser humano debe orientar su quehacer a incrementar el bien y la bendición en el mundo, de modo tal que si es un albañil se esmere por construir casas fuertes y buenas, si es un agricultor que cultive frutos sanos y sabrosos, si es un fabricante de muebles que elabore un mobiliario bueno y confortable. Asimismo, los comerciantes deben esforzarse por negociar honestamente y de ese modo se apegarán al Creador cuyo sello distintivo es la verdad (EMET) (Tratado de Shabat 55(A)).

Además de ello, la persona debe procurar influir para bien con el dinero que gana con su trabajo, aportando el diezmo para apoyar el estudio de la Torá y los menesteres de los más necesitados, mantener a su familia y educar a sus hijos en la Torá y las buenas acciones.

 

EN EL ÁMBITO FAMILIAR

En la vida matrimonial, la persona debe procurar ser amoroso y fiel, y de ese modo irá por la senda de D’s, ya que la idea del amor y la unidad familiar se desprende del amor que HaShem profesa a Sus creaturas y del origen común y único de todas estas. Tal como dijeran nuestros sabios, respecto de que cuando un hombre y una mujer se aman y se son fieles la Divina Presencia reposa entre ellos (Tratado de Sotá 17(A)). Al tener hijos, educarlos y mantenerlos, los padres se apegan a HaShem y se tornan socios del Creador en el incremento de la vida en el mundo, ya que nuestros sabios dijeron que en el nacimiento de un ser humano participan tres socios, el Santo Bendito Él, su padre y su madre. Cuando un hijo respeta a su padre y a su madre HaShem dice: considero haber vivido en medio de ustedes y haber sido tratado respetuosamente (Tratado de Kidushín 30(B)). De este modo vemos que el precepto de honrar a los padres guarda estrecha vinculación con el respeto a D’s. Existen otras normas tales como la prohibición de ingerir determinados alimentos provenientes de animales impuros o fruto de la cocción conjunta de carne con leche y de este modo nos apegamos a HaShem a la hora de comer.

A los efectos de que podamos apegarnos a HaShem en todos nuestros quehaceres, Él nos otorgó la Torá y Sus preceptos, y por medio de la constancia y la profundización en el estudio de la primera y la diligencia en la observancia de los segundos logramos cimentar la fe en nuestras vidas, apegarnos a HaShem y actuar en aras de reparar el mundo. Sobre esto fue dicho: «En todos tus caminos conócelo, y Él enderezará tus sendas» (Mishlei-Proverbios 3:6). Dijeron nuestros sabios: ‘Este versículo es una porción breve de la cual dependen muchas secciones de la Torá’ (Tratado de Berajot 63(A)).

 

EL ENRIQUECIMIENTO PROVENIENTD DE LA DONACIÓN DEL DIEZMO

Pregunta: Dijeron nuestros sabios respecto del versículo que reza «diezmar diezmarás» (aser te’aser) que significa ‘diezma para que te enriquezcas’ (aser bishvil shetit’asher) (Tratado de Ta’anit 9(A)) y además nos enseñaron que en esta cuestión nos está permitido poner a D’s a prueba, esto es, que la persona separe el diezmo y vea con sus propios ojos que logrará enriquecerse. ¿Cuál es el tipo de riqueza prometido?

Respuesta: El texto no dice que quien aporte el diezmo de sus ganancias habrá de tornarse una de las personas más ricas, ya que la opulencia es una dura prueba, puesto que muchos de los millonarios viven sumidos en grandes tensiones tanto personales como familiares y no pocas veces fracasan en la educación de sus hijos, y además muchos incurren en errores a consecuencia de su riqueza dando rienda suelta a su arrogancia o a sus bajos instintos y no separan para la tzedaká lo que correspondería que aporten. Así, en vez de que su dinero los haga meritorios de realizar buenas acciones finalmente heredan el Guehinom.

La bendición consiste en que la persona obtenga su sustento decorosamente de acuerdo con las condiciones del lugar y de la época, una casa bonita, utensilios bonitos y vestimenta honorable, que pueda cubrir todas sus expensas médicas y ahorrar para tiempos difíciles. Y no menos importante que ello, que esté feliz con su porción. Quien haya tenido el mérito de alcanzar una gran riqueza, debe saber que fue puesto en una gran prueba, y en la medida en que logre ser constante en sus aportes del diezmo o de la quinta parte de sus ingresos, será considerado como uno más de entre los justos, incrementando así la bendición tanto para sí como para el mundo.

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