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Respuesta a las objeciones que se me hicieron respecto de mi actitud hacia los reformistas

  • Los judíos reformistas apuntan a preservar su identidad judía, y no a lo contrario, por ello la definición de ‘apóstatas’ no aplica a su caso.
  • En la medida en que sectores del movimiento reformista se alejan más y más del judaísmo y del Estado de Israel, crece nuestro deber de acercarlos y tratarlos con respeto y cariño.
  • Aunque un judío transgreda, D’s no lo quiera, algún precepto determinado, ello no lo exime del deber de cumplir el resto de los preceptos, por lo que corresponde poner a disposición de los reformistas un Sefer Torá para que lo usen en el ‘Ezrat Israel’ del Kotel.

Conozco la realidad, y sé que existen judíos reformistas que apoyan a los enemigos del Estado de Israel, y justamente por ello valoro y aprecio a quienes vinieron a vivir a nuestro país y visitan el Kotel. De todas maneras, incluso si hay hermanos que se alejaron de nosotros en gran medida, mientras deseen mantener con nosotros vínculos fraternales, es nuestro deber extenderles nuestra mano y esperar que ellos hagan lo mismo para con nosotros.

Respecto del debate que se suscitó alrededor del rezo de nuestros hermanos conservadores y reformistas junto al Kotel, escribí: «Es correcto establecer que en ‘Ezrat Israel’ puedan llevar a cabo sus rezos con el debido respeto. En la medida en que aumente el número de las personas que acudan a rezar según su costumbre, se deberá ampliar para ellos el ‘Ezrat Israel’ tanto como resulte necesario. Y los miembros del público religioso y jaredí que observan la halajá y las costumbres, no deben lamentarse de que los seguidores de estos movimientos lleguen al Kotel, sino que deberían alegrarse de que más hermanos judíos estén conectados al sitio del Templo y deseen orarle a nuestro Padre Celestial, y deberían ver con buenos ojos el hecho de que a pesar de que nos separan los cambios que estos movimientos efectuaron en la halajá, sabemos respetar y valorar todas sus virtudes. Es más grande la santificación del Nombre Divino que su profanación». Además, agregué que corresponde que el rabino del Kotel los reciba respetuosamente y se preocupe de que no sean molestados, y en caso de precisar estos un Sefer Torá, suministrárselos de buen talante.

En contra de mis conceptos se esgrimieron diferentes argumentos y se formularon numerosas preguntas, a los que intentaré responder someramente.

La acusación de apostasía

El argumento más duro que se esgrimió fue que los reformistas son apóstatas (minim) y por ende salieron de la generalidad del pueblo de Israel siendo entonces necesario luchar contra ellos sin tregua.

Respuesta: Los apóstatas sobre los cuales nuestros sabios establecieron una bendición para que sean doblegados son los judíos cristianos que quisieron erradicar a nuestro pueblo del mundo argumentando que la elección Divina de Israel quedó sin efecto, que debíamos asimilarnos entre las naciones y apegarnos a la fe cristiana. Corresponde puntualizar, los cristianos en general no son apóstatas, nos referimos con esa denominación a quienes pérfidamente actuaron para eliminar al pueblo judío de la faz de la tierra. Por su parte, los reformistas, y más aún los conservadores, desean mantener su identidad judía. Esto y más, los sabios de las últimas generaciones, con el Rav Kuk a la cabeza (Igrot Raaiá 113), expresaron que en estas generaciones ya no existe la apostasía grave.

La acusación de que se trata de malvados

El segundo argumento más grave: Los reformistas son herejes que desean atentar contra los fundamentos de la Torá y por ello son considerados grandes malvados, y el precepto de amar a cada judío no recae sobre ellos.

Respuesta: El precepto de amar a cada judío recae también sobre los malvados, tal como explicara mi rabino y maestro el Rav Tzví Yehudá kuk, de e bendita memoria, en su artículo ‘Leyes sobre el precepto de amar a judíos’ (Lintivot Israel II pág. 550). El fundamento de este concepto se apoya en lo que dijera Rabí Meir en el Talmud (Tratado de Kidushín 36(A)) de que se considera hijos de HaShem incluso a judíos malvados o idólatras, y sobre ellos está escrito (Oseas 2:1): «Y el número de los hijos de Israel será como el de la arena del mar, la cual no se podrá medir ni contar, y sucederá que en vez de lo que se les dijo ‘vosotros no sois Mi pueblo’ se les dirá ‘sois hijos del D’s viviente». Asimismo, dijeron nuestros sabios (Sifrei Nasó 42): ‘Grande es la paz que incluso cuando los judíos son idólatras, si impera la concordia entre ellos, es como si D’s dijese que Satán no puede tocarlos, tal como fue dicho: «Efraím está apegado a los ídolos, déjalo». Pero cuando los judíos se dividen (aunque sean estudiosos de la Torá), ¿qué se dice de ellos? «Sus corazones se separaron, ahora serán inculpados» y sucumben ante sus enemigos (Vaikrá Rabá 26:2, ver Tratado de Yomá 9(B)). Resulta entonces que todo lo que fuera dicho respecto de odiar a los malvados se refiere al repudio de sus malas acciones, pero a las personas es nuestro deber amarlas (Tania 32). Por ello oramos que se acaben los pecados, no los pecadores (Tratado de Berajot 10(A)).

Todo esto fue siempre el consenso imperante. Sin embargo, en las últimas generaciones es nuestro deber agregar a los conceptos ya mencionados, las palabras de nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, en su artículo ‘Sobre esta generacíon’ (Maamar HaDor) en cuanto a que los pecados de los diferentes movimientos son consecuencia de su búsqueda de la verdad y la moral, por lo que poseen un aspecto virtuoso, y por ende, se debe mantener con ellos una discusión respetuosa y aprender de sus aspectos positivos.

La acusación de que apoyan a los enemigos del pueblo judío

Hay quienes sostienen que desconozco la realidad, que si yo supiese en qué medida esta gente transgrede, y que no pocos de ellos apoyan a los enemigos del Estado de Israel, no los consideraría como hermanos.

Conozco la realidad, y sé que existen judíos reformistas que apoyan a los enemigos del Estado de Israel, y justamente por ello valoro y aprecio a quienes vinieron a vivir a nuestro país y visitan el Kotel. De todas maneras, incluso si hay hermanos que se alejaron en gran manera, mientras deseen mantener con nosotros vínculos fraternales, es nuestro deber extenderles nuestra mano y esperar que ellos hagan lo mismo para con nosotros. Somos todos hermanos, todos hijos de D’s. Cabe agregar, que toda acusación que no ayuda a reparar es odiosa a ojos de HaShem, porque el Santo Bendito Él odia a quienes acusan a Sus hijos (Rabí Abraham Azulay).

División entre los líderes y el público

Hay quienes sostienen que debemos tratar con amor a los miembros del movimiento reformista, pero hay que combatir duramente a la institución y abstenerse de mantener contacto alguno con sus líderes, al menos públicamente, para no concederles ningún reconocimiento o estatus especial.

Respuesta: La realidad es al revés, los líderes y los representantes están más comprometidos con su identidad judía y con su pueblo y por ende corresponde respetarlos más y no menos. Además, esta división no resulta comprensible para la mayoría de los judíos miembros del movimiento reformista o del conservador, que es más cercano a nosotros. Cuando oyen que se ataca a sus líderes y a sus representantes y se sostiene que sus corrientes no son judías, entienden que los religiosos los excluyeron del pueblo de Israel. Por lo tanto, hablar de boicot a movimientos o a sus líderes deja sin efecto, en la práctica, el cumplimiento del precepto de amar a cada judío, que es una regla general de la Torá, clavando así una espada en el corazón de la nación.

El temor a su influencia

Hay quienes sostienen que por cuanto que ellos actúan en aras de modificar el carácter judío y religioso del país, es necesario combatirlos sin tregua, ya que la concesión de cualquier tipo de estatus oficial les permitirá convencer a más personas que celebren Bar Mitzvot y casamientos en sus instituciones en vez de hacerlo en los marcos aceptados.

Respuesta: En efecto, mantenemos con ellos una gran discusión y nos lamentaremos de sobremanera por cada judío que, pudiendo haber asistido a una sinagoga nuestra, prefirió la de ellos. Sin embargo, se debe sostener esta discusión de una manera educada y no por medio de boicots, guerra y violencia. En primer lugar, porque ello no resulta ni correcto ni ético, y además, porque no es útil desde el punto de vista público o educativo.

El camino para atraer a las masas judías a fortificarse en su observancia según la halajá es por medio del estudio de la Torá y la educación, no a través de pleitos y violencia. Cabe agregar, que a veces, cuando no logramos educar, desde el Cielo nos desafían por medio de una dura competencia para que nos esforcemos en mejorar nuestro camino, la luz de la Torá vuelva a brillar y nos haga retornar en arrepentimiento.

Promueven la asimilación

Se sostiene que los reformistas promueven la asimilación ya que están dispuestos a casar un judío con un gentil, y por ello, son el enemigo número uno del pueblo judío.

Respuesta: El objetivo de los reformistas es preservar la identidad judía. Por ello, en un inicio se oponían a los matrimonios mixtos. Al ver que no podían frenar el aluvión asimilacionista, y de todas maneras un judío que desee casarse con un gentil lo hará, se les presentaron dos opciones: excluirlos de la comunidad o reconocer este tipo de enlaces. Ellos optaron por aceptar los matrimonios mixtos e incluirlos en la comunidad.

Es claro que según la halajá está prohibido aceptar matrimonios mixtos, y quien no pasó conversión halájica no es judío. Sin embargo, no se puede argüir que ellos promueven la asimilación.

Son mayoritariamente gentiles

Se sostiene que dado que los reformistas aceptan a gentiles no convertidos según la halajá y los casan con judíos no es preceptivo amarlos como a hermanos.

Respuesta: Aunque así fuera, es nuestro deber amar a todos los judíos del movimiento reformista, y aunque uno de estos, bajo la influencia del espíritu de nuestro tiempo esté casado con una mujer gentil – sigue siendo nuestro hermano y es llamado hijo de HaShem. Y también es preceptivo amar a su pareja y a sus hijos no judíos, ya que están íntimamente vinculados a nuestro hermano, especialmente cuando sienten una cierta identificación con el pueblo judío. HaShem nos ayudará para que tengamos el mérito de hacer brillar la luz del judaísmo al grado de que todos deseen sumarse a la gran visión de la reparación del mundo bajo la guía de la Torá, en todos los detalles de sus diferentes halajot.

Citas de rabinos

Hay quienes citan palabras de grandes rabinos eminentes de las generaciones pasadas, los cuales escribieron sobre los peligros implícitos en la reforma y se refirieron con duros conceptos hacia los líderes del movimiento reformista y hacia sus seguidores.

Respuesta: Un principio fundamental en el estudio es saber cuándo algo fue dicho o escrito y en qué contexto. Cuando lo olvidamos, cometemos errores involuntarios en cuestiones de halajá.

Por ejemplo, se cita a los rabinos jefes del Estado de Israel, el Rabino Herzog y el Rabino Nisim, ambos de bendita memoria, quienes se expresaron duramente contra la iniciativa de erigir una sinagoga reformista en Jerusalém. Sin embargo, lo escribieron cuando pensaban que era posible evitarlo, para que la generalidad del público siga estando vinculada a las sinagogas tradicionales. Pero resulta claro que no tuvieron la intención de que sus palabras fuesen citadas como conceptos generales sobre los reformistas.

¿A qué se asemeja esto? A padres que se enojaron con su hijo que comenzó a alejarse de la religión, y lo rezongaron con dureza en su adolescencia. Lamentablemente, el muchacho decidió hacerse secular y luego procedió a casarse. ¿Acaso corresponde citar lo que los padres le dijeron en la adolescencia como una actitud de principio hacia él, ahora que es una persona adulta y padre de familia? Seguramente que no.

Asimismo, se suele citar a nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, (Maamarei Raaiá pág 511) quien escribiera en su momento duros conceptos sobre la reforma. Sin embargo, esta cita fue extraída de una carta dirigida a las comunidades de Norte América que deseaban retirar el tabique divisorio entre hombres y mujeres en la sinagoga y sentar juntos a ambos géneros. En ese momento, el Rav deseaba advertirles del peligro que corrían de colapsar comunitariamente y asimilarse. En esa carta, el Rav no tuvo la intención de definir a los reformistas en términos ofensivos para que se usen como fuente para sostener su odio a la reforma.

A modo de ejemplo de este fenómeno, se pueden analizar los conceptos vertidos por varios de los grandes rabinos cuando comenzó la época del abandono de la religión, y en qué medida se expresaron hacia los que abandonaban la fe con no menos dureza que la que empleaban al hablar de los reformistas. Pero en la actualidad, al ver que la guerra no resultó exitosa, y que muy a nuestro pesar numerosos judíos profanan el Shabat, ellos no querrían que continuemos citando sus duras palabras, que fueran expresadas en un tiempo en el cual les parecía que lograrían convencer a los miembros de sus comunidades que habían comenzado a profanar el Shabat.

Sefer Torá

Hay quienes sostienen que está prohibido facilitarles a los reformistas un rollo de la Torá ya que ellos no lo leen según las reglas de la halajá y no se visten recatadamente al hacerlo.

Respuesta: Así como cada judío debe cumplir con cada uno de los preceptos de la Torá, aunque profane el Shabat, de igual manera debe también escribir un Sefer Torá para que lo tenga en su casa (Shulján Aruj Yoré Deá 270:1). Si bien en la actualidad solemos ser más flexibles y consideramos cumplido el precepto por medio de la adquisición de libros impresos, de todas maneras, el mandato de la Torá sigue vigente y no fue eliminado. Si bien una persona que profana el Shabat tiene prohibido escribir un Sefer Torá (Shulján Aruj Yoré Deá 281:3), de todas maneras, tiene el deber de contratar a un sofer para que le escriba uno. Entonces, obviamente que se puede y hasta es preceptivo facilitarles a los reformistas un Sefer Torá cuando deseen leer de él.

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