ROSH HASHANÁ 2023
Rosh HaShaná que cae en Shabat
– Cuando Rosh HaShaná cae en Shabat, a priori, es preciso llevar a cabo la tercera comida o seudá shelishit hasta tres horas antes de la puesta del sol para poder ingerir con apetito la cena festiva de la segunda noche.
– Se acostumbra a leer en Rosh HaShaná la porción que relata la expulsión de Yshmael para que justamente en el Día del Juicio, en Yom HaDin, reconozcamos el hecho de que a veces no hay disponible una buena elección, y es preciso escoger la menos mala de entre dos alternativas difíciles.
– Más relatos sobre la figura del Rabino Uziel, de bendita memoria.
A veces, parece que poner de relieve la singularidad de Israel es algo que viene a cuentas de las demás naciones, pero la verdad es totalmente opuesta. La principal virtud del pueblo de Israel es su deseo de aportar bien y bendición a todos los seres humanos. Por ello, justamente a partir del momento en que los hijos de Israel ingresaron a su tierra y asumieron a modo de pacto el compromiso de ser responsables los unos por los otros, escribieron la Torá de manera clara en setenta idiomas para permitir su entendimiento por parte de las naciones del mundo.
De acuerdo con la Torá, cuando Rosh HaShaná cae en Shabat es igualmente preceptivo tocar el Shofar. Sin embargo, nuestros sabios establecieron que esto no se haga, no sea que las personas transporten el Shofar cuatro codos en el dominio público y transgredan así una grave prohibición sabática (Tratado de Rosh Hashaná 29(B)). Solamente en las inmediaciones del Templo de Jerusalém se tocaba el Shofar en Shabat, ya que las prohibiciones decretadas por los rabinos no se aplicaban en el área del Santuario.
Si bien este decreto de no tocar el Shofar en Rosh HaShaná cuando la festividad cae en Shabat fue prescrito por los sabios, está insinuado en la Torá, ya que en un versículo dice: “Día del toque del Shofar (Yom Teruá)” (Bemidbar- Números 29:1) y en otro dice: “Día de reposo, día recordatorio del toque del Shofar” (Shabatón zijrón teruá) (Vaikrá-Levítico 23:24). Resulta entonces que cuando Rosh HaShaná cae en días de semana, es “Día de toque del Shofar” y cuando cae en Shabat es “Día recordatorio del toque del Shofar”, pues en él recordamos a la teruá pero en la práctica no efectuamos los toques (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 29(B)).
Todo esto es según el Talmud Babilonio y así es como se explica comúnmente. Sin embargo, según el Talmud Jerosolimitano (Tratado de Rosh HaShaná 4:1) de acuerdo con la Torá no se llevan a cabo toques de Shofar en Shabat ya que el análisis de los versículos es un estudio completo del cual se desprende que en Shabat no se toca, y del análisis en cuestión surge que en Shabat se debe tocar solamente en el Templo.
Los sabios esoteristas (ba’alei hasod) explicaron que, en realidad, cuando Rosh HaShaná cae en Shabat no resulta tan necesario tocar el Shofar porque casi todas las virtudes espirituales que se alcanzan en esta festividad por medio de los toques en días de semana, en Shabat se obtienen en virtud de la santidad sabática. No obstante, hay todavía una cualidad suplementaria en el toque del Shofar, pero esta es muy elevada, por lo que no es posible percibirla ni captarla salvo en el área del Templo, por lo que allí sí se tocaba (ver Pninei Halajá Yamim Noraím 4:9).
El pasaje de Shabat al segundo día de Rosh HaShaná
En Shabat es preciso ingerir tres comidas, y a priori, la tercera debe llevarse a cabo hasta tres horas previo a la puesta del sol, para que se pueda comer la cena festiva de la segunda noche con apetito.
A posteriori, cuando el rezo se termina tarde y se dificulta llevar a cabo la tercera comida, es menester dividir a la segunda en dos: primeramente, se come la entrada y acto seguido se recita el Birkat HaMazón. Luego, se realiza una interrupción de media hora de duración, la cual puede ser aprovechada para el estudio o para hacer un paseo, y luego, se vuelve a lavar las manos y se sirve el segundo plato.
Es preciso tener el recaudo de no preparar en Shabat nada para la festividad. Por lo tanto, solo después de la salida del Shabat se permite lavar platos y poner la mesa para la comida festiva. Sin embargo, si esperar a que termine el Shabat pudiera causar algún tipo de angustia o desazón amén de una demora significativa en el horario de la cena, se permite retirar del freezer durante el Shabat los alimentos necesarios para la comida festiva.
Las velas festivas se encienden tras la salida del Shabat y tras recitar “Baruj Hamavdil Bein Kodesh Lekodesh – Bendito Aquel que diferencia entre lo santo y lo santo”. Dado que en la festividad está prohibido encender un fuego nuevo, es preciso preparar antes del Shabat una vela que arda por más de veinticuatro horas y de la cual se puedan encender las velas festivas. En caso de que no se hubiese preparado esta vela de antemano, es preciso recurrir a la ayuda de los vecinos.
En el Kidush y en el rezo se incluye la bendición de la Havdalá. Asimismo, en la Havdalá se recita la bendición por la vela mas no por las especies aromáticas.
La lectura de la Torá que versa sobre la expulsión de Yshmael
El primer día de Rosh HaShaná se lee en la Torá el relato del nacimiento de Ytzjak, pasaje que inicia con la expresión “Y HaShem recordó a Sara” (Bereshit-Génesis 21:1-34), y a modo de Haftará se lee el episodio de Janá y el nacimiento de su hijo Shmuel (Shulján Aruj Oraj Jaím 584:2). Esto es así ya que en Rosh HaShaná fueron recordadas tres mujeres justas, nuestra matriarca Sara que dio a luz a nuestro patriarca Ytzjak, nuestra matriarca Rajel que dio luz a Yosef el justo y Janá que dio a luz al profeta Shmuel (Tratado de Rosh HaShaná 10(B)). Su esterilidad se debía a que en virtud de lo excelso de sus virtudes debían traer al mundo almas tan innovadoras que estas no podían nacer por medios naturales, y solo por el mérito de la renovación de Rosh HaShaná pudieron embarazarse. No obstante, la mayor parte de la porción se ocupa del episodio de la expulsión de Yshmael, y cabría preguntar, ¿por qué se estableció que se lea un pasaje así que no es agradable y además aparentemente implica una acusación contra el pueblo de Israel? (ver comentarios de Rambán y Radak).
Sin embargo, la pregunta por sí misma se vuelve su propia respuesta. Corresponde que se lea esta porción justamente en el Día del Juicio (Yom HaDin) pues a pesar del dolor, la expulsión de Yshmael no adolecía de defecto espiritual alguno, ya que si esto fuera así los sabios no habrían establecido que se lea este preciso texto en Rosh HaShaná para no sumar sobre nosotros una acusación. O sea, la intención de nuestra matriarca Sara fue buena desde un inicio, pero confió demasiado en Hagar y en su hijo, y al final de cuentas surgieron tensiones al grado de que resultó claro que no estaban dispuestos a aceptar a nuestro patriarca Ytzjak como principal continuador de la dinastía de Abraham, y por ello, ante la ausencia de alternativas, fue necesario expulsar a Yshmael. Justamente en el Día del Juicio, en Yom HaDin, es preciso que reconozcamos el hecho de que a veces no hay una buena elección disponible, y entre dos alternativas duras es preciso elegir la menos mala. Solamente así es posible continuar construyendo y reparando, hasta que encontremos el camino que nos permita beneficiar a todos en la mayor medida posible.
Además de ello, justamente en Rosh HaShaná, el Día del Juicio, es preciso diferenciar entre el pueblo de Israel y las demás naciones que no están dispuestas a aceptar sobre sí la gran y trascendente misión de reparar el mundo bajo la soberanía de HaShem, tal como en su momento fuera necesario discernir entre Yshmael e Israel.
La singularidad del pueblo de Israel y la bendición para las naciones
A veces, parece que poner de relieve la singularidad de Israel es algo que viene a cuentas de las demás naciones, pero la verdad es totalmente opuesta. La principal virtud del pueblo de Israel es su deseo de aportar el bien y la bendición a todos los seres humanos. Por ello, justamente a partir del momento en que los hijos de Israel ingresaron a su tierra y asumieron a modo de pacto el compromiso de ser responsables los unos por los otros, escribieron la Torá de manera clara en setenta idiomas para que las naciones del mundo la pudieran comprender (Devarim-Deuteronomio 27:8, Mishná Tratado de Sotá 7:5).
¿Cómo debe proceder quien precisa usar audífono?
Quien utiliza un audífono eléctrico, pero puede escuchar el Shofar sin su ayuda, es correcto que se lo quite del oído para escuchar así los toques de manera natural. Esto es así ya que las autoridades halájicas de los últimos tiempos consideran que un sonido originado en un aparato eléctrico no se lo considera como un toque de Shofar sino como un ruido proveniente de una máquina (Rabino Uziel en la responsa Mishpatei Uziel 1:21, 3:4; y Rabino Shlomo Zalman Auerbach). Y hay quienes sostienen que, si bien escuchar a través de un aparato es válido para los demás preceptos, en el caso del Shofar es preciso adoptar una actitud más estricta (Nuestro maestro el Rav Kuk en Oraj Mishpat 48). No obstante, quien no puede escuchar el Shofar de no mediar un audífono, que lo use, ya que hay autoridades halájicas que consideran que de ese modo cumple con el precepto. Y me parece que, cuando con la ayuda de HaShem se logre sofisticar aun más este tipo de accesorios auditivos (tanto el audífono como el implante coclear) al grado de que por su intermedio se escuche tal como lo hace la gente común a través de sus oídos, se sentenciará que oír a través de un artefacto eléctrico equivale a la audición natural (ver Pninei Halajá Yamim Noraím 4 nota al pie de página 4 en la versión hebrea).
El Rabino Uziel, de bendita memoria
A modo de continuación de la columna anterior que estaba dedicada al más eminente de los rabinos, al Gran Rabino Sefaradí o Rishón Letzión el Rabino Uziel, de bendita memoria, que esta semana -el 24 de Elul- se cumplieron setenta años de su fallecimiento, he de agregar a continuación algunas anécdotas más sobre su figura.
Su laboriosidad sin parangón
Ya’akov Rimón escribió que conoció al Rabino Uziel desde su infancia, y luego, siguió en contacto con él cuando fungió como secretario de la comunidad en Tel Aviv donde lo vio trabajar día y noche como Rabino de esa ciudad: “Su laboriosidad y su perseverancia no tenían límite. Siempre lo encontraba hablando sobre libros o manuscritos, con pergaminos abiertos delante suyo mientras escribía sin pausa. Cuando le hablaba al oído sugiriéndole que cuidara su salud, me respondía: “Qué puedo hacer, no hay tiempo libre, la vida es corta, la labor es mucha y el tiempo apremia” (Shaná BeShaná, vísperas de Rosh HaShaná 5626).
Esto es lo que escribiera Shabetai Don Yjia en su libro sobre el Rabino Uziel (Jaiav Umishnató – Su vida y su prédica pág. 211): “Adquirió su conocimiento por medio de una gran laboriosidad… estudiaba en su casa, estudiaba en los caminos y también en su habitación en el hotel. Cuando salía a sus giras llenaba sus valijas con libros de Torá, Mishná y Guemará. “Qué puedo hacer, no hay tiempo libre, la vida es corta y la labor es mucha” solía decirles a sus allegados cuando le sugerían que descansara un poco de su intenso trabajo. En los escasos momentos diarios de reposo, estudiaba francés, inglés, griego, turco y árabe… estudiaba Torá con gran satisfacción, de manera ordenada y conforme a un plan. Por medio de sus excelentes habilidades captaba fácilmente cuestiones complicadas y las recordaba por muchos días. Escuchaba largos silogismos y los registraba en su memoria. Leía numerosos libros y recordaba su contenido”.
Ordenó a los estudiantes de yeshivá que se enrolaran para luchar en la Guerra de Independencia
Durante la Guerra de la Independencia, “cuando Jerusalém fue bombardeada por la artillería enemiga, no se escondía en un refugio o bunker, sino que participaba de consultas y reuniones de asesoría, caminaba bajo fuego enemigo y cumplía con sus obligaciones como Gran Rabino y dirigente público… Durante aquellos días y noches suspendió temporariamente la redacción de sus respuestas en cuestiones de Halajá y Agadá. Estaba completamente concentrado en el devenir de la guerra y en sus operaciones tanto en el área de Jerusalém como en el resto de las localidades del país… Cuando vinieron a él algunos estudiantes de yeshivá y le pidieron certificados de exención de servicio militar rechazó terminantemente su pedido y les dijo: Si no fuera porque soy viejo y estoy enfermo yo mismo tomaría un fusil y una granada… y saldría a defender cada casa, cada sinagoga y cada callejón de mi Jerusalém. Todo muchacho que está en buenas condiciones se encuentra hoy en el frente. Nuestra guerra es de vida o muerte. ¿Cómo cabe tener pensamientos de eludir la participación en esta guerra que es preceptiva? Vayan a enrolarse y que cada uno le diga a su compañero: ¡sé fuerte!” (ídem pág. 227).
No boicotear
El Rabino Jaim David HaLevi, rabino titular de la ciudad de Tel Aviv y autor del libro “Makor Jaím”, fue uno de sus principales discípulos y continuadores de su camino. Esto es lo que escribió en uno de sus libros (Asé Lejá Rav – “Adopta para ti un rabino fijo” 8:97): “Creo que fue en el año 5709 que el Gran Rabinato de Israel convocó a una manifestación en repudio a una serie de violaciones a la santidad del Shabat en los primeros días de la existencia del Estado de Israel. El Rabino Uziel, de bendita memoria, pronunció unas palabras muy emotivas en las que leyó llorando un pasaje del libro de Nejemia-Nehemías (cap. 13) que versaban sobre la profanación del Shabat que tuviera lugar en aquellos días en la ciudad de Jerusalém. A terminar la manifestación, se llamó a un taxi para que lo llevara de regreso a su hogar. El taxi en cuestión llevaba una inscripción que señalaba qué día de la semana no circulaba (medida destinada a ahorrar combustible en los primeros días del Estado de Israel, y cada automóvil debía llevar una inscripción que aclarase cuál día no podía circular, en el caso particular del coche en cuestión, este no era el sábado, de lo cual era fácilmente deducible que el chofer era una persona secular), y vio que la letra de indicación no era la “shin” correspondiente al Shabat. Sus acompañantes, que estaban aun emocionados por las palabras pronunciadas en la manifestación, le aconsejaron al Rabino Uziel que no tomara ese taxi. No obstante, el rabino hizo caso omiso a sus consejos e ingresó al automóvil mientras le explicaba a quienes lo rodeaban: ‘Yo no proscribo personalmente a ningún judío, aunque no observe el Shabat’”.