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El 15 de Av y el valor de la familia

VAETJANAN 2022

 

El 15 de Av y el valor de la familia

 

En tiempos de la Mishná el 15 de Av (Tu BeAv) era un día festivo (Yom Tov) centrado en la formación de familias en el pueblo de Israel.

Existen diversas iniciativas positivas para solucionar el problema de la soltería tardía, pero lo más importante es educar en los valores de la vida en pareja, el amor y la familia pues ello es la raíz de todo.

En nuestra generación, en virtud de los argumentos esgrimidos por quienes procuran presentar a la familia como un yugo que limita la libertad individual, debemos intensificar el esclarecimiento en cuanto a que la familia es la felicidad del ser humano.

Las palabras de las muchachas feas encierran un sustrato de suma profundidad. A veces, justamente un individuo que no fue agraciado con dinero o abolengo, por efecto de su fe en HaShem y su esmero en aras de refinar sus virtudes personales, alcanza las encumbradas cúspides de una vida plena de contenido y alegría. Es por ello por lo que ellas dijeron: «Tomadnos por esposas en aras del Cielo», y así lograremos elevarnos y alcanzar una vida sumamente dichosa y nuestros hijos poseerán abolengo al provenir de nosotras.

Nuestros sabios de la Mishná dijeron (Tratado de Ta’anit 26(B)): «No hubo días buenos para el pueblo de Israel como el 15 de Av y Yom HaKipurim (Yom Kipur)», en los cuales las hijas de Israel salían a danzar a los viñedos y se proponían alegre y amorosamente como candidatas para la conformación de un núcleo familiar.

Lógicamente los muchachos ya conocían en cierta medida a las familias de las muchachas que residían en las adyacencias de sus hogares y seguramente ya se habían asesorado con sus propios padres respecto de cuál doncella les convenía desposar. Sin embargo, era también necesario que los muchachos viesen a las jóvenes y pudiesen conversar con ellas respecto de la posibilidad de contraer matrimonio, y a esos efectos se destinaban estos días del año. Quizás estas jornadas en cuestión estaban destinadas especialmente a aquellos muchachos y muchachas que no habían encontrado pareja aun por los medios más convencionales, tal como se insinúa en el Midrash (Petijta 33 a Eijá Rabá): «Se enseña: quien carece de esposa se dirige allí». Sin embargo, las hijas de las familias de alcurnia participaban de las danzas para que no se genere una situación en la cual solo las novias pobres y menesterosas acudiesen al evento en procura de novio.

La vestimenta blanca de las novias

Si bien en la realidad no existe la igualdad entre los seres humanos ya que en la práctica existen personas ricas y pobres, en estos días especiales se realizaba un importante esfuerzo a los efectos de cerrar la brecha existente, aunque tan solo fuese en lo referente a la riqueza, tal como dijeron nuestros sabios (Tratado de Ta’anit 26(B)) en cuanto a que en estos días festivos las muchachas jerosolimitanas «salían vistiendo un atuendo blanco prestado para no avergonzar a las que carecían de uno».

Incluso las jóvenes provenientes de las familias más pudientes pedían prestado un vestido sencillo a las muchachas de estratos económicos más bajos: «La hija del rey tomaba prestado un vestido de la hija del Sumo Sacerdote (Cohen Gadol), esta a su vez tomaba uno de la hija del suplente del Sumo Sacerdote, esta última de la del Sacerdote ungido para arengar a las tropas en tiempos de guerra (Cohen Mashúaj Miljamá) y esta le pedía uno prestado a la hija de un cohen común, y en el seno del pueblo simple de Israel las jóvenes se intercambiaban vestidos entre sí para no avergonzar a las que carecían de uno».

O sea, las muchachas de familias pudientes que poseían vestidos de alta gama tomaban prestado de una amiga uno sencillo de color blanco, y así salían a danzar por los viñedos, para no humillar a las de familias pobres que no podían acudir con una indumentaria festiva. A instancias de aquella práctica, se acostumbra hasta el día de hoy que las novias vistan de blanco, para limitar la competencia y la envidia entre estas, especialmente la existente entre las pobres y las ricas.

¿Qué decían las muchachas?

En la Guemará (Tratado de Ta’anit 31(A)) se cita una Braita que relata cómo se elogiaban a sí mismas las muchachas durante las conversaciones prenupciales con los candidatos, cada una ponía énfasis en aquello con lo cual fue agraciada: «Enseñaron nuestros sabios: las muchachas hermosas, ¿qué decían? ‘Prestad atención a la belleza, que la mujer no fue creada sino para ser hermosa’. Las muchachas de familias acomodadas, ¿qué decían? ‘Prestad atención a la familia, que la mujer no fue creada sino para (tener y criar) los hijos’. Las muchachas feas, ¿qué decían? ‘Tomadnos por esposas en aras del Cielo, con tal de que nos engalanéis con joyas de oro'».

Las palabras de las muchachas bellas

Las muchachas bellas habían sido agraciadas con su buen aspecto, ya que muchos de los muchachos tienden a elegir a su pareja de acuerdo con consideraciones estéticas. La belleza implica una promesa de una vida buena y feliz, plena de vitalidad y nobleza, al grado que nuestros sabios dijeron (Tratado de Yevamot 63(B)): «Cuando una mujer es bella, feliz de su marido, ya que los días de su vida se duplican». Sin embargo, en la práctica, la realidad no confirma esta expresión. Resulta imposible afirmar que los hombres casados con mujeres que son consideradas bellas sean más felices que aquellos casados con quienes no gozan de reconocimiento generalizado por su aspecto. Cuando la belleza es el complemento de una buena personalidad, esta efectivamente le agrega sabor a la vida, pero en muchas ocasiones simplemente induce al error.

Las palabras de las muchachas de familias acomodadas

Esta era en efecto la línea argumental de las jóvenes provenientes de familias influyentes: ¡Lo principal radica en el carácter! Una familia de abolengo es poseedora de buen carácter, aceptada socialmente, y sus miembros suelen ser trabajadores y talentosos en virtud de esas características, muchos de estos resultan exitosos tanto profesional como económicamente. Naturalmente, una mujer proveniente de semejante familia es portadora de una carga genética rica en virtudes y talento, y no menos importante que esto, posee hábitos educativos apropiados, por lo que existe una alta probabilidad de que también sus hijos resulten buenos y exitosos. En este sentido, vemos que nuestros sabios recomiendan (Tratado de Baba Batra 110(A)) prestar atención al hermano de la muchacha que se pretende desposar, pues muy a menudo el hijo varón se asemejan al hermano de su madre. Asimismo, aconsejaron desposar a la hija de un estudioso de la Torá (Tratado de Pesajim 49(A)). Por ello, la Mishná (Tratado de Ta’anit 4:8) menciona únicamente las palabras de las muchachas de familias acomodadas, pues son aquellas que hablaron del modo más acertado: «¿Y qué decían? Joven, alza tu mirada y piensa qué escoges, no te fijes en la belleza sino en la familia. ‘La gracia es mentirosa y la belleza vana, una mujer temerosa de HaShem es aquella que debe ser ensalzada. Dadle del fruto de su esfuerzo (sus hijos) y que sus acciones (la educación de sus hijos) le hagan prestigiosa en los portones’«.

Las palabras de las muchachas feas

Las más sorprendentes son las palabras de las doncellas feas. «Las muchachas feas, ¿qué decían? ‘Tomadnos por esposas en aras del Cielo, con tal de que nos engalanéis con joyas de oro'». Aparentemente ellas se dirigen a los muchachos no apuestos y carentes de talento que trataron de cortejar e impresionar a las bellas y a las de familias acomodadas y fueron rechazados. Les dijeron: Si seguís yendo tras las hermosas y las acomodadas os quedareis solteros y frustrados todos los días de vuestra vida. Por ello, sed realistas y desposad a quien esté dispuesta a casarse con vosotros. Casarse es un precepto, entonces, hacedlo en aras del Cielo, y si nos habréis de alegrar y engalanar con joyas de oro nos alegraremos doblemente junto a vosotros.

Las palabras de las muchachas feas encierran un sustrato de suma profundidad. A veces, justamente un individuo que no fue agraciado con dinero o abolengo, por efecto de su fe en HaShem y su esmero en aras de refinar sus virtudes personales, alcanza las encumbradas cúspides de una vida plena de contenido y alegría. Es por ello por lo que dijeron: «Tomadnos por esposas en aras del Cielo», y así lograremos elevarnos y alcanzar una vida sumamente dichosa y nuestros hijos poseerán abolengo al provenir de nosotras. Sin embargo, ello no ocurrirá espontáneamente sino únicamente si habréis de invertir en nosotras. «Con tal de que nos engalanéis con joyas de oro», por medio del respeto y el esfuerzo de un marido para con su mujer, le ayudará a revelar sus talentos y su belleza, y tal como dijera Rabí Ishma’el (Tratado de Nedarim 9:10): «Las hijas de Israel son bellas, pero es la pobreza la que las afea».

Hay muchachas que no se ven bonitas, pero poseen las virtudes del recato y la modestia, la sabiduría y la voluntad de hacer el bien, y los muchachos comunes no se fijan en ellas. Pero si estos logran contemplar el interior y sopesar lo que ven en aras del Cielo, sabrán que justamente con este tipo de muchachas resulta posible formar más cómodamente un hogar pleno de Torá y generosidad. Y en caso de que logren engalanar a la novia con joyas de oro, lograrán revelar su belleza singular, y en la medida que transcurran los años resultará más y más evidente que no hay mujer más hermosa que ella. Pues lo más bello que existe sobre la tierra es un alma que ama y la coparticipación profunda de dos cónyuges en aras de apegarse a la verdad y hacer el bien. En la medida en que la belleza exterior de la juventud se desdibuja la hermosura interior se revela y se potencia.

Los debates respecto del problema de la soltería

Diferentes personas se refieren al problema de la soltería tardía, llevan a cabo simposios y analizan cuál podría ser el medio adecuado para ayudar a los solteros a casarse. Una de las propuestas sugeridas es que en cada instituto educativo superior tanto de varones como de mujeres haya un miembro del equipo de trabajo que este a cargo de hacer un seguimiento de los que estén en las fases iniciales de la formación de pareja y ofrezcan ayuda a los interesados en formarla. Otra propuesta que surgió es que la mayor cantidad posible de personas se dedique a ser ‘casamentero-a’. Asimismo, se sugirió la organización de encuentros y Shabatot para solteros y solteras etc.

Todas las proposiciones mencionadas pueden resultar buenas, pero lo más importante es educar en los valores de la vida en pareja, el amor y la familia pues ello es la raíz de todo. En el pueblo de Israel la educación debe estar basada en el estudio de la Torá. Si el ámbito de la formación de pareja y familia requiere de un refuerzo, debe intensificarse el estudio en esa área, y en la medida que entendamos mejor su valor lograremos fortalecernos en él más y más.

El estudio del precepto de contraer matrimonio en el pasado y en el presente

En el pasado, los valores de la familia eran una necesidad vital ya que sin esta un ser humano no podía satisfacer sus necesidades materiales básicas ni resguardarse, y por ello toda sociedad humana tradicional puso énfasis en los valores familiares y estableció para sí reglas y leyes por medio de las cuales las familias se conducían. Para quien procura ascender en santidad siguiendo la guía de la Torá, la vida de familia es aquella que eleva a todos sus miembros y los lleva a tener una vida de valores y preceptos.

A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la sociedad moderna un individuo adulto es capaz de satisfacer todas las necesidades materiales y de esparcimiento que le resulten de interés. No solo que no requiere de una familia, sino que esta puede resultarle una carga y demorar su progreso profesional, impedirle pasar sus días y sus noches tal como desea, puede consumir sus ingresos, negarle su libertad, obligarle a preocuparse por sus padres cuando estos envejecen e invertir ingentes esfuerzos y tiempo en la educación de sus hijos.

Si bien el valor de la libertad es sagrado, por medio de su uso errado se potencia la actitud egoísta que ve al ser humano únicamente como un ente individual, afectando así duramente la importancia y relevancia de la familia.

Debemos volver a profundizar en los valores de la familia y en sus preceptos, para cumplirlos en aras de su sublime importancia, tanto en lo relativo a la relación del hombre con sus padres como a su vínculo con el sagrado pacto matrimonial que es aquel que lo transforma en un ser completo como en lo relativo a su nexo con sus hijos. Según este enfoque la persona no es un ser puramente individual sino parte de una familia, y ello no viene en detrimento de la manifestación de su fuerza vital o su libertad, sino que las potencia. No obstante, para que ello ocurra, es preciso profundizar en el estudio de estos preceptos y aprender a cumplirlos en su totalidad.

Los ataques a la familia

Los ataques a los valores familiares provienen tanto de afuera como de adentro.

En la sociedad moderna, que puso énfasis en los valores de la libertad y la autonomía personal, el ser humano es percibido como un individuo y la familia es presentada como un yugo que pesa sobre él y afecta su capacidad de escoger libremente y expresar sus deseos. Así, en la práctica, resulta que cuanto más moderna es la sociedad mayor es el número de aquellos que prefieren preservar su libertad personal y optan por no verse amarrado por los lazos matrimoniales. Incluso entre aquellos que sí se casan, muchos son los que se divorcian por no estar dispuestos a pagar el precio que la vida de casado aparentemente demanda de la persona.

Así, en la práctica, la mayor parte de las personas viven la mayor parte del tiempo careciendo de una pareja fiel y estable. En apariencia, se genera una contradicción entre la aspiración al amor y la alegría profunda por una parte y el compromiso limitante del matrimonio por la otra.

Además, a raíz de un estudio errado y parcial tanto de la Halajá como de la Kabalá, deambulan entre nosotros comprensiones equivocadas y expresiones vanas que difaman a nuestra sagrada Torá, al generar en el público la impresión de que su objetivo final es el de reducir la alegría conyugal. Todo ello tuvo lugar a raíz de un estudio equivocado de las fuentes que puso énfasis en las opiniones estrictas de extremistas que son opuestas al consenso mayoritario de los juristas halájicos que realzaron la alegría y rechazaron las prácticas estrictas, transformando a esta corriente central de opinión en una postura válida solamente a posteriori.

La educación religiosa

La reparación profunda de este estado de cosas pasa por el estudio serio y concienzudo del precepto de contraer matrimonio, de los mandatos del amor y la alegría entre los cónyuges y del deber de procrear. En el marco de un estudio bueno y profundo nos topamos con posibles dificultades que pudieran surgir en la relación de pareja y en el área de la fertilidad y aprendemos qué respuestas ofrece la Torá y la Halajá a estas interrogantes. De ese modo internalizamos el enorme valor de este precepto, en aras del cual vale la pena dedicar la vida entera y recibimos una guía apropiada para conformar una pareja enriquecedora y erigir una familia bendita.

 

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