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El significado de la creencia en la Unicidad Divina

  • Una madre divorciada me envió una importante carta a raíz de conceptos que publiqué la semana pasada.
  • Quien desee apoyarse en la opinión más flexible respecto de un hígado que fue asado pasadas las tres jornadas y cocinarlo – puede hacerlo.
  • La fe en la Unicidad Divina tiene implicancias morales que debemos aplicar en la vida práctica.
  • La frase ‘Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre’ (Baruj Shem Kevod Maljutó Le’olam Va’ed) complementa el recitado del Shemá, pero dado que no fue expresamente escrito lo pronunciamos en voz baja.

El primer versículo, «Escucha Israel HaShem es nuestro Dios, HaShem es Uno» expresa la fe superior, absoluta y unitaria y por ello es llamada ‘la unificación superior’ (ijud elión). La segunda frase es denominada ‘la unificación inferior’ (ijud tajtón) y con ella aceptamos sobre nosotros el Yugo Celestial de acuerdo con la fe tal como se manifiesta en este mundo, en el cual todas las creaturas y matices tienen su propio espacio concreto de existencia y HaShem, Bendito Sea, los vivifica a todos y reina sobre ellos en concordancia con sus acciones, de modo tal que Su Nombre y Su Reinado se manifiesten en el mundo.

A raíz de mi artículo de la semana pasada sobre el precepto que se cumple y el acto benevolente que se realiza al desposar a una viuda con hijos recibí una respuesta tan importante como emotiva:

«Primeramente, comenzaré expresando que disfruto en gran manera de leer semana a semana los dictámenes halájicos que el Rabino Eliezer Melamed publica en el periódico ‘BeSheva’. Asimismo, cada Shabat estudio con mis hijos de la serie de libros ‘Pninei Halajá’ para niños… y semanalmente disfrutamos mucho del estudio sabático en familia. Esta semana el Rabino escribió respecto del precepto que implica el desposar a una mujer viuda y que todo aquel que cría a sus huérfanos cumple con el versículo «Feliz de quien observa la sentencia, hace tzedaká en todo momento» (Tehilim-Salmos 106:3). No cabe duda que la Torá se extiende en la necesidad de preocuparse por los huérfanos y las viudas, y con toda razón, pero mi pregunta es, ¿por qué los rabinos no se refieren a las mujeres divorciadas?

Soy una mujer divorciada, mi marido tuvo dificultades económicas, se endeudó y se escapó del país dejándome sola a cargo de cuatro niños y numerosas obligaciones crediticias que afrontar. Milagrosamente logré recibir el divorcio y desde entonces crío a nuestros niños sola, sin su ayuda. Sus queridos padres mantienen contacto con nosotros, tenemos una buena relación y además nos ayudan económicamente. Yo proveo a los niños de todas sus necesidades, les ayudo en sus estudios (incluso en sus lecciones de Talmud, repasando con ellos el material de la Guemará de la edición Schottenstein antes de cada uno de sus exámenes). Puedo hacer todo, salvo una cosa, sentarme con mis hijos en la sección de los hombres durante el rezo en la sinagoga.

Conozco a varias mujeres que se divorciaron porque realmente no les quedó otra salida… entiendo que no se quiera escribir sobre el divorcio para no estimular su profusión y yo soy la última en recomendarlo, al igual que no se habla de los suicidios para no promoverlos. Pero hay casos en los cuales a la mujer no le queda más remedio y debe divorciarse. Si bien en la Torá no se menciona un precepto específico de socorrer a una mujer divorciada y a sus hijos tal como la hay en el caso de la viuda y los niños huérfanos, de todas maneras, creo que corresponde que los rabinos se preocupen por ellos y se dediquen al tema en sus sentencias halájicas.

Uno de mis hijos que estudia actualmente en una yeshivá de educación secundaria padece de dificultades de aprendizaje. Estando en sexto de escuela intentó ser aceptado por varios colegios y no lo logró en virtud de sus bajas calificaciones. En esa misma época, el hijo de una amiga mía viuda con un problema similar fue aceptado. ¿Por qué? (De todas maneras, al final de cuentas, mi hijo fue aceptado gracias a la intervención de un inspector del ministerio de educación justo y bondadoso y en la actualidad está estudiando satisfactoriamente). ¿Por qué mi hijo que no ve a su padre hace ya más de cinco años y no recibió de este una simple llamada telefónica durante todo este lapso no es considerado también huérfano para estas cuestiones? ¿Por qué la sociedad no nos ayuda a nosotras, las mujeres valerosas, que en muchos casos además de las dificultades del matrimonio fallido y el estatus monoparental, tuvimos que luchar denodadamente hasta que logramos obtener el divorcio?

Justamente ayer, al concluir el Shabat, una amiga divorciada me contó que fue al rezo en la sinagoga junto con su hijo de diez años y este quería sentarse a su lado. Vino una señora que el niño no conocía y le realizó una observación por no estar sentado del lado de los hombres. Me dará sumo gusto que los hombres de la comunidad presten atención si hay un niño o muchacho que no tiene con quien sentarse durante el rezo de Shabat. Quizás, sería oportuno que estén en contacto con la madre o con el mismo hijo para ver si este está interesado en sentarse junto a alguien conocido de la congregación durante el rezo y fijar con él para ir juntos a la sinagoga, de modo tal que el pequeño no precise entrar allí solo y rezar en soledad.

¿Acaso no corresponde que se diga que quien desposa a una de las mujeres valerosas que mantienen solas su hogar y crían magníficamente a sus hijos en soledad cumple también con el versículo que reza: ‘Feliz de quien observa la sentencia, hace tzedaká en todo momento’?».

Hasta aquí el texto de la carta que recibiera, el cual lo presento a ustedes levemente modificado para mantener el anonimato de su redactora. Dado que su contenido es procedente, decidí publicarla en su formato original.

Cocción posterior al asado

Pregunta: ¿Se permite cocinar el hígado luego de haber sido asado?

Respuesta breve: Si el hígado no permaneció más de tres días en el refrigerador sin ser asado, aunque haya permanecido numerosos días en estado de congelación estará permitido cocinarlo tras haber sido kasherizado por medio de su asado. Si permaneció más de tres días en el refrigerador, las eminencias halájicas debatieron si se permite o no cocinarlo luego de ser asado, y quien desee adoptar una actitud flexible, puede hacerlo. Si el hígado en cuestión ya fue cocinado, todos concuerdan con que está permitido ingerirlo.

Respuesta extensa: Se permite kasherizar carne de la sangre que contiene por medio del salado. Sin embargo, los Gueonim indicaron que este método resulta efectivo a condición de que no pasen tres días (setenta y dos horas) desde la faena. No obstante, si pasó este lapso, se teme que la sangre se haya secado al grado de que no resulte posible kasherizarla por medio de su salado y esto solamente pueda hacerse a través de su asado, método que resulta ser más potente a los efectos de su desangrado. Luego, a priori, no se debe cocinar la carne asada por si al interior de la misma quedó algo de sangre. A posteriori, si se cocinó la carne ya asada – esta resulta apta para su consumo (Shulján Aruj Yoré Deá 69:12).

Respecto del hígado, dado que este está repleto de sangre, resulta imposible kasherizarlo a través del salado por lo que debe ser asado. Hay quienes dicen que a la carne se le aplica la misma norma que al hígado y si permaneció tres días sin ser preparado se teme que la sangre se haya secado en su interior y el procedimiento del asado no logre extraerla en su totalidad, motivo por el cual no debe ser cocinada, para evitar que salga sangre que pudiera haber quedado apresada en su interior (Tzemaj Tzedek 121, Prí Jajam 73:9). Otros eruditos entienden que la normativa a aplicar al hígado difiere de la de la carne, ya que, si bien está repleto de sangre, de todas maneras la Torá permitió ingerirlo, por lo que el asado lo kasheriza por completo. Por lo tanto, aunque se lo ase pasados los tres días, posteriormente estará permitido cocinarlo (Maté Yonatán, Jojmat Adam 34:13, Aruj HaShulján 69:70).

Dado que las autoridades que lo prohíben entienden que se trata de una restricción de origen rabínico, o más específicamente, de una medida especialmente estricta (jumrá) originada en los Gueonitas, quien desee respaldarse en la opinión flexible tiene permitido hacerlo. Mucho más aun cuando se trata de una cocción leve, por ejemplo, cuando se desea colocar el hígado sobre puré. De todas maneras, si se respaldaron en la opinión flexible y cocinaron el hígado tras haberlo asado, quienes detentan la opinión estricta pueden igualmente comer de él, tal como se sentenció en el caso de la carne.

La importancia de la fe en la Unicidad Divina

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Pesajim 56(A)) que previo al fallecimiento de nuestro patriarca Ya’akov sus hijos se reunieron junto a su lecho, y entonces quiso revelarles lo que habría de ocurrir en el final de los días, pero en ese momento la Divina Presencia se alejó de él. Les dijo a sus hijos: ¿Acaso alguno de ustedes no es honesto y por ello no se me permite revelarles el final? Todos dijeron al unísono: ‘Escucha Israel, HaShem es nuestro D´s, HaShem es Uno’ (Shemá Israel HaShem Elokeinu HaShem Ejad), y así como en tu corazón no hay más que un D´s, lo mismo ocurre en los nuestros. Entonces, Ya’akov se tranquilizó y dijo: ‘Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre’ (Baruj Shem Kevod Maljutó Le’olam Va’ed). De esto entendemos que la fe en al Unicidad Divina es el principal de los fundamentos, y nuestro patriarca Ya’akov se preocupó por su transmisión, y al escuchar que sus hijos son fieles a este principio logró tranquilizarse. En efecto, nuestros sabios dijeron (Tratado de Macot 24(A)) que todos los seiscientos trece mandatos de la Torá se apoyan en un único precepto y es el de la fe.

El significado moral de la fe en la Unicidad Divina

Dado que la fe es el fundamento de la vida, en la medida en que profundicemos y la depuremos de todo vestigio de idolatría y materialización podremos apegarnos más puramente a HaShem nuestro D’s, y este apego nos elevará y nos inspirará a conducirnos por los caminos de la rectitud y el bien. Por lo tanto, explicaremos el significado de la fe en la Unicidad Divina.

Del hecho de que HaShem creó el mundo y al ser humano a Su imagen aprendemos que la función del hombre es cuidar la Creación y esmerarse en su desarrollo y su mejoramiento, tal como fue dicho: «para trabajarla y para cuidarla» (Bereshit-Génesis 2:15).

Del hecho de que HaShem es Infinito se deriva la aspiración incansable del ser humano creado a Su imagen por elevarse, completarse y mejorar su vida en todas las áreas y así perfeccionarla más y más.

Del hecho de que HaShem es Uno aprendemos que todas las distintas creaturas están unidas en su raíz, por lo que corresponde que los seres humanos vivan en paz los unos con los otros, descubran la armonía inmanente en la Creación y se ayuden mutuamente.

Del hecho de que HaShem carece de toda definición o finitud y todo lo creó aprendemos que se revela a todas las creaturas finitas sin excepción, en las alturas del cielo y abajo en la tierra. Por ende, todo posee una cierta importancia, por cuanto que en su interior anida una chispa particular de Divinidad que lo vivifica, y el ser humano que fue creado a imagen de D’s debe revelarla en la plenitud de su esplendor.

Del hecho de que HaShem creó el tiempo aprendemos que la Divinidad se manifiesta en la temporalidad, en cada momento conforme su carácter particular.

La unificación superior y la unificación inferior en el recitado del Shemá

Dado que los hijos de Ya’akov luego de exclamar ‘Escucha Israel’ dijeron ‘Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre’, nuestros sabios establecieron que se recite esta segunda frase, y como esto no fue indicado expresamente en la Torá en la porción del Shemá, establecieron que se diga en voz baja y así complemente la fe en la Unicidad Divina.

El primer versículo ‘Escucha Israel’ expresa la fe superior, absoluta y unitaria, motivo por el cual es llamado ‘unificación superior’. La segunda frase es denominada ‘unificación inferior’ y por su intermedio aceptamos sobre nosotros el Yugo Celestial en concordancia con la fe revelada en este mundo, en el cual todas las creaturas y todos los matices poseen un lugar propio y HaShem, bendito sea, los vivifica a todos, reina sobre ellos conforme su accionar y de ese modo Su soberanía se manifiesta en el mundo.

Este nivel de consciencia es muy agradable ante HaShem, ya que el objetivo último de la Creación es que se revele la fe en los límites del mundo material, con toda su belleza y esplendor, con la totalidad de sus colores y sonidos, pasiones e inclinaciones. Sin embargo, mientras no se complete la reparación del mundo no debe decirse ‘Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre’ en voz alta, porque junto con las bondades implícitas en la manifestación de la Divina Presencia en este plano, existen también instintos negativos que pueden llevar al ser humano a la transgresión. Solamente en Yom Kipur, día en el cual nos purificamos, somos dignos de pronunciar este versículo en voz alta (Pninei Halajá Yamim Noraím 7:12).

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