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Palabras recordatorias en homenaje al Rabino Guidón Perl

  • Fue discípulo del Rav Tzví Yehuda Kuk. Es esta una descripción apropiada del Rabino Guid’ón Perl, de bendita memoria, que falleciera la semana pasada.
  • Su puntillosa observancia de la halajá estuvo siempre acompañada de una gran sensibilidad y preocupación por el prójimo.
  • Lo conocí como maestro mío en mi primer año de secundaria, y desde entonces y hasta sus últimos días me acompañó en la escritura de la serie ‘Pninei Halajá’.
  • La observación que me realizara el Rabino Perl sobre las halajot referidas a la mujer viuda da testimonio de su enorme sensibilidad humana.

El Rabino Guid’ón Perl estuvo completamente entregado a la Torá, al pueblo de Israel y a su tierra con un gran amor. Tuvo el mérito de ser uno de los fundadores de la localidad de Alon Shvut y de colaborar en el establecimiento de su yeshivá. No cejó en su permanente esfuerzo y dedicación a la absorción de nuevos inmigrantes, y fue uno de los principales activistas y promotores de su llegada y establecimiento en Gush Etzión.

La semana pasada, a la edad de ochenta y un años, falleció el Rabino Guid’ón Perl, de bendita memoria, rabino de la localidad de Alon Shvut. Hasta el último de sus días fue sumamente enérgico y diligente en el estudio de la Torá, el cumplimiento de preceptos y la realización de buenas acciones. Al dormir, en la noche del cuarto día de Janucá, falleció sin sufrir padecimiento alguno.

Como discípulo de mi maestro y rabino el Rav Tzví Yehudá HaCohen Kuk en la Yeshivá de Merkaz HaRav, el Rabino Perl se entregó por completo al estudio de la Torá, al pueblo judío y a la tierra de Israel con un gran amor. Tuvo el mérito de ser uno de los fundadores de la localidad de Alon Shvut y de colaborar en el establecimiento de su yeshivá. No cejó en su permanente esfuerzo y dedicación a la absorción de nuevos inmigrantes, y fue de los principales activistas y promotores de su llegada y establecimiento en Gush Etzión. En su cargo como líder espiritual de Alon Shvut ejerció todas las funciones rabínicas, cargó con el peso de los problemas públicos y comunitarios, dirigió un fondo de ayuda social y socorrió a los necesitados. Su casa estuvo siempre abierta a toda hora para atender consultas halájicas. Con astucia, pensamiento ágil y un profundo conocimiento de la realidad supo conectar la halajá con la vida y jamás temió enfrentarse a preguntas difíciles. El Rabino Perl tuvo también el privilegio de ser alumno del Rabino Abraham Shapira, de bendita memoria, y tiempo después, cuando el segundo fuera nombrado Gran Rabino de Israel, le ayudó en el ejercicio de sus funciones.

Extractos del discurso fúnebre del Rabino Waitman Shlita

Hace unos cinco años el Rabino Perl se jubiló y el Rabino Zeev Waitman Shlita lo reemplazó en el cargo. Citaré conceptos por él vertidos durante el funeral. Al inicio de sus expresiones, explicó que el Rabino Perl, en su rol de hombre de halajá, tenía el recaudo de no pronunciar discursos fúnebres en Janucá, pero en este caso, al tratarse del fallecimiento de un sabio, no solo está permitido sino que resulta obligatorio hacerlo.

«El Rabino Guid’ón era un grande y un sabio, no solamente en temas relacionados con la Torá, la halajá y su dictamen sino también en sus maravillosas prácticas y nobles virtudes. Así como su sapiencia y su grandeza fueron de enorme dimensión, igualmente lo fueron su humildad, su modestia, su entrega abnegada y su actuar en pos del pueblo judío, la tierra de Israel y la Torá.

Todos los habitantes de la localidad sienten hoy una gran pérdida, al tiempo que le profesan al Rabino Perl un enorme amor al tiempo que un profundo y sinigual agradecimiento por su fabulosa e invaluable contribución a la familia de Alon Shvut y al forjamiento de su carácter comunitario, por su influencia sobre la generalidad de sus habitantes y sobre cada uno de ellos individualmente.

‘Estas son aquellas cosas de cuyos frutos ingerimos en este mundo, pero cuya completa recompensa nos aguarda en el Mundo por Venir: Honrar a los padres, hacer actos de benevolencia, llegar temprano a la casa de estudio tanto en la mañana como en la noche, brindar hospitalidad a los huéspedes, visitar a los enfermos , ayudar a una novia necesitada, acompañar a un muerto en su camino final, rezar con gran concentración y traer la paz entre el hombre y su prójimo – pero el estudio de la Torá es equivalente a todos juntos’. Todas estas cosas eran dables de encontrar en nuestro maestro el Rabino Perl: estudiaba Torá con gran dedicación y perseverancia, se levantaba temprano para asistir a diario a la casa de estudio. Se ocupaba también a diario de la realización de actos de benevolencia, de traer la paz entre el hombre y su prójimo, así como entre el marido y la mujer y de brindar hospitalidad a los huéspedes. El Rabino Perl se esmeraba en ayudar a las novias pobres y, con todas las diferencias del caso, en acompañar a los fallecidos en su camino final, así como también en guiar a los dolientes durante el tiempo de su congoja. Todas estas acciones eran efectuadas cientos y cientos de veces con ilimitado amor y dedicación. El estudio de la Torá, la realización de actos de beneficencia con su propio cuerpo y patrimonio, así como también traer la paz entre las personas colmaban el ser y llenaban la totalidad de la agenda de nuestro maestro y rabino.

Todos depositaban en el Rabino Perl una confianza absoluta ya que sabían que era discreto y reservado… (por eso mismo, muchísimas personas pudieron aconsejarse y solicitar su guía en los casos más difíciles y complicados, ya que tenían la certeza de que su secreto estaría bien resguardado).

No muchos conocieron sus valerosos dictámenes halájicos ni le vieron dirigir con puntillosa exactitud y apego a las normas los tribunales de conversión por los cuales pasaron cientos de prosélitos de ambos sexos. Sus sentencias halájicas eran muy valientes al tiempo que estaban imbuidas de una gran sensibilidad y amor al converso. Tras la conversión, se preocupaba de anotar a los prosélitos para que contrajeran nupcias, los desposaba, se encargaba de proveerles todo lo necesario para el enlace y continuaba acompañándolos en todas las demás etapas posteriores a la conversión.

El Rabino Guid’ón veía en estas conversiones una labor sagrada que evitaba la asimilación y prevenía a las parejas mixtas de vivir en transgresión. En más de una oportunidad le dije que solo por esta actividad querría poder estar en la parcela del Mundo Venidero que con seguridad le esperaba».

El Rabino Waitman Shlita continuó relatando: «Cuando hace casi cinco años acepté suplantarlo en su puesto como rabino de la localidad, con el desafío de estar a la altura de su brillante performance pública, lo hice no sin antes asesorarme con él y recibir su bendición y a sabiendas de que él continuaría acompañándome y ayudándome a tratar la multitud de asuntos que de él dependían.

En efecto, así fue. El Rabino Guid’ón continuó liderando la sinagoga, y en tiempos del COVID, cuando nos vimos en la necesidad de salir de la casa de rezo, él no dio el brazo a torcer, organizó y dirigió los servicios que tuvieron lugar fuera del edificio durante un largo período.

Durante todos estos últimos años, el Rabino Perl continuó ayudando a las personas necesitadas dentro y fuera de nuestro poblado, continuó acompañando a numerosas familias en sus alegrías, y también, D’s no lo quiera, en sus momentos de dolor. Continuó haciendo las paces entre marido y mujer, así como también entre el hombre y su prójimo. Siguió dando clases de Torá con perseverancia y entrega, continuó respondiendo a las numerosas preguntas y peticiones que continuaban fluyendo hacia él provenientes de los lugareños y sus rabinos, así como también de otros poblados de Gush Etzión y de sus rabinos. Gracias a ello, la generalidad de los rabinos de la región tuvimos a nuestra disposición un maestro, una guía y un consejero que esclarecía nuestro camino».

Recuerdos de mi primer año de secundaria

Tuve el mérito de estudiar en su clase en el año 5733 (1973) cuando fuera mi educador en la yeshivá de educación secundaria ‘Jorev’. En ese año estalló la guerra de Yom Kipur, la cual dejó en todos nosotros una profunda impresión, ya que todos los alumnos conocíamos familias de sagrados soldados que habían caído en combate.

Con él estudiamos el Tratado de Guitín, y me propuso hacer un trabajo: traducir del arameo al hebreo los relatos referentes a la destrucción del Templo que figuran en el capítulo «Hanezikín», los cuales se extienden a lo largo de dos hojas y media del Talmud, para leerlas posteriormente ante todo el salón de clase. Encontré una solución sencilla, la mayoría de los relatos estaban ya traducidos en el Sefer Haagadá de Bialik y Ravnitzky y mi principal trabajo consistió en copiarlos y ordenarlos según su aparición en la Guemará. De todas maneras, revisé la traducción y en algunas oportunidades decidí modificarla cuando para mi gusto no era lo suficientemente bella o exacta. Creo que esa fue mi primera actividad literaria.

Su apoyo y aliento

El Rabino Guid’ón acostumbraba a darme ánimo en mi labor rabínica y en la escritura de la serie de libros ‘Pninei Halajá’, especialmente durante el último año, enviándome frecuentes saludos, palabras de apoyo, preguntando por mi situación e incentivándome a continuar en mi labor sagrada de divulgación. Acostumbré a enviarle cada libro que escribía y en más de una oportunidad me envió sus observaciones.

Quisiera traer a colación una carta que me escribiera el Rabino Perl el 23 de Yiar del 5778: «A mi amigo… saludos de paz desde los montes de Etzión. Recibí con alegría y agradecimiento el tomo de ‘Pninei Halajá’ que reúne cuestiones referentes a ‘la familia’ y ‘el pueblo de Israel  y su tierra’. Quisiera expresar mi reconocimiento y mi admiración…» y a continuación adjuntó una serie de observaciones, una de las cuales testifica su extremada sensibilidad hacia el sufrimiento de la mujer viuda.

Desposar una mujer viuda

Comenzaré citando conceptos que vertí en ‘Pninei Halajá’ (Likutim Mishpajá 3:11): «Hay entre los sabios quienes dijeron que si bien desde el punto de vista de la norma está permitido desposar una mujer viuda tres meses después de fallecido su marido, es preferible no hacerlo, ya que en los libros de la Kabalá se explica que puede haber una disconformidad por parte del alma del difunto para con quien despose a su ex mujer y esta animosidad puede poner en peligro tanto al novio como a la viuda (Responsa Jaim Shaal 2:19, Maharsham II 141). Hay quienes temen hacerlo y si deciden casarse se les realiza un ‘tikún’ (procedimiento espiritual) especial instituido por el Rashash para que los novios queden a salvo del peligro en cuestión (Rav Pealim 2, Sod Yesharim 1). Y hay quienes dicen que, en caso de que quepa temer, esto aplica únicamente a los doce meses posteriores al fallecimiento, pero pasados estos con certeza que no hay lugar para reserva alguna (ver Nisuin Kehiljatam 2:53).

Por otra parte, hay eminencias halájicas que no temieron de esto en absoluto. Se cuenta que el Gaón de Vilna desposó él mismo una mujer viuda hija de un estudioso de la Torá. Algo similar es relatado en el libro Bnei Ysajar en nombre del Maguid de Mezeritch, respecto de que no solamente no cabe temer que la viuda se case, sino que mientras no lo haga el alma del difunto no asciende, ya que por su causa la mujer quedó sola y necesitada y esto le es considerado como una falta en su haber.

Si la viuda tiene hijos, al desposarla se cumple un doble precepto, además del acto preceptivo del matrimonio se lleva a cabo un acto de benevolencia y tzedaká del más alto nivel, ya que el Talmud dice (Tratado de Ketuvot 50(A)) respecto del versículo: «Feliz de quien observa la sentencia, hace tzedaká en todo momento» (Tehilim-Salmos 106:3), ‘Se preguntaron nuestros sabios: ¿Acaso puede una persona realizar tzedaká en todo momento? Entonces, ¿Quién es la persona feliz que hace tzedaká a cada instante? Respondió Rabí Shmuel Bar Najmani: quien cría a un huérfano y a una huérfana en su hogar y luego los casa’.

La observación del Rabino Perl

‘Pensé, además, que no corresponde escribir que a priori no se debe desposar una mujer viuda, ya que en nuestra época hay tantas viudas justas que quedan sin marido que ciertamente es oportuno alentarlas tanto a ellas como a los potenciales novios para que puedan rehabilitarse’.

He de mencionar que en los días en los que escribí esta halajá, hace ya unos treinta años, tuvimos el mérito de acompañar a viudas que se casaron con novios de otras congregaciones y comunidades que en virtud de lo escrito en la Kabalá temían hacerlo. Por ello me vi en la necesidad de citar la opinión de las eminencias que toman en cuenta el posible desagrado del alma del difunto para poder luego citar a las que entienden que no se le debe temer a semejante situación, especialmente las palabras del Maguid de Mezeritch, quien dijera que una viuda que es digna de volver a casarse y permanece sola afecta negativamente a su ex marido «ya que mientras no lo haga el alma del difunto no asciende, pues por su causa la mujer quedó sola y necesitada y esto le es considerado como una falta en su haber». Incluso, luego de citar estos conceptos agregué las palabras de los sabios que elogian la virtud de quien cría niños huérfanos. Estas palabras, en aquellos días, lograron incentivar el enlace de varias viudas producto de diferentes atentados terroristas.

Sin embargo, a los efectos de la halajá su observación es oportuna, ya que la mayoría de los jurisprudentes halájicos no mencionaron la cuestión del alma del difunto por lo que en su opinión no cabe temer. Con la ayuda de HaShem, cuando tenga el mérito de ordenar estas halajot en forma completa y no a modo de simple colección, habré de mencionar tanto la opinión de los sabios que temen como la de quienes les discuten como una simple nota al pie de página.

Quiera D’s que la memoria, la obra y el brillo del rostro con al que el Rabino Guid’ón Perl recibía a cada judío sigan iluminando a todos los alumnos del alumbrador de las generaciones, nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria.

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