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¿Está prohibido ingerir grasa trans?

KI TETZÉ 2023

¿Está prohibido ingerir grasa trans?

La erudita pregunta formulada por la Dra. Sharón Gelper Grossman: ¿Prohíbe la Halajá el consumo de la grasa trans, sobre la cual ya se ha demostrado que resulta peligrosa y dañina y por ello en algunos países ya se ha vedado su consumo?

Los sabios prohibieron únicamente alimentos cuyo consumo implica un peligro inmediato e inminente, respecto de otros alimentos, solamente advirtieron que su consumo podría conllevar un posible riesgo.

A diferencia de la grasa trans, fumar cigarrillos está prohibido por tratarse de un peligro mayor y porque abstenerse de consumirlos no implica pérdida alguna.

La alegría de vivir es un elemento sumamente fundamental en la salud, al grado de que hay investigadores que sostienen que personas que reportan tener un mayor grado de satisfacción y felicidad en sus vidas, viven en promedio unos diez años más que aquellas que no. Por ello, a veces, cabe temer que abstenerse de consumir alimentos muy gustosos pudiera generar un daño sanitario mayor que el provocado por ingerirlos.

 

La Dra. Sharón Gelper Grossman (médica oncóloga poseedora de un segundo título en salud pública de la universidad de Harvard) me formuló una erudita pregunta.

“Estimado Rabino, la grasa trans es un lípido vegetal que pasa por un proceso químico industrial que lo transforma en sólido o semisólido. Es utilizada por la industria alimentaria porque es de una gran duración, tiene un efecto positivo en el sabor y es relativamente barata, pero al mismo tiempo, resulta muy insana. La encontramos en productos panificados comercialmente como en el caso de los pasteles, las galletas dulces y saladas, las tartas, las palomas de maíz que se preparan en el horno microondas y la pizza congelada; entre los alimentos que pasaron por previo freído tales como las papas fritas, las sufganiot (bollos o donas) o el pollo frito; así como también en la crema de café que no es láctea y en la margarina.

Un consumo importante de grasa trans aumenta el peligro de padecer enfermedades coronarias, esto es, provocadas por el estrechamiento de las venas y las arterias a consecuencia de la acumulación de grasas en las paredes de los conductos. Las enfermedades cardíacas son la principal causa de fallecimiento en el mundo, y está demostrado que un aumento de un 2% en el suministro de energía vía grasa trans (unos cuatro gramos al día) causa un incremento de un 23% en el riesgo de contraer una afección coronaria. New York fue la primera gran ciudad en los Estados Unidos que limitó estrictamente el uso de grasa trans en los restaurantes, y en el 2007 se les prohibió a estos la utilización de la mayoría de los aceites destinados a freír y de las gorduras destinadas a untar que contengan grasa trans artificial en una cantidad que exceda el medio gramo por porción.

En el año 2003 Dinamarca se transformó en el primer país que aplicó una legislación que regula la disminución de la presencia de la grasa trans como componente de los productos alimenticios. En la práctica, la grasa trans fue reducida o completamente eliminada de productos que previamente la contenían en altos niveles, como es el caso de las papas fritas, las palomas de maíz que se preparan en el horno microondas y los diferentes productos panificados. A raíz de ello, los productores de alimentos daneses desarrollaron nuevas técnicas de producción para los diferentes productos sin incurrir en un aumento de precios.

“Datos actualizados del Estado de New York demuestran que en aquellas regiones en las que se proscribió el uso de la grasa trans hubo un descenso del 6% en las internaciones a raíz de ataques al corazón o infartos cerebrales. En Dinamarca, esta política llevó a una disminución de 14 casos de fallecimiento cada cien mil habitantes cada año. Las estimaciones de la Organización Mundial para la Salud indican que el retiro de la grasa trans de la dieta de las personas puede evitar 500.000 fallecimientos a nivel global cada año. Sin embargo, es importante señalar que fumar es 14 veces más peligroso y causa 8 millones de fallecimientos por año en todo el mundo, 7 millones entre quienes fuman activamente y un millón entre los fumadores pasivos.

Si bien esto no fue concluyentemente demostrado aun, según lo que parece indicar la evidencia la grasa trans afecta negativamente a la vida aun cuando no tiene influencia en lo que a riesgo de muerte se refiere, por ejemplo, el consumo en exceso de este producto causará resistencia a la insulina (diabetes) o problemas de infertilidad, así como también un bajo conteo de espermatozoides. Asimismo, el uso extendido de grasa trans afecta especialmente la salud de niños y jóvenes, daño que no se mide en índices de mortandad.

En el año 2018 la Administración Federal de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) prohibió de manera absoluta el uso de grasa trans en el abastecimiento de alimentos en los Estados Unidos. De todas maneras, en la práctica, aun quedó en uso algo de esta, ya que cuando se la usa en un porcentaje inferior al medio punto porcentual no es preciso reportarla. Por ejemplo, en el caso de muchos de los snacks, todavía es dable encontrar en ellos grasa trans, y quien acostumbra a ingerirlos en grandes cantidades, acumula en su cuerpo una gran cantidad de este tipo de lípido.

La Organización Mundial para la Salud (OMS) pidió a todos los países del mundo prohibir el uso de grasa trans hasta el año 2023 para retirarla por completo del suministro de alimentos a nivel mundial. En 58 países ya se promulgaron leyes destinadas a limitar el uso de la grasa trans y cien países aún no han emprendido este camino. De acuerdo con lo que está registrado en la OMS, desde el año 2018 el Estado de Israel se contenta con el requerimiento de señalar visiblemente la presencia de grasa trans mediante un sellado en las envolturas de los alimentos.

“De acuerdo con la experiencia acumulada en los Estados Unidos y en Dinamarca encontramos que retirar la grasa trans de la dieta no es una misión de tan difícil ejecución. No encarece significativamente los productos alimenticios y, por otra parte, reduce la inequidad socioeconómica, ya que las personas de las clases más carenciadas tienden a ingerir grasa trans en una mayor cantidad y a padecer de más afecciones cardíacas”.

La pregunta halájica

1) ¿Acaso recae sobre los individuos la prohibición de ingerir alimentos que contengan grasa trans, o quizás, dado que en lo que respecta a cada persona por separado no se cuenta con la información de si habrá de enfermarse o no, la veda no tiene vigencia sobre las personas individuales, y se aplica el principio de que “Dios protege a los simples”?

2) ¿Hay alguna prohibición de servir estos productos durante fiestas en las sinagogas, siendo que en eventos ya nos referimos a grupos de personas y es más probable que uno de los participantes se enferme a causa de la ingesta de grasa trans?

3) En un lugar en el cual rige una ley que prohíbe el uso de grasa trans, ¿resulta obligatorio acatarla?

“Le agradezco al Rabino de antemano por la disposición y la dedicación de su tiempo a la respuesta de esta consulta. Dra. Sharón Galper Grossman”.

Respuesta

Expuse su pregunta en toda su extensión porque “la consulta de un sabio contiene la mitad de la respuesta”, y la suya trae consigo tres cuartas partes de la misma. Media respuesta es toda la importante información respecto del daño a la salud que inflige la grasa trans, y la otra cuarta parte de la contestación pasa por haber señalado el hecho de que los individuos difieren unos de otros, por lo que hay quienes han de resultar más perjudicados, quienes menos y por último están aquellos que aparentemente no sufrirán efecto alguno.

En la práctica, de acuerdo con el precepto que ordena cuidar la salud, es oportuno abstenerse de ingerir grasa trans, así como también cualquier otro alimento insalubre. Sin embargo, no estamos ante una prohibición, ya que esta rige únicamente respecto de una comida que pudiera causar un daño inmediato y perceptible. Esto se asemeja a la prohibición de la ingestión de un vino que permaneció descubierto en tiempos en los cuales cabía temer que pudiera contener el veneno de una serpiente (Mishná Terumot 8:4-7). En la actualidad, que ya no hay serpientes en las casas, la prohibición quedó sin efecto (ver Shulján Aruj Yoré Deá 116:1 y el Levush).

Sin embargo, los alimentos que se consideraba que dañaban un poco no fueron prohibidos, pues además del perjuicio en cuestión, estos proporcionaban una fuente eficiente de calorías. O sea, la regla según la cual “un peligro es más grave que una prohibición” (sakanta jamurá meisura) fue enunciada respecto de peligros inmediatos y perceptibles (Talmud Babilonio Tratado de Julín 10(A), Ramá 116:5).

Si bien nuestros sabios también advirtieron sobre cuestiones que podrían implicar un peligro remoto, por ejemplo, que una persona no se lleve una moneda a la boca no sea que hubiese sido tocada por alguien enfermo pudiendo así contagiarse, o cuando prohibieron colocar un cuchillo de un modo que pudiera resultar peligroso para otras personas (Talmud Jerosolimitano Tratado de Terumot 8:3; Shulján Aruj 116:4-5). De todas maneras, cumplir estas advertencias o precauciones no genera pérdida alguna, cosa que no ocurre al abstenerse de la ingestión de determinados alimentos.

Estas definiciones se encuentran en manos de expertos en el área de la salud y la medicina, y dado que estos no han definido a la grasa trans como un alimento que está prohibido ingerir por su peligrosidad, sino que recomiendan evitarlo, de igual manera esta es la postura de los sabios de la Halajá. Todavía surge un gran beneficio del hecho que sea esta la postura de la Halajá ya que, si los rabinos van a enseñar que corresponde abstenerse de alimentos no saludables, esta precaución adquirirá el carácter de precepto, y entonces, a muchas más personas les resultará sencillo hacerlo, y este cuidado impulsará al ser humano a prestar atención al valor consagrado de su vida.

Los motivos por los cuales se tiene la precaución de no aplicar una prohibición halájica terminante

Hay dos motivos principales por los que los sabios no prohibieron los alimentos perjudiciales que no generan un daño inmediato y perceptible: el primero, tal como usted mencionara, las personas son diferentes una de la otra. Para muchas de ellas, en virtud de sus cualidades corporales, la ingesta de grasa trans no habrá de afectarlas. E incluso en el caso de aquellas a las cuales la ingestión pudiera resultarles perniciosa en virtud de las características de sus cuerpos, en muchos de los casos, si han de incluir en sus rutinas la realización de ejercicio físico, si han de reducir la intensidad de la ingesta o si han de descansar suficiente y tranquilamente por las noches, no resultarán dañadas.

El segundo motivo, obedece a que la alegría de vivir es un elemento sumamente fundamental en la salud, al grado de que hay investigadores que sostienen que personas que reportan tener un mayor grado de satisfacción y felicidad en sus vidas viven en promedio unos diez años más que aquellas que no. Por ello, a veces cabe temer que abstenerse de alimentos muy gustosos pudiera generar un daño sanitario mayor. E incluso para el caso del fumar se esgrimen consideraciones de este tipo.

Fumar

A diferencia del caso de la ingestión de grasa trans, fumar cigarrillos está prohibido, ya que tal como usted escribiera, es catorce veces más peligroso que comer la grasa en cuestión. Además, fumar carece de todo beneficio alimentario, por lo que su consumo es mucho más dañino que su prohibición. Por ello, se dictó la halajá de que está prohibido fumar, y todo aquel que es adicto al tabaco debe esforzarse ingentemente para dejar de serlo. De todas maneras, si ello le resultase sumamente difícil, no se considera que para esa persona el fumar sea transgredir una grave prohibición. Y si bien el fumar -que resulta adictivo- está terminantemente prohibido, ahora que la persona ya se ha vuelto adicta y la abstinencia le generaría un sufrimiento tal que podría conducirla a la depresión, cabe considerar que para ella dejar de fumar es más peligroso que continuar haciéndolo. Por ello, se le instruye que se esfuerce en gran medida para dejar de fumar, pero sin que ello la conduzca a deteriorar su estado de ánimo (ver Pninei Halajá Likutim II 9:11).

De igual manera, en el caso de quien sufre de un exceso de peso extremo, cuya situación puede ser peor aún que la del adicto al tabaco, no se puede establecer que tenga terminantemente prohibido comer tal como suele hacerlo, dado que dejar una práctica habitual podría conducirlo a una depresión cuya peligrosidad para la salud podría ser aún mayor. No obstante, es importante alentarle con empatía y sensibilidad para que cumpla el precepto de cuidar de su salud.

La ley obliga

Sin embargo, desde el momento en que se legisla una norma que limita o prohíbe la inclusión de determinados ingredientes insalubres en la industria alimentaria, es nuestro deber cumplirla, como cualquier otra ley, de acuerdo con el principio de que “dina demaljuta dina”, “la ley del país es la ley a acatar”. Así era cuando el gobierno era dictatorial y obviamente que así debe procederse ahora que el régimen de gobierno es democrático, puesto que la norma es dictada por medio de un amplio consenso social. Asimismo, dado que se trata de una ley que refuerza el precepto de cuidar la salud, quien la transgrediese, estará dejando sin efecto un precepto de la Torá.

Por lo tanto, en la medida en que los representantes del establishment médico consideren que es preciso prohibir terminantemente o reducir considerablemente la inclusión de grasa trans en la producción de alimentos, es su deber preceptivo el actuar en aras de instituir la vigencia de la normativa en cuestión.

Celebraciones en sinagogas

Siempre y cuando no se dicte una ley que prohíba servir alimentos que contienen grasa trans y similares, no resultará posible establecer que ello esté prohibido en eventos y celebraciones públicas.

No obstante, es oportuno que los encargados de las sinagogas (gabaim) lleven a cabo un debate profundo y piensen cómo pueden intensificar la sensibilidad hacia la vida saludable en el seno de la congregación, y sobre la base de su conocimiento de las personas involucradas, que sopesen si cabe o no exhortar al público a no traer determinada comida a los kidushim y a las celebraciones. En caso de que la mayoría de la congregación esté de acuerdo, cabe sopesar la fijación de un reglamento que prohíba traer alimentos determinados que sean reconocidamente insalubres. De todas maneras, este tema debe ser llevado adelante evitando a toda costa ofender a nadie. Para ello, es preciso hablar de antemano, de un modo honorable y calmo con todo aquel que tenga una celebración en puertas, y explicarle la decisión, así como también acordar mecanismos de ayuda para aquellos a quienes les resulte dificultoso llevar a cabo un kidush de acuerdo con la nueva normativa.

 

 

 

 

 

 

 

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