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La iniciativa presentada por el ministro Kahana para regular el proceso de conversión al judaísmo en el Estado de Israel

  • En la situación que se generó es mandatario proceder conforme a la opinión más flexible en el caso de un converso que no acepta sobre sí todos los preceptos de la Torá, y por ello, apoyo la propuesta de regulación del procedimiento de la conversión al judaísmo que presentó el ministro Kahana.
  • El Rabino Eliezer Waldman, de bendita memoria, estuvo de acuerdo en cooperar con los reformistas en aras de alcanzar objetivos relativos a la generalidad del pueblo judío, pero se enfrentó a ellos en la cuestión de las conversiones y se negó a considerarlos como rabinos.
  • Se opuso terminantemente a los boicots y arguyó que los manifiestos del Rav Kuk respecto del Monte del Templo no influyen en nuestra actual sentencia halájica.

El Rabbi reformista saltó y le dijo al Rav Waldman: «¡Llámeme Rabbi!», «¿Por qué no me llama usted Rabbi?» Le respondió: «Si así lo desea, estoy dispuesto llamarlo ‘Rabbi’, pero no he de ocultarle que no lo reconozco como rabino ordenado porque para ello existen ciertas condiciones. No solo es necesario tener conocimientos sino también atender requisitos éticos y morales, que son la fe, la aceptación del Yugo Celestial, la creencia en el origen divino de la Torá, el cumplimiento de los preceptos etc.».

Hace cuestión de una semana se publicitó mi postura respecto a la cuestión de la conversión al judaísmo: «Apoyo la iniciativa del ministro de asuntos religiosos Matan Kahana respecto de devolver las potestades de convertir a los rabinos locales. Así fue la halajá desde días pretéritos, según la cual todo rabino ordenado y reconocido puede convertir. Así se procedió en el Estado de Israel hasta hace treinta años. Así es correcto y así corresponde que se proceda en la actualidad, para abrir la mayor cantidad posible de puertas ante los inmigrantes de familias israelíes que no son judíos y permitirles convertirse de acuerdo con la halajá. Detento la esperanza de que esta iniciativa incremente el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos en el pueblo de Israel, y en virtud de ella más inmigrantes retornen a sus raíces y más judíos nacidos en Israel se refuercen en su apego a la tradición, en su amor a la Torá y en su observancia».

Ampliaré un tanto más en la explicación de este tema (de acuerdo con mi libro ‘La Tradición Judía’ 18:6).

La aceptación de los preceptos

El fundamento de la conversión es que el prosélito acepte el gran ideal del pueblo de Israel que se concretiza por medio de la Torá y los preceptos. Por lo tanto, si el prosélito dice que en principio no está dispuesto a cumplir un precepto determinado, no se lo convierte (Tratado de Bejorot 30(B)). Si de todas maneras es convertido, su conversión es inválida. Por ello, una conversión realizada en el marco de los movimientos reformista o conservador carece de vigencia, ya que su postura básica predica que de acuerdo con la tradición judía no es necesario cumplir con todos los preceptos. Si este ‘prosélito’ se casa con una judía y luego la deja, ella puede casarse con un judío sin que precise recibir de este el divorcio (guet).

Por otra parte, todo aquel que aceptó sobre sí la Torá y los preceptos conforme la tradición judía, aunque no conozca la mayoría de los mandatos, dado que en principio está interesado en cumplir con todos, su conversión resulta válida. Más aun, aunque en el momento de realizar la conversión el candidato tema que no podrá cumplir todos los preceptos porque quizás su inclinación al mal lo supere o porque la necesidad de obtener el sustento lo obligue a trabajar en Shabat, dado que en principio desea observar todos los preceptos, su conversión es válida.

Surge la pregunta de cuál es el estatus de un prosélito que no tiene la intención de vivir como una persona observante sino únicamente como una persona tradicionalista. ¿Acaso se lo debe aceptar a priori?

La idea de que no se debe aceptar a un prosélito que tiene la intención de ser solamente tradicionalista

Según la opinión mayoritaria de los juristas, no se lo debe aceptar ya que únicamente se reciben conversos que se comprometen a aceptar sobre sí todos los preceptos y vivir como personas religiosas. Sin embargo, si el prosélito aceptó observar todos los preceptos y el tribunal decidió aceptarlo, y tras la conversión este se debilita en su cumplimiento al punto de abandonar la observancia, su estatus es de judío. Pues, así como un judío de nacimiento que no cumple con los preceptos continúa perteneciendo a la nación, de igual manera quien se convirtió de acuerdo a la halajá y deja de observar los preceptos, sigue siendo judío.

La idea que entiende que es posible aceptarlo

Hay opiniones más flexibles que entienden que, aunque el prosélito tenga a priori la intención de vivir como un judío tradicionalista, siempre y cuando su actitud general a la Torá y a los preceptos sea positiva, debe ser aceptado. Primeramente, dado que está interesado en cumplir los preceptos es posible que con el correr del tiempo los observe en su totalidad. En segundo lugar, los preceptos que sí tiene la intención de cumplir son muy numerosos e indican un deseo verdadero de sumarse a la misión del pueblo de Israel. Estos incluyen: los preceptos entre el hombre y su prójimo, la circuncisión, el matrimonio, los funerales, el duelo y la ingestión de alimentos kasher. Y aunque no tenga la intención de cumplir todas las leyes del Shabat, piensa no trabajar los sábados y recordar el día sagrado por medio del encendido de velas y el recitado de Kidush así como también celebrar todas las festividades. Si se enrola al ejército de defensa de Israel cumple los preceptos vinculados al asentamiento en el país y su defensa, que nuestros sabios consideran que equivale en importancia a todos los demás mandamientos.

En la práctica, también según la opinión más estricta, si un tribunal rabínico decidió proceder según la opinión más flexible y aceptar al prosélito, su conversión resulta válida.

En resumen

En Israel viven en la actualidad miles de personas que no son judías según la halajá pero son descendientes de familias judías y su identidad es tanto judía como israelí y están interesadas en retornar a sus raíces. Por una parte, la mayoría de estas desean convertirse y vivir como judíos tradicionalistas, por la otra, de no convertirse habrán de erigir familias con judíos que de ese modo habrán de alejarse aun más de la tradición. En este estado de cosas, es preceptivo abrir a los rabinos que se atienen a la opinión más flexible la posibilidad de establecer tribunales y convertirlos para que de ese modo se incrementen el estudio de Torá y el cumplimiento de los preceptos en el seno del pueblo de Israel.

Después de todo, lo principal es que la generalidad del público judío se eleve en el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos y por ende los prosélitos habrán de hacerlo junto a este.

Extracto de las palabras pronunciadas por el Rav Tzví Yehuda Kuk sobre encuentros con reformistas

La semana pasada me referí al Rabino Eliezer Waldman, de bendita memoria. Ahora, quisiera agregar algunos conceptos que compartiera conmigo respecto de nuestra actitud hacia los reformistas. En diversas ocasiones, el Rabino Waldman fue invitado a participar de encuentros o mesas redondas junto a Rabbis reformistas, por lo que consultó a nuestro maestro el Rav Tzví Yehuda Kuk si debía o no hacer acto de presencia. El Rav Tzví Yehuda le respondió que si ciertamente estos judíos desean escuchar se debe hablar con ellos, a lo que agregó y señaló con satisfacción que tras el establecimiento del Estado de Israel el movimiento reformista comenzó a cambiar de dirección: en un inicio estaba inmerso en un proceso de alejamiento del pueblo de Israel y de su tierra, pero en la actualidad, después del Holocausto, su tendencia general era de retorno a los valores nacionales (lamentablemente hoy día existen también corrientes contrarias a ello). Lo mismo dijeron los rabinos Shapira y Eliahu, todos de bendita memoria.

El Rabino Waldman agregó: Siempre entendí de mi maestro el Rav Tzví Yehuda que al margen de que hayan o no comenzado un proceso de cambios positivos en cuanto a su acercamiento a los valores del pueblo y la tierra de Israel, está permitido participar junto a ellos en cuestiones vinculadas a temas que incumben a la generalidad del pueblo judío como lo son acciones en aras de los judíos de la Unión Soviética o la lucha contra el antisemitismo. Al hablar de los reformistas nos referimos a los ‘Rabbis’, ya que estos dirigen la vida comunitaria judía y organizan la actividad social en áreas que trascienden lo estrictamente religioso, por lo que todo depende de ellos, y solamente si  acercan a los judíos a las actividades, estos últimos se habrán de sumar en ellas.

Su conferencia en Los Ángeles

Había una comunidad reformista en Los Ángeles que era entonces la más grande de todos los Estados Unidos y estaba dirigida por un ‘Rabbi’ que aparentemente era el único que apoyaba las posturas de la derecha en cuestiones relativas a la tierra de Israel. Por ello, invitó al Rabino Waldman a hablar en su comunidad (no en la sinagoga) sobre Jevrón, Yehudá y Shomrón. El ‘Rabbi’ le dijo que con seguridad le habrían de formular preguntas difíciles, también sobre la cuestión de la conversión al judaísmo, pues en aquellos días se llevaban a cabo en la Kneset los debates sobre la conversión de acuerdo a la halajá.

Tras concluir su exposición sobre la tierra de Israel una señora se puso de pie y dijo: «¡Soy una conversa reformista! ¿Qué tiene usted en mi contra?» El Rabino Waldman le respondió: «No tengo nada en contra suya, creo que usted desea realmente ser parte del pueblo judío, pero tengo una observación que hacerle a quien la convirtió. Él debió haberle dicho que si bien hay personas que convierten de diferentes maneras, hay una sola conversión por medio de la cual usted será aceptada como judía en todo el pueblo de Israel y esta es la conversión de acuerdo a la halajá».

Decir la verdad de una manera sensible

Otro relato de boca del Rabino Waldman: Fui invitado a participar de una mesa redonda en el hotel ‘Plaza’ de Jerusalem ante un público americano. El organizador pidió que llegue temprano para que los participantes pudieran dialogar entre sí y presentarse. Esto me alegró pues así podría conocerlos por sus nombres propios y durante la mesa redonda llamarlos así, sin la necesidad de recurrir a los títulos de Rabino o ‘Rabbi’, tal como se acostumbra en los Estados Unidos. En efecto, cuando llegó mi turno de hablar dije que era para mí un motivo de alegría encontrarme allí y participar de ese debate junto a los compañeros ‘fulano’ y ‘mengano’ sin mencionar su título de ‘Rabbi’. Un ‘Rabbi’ reformista saltó y me dijo: «Llámeme ‘Rabbi’! ¿Por qué no me llama ‘Rabbi’?» Le respondí: «Si usted quiere que yo lo llame ‘Rabbi’ estoy dispuesto a hacerlo, ya que en mi opinión hay que llamar a cada persona por el nombre que esta desea ser llamada. Pero no he de ocultarle que yo no lo reconozco como rabino ordenado y autorizado porque existen criterios para ello».

El me dijo: «En efecto, existen criterios intelectuales y yo cumplo con ellos por poseer los conocimientos suficientes». Le dije: «No se precisa únicamente conocimientos sino también cumplir con requisitos éticos y morales que son la fe, la aceptación del Yugo Celestial, reconocer el origen divino de la Torá, cumplir los preceptos etc.»

Después de este intercambio, el Rabino Waldman lo honró y accedió a su pedido de ser llamado ‘Rabbi’, de modo tal que ambos culminaron el encuentro en una atmósfera de respeto y cordialidad.

Explicación sobre la situación de los reformistas

El Rabino Waldman, de bendita memoria, agregó que el público reformista sigue a su ‘Rabbi’ y si no lo hemos de respetarlo lo ofenderemos colectivamente. Además, el público que se afilia a una comunidad reformista procura establecer un lazo con el judaísmo y esta es una dirección positiva. Algunos ni siquiera saben que existen posibilidades alternativas, pero aquellos que son conscientes de la existencia de congregaciones religiosas y prefieren sumarse a una reformista en virtud de que sus exigencias son más leves, a final de cuentas desean estrechar un vínculo con el pueblo judío y eso es bueno.

Le pregunté al Rabino Waldman, de bendita memoria, qué le responde a quien le pregunta qué resulta preferible, afiliarse a una comunidad reformista o permanecer sin comunidad. Me respondió: «Lamentablemente hay un gran público americano que no está afiliado a ninguna comunidad y se desconecta del pueblo judío. Por ello, sin lugar a duda es preferible que pertenezca a una comunidad reformista a que carezca de ella».

A propósito, consulté a rabinos del exterior respecto de qué se suele responder a esta pregunta entre la generalidad de los rabinos de todos los sectores, y me dijeron que todos responden al unísono: «Es mejor asistir a una comunidad reformista», pero muchos de estos agregaron: «pero no me cite» y otros llegaron a decirme que «si va me va a citar lo negaré»…

Respecto de boicots y el Monte del Templo

El Rabino Waldman me dijo también que toda la cuestión de los boicots es dura y negativa. Cuando el Rav Kuk, de bendita memoria, fundó el colegio religioso de Yafo (Talmud Torá) en el cual se enseñaban también materias profesionales e idiomas extranjeros, dijeron en su contra que los rabinos de la generación anterior decretaron sobre ello una prohibición (jerem), ante lo cual dijo que esta proscripción le resultaba dura, especialmente en virtud de que los tiempos cambian y no se debe esgrimir un argumento generado en un momento y un sitio diferente en una discusión perteneciente a nuestra generación.

De igual manera, respecto de la publicación de anuncios que portan la firma del Rav Kuk y pregonan la prohibición de ascender al Monte del Templo, ¿qué tienen que ver esos argumentos escritos hace cien años con la realidad de nuestros días? Solamente un fundamento puede aprenderse de esto y es que la halajá final es conforme a la opinión de Rambám y no a la de Raavad, esto es, que existe santidad en el Monte del Templo aun después de haber sido destruido el Santuario. Pero si se asciende en estado de pureza a los sitios permitidos, se trata de algo bueno. Hasta aquí sus conceptos.

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