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La renovación hebrea en una tierra antigua, Tel Aviv, el Rav Kuk y la Corte Suprema

El rabino Eliezer Melamed

Expresiones vertidas con motivo de la obtención del premio HaRav Kuk

La ciudad de Tel Aviv, que otorga el galardón, expresa en su nombre y en su historia la renovación hebrea en una tierra antigua.

Diferentes tipos de oficios y artes confluyeron en la ciudad, plasmando así el sueño del Rav Kuk, quien entendía que un desarrollo material importante sería el pórtico de la revelación de la fe y la bendición.

La decisión de la Suprema Corte de Justicia en el tema de la conversión carece de potestad y puede llevar a una ola de conversiones motivadas por cuestiones laborales y el deseo de obtener la ciudadanía.

Nuevamente la Suprema Corte de Justicia se inmiscuye en temas que no son de su competencia. Si la Kneset no fijo una posición, se la puede instar a hacerlo, pero no es correcto sustituirla. En este fallo, como en muchos anteriores, el poder judicial se coloca por encima de los otros poderes del estado.

Recientemente tuvo lugar, zoom mediante, la ceremonia de otorgamiento por parte de la Municipalidad de Tel Aviv-Yafo del Premio HaRav Kuk a la obra escrita judaica original y a la obra escrita investigativa y auxiliar en cuestiones de Torá. Me fue solicitado por parte del Sr. Ytai Jojmá, organizador de la ceremonia, pronunciar unas palabras de salutación en nombre de los galardonados. Estas son las palabras que pronuncié:

Palabras de salutación

En estos días de pandemia, desde la casa de estudio de Har Berajá y en nombre de los galardonados, me honro en agradecer a los miembros de la Municipalidad de Tel Aviv, a sus dirigentes y a los honorables jueces por su decisión de concedernos el premio HaRav Kuk.

La Municipalidad de Tel Aviv tuvo el privilegio de tener como primer Gran Rabino a la figura del Rav Kuk de bendita memoria, ya que en los días en que este ocupó el cargo de Rabino de Yafo y del Nuevo Yshuv, la ciudad de Tel Aviv fue erigida. El Rav Kuk tuvo el privilegio de ser el primer Gran Rabino de la ciudad de Tel Aviv, la primera ciudad hebrea, erigida por iniciativa del movimiento sionista, que lideraba la construcción del país y el estado, y hoy, en gran medida, se transformó en una ciudad universal.

En su gran obra literaria en el ámbito de la Torá, el Rav Kuk procuró traer bendición al pueblo judío y al mundo entero por medio de la conexión entre lo antiguo y lo nuevo. Asimismo, el nombre de la ciudad de Tel Aviv expresa la esperanza de traer la redención al pueblo y a la tierra de Israel por medio de este vínculo entre añejo y moderno, «Tel» (lit. colina de ruinas arqueológicas) como expresión de lo antiguo y «Aviv» (primavera) como sinónimo de renovación, en concordancia con la traducción de Najum Sokolov al libro de Biniamín Zeev Herzl Altneuland (en alemán: tierra vieja-nueva). Creo que la decisión de la Municipalidad de Tel Aviv de otorgar un premio a la creación literaria judaica ( toranit ) expresa la visión de la confluencia de lo antiguo con lo novedoso.

A esta ciudad de Tel Aviv le tengo un cariño muy especial, es la ciudad en la que mi padre y maestro nació y creció. Aquella maravillosa ciudad era el portón de entrada para todos los inmigrantes ( olim ) de las primeras olas migratorias, a muchos de los cuales absorbió en sus barrios, entre los que se encontraba la numerosa familia de mi abuelo que tenía solamente dieciséis años cuando llegó al país junto a sus padres tras finalizar la Primera Guerra Mundial. La cabaña en la que vivieron durante sus primeros años se encontraba donde hoy está el Dizengoff Center .

En Tel Aviv se estableció la industria, allí convivieron todos los sectores de la sociedad judía, sus diferentes comunidades y círculos. Allí se erigieron un sinfín de sinagogas, allí tuvieron su sede todos los partidos políticos, así como también los movimientos sionistas y sociales, allí se establecieron las instituciones científicas, culturales y artísticas de todas las denominaciones.

Esta tierra antigua, que fue un páramo en casi cualquier aspecto, se tornó en exitosa y floreciente, siendo Tel Aviv el corazón latiente de una comunidad judía en formación, el sitio que recibía con amor y compasión a los refugiados de los pogromos y a los sobrevivientes del Holocausto.

Todas las agudas discusiones de la nueva comunidad tuvieron su expresión en Tel Aviv. Estas, a veces derivaban en violencia, pero había algo común y profundo que podía superarlas y era la voluntad de volver a construir al pueblo de Israel en su tierra, y tras largos años de exilio, erigir un lugar en el cual los judíos puedan tener una vida confortable y buena para expresar allí la totalidad de sus virtudes.

Cuando éramos niños, todos los años durante el verano descendíamos de Jerusalém dos semanas para estar en lo de los abuelos en Tel Aviv. Las discusiones ya no eran tan intensas y en lugar del Jardín de los Sicomoros ( Gan HaShikmim ) y los campos abiertos se extendía ya una gran ciudad. Pero en las horas del atardecer, la ruidosa ciudad se tranquilizaba y una multitud de personas que retornaban de sus quehaceres se sentaban en los balcones a comer una sandía fría, a mantener una ligera charla, a aspirar la brisa del mar y a disfrutar de la vida. Ellos, con su diario trajín y sus vidas burguesas, eran socios centrales de la construcción del estado y su desarrollo.

La ciudad continuó desarrollándose sin pausa, las casas crecieron en altura y los centros de ciencia, tecnología, negocios y cultura alcanzaron récords internacionales de apertura, riqueza humana y talento similares a los de las grandes urbes del mundo.

Nuestro maestro el Rav Kuk, nos enseñó que el retorno del pueblo de Israel a su tierra sagrada, a una vida sana de trabajo y creación con independencia, le permitirá revelar la totalidad de su talento en todas las áreas. Este es el pórtico de la revelación de la fe y de la bendición, tal como dijera en su libro Orot : «El pórtico es la Divinidad  que se revela en el mundo en toda su belleza y esplendor, en todo espíritu y alma, en todo ser vivo e insecto, en toda planta y en toda flor, en toda nación y en todo reino, en el mar y en sus olas, en la cúpula celeste y en la magnificencia de las luminarias, en la virtud de cada conversación y en las ideas de cada escritor, en las fantasías de todo poeta y en las reflexiones de todo pensador, en la emoción de toda persona sensible y en la valentía de todo héroe».

Por ello, los estudiosos de la Torá deben ver lo bueno de cada nueva manifestación, tal como dijera el Rav Kuk en su artículo La generación : «No queremos encadenar las energías jóvenes y frescas que avanzan y se elevan sino iluminar su camino, iremos delante de ellas cual columna de fuego de Torá y conocimiento sagrado poderoso en fuerza y corazón. Nosotros escucharemos su pensar y su hablar, sabremos valorar su virtud interior y ellos sabrán cómo honrarnos» .

Esto es, ellos sabrán prestar atención a la intención última de la Torá, que procura revelar la chispa Divina que anida en cada cosa para ayudarla a desarrollarse y alcanzar su completo significado. Esta es la intención de la halajá: por medio del amor a las creaturas, perfeccionar las acciones y elevarlas para por su intermedio incrementar la bendición en el mundo.

Finalizaremos con una plegaria, pidiendo que por medio de la conexión entre lo antiguo y lo nuevo, entre el pasado y el futuro, entre lo nacional y lo universal tengamos el mérito de realizar nuestro cometido que es la visión de la Torá, que trae bendición a todos los seres humanos, a todos los pueblos y a todos los países.

Tal como le fue dicho a Abraham Avinu: «Dijo HaShem a Abram: Vete de tu país y de tu lugar natal y de la casa de tu padre, a la tierra que habré de mostrarte. Y te haré un pueblo grande, te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás bendición […] y serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra» (Bereshit-Génesis 12:1-3). Asimismo, le fue dicho a Ytzjak Avinu: «Serán bendecidas por tu descendencia todas las naciones de la tierra» (ídem 26:4). Otro tanto le fue dicho a Ya’akov Avinu: «Y será tu descendencia cual polvo de la tierra e irrumpirás hacia el occidente y el oriente y hacia el norte y el sur. Y serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra y por la de tu descendencia» (ídem 28:14).

Los galardonados por el Premio HaRav Kuk

Aquí resulta oportuno rendir homenaje a mis compañeros galardonados con el premio. En la categoría de literatura judaica original fue distinguido mi amigo el Rabino Reem HaCohen, Rosh Yeshivat Otniel y rabino titular de aquella localidad «por su serie de libros que versan sobre los comentarios al Talmud. El Rabino HaCohen logra conectar el mundo del estudio tradicional, que lleva ya muchas generaciones, con un enfoque innovador y original de búsqueda de significado en el texto de los debates talmúdicos».

El premio por la investigación auxiliar del estudio de la Torá fue otorgado al Rabino David Deblitzky (hijo del Rabino Sharia Deblitzky de bendita memoria) «por la maravillosa revisión y comentario del libro Sefer HaYashar escrito por Rabenu Tam, uno de los grandes tosafistas. Este libro es uno de los más complejos y complicados de los libros de halajá y de comentario al texto del Talmud escritos en la Edad Media, y es un eslabón más de la obra de vida del Prof. Brodi, investigador de la época de los gueonitas y su literatura». (Las citas fueron extraídas de los argumentos del comité de jueces que adjudicaron el premio).

Una respuesta al fallo de la Suprema Corte de Justicia

A raíz del fallo de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, en una sesión especial de nueve miembros y por efecto del cual se reconocen, a los efectos de la Ley del Retorno, las conversiones realizadas en Israel por el Movimiento Conservador y el Movimiento Reformista, considero oportuno realizar tres importantes observaciones.

La primera es que nuevamente la Suprema Corte interviene en cuestiones que no son de su potestad, si la Kneset no fijó una posición al respecto, se la puede instar a hacerlo, pero no es correcto sustituirla. En este fallo, como en muchos anteriores, el poder judicial se coloca por encima de los otros poderes del estado.

La segunda es que este fallo puede causar un grave daño a la identidad judía del estado, ya que decenas de miles de personas que residen legalmente en Israel por cuestiones laborales, podrán dirigirse a los movimientos conservador o reformista y convertirse fácilmente sin tener que cumplir con los requisitos de la halajá, y de ese modo cambiarán el carácter del país, reforzando a estas corrientes por medio de los intereses ajenos de aquellas personas que ansían obtener la ciudadanía israelí.

La tercera es que en este estado de cosas los delegados del público religioso y tradicional debían haber entendido que era necesario anticipar el remedio a la enfermedad, estableciendo una ley que regule la conversión al judaísmo de acuerdo a la halajá. Hubo una gran oportunidad para hacerlo, el exministro Moshé Nisím, hijo del Gran Rabino Sefaradí Ytzjak Nisím, de bendita memoria, elevó una propuesta importante que de haber sido analizada con seriedad se podría haber legislado una regulación para la conversión al judaísmo según la halajá. Sin embargo, su propuesta fue rechazada y no fue debatida con seriedad. Así, el vacío legal fue llenado por este mal fallo que una vez emitido será difícil de remover.

La aceptación de los preceptos en la conversión

El fundamento de la conversión es la aceptación de la Torá y los preceptos. Según la opinión de muchos juristas o poskim, se trata de la intención de comprometerse a cumplir los preceptos como una persona observante, incluidos la observancia del Shabat, las leyes de pureza familiar, la cashrut, el rezo y el recitado de bendiciones. Dicho esto, si el converso es aceptado de este modo, aunque más tarde deje de cumplir la Torá y los preceptos su estatus es de judío.

Otras autoridades halájicas son más flexibles y entienden que, aunque el converso tenga a priori la intención de vivir como un judío solamente tradicional, siempre y cuando que su actitud hacia la Torá y los preceptos sea positiva – hay que aceptarlo. En primer lugar, dado que está interesado en observar los preceptos es probable que con el correr del tiempo termine cumpliéndolos todos. En segundo lugar, los preceptos que tiene intención de cumplir son ya numerosos e indican su intención verdadera de integrarse a la misión del pueblo de Israel. Los preceptos cumplidos incluyen aquellos del hombre para con su semejante, la circuncisión, el matrimonio tradicional, las ceremonias fúnebres, el duelo, la ingestión de alimentos casher, el recordar el Shabat encendiendo velas y recitando Kidush y la celebración de las festividades. Si el converso se enrola en el ejército de Israel cumple con los preceptos de habitar la tierra de Israel y defender al pueblo, que según dijeron nuestros sabios, son equiparables a la totalidad de la Torá.

En la práctica, también de acuerdo con la opinión más estricta, si el tribunal decidió actuar según la opinión flexible la conversión es válida. Más aún, mucho de quienes detentan posturas estrictas, en caso de gran necesidad adoptan la opinión más flexible. Por lo tanto, en nuestros días, tratándose de descendientes de judíos que se identifican con el pueblo y el país, se debe permitir que los rabinos que detentan opiniones flexibles los conviertan.

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