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TAZRÍA METZORÁ

TAZRÍA METZORÁ 2023

 

El recitado de Halel con su bendición correspondiente en Yom Ha’atzmaut

 

Es precepto de la Torá fijar una festividad en una fecha en la que el pueblo de Israel se salvó de perecer, y en esto se basó el Consejo del Gran Rabinato de Israel cuando estableció que Yom Ha’atzmaut sea un día festivo. 

Los sabios que vivieron en la generación del a independencia debatieron respecto del recitado del Halel e טייn Yom Ha’atzmaut, y para atenuar las discusiones, los Grandes Rabinos establecieron que se recite sin la bendición correspondiente.

Tras la guerra de los seis días, cuando el Rav Goren asumió el cargo de Gran Rabino de Israel, el Consejo del Gran Rabinato de Israel decidió por gran mayoría que en el rezo de Shajarit de Yom Ha’atzmaut se recitase el Halel con su bendición correspondiente. El Rav Tzví Yehudá Kuk quedó muy conforme con la decisión, y desde entonces instituyó que en la Yeshivá Merkaz HaRav se recitase el Halel con su bendición, y así acostumbran a proceder sus alumnos.   

 

Al final de cuentas, la mayoría de los rabinos aceptaron la decisión de los Grandes Rabinos de Israel y se abstuvieron de recitar el Halel con su bendición correspondiente. Así me lo contó el Rabino Shear Yshuv HaCohen, de bendita memoria, rabino titular de la ciudad de Haifa, respecto de su padre el Rabino David HaCohen, apodado “el nazir”, uno de los líderes de la Yeshivá de Merkaz HaRav, quien entendía que había que recitarlo con su bendición, pero al percatarse de que su opinión no fue aceptada, no lo hizo, y explicó: “Me falta el “vetzivanu”, el “que nos ordenaste” del Gran Rabinato de Israel.

Yom Ha’atzmaut fue coronado con tres santidades: 1) La santidad del precepto de poblar la tierra de Israel, que equivale en importancia a la sumatoria de todos los demás mandamientos de la Torá. 2) La santidad del cumplimiento de las profecías bíblicas y la sinigual santificación del Nombre Divino ante los ojos de las naciones que ello implica. 3) La santidad de la salvación del pueblo de Israel de manos de sus enemigos, lo cual también es un precepto equivalente en importancia a la sumatoria de todos los demás mandamientos de la Torá (Pninei Halajá Zmanim 4:1-3).

El precepto de fijar un día festivo en la fecha en la que el pueblo es salvado

Es preceptivo establecer un día festivo se alegría y alabanza a HaShem en una fecha en la que el pueblo de Israel fue salvado, y sobre la base de esto, nuestros sabios establecieron las festividades de Purim y Janucá para todas las generaciones. Esto lo aprendieron por razonamiento deductivo, si cuando se salió de Egipto y nos salvamos pasando de la esclavitud a la libertad se nos ordenó celebrar Pesaj y recitar cánticos de alabanza año tras año – mucho más aún debemos hacerlo en Purim que nos salvamos de la muerte y sobrevivimos (según el Tratado de Meguilá 14(A), y Ritbá allí). El Jatam Sofer explica (Yoré De’á, final del inciso 233, y Oraj Jaím 208) que por cuanto que este precepto se deduce a fortiori (kal vajomer), se lo considera como si proviniese de la Torá. Sin embargo, en la Torá no tenemos una guía clara y detallada de cómo establecer un día festivo, y todo aquel que en esa fecha realice algún tipo de recordatorio de la salvación ocurrida cumple con su mandato, y fueron nuestros sabios quienes instituyeron que se lea la Meguilá, se lleve a cabo un banquete, se envíen porciones, se entreguen presentes a los pobres y se enciendan velas de Janucá (Pninei Halajá Zmanim 4:5, 4).

La fijación de Yom Ha’atzmaut

Asimismo, el Consejo del Gran Rabinato, en los días en que ejercieron su titularidad los rabinos más importantes del país, y en tiempos en los que estaba liderado por las mayores eminencias de Israel, los rabinos Uziel y Herzog, estableció que se celebrara Yom Ha’atzmaut. Esa fue también la opinión mayoritaria de los rabinos en todo el país, tal como lo atestigua el Rabino Meshulam Rate en su libro de responsa ‘Kol Mevaser’ (I 1:21). 

El deber de recitar Halel en Yom Ha’atzmaut

De igual manera, es preceptivo y obligatorio recitar Halel en Yom Ha’atzmaut, día en el cual nos salvamos de la mayor de las desgracias – el yugo del exilio y el sometimiento a la opresión de extraños que provocaron innumerables decretos persecutorios, así como matanzas terribles y espantosas a lo largo de dos mil años. Así como nuestros sabios instituyeron que se recitara Halel durante todos los días de Janucá, tal como lo menciona la beraita (Meguilat Ta’anit cap. 9): “¿Y por qué decidieron recitar el Halel completo en esos días? Para enseñarte que por cada una de las salvaciones que el Santo Bendito Él obra con el pueblo de Israel lo glorificamos y alabamos, y así está escrito en el libro de Ezra (3:11): ‘y respondieron con alabanzas y agradecimientos a HaShem por ser bueno…’”. Asimismo, en el Talmud (Tratado de Pesajim 117(A)) leemos: “Los profetas de entre nosotros establecieron que los hijos de Israel recitaran el Halel por cada evento ocurrido, y ante cada desgracia que sobrevienere, al salvarse de ella, deben recitarlo en agradecimiento por su redención” (igualmente en el Talmud Jerosolimitano Tratado de Pesajim capítulo 10 halajá 6).

El dilema de si establecer el recitado de Halel con su bendición correspondiente

Sin embargo, al momento del establecimiento del Estado de Israel hubo rabinos que temían recitar el Halel con su bendición ya que aun no era claro si el país sobreviviría o no. Además, hubo específicamente rabinos del sector jaredí que dudaron o minimizaron la envergadura de la salvación y pensaron que el novel estado no lograría resistir más que unos pocos años. A raíz de ello, esgrimieron una serie de argumentos según los cuales no debía bendecirse al recitar el Halel:

1) Según el Jidá y algunos sabios medievales (rishonim) el Halel con su bendición correspondiente se puede recitar solamente cuando le ocurre un milagro a la totalidad del pueblo de Israel, y en el momento de la declaración de la independencia vivían en el país solamente unos 650.000 judíos.

2) Se debe agradecer únicamente por una salvación completa, y nosotros aun nos encontramos bajo la amenaza de los enemigos que nos rodean.

3) Debido a la situación espiritual de los líderes del estado y sus ciudadanos, el cual implica también un riesgo para la continuidad de la nación. 

4) Cabe tomar en cuenta que quizás se deba recitar Halel solamente por un milagro evidente como el de la jarra de aceite en Janucá, mientras que en el caso del establecimiento del estado judío el milagro sucedió por conductos naturales.

5) Cabe dudar si el día de agradecimiento debe fijarse en Yom Ha’atzmaut, o quizás debería serlo en el día en que concluyó la guerra de independencia, o en el día de la resolución de la ONU que promovió el establecimiento del país, esto es, el 16 de Kislev (29 de noviembre).

La mayoría de estos argumentos fueron esgrimidos por los rabinos de la corriente jaredí, sin embargo, hubo entre las grandes eminencias rabínicas sionistas quienes dudaron o se abstuvieron de dictar que se recitara Halel en Yom Ha’atzmaut con su bendición correspondiente, tal como ocurrió en el caso del Rabino Ovadiá Hadaia, de bendita memoria (Yaskil Avdí I Oraj Jaím 10).

La decisión de los rabinos de que no resulte obligatorio recitar el Halel con la bendición correspondiente

A pesar de que la postura mayoritaria de los rabinos del país era que correspondía  establecer la obligatoriedad del recitado del Halel con su bendición en Yom Ha’atzmaut, tal como lo escribiera el eminente Rabino Meshulam Rate (Kol Mevaser I 21), siendo esa también al postura de los Grandes Rabinos de Israel del momento, el Rishón Letzión Rav Ben Tzión Uziel (1880 – 1953) y el Rabino Ytzjak Aizik Haleví Herzog (1889 – 1959), cuando estos últimos recibieron la firme negativa de algunos rabinos jaredim como el Jazón Ish y el Rav de Brisk, no quisieron promover la discordia y se abstuvieron de ordenar que se recitara el Halel con su bendición. Hubo rabinos que se lamentaron profundamente por ello, por ejemplo, el Rav Shlomó Yosef Zvin dijo que era algo para lamentar por generaciones que por una intervención foránea de rabinos que no son partícipes de la dirigencia comunitaria ni del Consejo del Gran Rabinato no se hubiese dictado que se recitara el Halel con su bendición correspondiente inmediatamente al fundarse el país (Harabanut Harashit LeIsrael II pág. 890 nota al pie de página 6). 

Sin embargo, al final de cuentas, la mayoría de los rabinos aceptaron la decisión de los Grandes Rabinos y se abstuvieron de recitar el Halel con su bendición. Esto fue lo que me contó el Rabino Shear Yshuv HaCohen, de bendita memoria, rabino titular de la ciudad de Haifa sobre su padre el Rabino David HaCohen, apodado “el nazir” (el nazareo), uno de los líderes de la Yeshivá Merkaz HaRav. Él entendía que había que recitarlo con su bendición, pero al percatarse de que su opinión no fue aceptada, no lo hizo, y explicó: “Me falta el ‘vetzivanu’, el ‘que nos ordenaste’ del Gran Rabinato de Israel” (Pninei Halajá Zmanim 4,7).

La explicación del Rav Tzví Yehudá Kuk a la decisión del Rabinato

También mi maestro y rabino, el Rav Tzví Yehudá HaCohen Kuk, jefe de la Yeshivá Merkaz HaRav se tomó el trabajo de explicar la decisión de los Grandes Rabinos, y esto fue lo que contó: “Una persona importante se dirigió a mí y me preguntó, ¿por qué nuestros rabinos no nos autorizaron a recitar en Yom Ha’atzmaut el Halel con su bendición correspondiente? Le respondí que la instrucción del Gran Rabinato de Israel era equilibrada y justa. Los decretos del Gran Rabinato son para la generalidad del público, y dado que lamentablemente, y para nuestra vergüenza, una parte importante de nuestra comunidad (se refería al sector jaredí) no cree en la grandeza de la obra de HaShem que se reveló ante nosotros bajo la forma del establecimiento de una entidad estatal en Israel, y dado que al carecer de fe carecen también de alegría, por ende, no se los puede obligar a bendecir. Esto se asemeja a quien se encuentra a un amigo, si se alegra al verlo – debe bendecir, pero si no se alegra – no bendice”.

Sin embargo, el Rav Tzví Yehudá justificaba a quienes se alegran y bendicen: “El Rav Maimón, que estaba completamente consagrado a la construcción de la nación y de la parcela del Santo Bendito Él estaba sumamente alegre y pleno de fe, motivo por el cual estableció que en su sinagoga se recitara el Halel con su bendición correspondiente. Otro tanto aplica para sitios similares, por ejemplo, el Ejército de Defensa de Israel, los kibutzim religiosos… pero el Rabinato, que es una entidad general y principal no puede ordenar a todo el público que bendiga cuando este no está preparado para ello. En nuestra yeshivá acostumbramos a proceder conforme a las ordenanzas del Rabinato pues no somos un grupo perteneciente a una corriente determinada (un “kloiz”, lit. ‘patio’ o ‘claustro’) sino que pertenecemos a la generalidad del público judío que habita Jerusalém, y dado que en el seno del público en general, de momento, muy a nuestro pesar y para nuestra vergüenza existen aún demoras en la compleción de la fe y la alegría… corresponde que también nosotros procedamos de acuerdo con lo ordenado por el Rabinato a la generalidad de la gente” (Lintivot Israel II pág. 359-360).

Tras la guerra de los seis días

Pasados 19 años, cuando tras su establecimiento el Estado de Israel había absorbido ya a más de un millón de nuevos inmigrantes y el número de judíos en el país había alcanzado un número cercano a los dos millones y medio de almas, se había derrotado contundentemente a los enemigos, se habían liberado los sitios sagrados en Jerusalém, Judea y Samaria, ya resultaba claro que era nuestro deber agradecerle a HaShem por medio del recitado del Halel con su bendición correspondiente. Entonces, incluso el Rav Tzví Yehudá se lamentaba profundamente que el Rabinato se demorase en establecerlo. 

En el año 5733 (1973) fue elegido el Rabino Shlomo Goren, de bendita memoria, para ocupar el Gran Rabinato de Israel y el 25 de Nisán del 5734 (1974) fijó una sesión del Consejo del Gran Rabinato sobre la cuestión del recitado del Halel en Yom Ha’atzmaut. Su colega, el Rabino Ovadiá Yosef, de bendita memoria, que detentaba posturas un tanto cercanas a las del mundo jaredí, entendía que, si bien corresponde recitar el Halel, se oponía rotundamente a que se recitara con la bendición, y dado que sabía que la mayoría de los rabinos apoyarían la tesitura del Rav Goren, prefirió no participar de la reunión. El Consejo del Gran Rabinato decidió por mayoría que en el rezo de Shajarit de Yom Ha’atzmaut se recitase el Halel con su bendición correspondiente. Mi maestro y rabino, el Rav Tzví Yehudá quedó muy satisfecho con la decisión y desde entonces instituyó que en la Yeshivá Merkaz HaRav se recitase el Halel con su bendición y así acostumbran a proceder sus alumnos.

La costumbre de los grandes rabinos sefaradíes

A raíz de la postura del Rishón Letzión, el Rav Ovadiá Yosef, de bendita memoria, de que se recite el Halel Yom Ha’atzmaut sin su bendición, hay quienes entienden que esa es la costumbre sefaradí y que aparentemente sobre esa cuestión lo que existe es una polémica entre ashkenazíes y sefaradíes. Sin embargo, la verdad es que muchos de los Grandes Rabinos sefaradíes ordenaron recitar el Halel con su bendición incluso antes de que el Rabinato de Israel lo decidiera. Recordemos a algunos de ellos: el Rabino Jaim David Haleví, rabino titular de la ciudad de Tel Aviv y autor de los libros “Makor Jaím” y “Asé Lejá Rav” entre otros; el Rabino Amrám Aburbía, rabino titular de la ciudad de Petaj Tikvá y autor del libro “Netivei Am”; el rabino siguiente de la ciudad de Petaj Tikvá, el Rav Moshé Malka; el Rav Yosef Masás, uno de los grandes autores de responsa de las últimas generaciones. Otro tanto ordenó hacer su allegado, el Gran Rabino Rabí Shalom Masás, rabino titular de la ciudad de Casablanca en Marruecos y posteriormente rabino titular de Jerusalém. De igual manera procedieron todos los demás rabinos de Casablanca, donde en el año 1956 residían unos cien mil judíos. Entre los rabinos que recitaban el Halel con su bendición (incluso por la noche) se incluyen el Rav Jaím Shoshaná, el Rav Ytzjak Jazán, el Rav Rajamim ben Amara, el Rav Shalom Israel, el Rav Jaím David Bensusán, el Jajam Shlomó Adahán y el Rav Almakaies. Asimismo, por el Halel de la mañana solían bendecir el Rabino Yehudá Ashkenazi (Manitou), su amigo el Rav Abraham Jazán, y el Rabino del Kotel, el cabalista Rabí Yehudá Guetz.

Fortalecerse por medio del recitado del Halel con su bendición correspondiente

Dijeron nuestros sabios respecto del rey Jizkiahu que merecía ser el Mashíaj y traer la redención al pueblo de Israel, pero como no recitó un canto de alabanza tras la salvación de manos de los asirios, esto es, no entonó el Halel, se desaprovechó el momento propicio, el Templo fue destruido y el pueblo de Israel descendió al exilio (Tratado de Sanhedrín 94(A)). Por lo tanto, debemos reforzarnos en el recitado del Halel con su bendición. Con el correr del tiempo quedó en evidencia que aquellos rabinos que entienden que es preceptivo servir en el ejército, casi todos ellos entienden que resulta obligatorio recitar el Halel con su bendición en Yom Ha’atzmaut. Debemos fortalecernos en la senda de la santidad, recitar el Halel con su bendición correspondiente, y en virtud de ello tendremos el mérito de vivir más salvaciones y éxitos en las áreas de la seguridad del pueblo de Israel y el poblamiento de nuestra tierra.                  

            

   

               

         

   

         

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