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El dispositivo intrauterino (DIU) y la halajá

  • La regla general que establecieron nuestros sabios es flexibilizar criterios en el caso de manchas.
  • Los médicos dudan si los sangrados producidos por el dispositivo intrauterino son producidos por una herida o por una inflamación.
  • En la práctica: una mujer que lleva un DIU debe procurar hacer la menor cantidad posible de revisaciones y evitar vestir ropa interior de color blanco.
  • A diferencia de lo que entienden quienes detentan opiniones más estrictas, existe la duda sobre si el sangrado es o no consecuencia del DIU, y por lo tanto, salvo en los días del período -corresponde adoptar una opinión más flexible.
  • Solamente cuando los médicos digan con certeza que la sangre que sale por causa del DIU no se la puede considerar como causada por una herida se deberá adoptar una actitud más estricta. Esto es, dado que la mujer no tuvo la sensación de estar recibiendo el período, mientras que los médicos estén en la duda y aunque solo haya un diez por ciento de probabilidades de que la sangre hallada en la revisión interna obedezca a una herida producida por el DIU en la mucosidad del útero – la sangre ha de ser considerada como pura.

La presente columna está dedicada a estudiosos de la Torá ‘en buen estado de entrenamiento’, y a pesar de ello elegí escribirla ya que se ocupa de una pregunta halájica importante que tiene una gran influencia sobre la vida de muchas parejas, y considero que corresponde que todo hombre o mujer que sean poseedores de conocimientos promedios y más, que conozcan estas cuestiones como parte de su estudio.

Uno de los medios para evitar el embarazo es colocar un dispositivo intrauterino. Se trata de un pequeño objeto cilíndrico con ‘brazos’ que es introducido al útero y de un modo que aun no es del todo conocido evita el embarazo. El problema es que por lo general, a raíz de su introducción el período menstrual se prolonga por uno o dos días, y también después de pasado este ocurre que pueden darse pequeños sangrados, especialmente durante los siete días limpios. Una pregunta muy práctica es si estos sangrados impurifican o no.

Dado que la halajá sobre esta cuestión que publiqué en mi nuevo libro «Pninei Halajá – La pureza Familiar» en el capítulo 2 inciso 14 fue discutida, procederé a explicar sus fundamentos.

¿Cuál sangre impurifica?

La sangre impura que sale del útero, según la Torá, impurifica a la mujer a condición de que al momento del sangrado la mujer haya tenido una sensación similar a la que percibe cuando recibe el flujo menstrual. Pero si el sangrado no fue acompañado de sensación alguna, aunque se sepa con certeza que la sangre proviene del útero y su color sea similar al del sangrado menstrual, no impurifica.

Si bien nuestros sabios también decretaron como impura a la sangre que sale del útero sin que medie sensación alguna, recibiendo esta el nombre de «mancha» (ketem), decretaron que esto será así si cumple tres condiciones: 1) Que el diámetro de la mancha exceda los dos centímetros. 2) Que esté impregnada sobre una superficie blanca. 3) Que se haya encontrado sobre algo que puede recibir impureza. En resumen, una mancha de dos o más centímetros de diámetro sobre una tela o recipiente de color blanco – impurifica. ¿Por qué nuestros sabios decretaron que las manchas resulten impuras? Porque en los tiempos en que el pueblo de Israel se conducía según todas las leyes de la pureza, la sangre que salía del útero sin que medie sensación alguna, a pesar de que no tornaba a la mujer en prohibida para su marido, se transformaba en impura e impurificaba a aquello que, estando puro, entraba en contacto con ella. Por eso, nuestros sabios decretaron que cada vez que la sangre impurifique cosas puras – que torne también a la mujer en prohibida, siempre y cuando se cumplan las tres condiciones antemencionadas. Pero en caso de que las condiciones no se den, este sangrado no impurifica (Tosafot a Nidá 58(A) ‘כרבי’, Rashbá citando a su rabino Rabenu Yoná, el Ran y el Meiria Nidá 57(B), Jatam Sofer a Nidá 58(A), Shoel Umeshiv 141:1 y 153, Hit’orerut HaTeshuvá 3:22).

Sin embargo, nuestros sabios establecieron una gran regla general y es que cada vez que surja una duda en cuestión de manchas se debe adoptar la actitud más flexible, tal como dijera Rabí Akiva: ‘Nuestros sabios no ordenaron ser más estrictos sino más flexibles’ (Mishná Nidá 58(B)).

Sangre que se encuentra en la vagina

Una mujer que se revisó en la profundidad de su vagina, aunque la revisión se haya llevado a cabo con una tela de color que no se impurifica, si encontró una mancha de sangre del tamaño de un grano de mostaza – está impura. Esto es así porque como la tela estuvo en la profundidad de la vágina junto al cuello del útero, se teme que la sangre haya salido acompañada de sensación, ahora o en las horas anteriores. Y aunque resulte que no hubo sensación, nuestros sabios decretaron que, si la sangre se encuentra en la profundidad de la vagina, mientras que no se tenga una explicación para que se encuentre allí, se la considera como sangre que salió acompañada de la sensación correspondiente y por lo tanto impurifica («Pninei Halajá – La pureza Familiar» 2).

La sangre originada en una lastimadura es pura

Si la sangre proviene de una lastimadura vaginal o incluso uterina – no impurifica, tal como dijeran nuestros sabios: «La mujer es confiable cuando dice: ‘tengo una lastimadura en el útero que sangra…’ y por lo tanto, aunque salga sangre de su útero continuará estando pura» (Tratado de Nidá 16(A)). Sin embargo, existe una diferencia entre dos tipos de situación: 1) Si la mujer sabe que la sangre que vio proviene de una herida uterina o vaginal, aunque se encuentre en una revisación interna en un tiempo en el cual ella está por recibir el período – es pura. 2) Si la mujer sabe que tiene una herida uterina que a veces sangra, y está en la duda si la sangre que encontró en su revisación proviene o no de esta y se encuentra en un tiempo en el que está por recibir el período – es impura, y en los demás tiempos – es pura (Tosafot a Nidá 16(A) ‘ומר סבר’, Ramá Ioré Deá 187:5-6, Shaj 26). Hay autoridades halájicas más flexibles, por ejemplo, el Rashbá y el Shulján Aruj (según la mayoría de sus comentaristas), que entienden que, aunque la mujer no esté segura si la herida que lleva en el útero sangra o no de vez en cuando, alcanza con que ella sepa que posee una herida uterina que quizás sangra. En efecto, esta opinión es importante, y en principio dado que el fundamento de esta norma tiene un origen rabínico cabría adoptar una actitud flexible tal como lo hace el Shulján Aruj, pero en la práctica, sobre la sangre que se encuentra en una revisación interna escribí de acuerdo con la idea más estricta, esto es, que solamente si la mujer sabe que su herida uterina sangra de tanto en tanto se puede adoptar una actitud flexible en la revisación interna, pero no cuando la mujer duda de si su herida sangra o no. He procedido de esta manera por dos motivos: 1) Porque muchas de las eminencias de las últimas generaciones han adoptado una actitud estricta en esta cuestión. 2) En la actualidad, es posible ir al médico para revisar si existe o no una herida uterina que pudiera sangrar, por lo que en vez de respaldarnos en la duda de la mujer respecto de si posee o no una herida que sangra, es preferible que esta vaya al médico (Pninei Halajá – La Pureza Familiar 2:13).

Dispositivo intrauterino

Pasemos a la cuestión del dispositivo colocado en el interior del útero. En la práctica, tal como dijimos, muy a menudo la presencia del DIU en el útero causa la prolongación del período menstrual y la aparición de otros sangrados. Los médicos no tienen claro cuál es el motivo de que esto ocurra, si obedece a que el DIU provoca heridas en las mucosidades uterinas o si genera una reacción inflamatoria destinada a expulsar al cuerpo extraño del organismo, lo cual genera sangrado o desprendimiento de mucosidades que es algo similar a lo que ocurre durante el período.

Hay autoridades halájicas que adoptan una actitud más estricta, que temen que estos sangrados obedezcan a desprendimientos de mucosidades similares a los del período (Nishmat Abraham 194:5:6 citando a Rishá y al Rabino Noibirt, Beohalá Shel Torá 1:24, Rabino Yonatán Blas Tejumín 31).

Otras eminencias adoptan una actitud más flexible, ya que cabe la posibilidad de que los sangrados en cuestión obedezcan a una herida (Rabino Eliahu Abergel en Dibrot Eliahu 6:36, Rabino Kapaj, y lo mismo se desprende de Mathab 1:5, parte I pág. 267, Rabino Dr. Halperin en ‘Refuá Metziut VaHalajá’ 21).

Cómo proceder en la práctica

En la práctica, escribí en mi libro ‘La Pureza Familiar’ (2:14): «Una vez que el período menstrual finalizó y la mujer se revisa para cerciorarse que el sangrado uterino cesó, aunque la sangre haya sido encontrada en una revisación interna, mientras que no resulte abundante como el flujo menstrual resulta posible vincular el sangrado a una herida producida por el DIU». Sin embargo, a los efectos de salir de duda, es correcto que la mujer que porta un dispositivo que produce sangrados evite realizar revisaciones internas que no resultan indispensables para su purificación sino que se limite a dos revisaciones durante siete días (ídem 4:8) y se abstenga de usar ropa interior blanca (ver ídem 4, 9).

Esto es así ya que mientras que los médicos duden si los sangrados son o no causados por pequeñas heridas producidas por el DIU o por una reacción inflamatoria, se trata de una situación en la cual la sangre hallada en la revisación interna quizás provenga de una herida, y si no se trata de un tiempo en el cual debería llegar el período, esta sangre no impurifica.

Los argumentos de quienes adoptan una actitud más estricta y mi respuesta

Varios rabinos que arguyeron en mi contra sostuvieron que consultaron a numerosos médicos y dado que ellos no saben explicar por qué el DIU genera sangrados corresponde adoptar una actitud más estricta. Mi respuesta es que la norma es a la inversa. Solamente cuando los médicos digan con certeza que la sangre que salió por causa del DIU no proviene de una herida deberemos adoptar una actitud más estricta. O sea, dado que no hubo sensación corporal de haber recibido el flujo menstrual, mientras los médicos duden, aunque exista una probabilidad en diez de que la sangre hallada en la revisación interna esté originada en una herida producida por el DIU en la mucosidad uterina – la mujer está pura. Y tal como ya estudiamos, cuando la mujer entiende que tiene una herida en el útero y no sabe si la sangre proviene o no de esta, mientras no se encuentre en tiempo de recibir el período – está pura.

Hubo quienes observaron que la flexibilización en la norma aplica únicamente cuando la mujer tiene la certeza de que en su útero hay una herida, mientras que en este caso, al haber un DIU, no resulta seguro que esta exista. Mi respuesta es que si en el pasado que no había medio alguno de saber qué ocurría en el interior del útero se confiaba en la mujer que decía que padecía de una lastimadura uterina, o sea, ella sentía un tipo particular de dolor o veía un sangrado diferente, mucho más ahora, cuando se introdujo en su útero un DIU que es sabido por millones de mujeres que puede llegar a causar sangrado – se debe aceptar su declaración y considerar que posee una herida que a veces sangra.

Por lo tanto, mientras no se trate de un tiempo en el cual tiene que llegar el período y estemos ante sangre que salió sin que medie una sensación clara, dado que cabe una posibilidad del diez por ciento o más de que el sangrado se haya originado en una lastimadura provocada por el DIU – la sangre en cuestión no impurifica.

Las condiciones de la halajá

Sin embargo, resulta posible adoptar una actitud flexible a condición de que resulte claro que que se trata de un sangrado producido por el DIU. Por ejemplo, cuando antes de usar el dispositivo el período menstrual duraba unicamente seis días y también ahora con el dispositivo colocado la mujer logró comenzar sus revisaciones para cerciorarse que está libre de sangrado al final del sexto día y salir así de un estado de impureza potencial, pero a diferencia de lo que estaba acostumbrada durante los siete días limpios, encontró sangre en la revisación interna y es de suponer que se originó en el DIU. Pero si a causa de la prolongación del período no logró comenzar con las revisaciones para cerciorarse de que está libre de sangrado (hefsek tahará), resulta que se trata de un sangrado bastante abundante y debe ser considerado como continuación del flujo menstrual y solamente después de que comience con sus revisaciones, en caso de encontrar sangre internamente más allá de los días en los que acostumbraba a hacerlo – podrá atribuírselo a la herida producida por el DIU. Asimismo, si tras comenzar con sus revisaciones para cerciorarse de que cesó el período la mujer se encuentra con una cantidad importante de sangre, como la que es dable encontrar sobre el final de la menstruación, es necesario ser más estrictos, ya que a veces la mayor parte de la sangre menstrual fluye continuadamente, posteriormente cesa, para nuevamente volver a fluir hasta el final del período.

Dispositivo hormonal

Además, agregué (ídem 2 nota 16) que también cuando se trata de un dispositivo que contiene hormonas es posible adoptar una actitud más flexible, ya que, si bien por efecto de este la mucosidad uterina se torna más delgada y tiende a sangrar, y vemos que a veces tomar hormonas por pastilla provoca sangrados, pero en el caso de estos últimos no se debe ser flexible (ídem 2 nota 8). Dado que en la práctica se introdujo un dispositivo en el útero, cabe la posibilidad de que se haya producido una lastimadura o se haya generado una reacción inflamatoria que provocó un sangrado, y por ende el estatus de la señora en cuestión es idéntico al de quien posee una lastimadura uterina que puede sangrar, por lo que la sangre hallada en la revisación interna es pura. Esto es así a condición de que se trate de un sangrado leve y resulte claro que no es parte del flujo menstrual, ni de una menstruación liviana producto del efecto de las hormonas.

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