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El ideal de la Shemitá en nuestros días

  • El objetivo último del año sabático es la revelación del alma y de la esencia de los demás años, y esto se efectiviza por medio del estudio de la Torá.
  • En nuestros días, un porcentaje mínimo de las personas se dedican a la agricultura y corresponde que la idea del año sabático se expanda a las demás ocupaciones.
  • El precepto de la Shemitá educa al ser humano a alegrarse con su porción y a desconectarse de su dependencia del consumo de objetos suntuarios o superfluos, y esto derivará en una bendición que lo acompañará a lo largo de los seis años de trabajo.

Así como por medio de la cesación de labor en los campos la Torá prohibió aquellos trabajos destinados a incrementar la producción de frutos, tales como el sembrado, la poda y el arado, de igual manera la cesación de actividades en los demás sectores incluirá la suspensión de trabajos destinados a mejorar la productividad de la empresa y a hacer que rinda mayores beneficios (frutos). Así como los frutos del séptimo año poseen santidad, de igual manera puede decirse que todas las personas podrán disfrutar de las ganancias de las empresas de acuerdo con el disfrute apropiado en cada caso, pero no podrán comerciar con estas ni denigrarlas o destruirlas.

La finalidad del año sabático es que por medio de la cesación en la realización de labores recordemos a HaShem, Creador del cielo y la tierra, y sobre esto dijeron nuestros sabios: «Dijo el Santo Bendito Él al pueblo de Israel: ‘Sembrad seis años y dejad de hacerlo en el séptimo para que sepáis que mía es la tierra'»(Tratado de Sanhedrín 39(A)).

Dijeron nuestros sabios: «El Santo Bendito Él creó innumerables cosas en el mundo y separó para Sí algunas de estas. Creó los siete días y separó para Sí el Shabat…creó los años y separó para Sí uno de ellos, tal como fue dicho: ‘Y descansará la tierra un descanso para HaShem’ (Vaikrá-Levítico 25:2) … creó las tierras y separó para Sí una de ellas – la tierra de Israel… creó las naciones y separó para Sí una de ellas – los hijos de Israel'». Las cosas que HaShem separó para Sí son aquellas destinadas a revelar el alma y la esencia. El Shabat es el alma de la semana, el sabático es el alma de los años, la tierra de Israel es el alma de los países y el pueblo de Israel es el alma de las naciones.

Entonces resulta que el cese de labores está destinado a revelar el alma interior. Durante todos los días de la semana la persona se esfuerza en su trabajo, y su alma, que expresa la esencia y la finalidad última de su quehacer se mantiene oculta. Por medio del cese en las labores el alma logra manifestarse y la persona tiene el mérito de deleitarse en HaShem a través del estudio de la Torá y de las comidas sabáticas, y de esa manera entiende el valor de su trabajo durante los seis días hábiles y este se ve bendecido.

Nuestro maestro, el Rav Kuk, explico que aquello que opera el Shabat en cada individuo es el efecto que logra el séptimo año en la generalidad del pueblo de Israel. Por medio del reposo de todo esfuerzo los judíos se fortalecen en su fe en HaShem y abundan en el estudio de la Torá. Por medio de la renuncia a la propiedad de las frutas y al cobro de las deudas los hijos de Israel se calman de la tensión y la competencia que los acompañan en la actividad comercial y refuerzan la generosidad y la compasión del hombre para con el prójimo. De ese modo, durante todo un año el alma vuelve a brillar en el seno del pueblo de Israel, y los judíos se acuerdan de todas sus buenas aspiraciones, anhelan un mundo que sea corregido por medio de la bondad y la verdad, el amor entre los vecinos se intensifica y la vida social mejora. De ese modo, la bendición se extiende a los seis años de trabajo (del prólogo del artículo ‘Shabat HaAretz’).

El estudio de la Torá durante el séptimo año

La revelación del alma tanto en Shabat como en la Shemitá tiene lugar, naturalmente, a través de un aumento en el estudio de la Torá con deleite y alegría, y tal como dijeron nuestros sabios: «No fueron dados los Shabatot ni las festividades al pueblo de Israel sino para que en esos días se dediquen al estudio de la Torá» (Talmud Jerosolimitano Tratado de Shabat 15:3). Esto mismo se puede aprender de la fantástica descripción de los sabios del Zohar sobre lo que ocurre durante el año sabático en los mundos superiores: «Ven y mira, que en cada año sabático una voz anuncia en el Jardín del Edén: ‘Reuníos hombres y mujeres, y que todas las personas creyentes asciendan del Edén inferior al superior, y entonces todos se desprenden de sus ropajes exteriores, masculinos y femeninos, y junto a ellos todos los niños pequeños y los jóvenes ascienden e ingresan a la yeshivá celestial, se regocijan en su ascenso, y allí tiene lugar una alegría sobre otra, se dicen palabras de Torá nuevas y antiguas, y todos se alegran con una alegría sin parangón'» (III 171:2, en la traducción y el comentario).

La variación en el porcentaje de personas dedicadas a la agricultura

A medida que la humanidad avanza científica y tecnológicamente, unas pocas personas realizan el trabajo que antiguamente debían hacer muchas más. En el pasado remoto más del 90% de la población se dedicaba a la agricultura para abastecer las necesidades humanas básicas. En la actualidad, solamente un dos por ciento de la población israelí se dedica a la agricultura y estos producen mucha más cosecha que sus colegas de antaño. El resto de las personas se dedica a diferentes labores que mejoran el bienestar humano en diferentes áreas como la elaboración de alimentos, la confección de vestimenta, la manufactura de mobiliario e instrumental sofisticado, el mantenimiento de un sistema de transporte eficiente que incluye carreteras, automóviles, trenes y aviones, un aparato financiero amplio y eficiente, la producción de obras de arte, la composición de música y el desarrollo de sitios vacacionales. De este modo, se llegó a una situación en la cual el precepto del año sabático es de la exclusiva incumbencia de tan solo el dos por ciento de la población que se dedica a la agricultura.

El cese de labores en todas las profesiones

Consideramos que corresponde que la idea del séptimo año tenga expresión en todas las profesiones, y así como la Shemitá tiene por objetivo recordarles a los agricultores que la tierra pertenece a HaShem, para que se fortalezcan en su fe, en el estudio de la Torá y de ese modo se vean bendecidos durante los seis años laborables, de igual manera corresponde que los trabajadores de los demás sectores cesen en sus labores durante el séptimo año para que recuerden y sepan que la tierra y todo cuanto se encuentra sobre ella pertenece a HaShem y así los seis años de labor se vean bendecidos. Por lo tanto, humildemente, considero que el Sanhedrín que habrá de erigirse pronto en nuestros días habrá de establecer un cese de actividades en todas las ocupaciones sobre la base del principio fundamental de la Shemitá que es explicado en la Torá.

Semejanza con decreto de la separación del diezmo de los ingresos (Ma’aser Kesafim)      

De modo semejante, aprendimos que los sabios de Israel establecieron que se separe un diezmo de los ingresos como porcentaje medio y un quinto como porcentaje elevado. Esto fue así ya que en días en los que mayoría de los judíos obtenían su sustento de la actividad agrícola la Torá ordenó que en el marco de los preceptos de ofrendas y diezmos (terumot uma’asrot) donen entre un diez y un veinte por ciento del producido para los cohanim y los leviim que se dedicaban a la educación y el dictado de halajá así como también para las personas necesitadas. Asimismo, se separaba entre un diez y un veinte por ciento de los animales (los primogénitos, el muslo, la quijada, el estómago de cada animal faenado así como también la primera esquila de lana). Dado que muchas personas comenzaron a obtener sustento del comercio y demás ocupaciones, nuestros sabios fijaron que se separe entre una décima (porcentaje medio) y una quinta parte (porcentaje elevado) de cada ingreso monetario. Esto es así según la opinión mayoritaria de las autoridades halájicas que entienden que el precepto de separar el diezmo de los ingresos monetarios es de origen rabínico, tal como lo explica el Turei Zahav a Ioré Deá 331:32. Sin embargo, hay quienes entienden que este mandato se origina en la costumbre, y otros sostienen que se origina en la Torá.

Propuesta de cese de labores en las demás profesiones

Así como por medio de la cesación de labor en los campos la Torá prohibió trabajos destinados a incrementar la producción de frutos, tales como el sembrado, la poda y el arado, de igual manera la cesación de actividades en los demás sectores incluirá la suspensión de trabajos destinados a mejorar la empresa y hacer que rinda mayores beneficios (frutos). Así como los frutos del séptimo año poseen santidad, de igual manera puede decirse que todas las personas podrán disfrutar de las ganancias de las empresas de acuerdo con el disfrute apropiado en cada caso, pero no podrán comerciar con estas ni denigrarlas o destruirlas.

En ese mismo espíritu de cosas, así como se permite realizar labores en un campo si están destinadas a evitar un daño que se pudiera perpetuar en los años subsiguientes, lo mismo aplicaría para las demás áreas de la actividad, toda labor destinada a evitar un daño a largo plazo estará permitida. En caso de resultar necesario mantener la producción para preservar la participación en el mercado, las ganancias habrán de consagrarse en beneficio del público general.

El séptimo año

Corresponde que el cese en la realización de todas las distintas labores se lleve a cabo en el séptimo año consagrado, en el cual es nuestro deber detener la actividad agrícola, para que de ese modo una atmósfera de reposo y tranquilidad se extienda sobre todas las personas y puedan conjuntamente dedicarse al estudio de la Torá.

Sin embargo, en aquellos sectores en los cuales resulte necesario que la actividad continue ininterrumpidamente como en el caso de la enseñanza, la atención médica o el transporte, es correcto que en cada uno de los años una séptima parte de los trabajadores accedan a tener un año sabático en el cual puedan vacacionar y reforzarse en el estudio de la Torá de cara a los próximos seis años de trabajo. En la actualidad, este mecanismo ya funciona en la profesión docente, ya que siguiendo el espíritu de los preceptos de la Torá se estableció que todo maestro tiene derecho a un año sabático en el cual descansar de su quehacer y continuar estudiando para profundizar sus conocimientos y mejorar así su desempeño en los seis años subsiguientes.

La educación para los valores y el ahorro

El precepto del cese de actividades en el séptimo año le enseña al ser humano a ser libre y a emanciparse de la servidumbre al instinto y al deseo que lo subyugan e impulsan a trabajar duramente todos los días de su vida para obtener más dinero con el cual comprarse más y más objetos. Esta educación enseña al ser humano a liberarse de su dependencia de los artículos suntuarios y le otorga una gran bendición, ya que así como resulta importante que la persona sea laboriosa en su quehacer es también fundamental que entienda que su felicidad no depende del consumo de productos superfluos sino de una vida plena de valores. La preparación para el séptimo año durante los seis de la labor le enseña a la persona a ahorrar, y en virtud de ello podrá luego, durante el año del descanso, reforzarse en su fe y en su estudio y así también en los años de trabajo logrará establecer tiempos fijos para profundizar en la Torá, alegrarse con la porción que le tocó en suerte y no verse en la tentación de malgastar todo su dinero en artículos suntuarios lo cual lo llevará a verse bendecido y a enriquecerse.

La manifestación del alma y el deleite del cese de labores en el séptimo año

Así como el Shabat revela el alma de la totalidad de la semana por medio del estudio de la Torá y el deleite en la bondad de HaShem a través de las comidas sabáticas y el descanso, lo cual hace que se expandan la bendición y la inspiración a los días hábiles, de igual manera el cese de actividades en el séptimo año está destinado a revelar el alma de los seis años de trabajo, pues en él la persona reposa de su esfuerzo en los años anteriores y en virtud del descanso y de la libertad los miembros de la pareja podrán pasear y ampliar sus horizontes juntos, sumar amor y alegría a su unión y potenciar sus relacionamientos con familiares y amigos. Además, podrán manifestar su alma estableciendo numerosos tiempos fijos para el estudio de la Torá, tanto de profundización individual como de participación en clases, cada uno en las áreas que le resultan caras a su corazón. En paralelo, las personas habrán de ampliar sus conocimientos científicos y humanísticos en las áreas de su interés que además amplían o mejoran la calidad de su estudio de la Torá.

La bendición de la cesación consagrada en la realización de labores

De este modo será posible entender de un modo lógico cómo podrá expandirse una abundante bendición a todos los seis años laborables por efecto del cese de labores en el séptimo año. El descanso del trabajo agotador librará al ser humano de las presiones acumuladas en su mente y en su cuerpo. El estudio de la Torá iluminará su alma, el estrechamiento de las relaciones con parientes y amigos enriquecerá su ser, y así podrá volver a su trabajo con renovados bríos.

Mejoramiento en el área de los valores y en lo profesional

Más aun, sería bueno que una parte importante del estudio de la Torá de cada individuo durante el séptimo año esté vinculado a su actividad profesional para así realzarla. Asimismo, sería bueno que durante el año sabático cada persona se capacite en su área profesional, que los agricultores escuchen de boca de los investigadores sobre los nuevos desarrollos y descubrimientos en el área de la producción de alimentos, que los ingenieros aprendan sobre las últimas innovaciones en su área de especialidad, que los hombres de negocios y finanzas se capaciten en economía. Esto redundará también en beneficio de los académicos pues naturalmente, al trabar contacto con la gente de trabajo habrán de escuchar nuevas ideas y se les habrán de ocurrir direcciones novedosas de investigación. Quién sabe, quizás estas investigaciones e invenciones producto de los encuentros interdisciplinarios del séptimo año redunden en más beneficios que el continuar con el trabajo rutinario de manera ininterrumpida.

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