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El valor de la ciencia y su relación con la fe

  • Un nuevo libro publicado por el Instituto Har Berajá reúne escritos del Rav Kuk, de bendita memoria, sobre cuestiones científicas y logra conferirles a los diferentes textos un orden y un enfoque sistemático.
  • Del conocimiento científico es dable aprender lo referente a la naturaleza humana y a los procesos históricos que sirvieron de sostén para la revelación Divina, pero no la fe en sí ni la tradición de la Torá.
  • La curiosidad que impulsa a la investigación científica es una expresión de la Imagen Divina que anida en el ser humano sediento de saber.

La fe misma es más grande que cualquier pregunta que cuestione su revelación. Por ello, aunque parezca que los argumentos de los críticos de las Escrituras pudiesen parecer ciertos en determinada medida, y aunque pareciese que las descripciones de la Torá sobre la Creación y la naturaleza adolecen de algunas inexactitudes, la fe   pura en HaShem y en Su Torá no se ve afectada en lo más mínimo.

D’s mediante, la semana que viene llegará de la imprenta el libro “Orot HaMadá” (Luces de la Ciencia) publicado por la editorial de nuestra Yeshiva de Har Berajá. Compartiré con ustedes pasajes de mis felicitaciones y de mi bendición a este novel libro.

“Se regocija mi corazón al contemplar el fruto del trabajo de nuestro querido alumno, el Rabino Dr. Jaim Weisman, que reunió y compiló los escritos y los conceptos de nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, sobre cuestiones científicas. El Rabino Weisman los elaboró, los ordenó y los editó bajo el formato de libro, al cual tituló Orot HaMadá (Las Luces de la Ciencia), prologando las diferentes secciones para de esa manera conferirle al enfoque del Rav Kuk sobre temas vinculados a la ciencia una unidad orgánica».

“En nuestra yeshivá solemos tomar en cuenta la posición del Rambám que prohíbe a quien estudia Torá obtener su sustento de esta actividad, y por ello, a todos nuestros alumnos que finalizan su período formativo en nuestra institución les recomendamos estudiar una profesión que les permita ganarse la vida digna y holgadamente y dedicarse a poblar el mundo a la luz de la guía de la Torá. Solamente en el caso de los queridos alumnos que estudian para posteriormente poder enseñar, procedemos según la opinión de los demás juristas que entienden que a priori se le puede otorgar una beca a un estudiante de yeshivá para que la Torá perdure y se mantenga en el seno del pueblo de Israel. El Rabino Jaim fue un caso especial, pues pidió quedarse en el Colel estando ya en sexto año, teniendo en mente poder seguir creciendo en Torá para enseñarla mientras cursase sus estudios de ciencias y de física, y a modo de excepción aceptamos incorporarlo durante un año.

A D’s gracias, el programa fue más exitoso de lo esperado y durante sus estudios de doctorado en física el Rabino Jaim Weisman Shlita continuó creciendo en Torá (e incluso fue seleccionado por sus alumnos en la universidad de Bar Ilán como profesor destacado en el departamento de física). Aún tras continuar trabajando en desarrollos vitales para la industria y la seguridad del Estado de Israel, el Rabino Jaim siguió estudiando Torá intensamente, hasta que recientemente su corazón le pidió volver a la casa de estudio y ser nuestro socio en todos los grandes proyectos espirituales que emprende el instituto de investigación contiguo a nuestra yeshivá. En estos días, para mi gran beneplácito, el Rabuino Jaim se integró en tiempo parcial al equipo de rabinos investigadores del Instituto Har Berajá bajo la dirección del Rabino Maor Kayam Shlita”.

“Es para nosotros un gran privilegio que un estudioso de la Torá e investigador científico de la primera línea sea nuestro socio en esta tarea sagrada, ya que la correcta complementación entre la Torá y la ciencia puede generar una gran bendición para el estudio de ambas. Es sabido que el Gaón de Vilna instaba a sus alumnos a estudiar sabidurías exteriores (ciencias) y que le dijo a su discípulo Rabí Baruj de Shklov, que en la medida en que a una persona le falten conocimientos en las sabidurías generales, le faltarán otros cien en el ámbito de los estudios sagrados, pues la Torá y las ciencias van de la mano.

Esto y más, por medio de esta sociedad se santifica el Nombre de D’s ante los ojos de las naciones y los de los judíos que se alejaron previamente de la observancia religiosa, pues todos ven cómo la Torá y la sabiduría, la fe y la acción, se complementan mutuamente. Esto se condice con lo que  enseñaron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 75(A)) al estudiar los versículos: “Habréis de observar y habréis de actuar, ya que ella es vuestra sabiduría y vuestro discernimiento a ojos de los pueblos; que cuando oigan todas las leyes estas habrán de decir: empero es un pueblo sabio e inteligente, la nación grande, esta. Pues ¿qué nación grande hay que tenga a D’s cercano a ella, como HaShem nuestro D’s, en todo nuestro invocar a Él? ¿Y qué nación grande hay que tenga leyes y sentencias justas como toda la Torá esta que yo doy ante vosotros el día de hoy?” (Devarim-Deuteronomio 4:6-8).

Así, se cumplirán en nosotros las palabras del profeta (Yshaiahu-Isaías 60:3-5): “Se encaminarán los pueblos a tu luz, y los reyes al resplandor de tu fulgor. Alza en derredor tus ojos, y mira: todos se han congregado, han venido a ti; tus hijos desde la lejanía vendrán, y tus hijas sobre regazo serán criadas. Entonces los contemplarás y estarás radiante, y se estremecerá y se ensanchará tu corazón; ya que se volcarán sobre ti, la muchedumbre del mar, la riqueza de los pueblos vendrá hacia ti”.

Del prólogo

El Rabino Dr. Jaim Weisman escribió un importante prólogo a este libro y en él encontramos estos sinceros conceptos:

“Creo que el problema central de la fe para el hombre moderno es su éxito en lograr vivir su vida sin precisar para ello a D’s. La realidad se tornó demasiado comprensible, demasiado lógica. En un proceso de crecimiento intelectual lento y medido, el ser humano fue acumulando abundante conocimiento y prácticamente completó cualquier faltante existente en su comprensión del mundo. Aprendió a pensar y a formular leyes naturales carentes de D’s, y en efecto, al final del camino descubrió que prácticamente ya no resultaba necesario hacerle un espacio al Creador. Hace ya muchos años que intento tender un puente que cruce el abismo existente entre la experiencia de vida del ser humano moderno y su vínculo con D’s. Al igual que muchos, yo tampoco me asusté seriamente de las distintas contradicciones que surgen entre la Torá y la ciencia o entre la filosofía y la fe. Mi experiencia fue mucho más amenazante y pesada. No temía ante la no coincidencia o la falta de acuerdo entre un texto determinado y una tesis científica cualquiera, sino que me inquietaba la posibilidad de quedarme solo en el campo de batalla, aislado y sin necesidad de D’s. Leí y estudié numerosos libros y artículos, tantos como alcancé a encontrar, en las áreas de Torá y ciencia, escritos de rabinos, de científicos, de filósofos y más. Mi alma no supo descanso. Siempre quedaba un tema faltante, una incompatibilidad o una molestia que no se adecuaba a mi experiencia personal”.

“Durante mis años de estudio en la yeshivá crecí en el regazo del Rabino Abraham Ytzjak HaCohen Kuk, de bendita memoria, y hace cuestión de unos diez años decidí buscar comentarios del Rav a las preguntas y a los problemas que se me presentaban en el área del conocimiento científico. No encontré un libro que me permitiese repasar ordenadamente las ideas del Rav en cuestiones vinculadas a la ciencia y su actitud hacia D’s. Además, temí que el Rav no lograse colmar mis necesidades ya que en su biografía no poseía vínculos claros con estudios académicos científicos formales. No es razonable, pensé, que pudiese entender lo que me interesa y me preocupa. Y he aquí que en una libreta del Rav encontré una fuente vinculada a la ciencia, y otra fuente más en otra libreta, y así sucesivamente se expusieron ante mí más y más fuentes y hallé las palabras del Rav muy atractivas y satisfactorias. Decidí realizar un esfuerzo e intentar reunir todos sus escritos referidos a la ciencia en una sola obra. Así, sería posible presentar las fuentes del Rav Kuk sobre esta cuestión ante los estudiosos y los investigadores de un modo ordenado y sistemático”.

“La compilación técnica de los escritos del Rav a través de un largo y esforzado trabajo activó en mí un proceso suplementario. En la medida en que profundizaba en la escritura sensible y sutil del Rav Kuk, fui descubriendo a un pensador inmerso en nuestro mundo que no solo logra adecuarse a mi experiencia personal en el mundo académico y abarcarla, sino que además introduce a D’s en esta vivencia con honestidad y sin una pizca de distanciamiento. En sus escritos, el Rav no solamente se enfrenta a los argumentos heréticos más duros de un modo directo y sincero, sino que además su enfoque combina una enorme fuerza de santidad con un penetrante conocimiento del alma humana. Lentamente, se fue decantando en mi interior la comprensión de que su pensamiento es relevante no solo para los hombres de ciencia interesados en su área de ocupación sino también para el resto del público que consciente o inconscientemente termina siendo influido por este ámbito del saber”. Hasta aquí sus conceptos en el prólogo.

La relevancia para nuestros días

Corresponde agregar que desde que nuestro maestro el Rav Kuk escribió estas ideas pasaron ya más de cien años y sus conceptos resultan mucho más relevantes y aceptados hoy que en aquel entonces, ya que el mundo se tornó mucho más influido por la ciencia, tanto sea porque se multiplicó la cantidad de estudiosos en el área como por el hecho de que el método científico es enseñado hoy en todos los sistemas de educación masivos en la mayoría de los países del mundo y se convirtió en la forma central de pensamiento.

La fe crece y se fortifica de todas las objeciones contra ella

Del estudio de las grandes ideas que escribiera el Rav Kuk sobre la ciencia surge un fundamento importante, y es que la fe misma es más grande que cualquier pregunta que cuestione su revelación. Por ello, aunque pareciese que los argumentos de los críticos de las Escrituras pudiesen resultar ciertos en determinada medida, y aunque pareciese que las descripciones de la Torá respecto de la Creación y de la naturaleza adolecen de algunas inexactitudes, la fe pura en HaShem y en Su Torá no se ven afectadas en lo más mínimo. Esto es así ya que del orden de concatenación de la revelación de la Palabra de HaShem resulta que cada generación capta en la medida de sus posibilidades, en concordancia con el intelecto y la naturaleza de los seres humanos. Tal como escribiera el Rav: «Ninguna forma de crítica podrá afectar a ninguna fortaleza de la Torá y ninguna sabiduría científica podrá obstruir su paso” (Linvujei HaDor 52). “Nosotros precisamos demostrar el carácter obligatorio del cumplimiento de la Torá, incluso aceptando todas las observaciones de los críticos de los textos sagrados respecto de posibles errores (Rishon LeYafo 87:1).

Resulta entonces que lo que es dable aprender del conocimiento científico es lo referente a la naturaleza humana y a los procesos históricos que sirvieron de sostén para la revelación Divina, pero no la fe en sí ni la tradición de la Torá, que está por encima de todo. Más aun, gracias a los descubrimientos científicos comprendemos la Torá y la fe en un nivel más profundo, y tal como escribiera el Rav: “Una regla general en la batalla de las ideas es que aquella que viene a refutar algo de la Torá, en un inicio no precisamos negarla sino construir sobre esta el palacio de la Torá y así por su intermedio nos elevamos” (Igrot HaRaaiá 134). Asimismo, escribió que “en la medida en que la investigación científica sea más libre, gozará de más conocimiento Divino y conducirá hacia él” (Pinkas HaDapim 4:94).

El valor de la ciencia

De los escritos del Rav Kuk surge también que el deseo incansable del ser humano por saber más y más resulta ser de gran valía. La curiosidad que impulsa a la investigación científica es una expresión de la Imagen Divina que anida en el ser humano sediento de saber. Así escribió el Rav: “Todo aquel que tenga la posibilidad de dedicarse a cualquiera de las ciencias del mundo y no lo hace por una debilidad de carácter, empequeñece la Imagen Divina, tal como está escrito ‘a imagen de D’s creó al hombre’” (Pinkas HaDapim 4:12. Existe una fuente para esto en el Tratado de Shabat 75(A)); “Toda sabiduría es en realidad luz Divina, y toda afirmación clara que separa la Torá de la sabiduría general es una gran interrogante” (Shmone Kvatzim 1:900).

Más aun, a partir de la reflexión sobre los diferentes descubrimientos científicos que tuvieron lugar en su época, nuestro maestro el Rav Kuk, de bendita memoria, profundizó en su comprensión de la Torá y de cómo HaShem se conduce en el mundo, así también, en las importantes teorías que surgieron, principalmente la de la evolución sobre la cual fundamentó grandes ideas relativas al orden de elevación del mundo, su retorno en arrepentimiento y su reparación. Y así escribió: “La evolución, concepto que suele estar en boca de todos, al ampliar su espectro se transforma en la fuente de todas las cosas buenas, rectas y sagradas, e infunde el deleite de lo Divino sobre todas las almas. La cuenta es simple, dado que todo evoluciona para bien, resulta que todo se eleva, y entonces quedará listo para el gran banquete y para el bien absoluto” (Shmone Kvatzim 1:111).

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