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Extender la alegría festiva a todo el año

  • ¿A quién corresponde enviarle porciones en Purim y con quién se debe llevar a cabo el banquete festivo?
  • La cuestión central del envío de porciones (mishloaj manot) en Purim es poder extenderla a todo el año y por su intermedio incrementar el amor y la hermandad en el pueblo de Israel.
  • El precepto de la lectura de la Meguilá debe ser extendido a todo el año a través de la contemplación y la visión de la Providencia Divina en todo cuanto nos acontece.
  • La justificación moral del exterminio de Amalek es el hecho de que se trata de un pueblo que basó su economía en el saqueo y el asesinato de otras naciones.

Si bien en Purim podremos comer solamente junto a algunos de nuestros amigos y parientes, no obstante, lo principal es que por medio del regocijo de la comida festiva entendamos el valor de la amistad y la alegría y su expresión en las comidas preceptivas, y durante todo el año procuremos participar de las alegrías de nuestros amigos y familiares, y fijemos en nuestra consciencia que nuestra participación en estas celebraciones no sea simplemente con el objeto de cumplir con una obligación familiar o de camaradería sino que le adjudiquemos a ella todo el tiempo necesario para poder alegrarnos intensamente en sus celebraciones preceptivas.

He aquí que llega Purim y tenemos la oportunidad fantástica de alegrar a nuestros parientes y amigos por medio del envío de porciones. Sin embargo, surge la pregunta de a quién enviarle. Aparentemente, los primeros en la lista son los familiares, pero si le enviamos solamente a ellos, ¿cómo se habrán de sentir nuestros buenos amigos? Y si le enviamos a nuestros amigos, surge la pregunta de si hacerlo únicamente al círculo cercano o incluir también a uno más amplio, ya que en este último hay gente querida y también hacia ella corresponde demostrar nuestro amor en la festividad. Y en general, ¿quién se encuentra en el círculo cercano y quién en el lejano? ¿Acaso lo que fija esto es la cantidad de tiempo tiempo que pasamos juntos, o, en su defecto, la profundidad de la relación? ¿O quizás la cercanía la generan aquellas personas que saben alegrarse, o quienes saben ayudar en tiempos difíciles? ¿A lo mejor, es más conducente enviar porciones a amigos que no son tan cercanos, pero aun así son vecinos buenos y decentes con quienes vale la pena guardar una buena relación? O en su defecto, ¿quizás valga la pena enviar las porciones a vecinos con los cuales las relaciones son especialmente tensas, y así el gesto festivo pudiera disipar molestias, solucionar malentendidos y establecer un vínculo de amistad? ¿Y a lo mejor, es preferible recordar a los buenos amigos del pasado de quienes nos fuimos separando a causa de los vaivenes de la vida, pero a quienes en realidad les profesamos un gran amor? Por otra parte, cómo podemos desatender a nuestros parientes y a nuestros buenos amigos, que mantienen buenas relaciones con nosotros a lo largo de todo el año, ¿justo en Purim hemos de olvidarlos? Si le vamos a mandar porciones a todos, debemos preparar cien envíos. Entonces, probablemente no podremos invertir nuestros mejores esfuerzos en cada porción, por lo que nuestro envío resultará pobre y no expresará plenamente nuestro amor. Más aun, después de mandar envíos a tantos parientes y amigos, aquellos que se enteren y no hayan recibido podrían : si a este amigo le envió, ¿por qué a nosotros no?

Otro tanto ocurre con la comida festiva. Se trata de una oportunidad única de celebrar una alegría preceptiva en la cual es posible abrirse, hablar desde el corazón, entusiasmarse de amor a HaShem y a Su Torá. Pero para ello, es necesario hacerlo en el lugar apropiado, con alimentos exquisitos y buenas bebidas, y muy especialmente, con los comensales adecuados. Surge nuevamente la misma interrogante: ¿con quién celebrar el banquete, con los familiares de tal o cual lado? ¿Con estos o con aquellos amigos? ¿Con personas abiertas y alegres o profundas y sabias? ¿Con devotos que quizás resulten aburridos o con personas picarescas e interesantes? Entonces, un fuerte temor se cierne sobre el corazón: hagamos lo que hagamos habrá familiares y amigos que se ofenderán. Entonces, ¿quizás sea mejor sumarse a la comida que organizan otras personas? Y nuevamente, surge la pregunta, ¿ir a la comida festiva de quién? ¿Y qué habremos de hacer con quienes se ofendan porque no asistimos a su comida? ¿O sería mejor viajar a un sitio alejado, y celebrar allí la comida festiva con parientes que suelen ingerir alimentos lácteos y beber jugo de uva?

Purim establece los envíos de todo el año

La respuesta es que todas las ideas son buenas. Es correcto mandarles porciones a todos, y con todos corresponde celebrar la comida festiva.

Esta es la esencia de Purim: conferir inspiración a todo el año. Si bien en Purim no alcanzaremos a enviarle porciones a todas nuestras relaciones, gracias a la festividad entenderemos lo bonito que es hacerlo y así durante todo el año continuaremos enviándolas a nuestros amigos y conocidos. Si bien no existe un precepto que indique específicamente que debamos enviar todos los días porciones a nuestros seres queridos, pero de así hacerlo estaremos cumpliendo con el mandato de la Torá de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Si hemos de enviarle porciones a nuestros amigos y parientes mientras atraviesan situaciones de dificultad, estaremos cumpliendo un precepto suplementario y es el de reforzar o reconfortar a quien lo necesita. Y si hemos de hacerlo cuando nuestros seres queridos estén regocijantes en virtud de una alegría preceptiva, cumpliremos el precepto suplementario de participar de ella.

Gracias a Purim, habremos de reflexionar sobre la virtud especial del envío de alimentos sabrosos de un ser humano a otro, estableciéndose así entre ellos un vínculo profundo de amor. Y si el envío habrá de consistir en algo cocinado u horneado en el hogar poseerá, este poseerá un grado superior de distinción.

En realidad, se trata de algo que no resulta tan difícil de hacer. Cuando se hornean jalot o se cocina algo exquisito para el Shabat, siempre se puede agrandar un poco las medidas de los distintos ingredientes y enviar un alimento cocido u horneado a una amiga que tuvo una semana intensa o difícil, o a quien celebró su cumpleaños, o a quien fue aceptada a un nuevo trabajo o a quien fue despedido del suyo.

Así, podremos extender a todo el año el acercamiento de los corazones que se manifiesta en Purim, y aunque en la festividad no le enviemos porciones a todas las personas que quisiéramos convidar, el día en sí será aquel en el cual fijemos o establezcamos el envío de porciones de todo el año; será el día en el cual decidamos enviarlas a lo largo del mismo a todas aquellas personas que consideramos dignas de recibir nuestro obsequio en Purim. Así, se incrementarán la amistad y la hermandad entre nosotros y todos nuestros familiares, amigos y vecinos.

Purim ilumina las comidas preceptivas de todo el año

Lo mismo ocurre con la comida festiva. Si bien en Purim podremos comer únicamente con algunos de nuestros amigos y parientes, lo principal es que a partir de la alegría del banquete entendamos el valor de la amistad y la alegría, cuya expresión son las comidas preceptivas, y a lo largo del año procuremos participar más asiduamente de las alegrías de nuestros seres cercanos, tales como casamientos, circuncisiones, finalizaciones de estudio de tratados del Talmud y demás encuentros de camaradería, y fijemos en nuestra consciencia que no habremos de asistir a estas simplemente para cumplir con un compromiso social sino que les dediquemos el mayor tiempo posible para permitirnos regocijarnos en gran manera con su alegría preceptiva. Más aun, pensaremos en todos los amigos cercanos con quienes deseamos realizar la comida de Purim sin lograrlo y procuraremos agasajarlos u hospedarlos en nuestros hogares para compartir con ellos comidas de Shabat y festividades. Así, la alegría de Purim iluminará a lo largo del año entero incrementándose así el amor y la alegría.

Obsequios para los menesterosos

Lo mismo ocurre con los presentes para las personas necesitadas, nos reforzaremos a lo largo de todo el año en la separación y el aporte del diezmo de los ingresos, o el quinto en el caso de aquellas personas que fueron especialmente bendecidas por HaShem en lo económico. El diezmo y el quinto estarán orientados sabiamente para engrandecer la Torá y magnificarla, para permitir que personas pobres se recuperen y puedan mantenerse por sí solas, para cubrir los menesteres de aquellas personas que no pueden sostenerse por sí solas, y de esa manera puedan tener una vida honorable en el seno de sus familias y en el marco de sus comunidades.

La lectura de la Meguilá

En virtud del cumplimiento del precepto de la lectura de la Meguilá como lo indica la halajá, a lo largo de todo el año nos reforzaremos en el estudio de la Torá según el orden apropiado y sin saltearnos ningún tema. Profundizaremos en la comprensión del modo en el cual HaShem conduce al mundo y aprenderemos a estudiar cada tema desde su raíz histórica y su esencia espiritual hasta su aparición halájica en la vida práctica y cotidiana. Así, seremos meritorios de percibir en nuestros días de todas las desgracias surgen tesoros invaluables, tal como en los días de Ester, en los que el terrible decreto de exterminio se revirtió para bien surgiendo de este la salvación, ya que entonces se le permitió al pueblo de Israel volver a construir el Segundo Templo, y los sabios establecieron esta festividad para simbolizar por su intermedio la aparición de la Torá Oral. Todo esto ocurrió gracias a los justos que se entregaron con abnegación en aras de su pueblo. Por medio de la lectura de la Meguilá, reforzaremos nuestra fe durante todo el año, y sabremos que de todas las desgracias surgen cosas particularmente buenas.

El precepto de borrar a Amalek

Pregunta: Aparentemente, ¿no se asemeja el precepto de borrar a Amalek a lo que los nazis pensaron hacer y de hecho perpetraron al pueblo judío?

Respuesta: Desde un punto de vista exterior, existe similitud entre los malvados y los justos, pero desde el punto de vista de los valores, las diferencias son profundas. En lo referente a Amalek, la diferencia se manifiesta en dos cuestiones fundamentales. La primera es que los judíos contribuyeron enormemente al florecimiento de Alemania y Europa sin obrar en su desmedro. Desarrollaron la ciencia, la economía y la sociedad. Por el contrario, los amalekitas no aportaron nada a la civilización humana, sino que, muy por el contrario, procuraron destruirla. La segunda, los nazis no les otorgaron a los judíos oportunidad alguna de “reparar sus errores”, el decreto de exterminio fue absoluto, mientras que los amalekitas pueden salvarse aceptando los siete preceptos de los hijos de Noaj. Esto es así ya que los hijos de Israel están preceptuados en primera instancia de ofrecer un acuerdo pacífico, esto es, que los enemigos acepten sobre sí los siete preceptos mencionados, y de esa manera el nombre de Amalek se vería borrado del mundo de un modo pacífico. Expliquemos más.

Amalek no se dedicó a poblar el mundo

Cuando un pueblo se dedica a poblar el mundo, a construir una civilización, aunque cometiese pecados, posee también méritos en su haber. Vemos que incluso en el caso de los egipcios, que ahogaron en el rio a nuestros bebés y nos sometieron a todos a la esclavitud, la Torá ordena: “No detestarás al egipcio porque fuiste extranjero en su tierra” (Devarim-Deuteronomio 23:8). Si bien sufrimos mucho en Egipto, nos preservamos y pudimos erigir familias.

Por su parte, Amalek era una nación que no se dedicaba ni a la agricultura ni a las artesanías, sino que entrenaba a sus jóvenes para atacar por sorpresa aldeas y caravanas mercantes, a asesinar a quienes tuviesen en frente, a saquear sus pertenencias y vender como esclavos a los hombres, mujeres y niños que sobreviviesen. Resultaba difícil pelear contra ellos porque carecían de residencia fija, y aparecían por sorpresa atacando con gran poderío. A los efectos de defenderse de su accionar, era preciso apostar un ejército grande que patrullase todas las localidades cercanas a regiones despobladas, y como ello resultaba prácticamente imposible, los amalekitas lograban asesinar y saquear durante sus incursiones, al grado de que la gran mayoría de los habitantes de estas regiones alejadas debían reunirse y reagruparse en zonas de mayor densidad poblacional, y enormes superficies de territorio que podrían alimentar a numerosísimas personas quedaban desiertas por el temor que infundían los agresores.

Así fue como inmediatamente después de que el pueblo de Israel salió de la esclavitud en Egipto, cuando aún se encontraba exhausto por los sinsabores del camino, los amalekitas comenzaron a atacarlo. En vez de ver la dimensión del milagro o apiadarse de esclavos que acababan de liberarse, estos vándalos vieron ante sus ojos una presa gorda, y aprovechándose de la debilidad de los israelitas, comenzaron a atacar a los de andar más lento que se ubicaban en el extremo del campamento, para lucrar con su venta como esclavos y con el saqueo sus pertenencias.

La lógica moral del precepto es clara. Tal como procedieron los amalekitas con todos los poblados que saquearon, corresponde que se proceda con ellos. Y si bien por lo general ellos no asesinaban a todos los habitantes de los poblados que conquistaban, ello se debía a que esperaban poder lucrar con ellos mediante su venta para la servidumbre. Sin embargo, cuando no hallaban compradores para los prisioneros, los asesinaban.

Los amalekitas pueden retornar en arrepentimiento

La segunda diferencia resulta también esencial. Según la Torá, es posible retornar en arrepentimiento. Un amalekita puede aceptar observar los siete preceptos de los hijos de Noaj, someterse al pueblo de Israel y pagarle tributo. Solo en caso de que no aceptasen hacerlo, se lucha contra ellos hasta eliminarlos (Rambám Hiljot Melajim 6:1-4, Kesef Mishné allí). Esto y más, hay quienes opinan que incluso se acepta a un amalekita que desea convertirse al judaísmo y transformarse en un judío pleno (Pninei Halajá Zmanim 14:8, 10).

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