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Hablando de temas discretos

  • Las presiones ejercidas sobre los rabinos que detentan actitudes mas flexibles hacen que estos teman expresar públicamente sus opiniones.
  • En una generación en la cual los jóvenes están expuestos a infinita información es necesario tratar con ellos también los temas discretos.
  • Los comandantes del ejército en esta porción semanal de lectura nos enseñan la importancia del servicio en aras de la defensa de la nación.
  • La negligencia en el cumplimiento en el precepto de procrear causó al pueblo de Israel sufrimientos innecesarios.

Demasiado a menudo, se ejercen presiones para asustar a los rabinos y evitar que emitan sus opiniones cuando estas difieren de las de los que adoptan una actitud más estricta. Estas presiones provienen principalmente de alumnos fanatizados que no se prepararon en la medida suficiente como para ejercer el Rabinato y despiertan discusiones contra quienes ellos creen que se apartaron del camino de la Torá.

A raíz del artículo que publicáramos sobre el dispositivo intrauterino (DIU) surgieron críticas provenientes, entre otros, del Rabino David HaCohen Shlita, de los más veteranos y experimentados rabinos y difusores de la Torá, Rabino y Jefe de la Yeshivá de Bat Yam, quien cuestionó que haya hablado de un tema tan delicado e íntimo en una columna de gran difusión que llega al público en general, incluidos los más jóvenes, por entender que ello afecta negativamente el valor del recato.

En efecto, en un principio no pasó por mi cabeza tratar un tema tan delicado en el marco de mi columna ‘Revivim’, pero la realidad es que, lamentablemente, demasiado a menudo se ejercen presiones para asustar a los rabinos y evitar que emitan sus opiniones cuando estas difieren de las de los que adoptan una actitud más estricta. Estas presiones provienen principalmente de alumnos fanatizados que no se prepararon en la medida suficiente como para ejercer el Rabinato y despiertan discusiones contra quienes ellos creen que se apartaron del camino de la Torá. Estas discusiones pueden afectar negativamente su estatus público y amargar sus vidas con acusaciones y difamaciones, y quién tiene las fuerzas para dedicar de su tiempo a desmentirlas enfrentando permanentemente a interlocutores agresivos. A raíz de ello, estos rabinos han debido dar un paso atrás, en vistas de lo cual la Torá se ha visto reducida y opacada sobreviniendo así numerosas desgracias sobre el pueblo de Israel. Por ello, decidí que cada vez que sienta que se me amenaza me he de armar de coraje y aclarar mis conceptos en el marco más público posible, a los efectos de que el transgresor no se vea beneficiado y poder así aportar mi humilde grano de arena para poner fin al estilo de debate violento que condena a eruditos al ostracismo en el seno de las Casas de Estudio, y para que las discusiones sean sustantivas y se lleven a cabo en una atmósfera de respeto. Por ello, cuando sentí que las referencias a mi artículo sobre el dispositivo intrauterino iban acompañadas de amenazas e improperios me vi en la necesidad de cumplir con el precepto de «no temeréis a persona alguna» y explicar la cuestión en el ámbito más público a mi alcance, en esta columna de ‘Revivim’. Creo que el precepto de «no temeréis», tan imprescindible para la existencia y la continuidad de la Torá antecede a la incomodidad de tener que ocuparme de esta cuestión públicamente. Si la Torá nos advirtió que no temamos ante la presencia de litigantes agresivos en cuestiones privadas, cuanto más aun debemos evitar temer ante adversarios en discusiones que tiene por cometido aclarar la verdadera norma de la Torá.

Por supuesto que encuentro valioso que cada estudioso de la Torá elabore sus ideas de acuerdo con el modo tradicional de estudio y análisis y las publicite, aunque al hacerlo demuestre que mi postura era errónea, siendo mía la responsabilidad de analizar sus conceptos, y en la medida en que estos resulten acertados, modificar mi enfoque.

Sobre el recato

Además, es importante explicar nuestros hábitos de recato, ya que estos dependen de la práctica aceptada en cada generación. Hubo tiempos en los cuales se hablaba más de cuestiones relativas a la vida de pareja, tal como lo vemos en el Talmud en varios sitios. En los tiempos de los sabios de las últimas generaciones (ajaronim) se incrementó el recato y pocos padres hablaban de cuestiones de pareja con sus hijos. Sin embargo, considero necesario acostumbrarnos a tratar más asiduamente estos temas ya que en una época en la cual la información en todos los ámbitos está abierta al público general, incluidos los muchachos jóvenes, crece la necesidad de dialogar con estos últimos sobre cuestiones referidas a la intimidad en un lenguaje limpio y respetuoso, tocando todas las halajot relevantes al relacionamiento entre los géneros en todas las áreas. Se requiere hablar con ellos con una mayor apertura que la acostumbrada en el pasado, como es el caso de las directivas que aparecen en los libros del Rabino Eli Scheinfeld. Para una persona que nació y se crio en mi época y en mi entorno esto no resulta fácil, razón por la cual no seguí sus buenos consejos, y sin embargo son importantes y resulta que a los padres jóvenes les resulta más fácil seguirlos. Por ello, pensé que cuando surge la necesidad de hablar sobre estas cuestiones públicamente, indirectamente esto resulta beneficioso por cuanto que impulsar a las personas a ocuparse más extensamente sobre estas áreas de la Torá que resultan tan trascendentes.

El marco de la discusión

Un argumento suplementario fue esgrimido contra mi postura halájica sobre el DIU y postula lo siguiente: ¿Cómo es posible que un tema tan delicado se publique en un medio de difusión masiva y no sea tratado discretamente por los rabinos? En primer lugar, es necesario destacar el hecho fundamental de que desde que fue disuelto el Sanhedrín no existe un fórum autorizado que reúna a rabinos para tratar temas halájicos y decidir sobre estos, sino que cada rabino analiza el tema desde su lugar y a lo largo de los años y de las generaciones las cuestiones se van elaborando, a veces una idea es final y generalmente aceptada y otras persiste la discusión.

En la práctica, existe el intercambio de ideas entre rabinos, y en la actualidad este tiene lugar también a través de la comunicación virtual y de diferentes fórums rabínicos. Asimismo, existen archivos de Torá en los que se dilucidan nuevas interrogantes. Sin embargo, ninguno de estos marcos tiene la pretensión de definir una halajá sino de contribuir al debate halájico serio. En la medida de mis posibilidades, estudié todos los diferentes enfoques y consolidé una opinión propia que vertí extensamente en el segundo capítulo de mi libro ‘La Pureza Familiar’ y sintéticamente en esta columna.

Si deseamos avanzar hacia el establecimiento de un Sanhedrín, es necesario reunir a todos los rabinos que abordaron estos temas para que discutan sin límite de tempo y sin excluir a ningún estudioso, y de ese modo podremos aclarar estas cuestiones verdadera y definitivamente. Aun así, este fórum no habrá de obligar a todos sus participantes a dictar halajá según la decisión mayoritaria, pero sin duda que esta habrá de tener un peso importante.

Los comandantes militares en el desierto

El número de los israelitas es de enorme importancia, e incluso el cuarto libro de la Torá es denominado ‘El libro de los censados’, en virtud de los censos efectuados al pueblo de Israel que en él figuran. Primeramente, los israelitas son contados en la porción de Bamidbar (a este relevamiento la Torá le destina ochenta y un versículos) y tuvo lugar durante el segundo año posterior a la salida de Egipto. La segunda vez que el pueblo es censado fue en la porción de lectura de Pinjás (cincuenta y un versículos), y tal como escribiera Rashí (a Bamidbar 1:1): «En virtud de Su amor por el pueblo de Israel los contaba a cada hora, cuando salieron de Egipto los contó, cuando fracasaron con el becerro de oro los contó para que se sepa cuántos quedaron, y cuando se dispuso a hacer reposar sobre ellos Su Divina Presencia – los contó».

Gente en edad de servir en el ejército

Hay personas que preguntan por qué no se contó a las mujeres y a los varones menores de veinte años. La respuesta es que la finalidad del censo fue organizar el ejército de Israel previo al ingreso a la tierra de Israel. Se nos ordenó heredar el país, o sea, conquistarlo y poblarlo, por ello Moshé fue preceptuado de contar a los hombres de veinte años para arriba que son los que conforman el ejército israelita.

De todo esto aprendemos sobre el gran valor de servir en el ejército de Israel y de cumplir con el precepto de conquistar la tierra prometida y poblarla.  A propósito, hay quienes sostienen erróneamente que la tribu de Leví no participaba del esfuerzo militar y sobre esa base justifican el no enrolamiento de los estudiantes de yeshivá. Sin embargo, si estudiasen la Torá correctamente no se equivocarían. De la tribu de Leví se conformaba el comando de elite más selecto (saieret matkal), la guardia que acompañaba al Arca del Pacto que iba en medio del campamento y protegía a la comandancia que se encontraba contigua a esta. Entre ellos, se encontraban los cohanim que animaban a los soldados y fungían como gendarmes que amonestaban a quienes se escapaban del campo de batalla. En efecto, entre ellos también había quienes rezaban para que los combatientes retornasen coronados con la victoria (ver en las numerosas fuentes citadas en Pninei Halajá Likutim I 5780, 12:2, 1-2).

El primer y el segundo censo

En el primer conteo que aparece en la porción de Bamidbar, la Torá repite el número de israelitas una y otra vez con alegría y entusiasmo (Bamidbar Rabá 2:19). Sin embargo, el segundo conteo mencionado en la porción de Pinjás viene acompañado de una menor alegría, ya que durante cuarenta años el pueblo de Israel no creció numéricamente. Cuando los judíos estaban sometidos en Egipto «crecieron, se multiplicaron y se tornaron sumamente numerosos» al grado de que tras doscientos diez años pasaron de setenta personas a seiscientos mil varones en edad de servir en el ejército. Durante esos cuarenta años en los que debían por lo menos duplicarse en número no crecieron en absoluto. Aunque descontemos a los fallecidos durante las epidemias, debemos concluir que, junto con el pecado de los espías, pecaron también al descuidar el precepto de procrear.

En efecto, el precepto de poblar el país está vinculado al de procrear, tal como le fuera dicho a nuestro patriarca Ya’akov: «La tierra sobre la que tú estás acostado, a ti te la habré de dar y a tu descendencia. Y será tu descendencia cual polvo de la tierra e irrumpirás hacia el occidente y el oriente y hacia el norte y el sur. Y serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra y por la de tu descendencia» (Bereshit-Génesis 28:13-14).

La consecuencia de la negligencia

Dado que fueron negligentes en el cumplimiento del precepto de procrear durante cuarenta los años que deambularon por el desierto el pueblo de Israel careció de suficientes personas como para heredar las dos márgenes del Jordán, por lo que inicialmente no se tenía la intención de conquistar la margen oriental y solamente a raíz de que los reyes Sijón y Og salieron a la guerra contra Israel su territorio fue conquistado. Incluso entonces, Moshé no tuvo la intención de poblar efectivamente la margen oriental del Jordán porque carecía de personas suficientes como para ocupar las extensiones de la meseta transjordana, y puso su énfasis en enfocarse primeramente en el asentamiento en la parte principal del país que era la ribera occidental, y sobre la base de ese núcleo consagrado sucesivas generaciones habrían de expandirse hacia el este y heredarían la margen oriental. A posteriori, únicamente por las tribus de Reuvén, Gad y media tribu de Menashé que pidieron asentarse allí Moshé finalmente dio su anuencia, ya que el hombre es guiado en el camino por el que desea transitar. Sin embargo, el resultado fue que al pueblo de Israel le resultó muy dificultoso heredar todo el país y permanecieron en él numerosas naciones gentiles que amargaron nuestra existencia (ver Bamidbar 21:21-35, Rambán allí 21).

El deceso de Moshé

Vemos así que el fallecimiento de Moshé está también vinculado a este problema, ya que de las palabras de los sabios aprendemos que el fallecimiento de toda la generación del desierto, que eran contemporáneos de nuestro maestro Moshé, fue el motivo profundo por el cual él no ingresó a la tierra de Israel. «Le dijo el Santo Bendito Él a Moshé: ¿Con qué rostro pides ingresar al país? Esto se asemeja a un pastor que sacó a pastar al rebaño del rey y éste resultó capturado. El pastor pidió ingresar al recinto real. El rey le dijo: Su tú ingresas ahora, ¿qué van a decir las personas? ¡Que tú secuestraste el rebaño! También aquí el Santo Bendito Él le dijo a Moshé: Tu alabanza es que sacaste a seiscientas mil personas de Egipto y las enterraste en el desierto, ¿y ahora vas a entrar a la tierra de Israel con la siguiente generación? Van a decir que la generación del desierto no tiene porción en el Mundo Venidero. Por eso, debes permanecer junto a ellos» (Bamidbar Rabá 19:13). Sin embargo, Moshé es llamado el pastor fiel, ya que mantuvo el número de los israelitas. «Cuando los judíos salieron de Egipto Moshé les pasó revista… eran seiscientos mil, cuando Moshé se dispuso a irse de este mundo en las llanuras de Moab – volvió a contarlos» (ídem 21:7).

Sin embargo, ya no podía ingresar a la tierra de Israel junto a la nueva camada. Toda su generación había fallecido, también su hermana mayor Miriam, que había estado siempre a su lado, ya no estaba con vida. Por eso perdió la paciencia cuando volvieron a pedir agua y por eso golpeó la roca. Pero creo que podemos decir que, si los hijos de Israel hubiesen continuado multiplicándose, nuestro maestro Moshé podría haberse renovado junto a ellos y transformarse en apto para la siguiente generación y conducirlos alegremente a la conquista y el poblamiento de la tierra de Israel. Entonces, las naciones del mundo no habrían podido arrebatarla de nuestras manos, ya que los gentiles no tenían dominio sobre las acciones de Moshé (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 9(A)).

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